Maneras de orar de San Ignacio de Loyola
Maneras de orar
Hay tantas maneras de orar como personas. El hecho de poder entrar en relación personal con Dios es un don del Espíritu. Por lo tanto, los métodos o maneras no agotan ni pueden limitar la acción de Dios, pero sí son ayudas, y como tales hay que tomarlas. Ofrecemos a continuación diversas maneras que propone San Ignacio en el libro de los Ejercicios Espirituales, adaptándolas y traduciéndolas a nuestro momento. Por eso no son presentadas literalmente, pero intentan ser fieles a la pedagogía ignaciana.
1. ACTITUDES FUNDAMENTALES
PREPARACION
Tranquilizarse, relajarse. Se puede hacer escuchando música suave, fijando la vista en un objeto de la habitación, mirando por la ventana, sintiendo los latidos del corazón, paseando, leyendo un poema, etc. A medida que el espíritu se va caminando, ir pensando tranquilamente qué voy a hacer, el Señor me espera, etc. (Esta preparación se hará siempre que se empiece una oración).
1. Preparar el material necesario: Aquí será coger una lista o un texto sencillo que exprese actitudes fundamentales cristianas. Citemos algunos ejemplos: las Bienaventuranzas, los Diez Mandamientos, un texto preparatorio de una liturgia penitencial o (cualquier texto antiguo o moderno en que se revisen aspectos básicos de la vida cristiana, etc.
2. Oración preparatoria: Pedir a Dios luz para comprender el mensaje que se me dirige y fuerza para cambiar en mi corazón y en mi vida aquello que me aleja de Jesús.
ORACION
Leer todo el texto despacio. Una vez leído, empezar por cada uno de los puntos e ir viendo cómo los vivo en mi vida. Considerar que la acción de Dios, y por lo tanto su liberación, abarca toda la persona: mis pensamientos, los sentidos, la manera de relacionarme con los demás, con Dios…
Cuando se detecta una falta, conviene considerar lo contrario. Por ejemplo, si pretendo imponer siempre mi voluntad a los demás, pensar cómo cambiaría mi vida si los escuchara más.
Dar gracias a Dios por todo lo bueno que hay en mí y pedir perdón y fuerzas para modificar en mi vida lo que me esclaviza. Y esta acción de gracias y este arrepentimiento hacerlos en diálogo con el Señor. No se trate de angustiarse por lo que no funciona en mi vida, sino de tener un diálogo con Dios sobre ella.
EXAMEN
Dar gracias a Dios por la actitud más positiva de mi vida y pedir perdón por la más negativa.
Revisar cómo ha ido la preparación, qué me ha ayudado más, etc.
2. CONTEMPLACION DE LA PALABRA
1. PREPARACION
Tranquilizarse, relajarse. Se puede hacer escuchando música suave, fijando la vista en un objeto de la habitación, mirando por la ventana, sintiendo los latidos de¡ corazón, leyendo un poema, paseando, etc. A medida que el espíritu se va calmando, ir pensando tranquilamente qué voy a hacer, el Señor me espera, etc.
1. Preparar el material necesario: Es muy sencillo. Simplemente se trata de tener presente (de memoria o bien escrita delante) una oración hecha. Por ejemplo, el Padrenuestro, el Avemaría, un Salmo, la letra de un canto, o cualquier oración antigua o moderna.
2. Oración preparatoria: Una oración breve y sencilla dirigida a aquel a quien se quiere dedicar este momento. Por ejemplo, si la oración escogida es el Padrenuestro, al Padre.
2. ORACION
Cerrando los ojos o bien mirando un objeto fijamente, empezar con la primera palabra de la oración escogida. Por ejemplo, Padre. Considerar esta palabra el tiempo que haga falta, dejarse llevar por todo aquello que va evocando en mi interior (significados, comparaciones, recuerdos, sentimientos… ). ¿Qué significa para mí ser hijo de Dios? ¡Qué cercano lo siento! Una vez terminado esto, continuar: Nuestro, también de los demás, ¿Me siento realmente hermano de los demás?, etc.
No hay que tener prisa. Cuando encuentres una palabra que te interpela, quédate en ella, y cuando acabes continúa con la siguiente. Si terminas una oración y quieres seguir, coge otra. Piensa que si no has sentido nada especial has pasado aquel rato orando con toda la Iglesia ¡que dice y ha dicho tantas veces esta oración!
Ir terminando queriéndose identificar con la persona a quien se ha dirigido la oración.
3. EXAMEN
Ver si he hecho bien la preparación. Recordar qué actitud ha brotado más espontáneamente en este tiempo: acción de gracias, alabanza, petición, arrepentimiento… ¡y dar gracias a Dios por ella!
3. SENTIR A DIOS EN LA RESPIRACION
1. PREPARACION
Tranquilizarse, relajarse. Se puede hacer escuchando música suave, fijando la vista en un objeto de la habitación, mirando por la ventana, sintiendo los latidos del corazón, leyendo un poema, paseando, etc. A medida que el espíritu se va calmando, ir pensando tranquilamente qué voy a hacer, el Señor me espera, etc.
1. Preparar el material necesario: Es muy sencillo. Simplemente se trata de tener presente (de memoria o bien escrito delante) una oración hecha. Por ejemplo, el Padrenuestro, el Avemaría, un Salmo, la letra de un canto, o cualquier oración antigua o moderna.
2. Oración preparatoria: Una oración breve y sencilla, dirigida a aquel a quien se quiere dedicar este momento. Por ejemplo, si la plegaria escogida es el Padrenuestro, al Padre.
2. ORACIÓN
Es una oración que acompaña a la respiración. Si tomamos del Padrenuestro la primera palabra «Padre» la vamos pronunciando mientras dura el tiempo de la inspiración a la expiración.
Haciéndolo lenta y rítmicamente. Después la segunda palabra «nuestro», etc. Se trata, pues, de orar siguiendo el ritmo de la respiración.
Es más parecido a un canto que a una oración reflexiva. Ayuda a irse identificando, con toda la persona, con este Dios sencillo y afectuoso que quiere entrar en contacto con nosotros. Va bien cuando se está cansado y con pocas ganas de reflexionar.
Ayuda pensar que cuando inspiramos entra el oxígeno (Dios) y cuando expiramos sale lo que nos esclaviza. La oración es la respiración del espíritu.
3. EXAMEN
Ver cómo ha ido la preparación, qué me ha ayudado más, etc. Recordar qué sentimiento hacia Dios: filiación, agradecimiento, arrepentimiento, pequeñez, gozo, etc. ha quedado en mi interior. ¡Y dar gracias por ello!
4. MEDITACION
La meditación es un estilo de oración que pretende poner a toda la persona en relación con Dios profundizando en algún pasaje evangélico o en algún tema de la fe. Cuando San Ignacio se refiere a toda la persona nos habla de tres dimensiones que la totalizan: la memoria (recuerdos, sentimientos … ), el entendimiento (inteligencia, lógica, comprensión) y la voluntad (capacidad de decisión, de entrega, de afecto … ).
Es toda la persona la que recibe la luz de Dios. Si sólo fuera una parte, quedaría dividida.
1. PREPARACION
Si es en el contexto de los Ejercicios Espirituales, el tema ya viene dado. Pero cuando la meditación se hace fuera de los Ejercicios hay que prepararlo personalmente. Los pasos a seguir son:
1. Preparar los puntos a meditar: Escoger un fragmento del Antiguo o el Nuevo Testamento, o bien un texto inspirador antiguo o moderno, Podría ser: los textos de la Eucaristía (por ejemplo, antes de participar es excelente hacer una oración de meditación sobre los textos de aquel día), una plegaria eucarística (ofrecerse al Padre con Jesús), un tema ya visto en algún retiro, etc. Es importante determinar qué tema será objeto de meditación.
2. Relajarse, tranquilizarse, considerando qué se va a hacer. Es posible que ya lo hayas conseguido en la preparación de los puntos.
3. Oración preparatoria: Expresar una breve oración en la que se desee, y por lo tanto se pida, que toda la persona se oriente hacia Dios. San Ignacio nos propone una muy sencilla que dice así: «que todos mis pensamientos, acciones y operaciones estén encaminadas únicamente al servicio y alabanza de Dios». En los Ejercicios Espirituales esta oración se completa con una petición en la que se pide obtener lo que se pretende en aquel tema.
4. Composición viendo el lugar: Es un sencillo ejercicio que ayuda a fijar la imaginación para que no haya distracciones inútiles y ayuda a la persona a entrar totalmente en el tema. Consiste en ver con los ojos de la imaginación el lugar donde se realiza la acción que se quiere meditar.
Es muy apropiado cuando el tema es un texto evangélico.
2. ORACIÓN
Se recomienda empezar por la memoria, recordando qué relación tiene esa realidad de fe con mi propia historia. Por ejemplo, si se medita sobre el pecado, cual es mi historia de colaboración con el mal, dónde, cuándo… Luego ir dando entrada al entendimiento, el porqué yo he actuado así, considerar cómo esto va destrozando mi relación con los demás y con Dios, y lentamente ir pasando a la voluntad, mi afecto, sentir cómo Dios, a pesar de todo, me quiere, y cómo debo situarme yo, etc.
No obstante, esto no es meramente una reflexión o un monólogo, sino una oración. Por eso hay que ir pasando a un diálogo con Jesús o el Padre. San Ignacio lo llama coloquio. Te sitúas cara a cara con Dios, como un amigo habla con un amigo, o un hijo con su padre o su madre, o una esposa con su esposo…
3. EXAMEN
¿Cómo ha ido la preparación? ¿Qué he sentido con más fuerza durante la oración? ¿Dónde he encontrado más dificultad y por qué? Acabar con una acción de gracias por este tiempo de oración. Vale la pena tomar alguna nota, o bien redactar la oración final, expresando lo que más se ha vivido.
5. CONTEMPLACIÓN
La contemplación es una forma de orar que ayuda a entrar de una manera intuitiva e imaginativa en un determinado texto. Es una manera muy apropiada para conocer por dentro lo que se quiere contemplar.
1. PREPARACIÓN
1 . Preparar los puntos a contemplar: Ordinariamente es un texto de¡ Evangelio en el que haya acción. No es tan frecuente en el caso de discursos, parábolas, etc. Por esto, lo que se debe hacer aquí es seleccionar un texto de acción de/ Evangelio. Por ejemplo, un milagro, un diálogo, etc.
2. Relajarse, tranquilizarse, considerando qué se va a hacer. Es posible que ya lo hayas conseguido en la preparación de los puntos.
3. Oración preparatoria: Pedir el conocimiento profundo de Jesús. Consiste en el conocimiento que puede tenerse de un amigo con el que te relacionas a través de la convivencia diaria. San Ignacio nos propone una oración que pide: conocimiento interno de Jesús que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga».
4. Composición viendo el lugar: Imaginarse en el lugar donde se realiza la acción. Por ejemplo, los caminos por los que pasaba Jesús, la gente, los detalles geográficos o humanos, etc.
2. ORACIÓN
Ver a las personas, como si presente me hallase. Escuchar lo que dicen, mirar lo que hacen, ofrecerse a colaborar con sencillez. Por ejemplo, si Jesús está ayudando a alguien, participar del trabajo, sin protagonismo. Y siempre ir pensando qué relación tiene esto con mi vida. Contemplar y aplicar.
Terminar haciendo un diálogo, un coloquio, con el Padre, o con Jesús, o con el Espíritu Santo, o con María… ofreciéndome, hablando como con un-amigo sobre la acción de Jesús, lo que debo hacer yo, etc.
3. EXAMEN
¿Cómo ha ido la preparación? ¿Qué sentimientos se han repetido más? ¿Qué ha salido más en el coloquio? ¿Qué aspecto de mi vida queda más afectado? Conviene tomar alguna nota y redactar una sencilla oración que exprese mi estado interior.
6. APLICACIÓN DE LOS SENTIDOS
Esta manera de orar ayuda a la contemplación. No se sirve únicamente de la imaginación sino también de los sentidos, y así pone en situación de oración a toda la persona. Consiste, pues, en aplicarlos: ¿Cuáles son los sentidos? Vista, oído, olfato, gusto y tacto. Veámoslo más despacio:
1. PREPARACIÓN
Tranquilizarse, relajarse. Se puede hacer escuchando música suave, fijando la vista en un objeto de la habitación, mirando por la ventana, sintiendo los latidos de¡ corazón, leyendo un poema, etc. A medida que el espíritu se va calmando ir pensando qué voy a hacer, el Señor me espera, etc.
1. Preparar el material necesario: Coger un texto del Evangelio. Mejor si es un texto conocido del que ya se ha hecho contemplación.
2. Oración preparatoria: Pedir a Dios que toda mi vida se oriente hacia Jesús que es camino, verdad y vida.
2. ORACIÓN
Leer todo el texto sin prisa y con tranquilidad. Imaginarse la escena como si yo estuviera presente. E ir aplicando los sentidos a lo que estoy contemplando:
• Ver a las personas y paisajes con la vista de la imaginación. Meditar y contemplar lo que estoy viendo. Sacar algún provecho de todo ello.
• Escuchar lo que dicen o pueden decir. Tras haber escuchado un rato, dejar que las palabras penetren en mi interior.
• Oler y gustar la profundidad de aquella escena. Piensa que son sentidos de¡ espíritu. A veces lo hacemos cuando decimos: «me huelo que telefoneará», o bien «esto me ha dejado un buen sabor de boca». 0 también recordar aquellos olores que me gustan o no. Quién no recuerda el olor de la tierra tras la lluvia! Preguntarse qué sabor de boca me va dejando el hecho de estar contemplando la vida de Dios.
• Tocar con las manos, abrazar, besar, los sitios que Jesús pisa y toca. ¡Y por qué no, dar la mano, abrazar o besar a Jesús o a alguno de los personajes que estoy contemplando!
3. EXAMEN
¿Qué sentimiento o actitud me ha impactado más? ¿Qué actitud de mi vida ha quedado conmovida? ¿Qué sentido he podido aplicar con más facilidad y cual me ha costado más? ¿Cómo ha ido la preparación? Y por todo ello dar gracias.
7. REPETICIÓN
¡Cuántas veces queremos volver a escuchar un disco que nos gusta! ¡0 volver a ver aquella película y revisar aquellos detalles que se perdieron en una primera visión! 0 volver a encontrar a aquel amigo porque con una sola conversación no tuvimos bastante y había algunas cosas que quedaron sin matizar. Esta es la base humana de lo que San Ignacio llama oración de repetición.
Consiste en volver a repetir una oración. Nunca puede ser idéntica. Nunca son iguales dos conversaciones, aunque sean sobre el mismo. tema. Hay dos razones para repetir:
1 . Porque me ha ido bien: Me he sentido en paz y con gozo. ¿Qué me quiere decir el Señor a través de esa consolación?
2. Porque he tenido alguna dificultad: Debido al momento personal, a la temática, al horario … Y quiero volver y descubrir la raíz de la dificultad. ¡Dios también habla a través de los momentos difíciles!
Como todas las oraciones que hemos visto, la «repetición» también incluye los tres momentos:
a) preparación
b) oración
c) examen
8. LA ORACIÓN SOBRE LA VIDA
(examen de conciencia)
Esta manera de orar permite mirar nuestra realidad y la M mundo con unos ojos nuevos, desde Dios. No es, pues, un monólogo, ni un examen «moralista» (ver lo que hago bien o mal sin moverme del sitio, abrumándome por mis fallos o enorgulleciéndome de mis cualidades), sino un rato de oración con el Señor sobre mi vida. En este sentido, la pregunta que debe hacerse es
¿Qué me está diciendo el Señor a través de los acontecimientos? Vamos a verlo más despacio:
1. PREPARACIÓN
Tranquilizarse, relajarse. Se puede hacer escuchando música suave, fijando la mirada en un objeto de la habitación, mirando por la ventana, sintiendo los latidos del corazón, leyendo un poema, etc. En la medida en que el espíritu se va calmando ir pensando qué voy a hacer, el Señor me espera, etc.
1. Preparar e/ material necesario: El material será recordar o repasar unas notas sobre el tiempo que quiero examinar, por ejemplo, todo un día.
2. Oración preparatoria: Dar gracias al Señor por todo el día tanto si las cosas han ido bien como si no. Para un seguidor de Jesús un fracaso puede ser fuente de vida si se sabe mirar con una mirada más profunda. Por lo tanto, de entrada, una acción de gracias. Y a continuación pedir luz para ver la vida desde el Evangelio.
2. ORACIÓN
Pasar la película del día. Primero aparecerán aquellos momentos más intensos, los acontecimientos que más me han impactado, los rostros de las personas que me he encontrado en el camino, mis actitudes de servicio y de ayuda o de egoísmo y de omisión. Y así irán surgiendo unos sentimientos de acción de gracias por todo aquello recibido y de arrepentimiento por el mal que he hecho a los demás. Es posible que predomine una actitud de acción de gracias u otra de arrepentimiento. Lo importante es ir reconociendo que Jesús ha pasado por mi vida.
Habrá días más monótonos y otros más intensos. Esto es normal. Siempre hay que tener presente que la vida de cualquier persona está llena de sentido cuando vamos reconociendo la presencia de Dios en ella.
Si crees que no hay ningún aspecto a revisar se puede leer un salmo de acción de gracias o de arrepentimiento, o alguna oración espontánea o ya escrita que exprese estos sentimientos.
El Examen u oración sobre la vida se complementa con una oración sencilla que se reza por la mañana que dice: «Buenos días, Señor. Te pido tu gracia y tu ayuda para que todas mis intenciones, pensamientos y acciones estén únicamente orientadas a servirte y alabarte.
3. FINAL
Para terminar se puede rezar un Padrenuestro y un Avemaría
9. DIARIO ESPIRITUAL
Cuando se quiere llevar una vida espiritual con profundidad conviene tener un diario espiritual.
¿Qué es? Se trata de un cuaderno en el que se van anotando:
a) las notas que se toman en los retiros, ejercicios espirituales, etc.
b) aquellas experiencias que se viven en la vida ordinaria y que te han interpelado. Lo ideal sería que cada noche se pudieran escribir algunas líneas que resumieran lo que se ha vivido en aquel día y terminar con una pequeña oración final.
El diario espiritual es un complemento magnífico para hacer el examen de conciencia u oración sobre la vida.
Va bien releer el diario cada dos o tres meses para ver el proceso espiritual que se ha hecho, con el fin de ir detectando las pequeñas o grandes llamadas, los avances o retrocesos respecto a defectos que se quieren corregir, etc.
N.R. Extraido de:
ORAR CON SAN
IGNACIO DE LOYOLA
Pere Borràs, sj. – www.cristianismeijusticia.net
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