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Cómo responder al favor de Dios

Cómo responder al favor de Dios

por Andy Park

David es un ejemplo clásico de un hombre elegido y designado por Dios. El Señor vio su corazón y se complació — encontró un hombre que sinceramente quería agradarlo. Pero no pasó mucho tiempo para que las pruebas y las responsabilidades de la unción pesaran sobre la vida de David…

Ya había cumplido los diecisiete años cuando Dios empezó a revelarse en mi vida. Entonces, todo en mi vida se volcó de cabeza. Nunca se me hubiera ocurrido que Dios deseaba hablar conmigo personalmente, pero él había preparado otros planes. La Biblia llegó a convertirse para mí en una carta personal rebosante de discernimientos y sabiduría para cada una de mis circunstancias. Y no solo eso, sino que además el Señor me mostró breves vistazos sobre mi futuro —indicios de los planes que él tenía para que yo me involucrara en un ministerio público. Para mí, todo era un poco confuso pero también era real y poderoso.

En mi primer año de universidad, yo era un muchacho promedio de clase media que trataba de encontrar su camino cuando Dios invadió mi vida. Tenía un trasfondo cristiano pero no una experiencia personal con Dios. Luego Dios encendió las luces y pude verlo claramente por primera vez.

Este era el favor que Dios empezaba a derramar en mi vida. Un favor no merecido y que yo no había invocado. No pasó mucho tiempo para que me involucrara en la dirección de la adoración, en las clases de la escuela dominical y en el liderazgo del ministerio juvenil. A medida que pasaban los años, obtuve más responsabilidades en el ministerio pastoral y el de adoración. Veinte años después de haber llegado a los pies del Señor, Vineyard Music empezó a grabar mis canciones, las cuales iniciaron un nuevo capítulo de una mayor visibilidad y responsabilidad como líder.

Durante el camino, poco a poco he entendido cómo responder al favor de Dios. El favor de Dios en mi vida me ha humillado, mejorado e iluminado.

Para explorar este tema, me gustaría observar la vida del rey David. Un hombre que Dios favoreció abundantemente, y quien supo lo que era estar en la cúspide del éxito y en las profundidades de los fracasos y desesperaciones. Podemos aprender mucho de su vida. Con David como ejemplo, vamos a echar un vistazo a estos aspectos sobre responder al favor de Dios:

  • La unción de Dios y la razón
  • La necesidad de un carácter piadoso —evitar los peligros del favor de Dios a través del liderazgo del servicio y la gratitud
  • Circunstancias desafiantes en la vida —cómo evitar emplear mal el favor de Dios

El rey David es un ejemplo clásico de un hombre elegido y designado por Dios. David era el más joven de ocho hermanos, la última persona que su familia hubiera esperado que fuera el ungido de Dios. El Señor vio el corazón de David y se complació —encontró un hombre que sinceramente quería agradarlo.

Desde el momento en que Samuel ungió a David con aceite, «el Espíritu del Señor vino poderosamente sobre David».  Poco tiempo después de este evento crucial, David mató a Goliat en una gran muestra de coraje y fervor por el Señor todopoderoso. Esta fue la «revelación» de David, y desde ese momento estuvo ante el ojo público, el favorito de las masas. Escribieron cantos en su honor para alabar sus conquistas militares.

Pero no pasó mucho tiempo para que las pruebas y las responsabilidades de la unción pesaran en la vida de David. Saúl, quien era el rey en esa época, se sintió profundamente celos por este joven que se había ganado el corazón del pueblo. A pesar de que Saúl le ofreció a David su hija como esposa, rápidamente se obsesionó por deshacerse de David de una vez por todas. Ya que se sintió amenazado por los dones y la popularidad de David, hizo una campaña para asesinar a este joven hombre.

Este era solo el principio de las aflicciones de David. Ejércitos enemigos constantemente amenazarían a Israel. Como el general del ejército de Israel, David estaba bajo mucha presión por dirigir a su gente a batallas amedrentadoras. Más adelante, surgieron conflictos entre los miembros de su familia para ver quien se quedaba con el poder ya que David envejecía.

Este es un resumen de algunas de las dificultades que experimentó el «hombre que estaba en la cima». A pesar de que la mayoría de nosotros no nos relacionamos personalmente con una posición tan importante, existen muchos paralelos entre David y aquellos que son favorecidos, ungidos y llamados a las distintas posiciones de liderazgo de la iglesia.

Seguir las huellas del rey-siervo

Dios ungió a David por varios propósitos. Él era «el pastor de Israel», su líder militar, el salmista principal, y una especie de profeta. Dios usó sus dones para bendecir a toda la nación de Israel.

Dios nos unge por un propósito —para dar lo que hemos recibido. Pablo nos afirma que todos hemos recibido dones del Espíritu Santo con el fin de edificar a la iglesia. Dios le provee a la iglesia pastores, maestros y evangelistas para que capaciten al pueblo de Dios en las obras de servicio. Dios nos da dones para el beneficio de los demás. A menudo pregunto: «¿Cómo quieres que sirva?» «¿Cómo puedo ser una bendición?»

Cuando era joven soñaba con ser un exitoso líder de muchas personas. Pensaba que si me convertía en el pastor de una iglesia, alcanzaría éxito. Cuando me convertí en el pastor de una iglesia local, no pasó mucho tiempo para que me diera cuenta de que si bien el favor de Dios nos pone en frente de muchas personas, también trae consigo muchas responsabilidades. En términos sencillos, mucho trabajo duro. Entre más gente lideraba, ¡a más gente servía! ¡Ajá! ¡Me salió el tiro por la culata!

Imagine una pirámide invertida —la punta de la pirámide se encuentra abajo. Usted, el líder está en esa punta. Debe servirle a todos aquellos que están sobre usted. Esa es una imagen de liderazgo de servicio.

No importa cuántas personas conozcan mi nombre o hayan escuchado mis canciones. Sigo siendo como mi Maestro, el siervo de todos. La imagen de Jesús lavando los pies de sus discípulos es una imagen poderosa. Yo nunca cambiaría eso. En el designio divino del reino de Dios, este es un liderazgo poderoso y ungido. Elegir servir en lugar de ser el gran jefe que ordena alrededor de sus subalternos.

En la iglesia donde asisto, soy tan solo «uno más de los muchachos». Ayudo a instalar y a quitar el equipo de sonido. En mi casa, ayudo a limpiar la cocina y hago todo tipo de tareas domésticas. Ni mi familia o la gente de mi iglesia me tratan como si fuera una persona famosa. Si viajo a otra ciudad y vivo una experiencia ministerial increíble, regreso a casa a mi vida normal a sacar la basura y a cambiar los pañales. Y ¡eso es bueno! Me ayuda a no pensar mucho de mí mismo.

Algunas veces somos ungidos y en otras ocasiones …

¡Qué apuro debió haber sido para David, un humilde adolescente, matar al gigante filisteo con el ejército de Israel mirándolo! Imagine la conmoción y emoción que debió haber causado. Hermosas mujeres acercándose y halagándolo «¡Súper, David! ¡Te luciste!» Fornidos soldados dándole palmeadas en la espalda, gritándole «¡David, eres todo un hombre!» Hombres jóvenes rodeándolo solo para verlo por un instante: «¡David, muéstrame la honda que usaste para acabar con el gran y feo filisteo!»

Nunca he matado algo más grande que una cucaracha, pero he experimentado el regocijo del poder de Dios. Liderar con el favor de Dios es un vino embriagante. Cuando estoy dirigiendo la adoración y el Espíritu Santo arremete como una avalancha, yo estoy en la nube nueve. Algunas veces es como «montar una alfombra mágica» —Dios nos da un «paseo» en el espíritu de adoración. El grupo va más allá de lo natural, uniéndose como una sola persona para cantar y participar de la gloria de Dios.

En otras ocasiones, dirigir la adoración es como navegar en un riachuelo. Los músicos olvidan sus partes, las personas miran a la nada y sentimos como que el cielo cerró sus puertas. No estoy seguro de cuáles canciones funcionarán y la presencia de Dios parece estar muy lejos.

Tales son los altibajos de liderar un ministerio que depende absolutamente de la intervención de Dios con el fin de alcanzar éxito. Sea que estemos dirigiendo la adoración o guiando a alguien a Cristo, necesitamos el favor de Dios para poder realizar el trabajo. Vivir «en intervalos» nos mantiene de rodillas porque el Espíritu de Dios no ha sido completamente derramado y no lo será hasta que Jesucristo regrese.

El líder ungido se mantiene en una posición de sumisión y ¡pidiendo por la unción, el favor y la protección! En la grandiosa sabiduría de Dios, él no nos da la fórmula para un éxito continuo. Así que en cierta forma, el favor de Dios está limitado en nuestro ser —él no nos va a dejar a rienda suelta para que nos arruinemos.

Gratitud y humildad

David sabía que él no se había ganado el favor de Dios. Cuando Saúl le ofreció su hija para que fuera su esposa, David respondió: «¿Quién soy yo. O qué es mi vida, o quién es la familia de mi padre en Israel, para que yo sea yerno del rey?» (1 Samuel 18.18).

Después de dar una abundante ofrenda para la edificación del templo de Dios que Salomón edificaría, la oración de David fue: «Pero, ¿quién soy yo y quién es mi pueblo para que podamos ofrecer tan generosamente todo esto? Porque de ti proceden todas las cosas, y de lo recibido de tu mano te damos» (1 Crónicas 29.14).

La oración sobre «¿quién soy yo?» nos impide que nos llenemos demasiado de nosotros mismos. «¿Quién soy yo para poder componer cantos de adoración?» «¿Quién soy yo para poder enseñar la palabra de Dios?» «¿Quién soy yo…?» Sencillamente una persona elegida por Dios, eso es lo que soy. Escogido por la mano de Dios, no porque era noble o justo, sino porque a Dios le plació derramar su amor en mí. Si reflexiono en eso por un rato, me lleno de gratitud y me vacío de mi vano orgullo. La gratitud y la arrogancia no pueden co-existir. Si reflejo la misericordia de Dios en mi vida, no pasará mucho tiempo para que el egoísmo y mis quejas desaparezcan.

Todo lo que tenemos es don de Dios. Cada vislumbre de la grandeza de Dios, cada bendición familiar, incluso el deseo de pedir la ayuda de Dios es un regalo. Recordar todo esto me ayuda a formar una saludable perspectiva acerca del favor de Dios.

Las dificultades de la vida nos impiden perder de vista la perspectiva sobre el favor de Dios

Hay muchos factores inherentes que nos hacen emplear mal el favor de Dios. Uno de ellos es nuestra constante batalla contra el pecado. David descubrió dolorosamente sus propias debilidades. En su encumbrada posición como rey, cometió adulterio con Betsabé y cayó incluso más allá al asesinar al esposo de Betsabé. Después de estos pecados, le dijo a Dios: «He aquí yo nací con iniquidad, y en pecado me concibió mi madre» (Salmo 51.5)

La sublime gracia siempre estuvo ahí para David, y siempre estará ahí para nosotros. Algunas veces nos sentimos como Pablo, quien se describió a sí mismo como «el peor de los pecadores». Aún así Dios nos levanta una y otra vez. Él es el Padre del hijo pródigo que espera con los brazos abiertos y con una sonrisa cada vez que nos acercamos humildemente ante él.

La Biblia está llena de «líderes imperfectos». Figuras sobresalientes, así como David y Abraham, pecaron evidente y repetidamente, aún así continuaron siendo líderes, por la gracia de Dios. El pecado siempre está tocando a mi puerta. Lucho para controlar mi lengua en mi propio hogar. ¡Ser humilde, gentil y paciente con mis ocho hijos es un enorme desafío en todo el sentido de la palabra! Sin embargo, ¡esta es otra forma en que Dios hace humildes a sus siervos dotados! Les da hijos. Una enorme bendición y enorme oportunidad para dejar que surja un carácter piadoso. Como padre, en muchas ocasiones oro brevemente como «¡Dios mío ayúdame!» y «¡Dios ten misericordia de mí Dios!»

Quizá pocos meses después del gran triunfo de David sobre Goliat, David esquivaba saetas que lanzaban Saúl y sus sirvientes. David tuvo su cuota de fracasos —tiempos en que sus tropas sufrieron derrotas en batalla, tiempos en que su familia sufría, tiempos en que sus enemigos estuvieron a punto de quitarle la vida. En los Salmos, vemos a un hombre que constantemente pedía ayuda.

Una de las oraciones más conocidas de David es la del Salmo 27: «Una cosa he pedido al Señor, y ésa buscaré: que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor, y para meditar en su templo.» Ese es el versículo que nos sabemos de memoria.

La parte que a menudo pasamos por alto es justo el versículo siguiente: «Porque en el día de la angustia me esconderá en su tabernáculo; en lo secreto de su tienda me ocultará… Entonces será levantada mi cabeza sobre mis enemigos que me cercan…».

Este es el punto: ¡David estaba consciente de que un grupo de hombres lo redeaban para tratar de matarlo!

No conozco a ningún líder ungido que lleve una vida realmente fácil. David ciertamente no es la excepción. Paso muy poco tiempo pensando de que soy «favorecido por Dios» —estoy demasiado ocupado tratando con los desafíos de cada día— como amar a la gente y tratar de «hacer justicia, mostrar misericordia y caminar humildemente con mi Dios.»

La tarea de liderazgo verdece realizarse en humildad. El trabajo de un pastor nunca termina porque en la iglesia siempre encontraremos a alguien con luchas. Siempre aparecerá una tragedia o una enfermedad crónica por la que se debe velar. Incluso en los buenos tiempos, el pueblo de Dios necesita que se le anime constantemente a seguir adelante por el reino. El líder «ungido» debe dirigir «en tiempo y a destiempo» —nos sintamos o no con humor de hacerlo.

Tengo que luchar por mantener un corazón correcto en medio del trabajo duro de la iglesia para así servir a todos los tipos de personas. Algunas veces pienso «¿Por qué estoy haciendo esto? Podría estar viviendo en Maui ¡disfrutando de la vida fácil!» No pasa mucho tiempo para recibir la respuesta a esa pregunta: mi vida se trata de seguir a Dios, y disfrutar su vida abundante; y no de alcanzar un placer egoísta.

Como siervos favorecidos de Dios, se nos ha dado poder para correr una maratón, para correr por toda la vida. Correr un largo trayecto desarrolla humildad y un carácter piadoso. Así es como invitamos la continua unción de Dios. Así es vivir como un líder favorecido por Dios. 

Este artículo fue tomado de www.andypark.ca , Copyright por Andy Park. Usado con permiso. Todos los derechos reservados. Traducido y adaptado por DesarrolloCristiano.com, todos los derechos reservados.