Biblia

Aroma a Cristo

Aroma a Cristo

por Rosa Lewis

Nosotras esparciremos la fragancia de Cristo si desarrollamos estas mismas virtudes al conocerlo
mejor e ir siendo transformadas a su imagen.

El Señor de la iglesia ha llamado a sus esposos a ser líderes y pastores de los seguidores de Cristo. Cuando Dios llama a una persona casada para una obra específica en el ministerio, es mi convicción que Dios llama a ambos miembros de la pareja. Si el Señor llama a mi esposo a servirle como médico psiquiatra, me llama y me capacita para servirle como esposa de médico psiquiatra. En consecuencia, ustedes han sido llamadas y capacitadas por el Señor para servir en el equipo pastoral como esposas de pastores. Es decir, han sido llamadas a ser «fragante aroma de Cristo» tanto en sus iglesias como en sus hogares.
¿Cómo puede una esposa de pastor ser fragante aroma de
Cristo?
«Pero gracias a Dios, que en Cristo siempre nos lleva en
triunfo, y que por medio de nosotros manifiesta en todo lugar la
fragancia de su conocimiento. 
Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se
salvan y entre los que se pierden; 
para unos, olor de muerte para muerte, y para otros, olor de
vida para vida. Y para estas cosas ¿quién está capacitado?» (2Co
2.14-16, Biblia de las Américas)La misma fragancia de Cristo es aroma de muerte,
desagradable para los que lo rechazan, o es fragancia de vida, dulce y
deseable, para los que reciben la vida que él ofrece. La misma fragancia de Cristo es aroma de muerte,
desagradable para los que lo rechazan, o es fragancia de vida, dulce y
deseable, para los que reciben la vida que él ofrece. La fragancia se describe como «fragancia de su
conocimiento», o sea, del conocimiento de Cristo.
 Colosenses 3:9-15 nos 
habla del proceso de transformación que sufrimos al ir conociendo más y 
más a Cristo:
«No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado
del viejo hombre con sus hechos 
y revestido del nuevo. Este, conforme a la imagen del que lo
creó, se va renovando hasta el conocimiento pleno,
 donde no hay griego ni
judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni extranjero, esclavo
ni libre, sino que Cristo es el todo y en todos. Vestíos, pues, como
escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de
bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Soportaos unos a
otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De
la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Sobre
todo, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios
gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en
un solo cuerpo. Y sed agradecidos.»
El conocimiento de Cristo es sin duda un proceso
transformador que dura toda la vida:
1. Dios crea en nosotros una nueva persona: la nueva
mujer o el nuevo hombre.
2. Esta nueva mujer se va renovando (es decir,
transformando) día a día a medida que conoce más al que creó la nueva
persona en ella.
3. En el proceso de conocer más a Cristo va siendo
formada a su imagen.
4. Cuando ese conocimiento es completo (madurez
espiritual), Cristo es el todo en ella; es semejante a como fue él en
este mundo; tiene cualidades que son propias de Jesucristo-hombre,
reveladas en su relación con otras personas durante su vida.
5. Al movernos en las distintas esferas de la vida, la
fragancia de Cristo se desprende por sí sola; es como si Jesucristo
mismo anduviera en este mundo dentro de nosotras.
 Reitero que se desprende
por lo que somos, no por lo que hacemos.
 Cuanto más conocemos a 
Cristo, más se libera la fragancia de su conocimiento. Este aroma atrae a los
que desean la vida eterna, y repele a los que la rechazan.
¿Cuáles son las cualidades que caracterizan a la mujer
con una «conocimiento pleno» de Cristo (Cf. Col 3.12-15)?
1.  Entrañable 
misericordia 
Del griego splgchnon = entrañas, el lugar donde se
sienten las emociones más fuertes. Ejemplo: «Me conmovió hasta las
entrañas». En sentido figurado: corazón; y oiktirmos = compasión, lástima, misericordia; es decir,
un corazón compasivo, que se conmueve al ver el sufrimiento de otra
persona y genera una acción misericordiosa.
Jesús se conmovió muchas veces. Tuvo misericordia de un
leproso (Mr 1.41), y le sanó; de las multitudes hambrientas que le
seguían (Mt 9.36), y les dio de comer; de los dos ciegos (Mt 20.34), y
les dio la vista; de la viuda de Naín (Lc 7.13), y resucitó a su hijo.
La misericordia le llevó a realizar una acción que alivió el dolor. De igual manera, la compasión que el conocimiento de Dios
produce en nosotras nos llevará a hacer «obras de misericordia».
2.  Bondad
La palabra griega usada en este versículo es chrestotes =
benignidad (como en Gá 5.22), que significa agradable, amable, suave,
gentil.  Se puede
definir como integridad moral combinada con un corazón que tiene la
capacidad de mostrar amabilidad y bondad para con todos. 
 La palabra que se traduce como «bondad» en Gálatas 5.22,
agathosune, se define como la perfección moral que sólo posee Dios.
Jesús mostró bondad (agathosune) cuando limpió el templo y echó a los
que lo habían convertido en «casa de ladrones». Jesús mostró benignidad
(chrestotes) cuando perdonó a la mujer pecadora que limpió sus pies con
sus cabellos. La bondad corrige y disciplina; la benignidad ayuda al
necesitado y al caído.
Dios, justo y perfecto, es benigno para con nosotros,
pues siendo pecadores, Cristo murió por nosotros (Ef 2.4-7). La benignidad de Dios se
manifiesta sobre buenos y malos, justos e injustos.
 Por ello, Dios mostró su
benignidad enviando a Cristo. 
Entonces, así como Cristo mostró su benignidad muriendo
por nosotras, debemos mostrar la misma para con todos los seres
humanos, ayudando al necesitado y al caído.

3.  Humildad

Del griego tapeinophrosune = tener una opinión humilde de
sí mismo, un profundo sentido de pequeñez individual; ausencia del
deseo de adquirir status o posición de importancia.
Jesús se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la
muerte (Fil 2.8), completamente sumiso a la voluntad de Dios y
dependiendo de él para realizar la tarea para la que había venido a la
tierra. A su vez tomó la posición de siervo, humillándose ante los
hombres a los había venido a salvar y servir.
Nuestra humildad deriva de reconocer nuestra pequeñez
ante el Dios Todopoderoso, y de depender completamente de él para vivir
y realizar la tarea que nos ha encomendado.
  Sólo podemos servir 
eficazmente cuando lo hacemos con humildad, siguiendo el ejemplo de
 Cristo (Fil. 2.3).
4.  Mansedumbre
Del griego praotes = amable, gentil, manso. Es la
cualidad que posee la persona cuya fuerza y potencia están bajo
control, no propio, sino del Espíritu Santo. Se atribuye esta cualidad
a un caballo salvaje que ha sido domado; toda su energía está
perfectamente controlada por su dueño. Debajo de la mansedumbre y la
amabilidad, hay fuerza y poder.Solamente cuando Dios nos hace mansas podemos servir con
eficacia a otros, pues no nos van a afectar burlas, desprecios,
heridas, insultos o ingratitud. Jesús dijo: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón»  (Mt 11:29).
Él, que podría haber terminado con sus enemigos con una sola palabra de
su boca  («Viendo esto
sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron:
 Señor, ¿quieres que
mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los
consuma?», Lc 9:54), sometió su poder a la autoridad de su padre y
afirmó su rostro para ir a Jerusalén hacia la cruz.
Así leemos en Lucas
9.51: «Y sucedió que cuando se cumplían los días de su ascensión, él,
con determinación, afirmó su rostro para ir a Jerusalén.» y en Isaías
53.7: «Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como un cordero fue
llevado al matadero; como una oveja delante de sus trasquiladores,
enmudeció, no abrió su boca.» 
Cuando le maltrataron e insultaron, no respondió; cuando le
hirieron, sanó; cuando se burlaron de él, perdonó.
Solamente cuando Dios nos hace mansas podemos servir con
eficacia a otros, pues no nos van a afectar burlas, desprecios,
heridas, insultos o ingratitud.
5. Paciencia
Del griego makrothymia = constancia, perseverancia; que
no se da por vencido; que persiste en su empeño; que no desespera al
enseñar a la persona terca; que no toma represalias contra el ofensor
ni da lugar a la ira; que espera sin desmayar el día del Señor.
Jesús demostró su paciencia al repetir una y otra vez sus
planes a los discípulos, que eran duros de corazón e incrédulos. En
Marcos 16.14 leemos: «Finalmente se apareció a los once mismos, estando
ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de
corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado»;
en Marcos 8.17: «Entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque
no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido
vuestro corazón?»; en Lucas 9.44-45: 
«Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras, porque
acontecerá que el Hijo del hombre será entregado en manos de hombres.
  Pero ellos no entendían
estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendieran; y
 temían preguntarle sobre esas palabras. Dios es paciente para con nosotros, pues no quiere que
 ninguno perezca (2Pe 3.9).
No podemos ejercer liderazgo en la iglesia sin esta 
paciencia, fruto del Espíritu Santo. Es nuestra obligación ser tan
pacientes con nuestras hermanas y hermanos en la fe como nuestro Señor
lo es con nosotras, dándoles tiempo para el aprendizaje, el
arrepentimiento, y la madurez espiritual. La paciencia es la primera
expresión del amor (1Co 13.4).
6. Perdón
Del griego charizomai = otorgar perdón, hacer algo
agradable, otorgar gracia o favor, hacer un regalo.

Dios otorga perdón al que no lo merece como un acto de
gracia que no puede ser alcanzado por esfuerzos propios. Por ello, de
la misma manera que Cristo nos perdonó sin que lo mereciéramos, debemos
perdonar a nuestras hermanas y hermanos que nos ofenden ¡70 veces en un
día!  El perdón
otorgado evita que nos quejemos unos contra otros.  (Ef 4.32; Col 3.13).
7. Amor
Del griego ágape = amor fraternal, afecto, benevolencia,
buena voluntad. Esta clase de amor no es simplemente una emoción, sino
una forma de vida. Tiene que ver con nuestra voluntad. Es el poder de
amar tanto a nuestros amigos como a nuestros enemigos, de amar a
aquellos que no nos gustan. El amor verdadero exige sacrificio, busca
el bien del otro, no tiene envidia, no se envanece, no se irrita, no es
rencoroso, soporta todo. (1Co 13.4-7)
Dios ama a justos e injustos; su amor es inmerecido.
Asimismo, desea el supremo bien para todos y quiere que todos sean
salvos. El amor ágape dice: «Nunca voy a desear el mal para nadie;
aunque esa persona me haya dañado, no me voy a vengar; sólo voy a
desear el bien para ella.» El único motivo que nos debe llevar a servir
en la iglesia es el amor. Cualquier otra motivación denigra al
recipiente del servicio. El amor ágape no se encuentra en el mundo: es
don del Espíritu Santo y fruto de Cristo en nosotros.
Jesús mostró todas estas cualidades en su trato con sus
 semejantes mientras caminó en este mundo. Nosotras esparciremos la 
fragancia de Cristo si desarrollamos estas mismas virtudes al conocerlo 
mejor e ir siendo transformadas a su imagen.

Apuntes Mujer Líder, Volumen IV, número 2. Todos los 
derechos reservados. ©Copyright 2010, DesarrolloCristiano.com.