por Foro de Liderazgo
¿Cómo podemos reconciliar las relaciones destruidas, restaurar una ética basada en Cristo, y recuperar nuestra relación anterior? Los participantes en este foro han visto lo peor de lo peor, y han batallado, increíblemente, con un espíritu de gracia en algunos encuentros desafiantes. No han sido vendidos por los conflictos de la iglesia, ni dejado cicatrices. Así que queríamos saber cómo lo han hecho.
Foro de liderazgo
En una caricatura clásica de la Warner Brothers, el pato Lucas practica sus movimientos de espadachín. «¡Oh! ¡Ajá! ¡En guardia! ¡Vuelta! ¡Un quite! ¡Golpe! ¡Giro! ¡Ah!» Inmediatamente después la espada se le devuelve y lo golpea en el rostro haciendo que su pico se vuelva hacia arriba. El pato Lucas acomoda su pico en su lugar y lo intenta de nuevo. «¡Golpe! ¡Giro! ¡Ah!» Y de nuevo, el ¡golpe!
Y siempre el golpe al final.
¿Por qué es que en el ministerio, como ocurre con el pato Lucas, el golpe se devuelve y algo o alguien queda desfigurado? Y si el conflicto es inminente, ¿cómo podemos reconciliar las relaciones destruidas, restaurar una ética basada en Cristo, y recuperar nuestra relación anterior?
Los participantes en este foro han visto lo peor de lo peor, y han batallado, increíblemente, con un espíritu de gracia en algunos encuentros desafiantes.
En esta mesa redonda, estos expertos reflejaron un profundo amor y respeto por la iglesia y por todas las personas del cuerpo. Los conflictos de la iglesia no los han vencido, ni dejado cicatrices, ni tampoco han hecho que sus picos se vuelvan hacia arriba.
Queríamos saber cómo manejaron los conflictos. En la mesa participan:
Ken Sande
Peacemaker Ministries [El ministerio de los pacificadores], Billings, Montana (www.hispeace.org)
Ken estudió ingeniería y derecho y puso todas esas destrezas para servir como reconciliador de relaciones en iglesias y familias. Por veintitrés años, ha mediado en demandas legales y divisiones de iglesias; además, ha ayudado a reconciliar cientos de parejas que deseaban divorciarse.
René Schlaepfer
Twin Lakes Church [Iglesia de Twin Lakes], Aptos, California (www.tlc.org)
René estuvo entre los primeros cuarenta disc jokeys de la radio y ahora sirve como pastor general de la iglesia Twin Lakes Church. Durante este tiempo, René experimentó cambios turbulentos cuando su iglesia sufrió una transición de un estilo bautista tradicional a una congregación contemporánea que alcanza eficazmente a las personas en Monterrey Bay, California.
Jim Van Yperen
Metanoia Ministries, Washington, New Hampshire (www.changeyourmind.net)
En un periodo de diez años, Jim y su organización han ayudado a casi sesenta iglesias que han estado a punto de dividirse a resolver sus conflictos. Sirve como pastor interino, conferencista, y es autor del libro Making Peace: A Guide to Overcoming Church Conflict [Creando paz: Una guía para superar los conflictos en la iglesia] de la editorial Moody Press.
Todas las iglesias experimentan conflictos aunque ninguna los desea realmente. ¿Es posible que las iglesias experimenten conflictos y aun así ser iglesias saludables?
Van Yperen: La salud no es la ausencia de conflictos. Una iglesia saludable piensa, observa y se comporta en forma redentora y cuando el conflicto aparece, es capaz de manejarlo. Una iglesia saludable ha aprendido que Dios reina sobre todo lo que existe; de esta forma, el conflicto no tiene por qué ser una amenaza.
Sande: Los conflictos realmente son oportunidades. La Primera carta a los Corintios fue escrita para solucionar conflictos. Al final del capítulo 10, Pablo concluye toda la enseñanza diciendo: «hacedlo todo para la gloria de Dios».
Pablo nos dice que veamos los conflictos como Dios lo hace. En cada uno de ellos, Dios nos ofrece la oportunidad de exaltarlo. Él quiere que usted se comporte en una forma tan diferente que las personas lleguen a notarlo y queden impresionados. Es una oportunidad para crecer y parecernos más a Cristo. El conflicto no es algo que buscamos pero cuando llega podemos verlo como un medio de santificación. De esta forma, desaceleramos y decimos: «Señor, en esta situación, ayúdame a ser una persona mejor.»
Schlaepfer: Yo viví esto en la primera iglesia que serví como pastor juvenil. La junta había despedido a un miembro del equipo muy querido. En la siguiente reunión de iglesia, estalló una bomba y de repente todo tenía que ver con el pastor general. «¡Usted es aburrido!» le gritaron. Totalmente fuera de control.
El pastor y su esposa los escucharon pero nunca dejaron de estar calmados y comportarse como Cristo durante toda la discusión. La iglesia se dividió en dos en esa reunión. Eventualmente decidí que prefería seguir a un hombre sereno y piadoso que a una multitud que no demuestra los frutos del Espíritu.
¿Cómo reconoce un conflicto saludable?
Schlaepfer: Una clave es preguntar: «¿Usted como pastor se mantiene en el mensaje del evangelio?» Creo que una forma en la que Satanás intenta destruir a la iglesia es alejándonos del mensaje del evangelio e involucrándonos en otros asuntos política, temas controversiales, y cualquier otro asunto del que se trate el conflicto. El mensaje es el evangelio de la gracia.
Observe lo que Pablo hace. Cada vez que hay un conflicto, lleva todo el asunto de vuelta al evangelio.
Van Yperen: Para mí una forma de evaluar si el conflicto es saludable es preguntar: «¿De quién estamos hablando? Si no es algo que Jesús hubiera querido, entonces no es una conversación redentora.» Estamos controlados por una ambición egoísta; afirmamos nuestros derechos. Buscamos nuestros propios deseos.
Sande: El apóstol Santiago pregunta: «¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestros deseos que combaten en vuestros miembros?» (Stg 4.1). La palabra «deseos» en este contexto es neutral. Pueden ser buenos deseos. La mayoría de los conflictos que he visto en las iglesias han sido cuando elevamos los buenos deseos a demandas que nos consumen, a las que la Biblia llama «ídolos».
Me he dado cuenta que esto ocurre a menudo cuando escucho la frase Todo lo que deseo es «Todo lo que deseo es alcanzar a los perdidos.» «Todo lo que deseo es una adoración santa.» Cuando escucho esas palabras, a menudo descubro a personas que han elevado un buen deseo hasta convertirlo en un ídolo controlador. Ahí es cuando necesitamos ayudarnos unos a otros, hacer preguntas que realmente impacten: «¿Por qué estás preocupado? ¿Qué es lo que deseas tanto que estás dispuesto a herir a otros con el fin de obtenerlo?» Necesitamos ayudarnos mutuamente para que podamos ver cuando hemos tomado buenos deseos y los hemos convertido en malos dioses.
Trabajé con un grupo y un pastor que habían tenido una disputa. Habían estado en desacuerdo durante todo un año. Me dieron un archivo enorme de todos los correos electrónicos y cartas que se habían enviado. Algo me golpeó mientras las leía. No había ni la más mínima referencia al evangelio de Jesucristo. Había acusaciones lo que debían hacer, en lo que había fallado y abundantes referencias bíblicas. Pero todo lo habían enfocado al factor humano y a sus fallas.
Cuando me encontré con ellos, les dije: «Aquí hay verdaderos problemas, pero ¿dónde está el factor Dios en esta conversación? ¿Cómo ha afectado el hecho de que Cristo murió por sus pecados el trato que ustedes tienen los unos a los otros?»
Hubo silencio en la habitación.
Después de un par de minutos, uno de los ancianos asentó con su cabeza. «Hemos perdido completamente la visión de Cristo en nuestra discusión.»
El problema aquí es que podemos lanzar versículos bíblicos hasta por la ventana y confundir esta actitud con espiritualidad. Todo lo que hacemos es atacarnos los unos a los otros. No nos estamos comportando como Cristo o viviendo su amor con los demás.
Schlaepfer: El evangelista Steve Pettit dice que una clara señal de que usted está usando armas de la carne en lugar de las armas del Espíritu es que obtiene ganancias a corto plazo, pero pérdidas a largo plazo. Y eso es lo que ocurre cuando reaccionamos con las personas en formas que son manipuladoras y coléricas. Cuando nos enojamos, nuestros métodos también reflejan eso.
De lo que hemos escuchado de su historia, René, el conflicto que encontró en la iglesia Twin Lakes no era nada saludable para usted ni para su iglesia.
Schlaepfer: Llegué a esta iglesia después de una devastadora división, bueno en realidad fue toda una explosión. El pastor anterior había dirigido la iglesia por cincuenta años y durante ese tiempo no experimentaron realmente casi ningún conflicto. Pero en los tres años que estuvieron sin pastor, las tensiones entre ellos fueron tan altas que la junta renunció, el comité que buscaba a un nuevo pastor también renunció, la iglesia se endeudó, y la mayor parte del equipo ya había renunciado o había sido despedido.
Todas las personas que conocía me decían: «¡No vayas ahí!»
Mi esposa me dijo: «Tienes que estar dispuesto a no sobrevivir. Ve ahí y haz lo correcto, y si te despiden, ¿a quién le importa? Yo te seguiré amando, nuestros hijos están demasiado jóvenes como para recordarlo, y tal vez Dios quiere que regreses a la radio» (risa).
Algunas personas estaban alegres de tener un líder después de tres años, pero una vez que empecé, algunos grupos se resistieron a mis ideas. Cuando iniciamos los cambios, empecé a recibir horribles cartas anónimas. Descubrí que un grupo estaba llamando a mis antiguos jefes para ver si tenían algo en mi contra. Llamaron a las autoridades de nuestra denominación para que me despidieran.
Después de seis meses, terminé en la sala de emergencias con severos ataques de ansiedad.
«Bueno, René,» me dijo el doctor «he estado asistiendo a su iglesia, y me gusta lo que está haciendo. Pero también sé por lo que está pasando. Física y psicológicamente, usted no está manejando los conflictos de la mejor manera. Mi orden médica es que se mantenga lejos de la oficina la siguiente semana, y vamos a trabajar en ciertas formas para manejar el estrés que está experimentando.»
La raíz de todo el asunto era la forma en que estaba respondiendo al conflicto. Percibía a estas personas como mis enemigos y creía que yo era el protagonista de todo. Todo lo estaba percibiendo más dramático de lo que debía hacerlo. Tuve que aprender que nuestra batalla no es contra carne ni sangre.
Por cierto, con el tiempo sí resolvimos el conflicto, y ahora la iglesia está yendo más allá de mis expectativas.
Al principio las acciones de René parecieron empeorar la situación. ¿Hay momentos en que uno necesita crear un conflicto con el fin de generar paz?
Sande: Usted no está creando conflicto en esa situación; al contrario, lo está sacando a la superficie. Ya ha estado ahí. Me gusta marcar la diferencia entre ser una iglesia pacificadora y una iglesia pasiva. Las iglesias aman la pasividad o la paz falsa.
Muy a menudo el pacificador es aquel que dice: «Vamos a dejar de encubrirlo. Vamos a manejarlo.»
Van Yperen: Somos llamados a hablar la verdad en amor, esto significa que usted equilibra ambos aspectos. Existe otro peligro cuando, en nombre de la gracia, usted nunca quiere confrontar nada.
Cuando hacemos eso, creamos un ambiente donde las personas piensan en algo pero no lo dicen, y eso es dañino.
Yo diría que usted debe sacar a la luz el problema. Si la iglesia es el cuerpo de Cristo, entonces no debe existir ningún conflicto secreto. Siempre se debe sacar a la luz. Así que no me pregunto si debería sacarse todo el asunto a la superficie, sino cómo.
Schlaepfer: Una razón por la cual a nuestra iglesia la golpeó un conflicto gigante fue que no sabían cómo manejar conflictos. El punto bajo de esta bendición de cincuenta años de gran liderazgo fue el caos que se generó cuando el pastor anterior se fue. Varios del equipo ministerial me contaron que la iglesia defendía el lema: «Todos para uno, y uno para todos». Su visión de ellos mismos era la de los tres mosqueteros, donde la unanimidad era lo que se esperaba.
Desde entonces hemos fomentado una cultura de discusión en Twin Lakes, donde animamos a las personas a dar cierta retroalimentación y análisis para que así la iglesia pueda aprender a amar sin unanimidad.
Las discusiones pueden expresarse en distintas formas y no necesariamente en peleas. Fomentamos las discusiones en las revisiones semanales de nuestros cultos, entre ellas, los sermones. También tenemos sesiones donde toda la congregación escribe preguntas y las respondemos.
En una atmósfera creativa, uno tiene personas que utilizan su cerebro, y eso es bueno.
Sande: Alguien una vez dijo: «Si usted desea prevenir un conflicto destructivo; fomente los desacuerdos respetuosos». Eso es sabio. Así como una válvula sirve para liberar la presión, necesitamos tratar las diferencias antes de que sean destructivas.
¿Cuál es el aspecto negativo de dejar algo de lado? ¿No existen algunos problemas que siempre tendremos?
Van Yperen: El gran problema es que no estamos funcionando como la iglesia. Necesitamos algún método que nos ayude a resolver los conflictos a pesar de estar en desacuerdo. Eso se logra a través de la sangre de Jesucristo, de la oración, del Espíritu Santo. Usted no puede ponerse de acuerdo para no estar de acuerdo sobre los asuntos importantes de la iglesia.
¿Por ejemplo?
Van Yperen: Asuntos fundamentales, de doctrina, para empezar. Pero también asuntos filosóficos acerca de quiénes somos llamados a ser en Cristo sea crecer en tamaño o fundar otra iglesia, esos son asuntos mayores. Se requiere de mucha sabiduría para decidir cuales son los asuntos mayores y cuales son los menores. La iglesia necesita hablar de estos asuntos en los momentos tranquilos y no esperar hasta que la crisis llegue.
Schlaepfer: Algunas veces parece que los líderes de la iglesia demandan más unanimidad que la que debería haber pero usted debería escoger sus asuntos. Al empezar un culto post-modernista, nuestra congregación trabajó a través del proceso y concordó en no estar de acuerdo. Se inició el culto a pesar de que no todos concordaban.
Una de las líneas favoritas de mi esposa es «¡¿Cree usted en el ministerio del Espíritu Santo o no?!» Pero algunas veces alguien tiene que tomar la batuta basado en la forma en que el Espíritu Santo parece dirigir a la organización. Usted desea un consenso e incluir a tantas personas como sea posible en el proceso, pero al final, alguien debe tomar una decisión.
Van Yperen: Este es el meollo del asunto: la función del liderazgo. Primero, escuche lo que Dios le está diciendo a la iglesia, no solamente por usted sino a través de la sabiduría de otros, de su Palabra, del Espíritu Santo, de la afirmación de otros creyentes. Escuche, después descríbalo. Luego invite a las personas a ello.
Esa última parte es donde la mayoría de los líderes se meten en problemas. Existe una delgada línea entre invitar a las personas al viaje y forzarlas.
Por ejemplo, «Creemos que Dios nos está guiando. Sé que esto va a ser duro para algunos de ustedes. De hecho, a algunos no les gustará. ¿Caminará con nosotros mientras probamos la voluntad de Dios? ¿Caminará por fe?» eso es liderazgo. Lo que no es liderazgo es decir: «Oye, mira, esta forma es la que debe ser. Si no te gusta, puedes irte.»
Sande: Creo que Dios está más interesado en nuestras actitudes sobre cómo resolver nuestras diferencias en algunos de estos problemas, que en las posiciones que tomamos.
Van Yperen: Estoy de acuerdo. Filipenses 2 es la prueba aquí. Si decimos que debemos hacer algo en particular, a pesar del interés y las necesidades de los demás, entonces no tenemos un proceso redentor.
¿Puede mostrarnos cómo luce ese proceso en la vida real?
Sande: Aquí hay un ejemplo. Cuando nuestro pastor actual llegó, hubo fuertes diferencias acerca de qué tipo de programa de escuela dominical debíamos tener. Algunos querían el programa tradicional segregado por edades; otros querían tener a las familias juntas para estudiar los mismos temas.
No conozco ningún pasaje bíblico específico sobre la escuela dominical; sin embargo, las personas actuaban como si lo hubiera, discutieron sobre padres como líderes espirituales y más.
Nuestro pastor, primero, nos enseñó a todos los principios importantes sobre cómo tratar este asunto educación, familia, e iglesia. Luego lo respaldó con una enseñanza específica sobre el tipo de actitud que los cristianos debían tener en los conflictos, viviendo fervientemente Filipenses 2, y buscando los intereses de los demás.
Predicó sobre esto durante todo un mes, y la actitud de la congregación cambió. En una reunión, un hombre que prefería un tipo de programa empezó a hablar a favor de la otra posición, y un hombre del otro lado, respondió de la misma forma, a favor de la posición a la que se oponía. Ambos hombres se preocuparon más por los intereses de los hermanos creyentes que por el propio.
Cuando vi eso, dije: «Esto es un conflicto positivo». En resumen, el conflicto es positivo cuando los cristianos buscan el bien de la otra persona.
La resolución aparentemente toma tiempo, pero en nuestra reciente encuesta sobre conflictos, muchos pastores nos dijeron que deseaban haber actuado más rápido.
Sande: A menudo ese es el caso. Las personas quieren expresar gracia y no fuerza. A veces, eso es tan solo ser tímido. Dejan que los asuntos vayan más allá. Lo veo particularmente en asuntos que tienen que ver con la disciplina de la iglesia. Lo que pudo haber sido una pequeña exhortación se convierte en todo un intento para excomulgar a gran escala porque esperaron demasiado.
Van Yperen: No me gustaría que me escucharan decir simplemente: «Tómese su tiempo». La Escritura es clara. Mateo 5 y Mateo 18 son dos pasajes clave si usted conoce algún pecado o conflicto. En ambos casos, sea usted el pecador o la víctima, ¡hágalo! Haga lo correcto. Hay una necesidad primordial. Usted tiene que responder al conflicto inmediatamente, pero tiene que resolverlo pacientemente. Puede ser un trabajo que requiera de mucho corazón, y usted necesitará darle al Espíritu Santo el tiempo necesario para que actúe.
Sande: Usted actúa, pero no obliga a que haya una conclusión prematura. Pablo dice que se haga todo lo necesario para mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Efesios 4.3). Pablo no está hablando de inventar algo, sino encontrar lo que ya existe. La unidad del Espíritu está ahí. Necesitamos buscarla hasta encontrarla.
La mayoría de los conflictos en las iglesias se da entre individuos. ¿Cómo le enseñamos a las personas a resolver bien un conflicto personal?
Van Yperen: Empieza con el liderazgo orar y confesar los pecados los unos a los otros. El pastor es responsable de edificar una comunión redentora dentro de la comunidad de líderes. El tipo de aprendizaje más poderoso de la iglesia es cuando el pastor y el anciano se levantan y dicen: «Queremos que sepan que hemos tenido ciertas diferencias y lastimé a mi hermano pero le he pedido perdón». Usted ejemplifica este tipo de mensaje.
Schlaepfer: La predicación sobre la confesión es importante porque usted le cuenta a su gente sobre cuando se comportó como un verdadero idiota. En una ocasión, les conté cuando casi tuve una pelea en un juego de baloncesto. Incluso cuando la iglesia no está en conflicto, predique las duras lecciones que ha aprendido acerca de vivir en una forma misericordiosa.
Van Yperen: Usted está en buena compañía con Moisés y David.
Sande: La pieza que René habló es importante debemos repetirla constantemente. Hoy lo podemos recordar y en seis meses haberlo olvidado. Crear una cultura de reconciliación y reforzarla repetidamente. Debería enseñarse deliberadamente desde el púlpito. Ofrézcale a las personas una teología simple, clara y sistemática en la resolución de conflictos. Saque a la luz los pasajes bíblicos acerca de la confrontación, perdón y restauración.
Van Yperen: Nuestra historia es que estábamos en pecado, y Cristo murió por nosotros. Nos proveyó los medios con los cuales podemos convertirnos en nuevas criaturas, la justicia de Dios, que se han reconciliado con él y con los demás.
Este artículo se publicó por primera vez en Leadership Journal, usado con permiso. Título del original: Keeping Conflict Healthy Copyright © 2004 por el autor o por Christianity Today International. Traducido y adaptado por DesarrolloCristiano.com, todos los derechos reservados. Copyright 2005