Marcos 3,20-21 – Está fuera de sí

Texto del evangelio Mc 3,20-21 – Está fuera de sí

20. Vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer.
21. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: « Está fuera de sí.»

Reflexión: Mc 3,20-21

Cuesta creer y entender lo que estamos presenciando y siendo tan solo dos versículos, estamos tentados a pasarlos muy rápidamente, sin pena ni gloria. ¿Qué pueden decirnos, sino lo que es evidente? Cierto, pero es preciso que lo interioricemos, que lo asumamos muy íntimamente, para tratar de entender su verdadero significado. Hagamos composición de lugar. Démonos cuenta que está de vuelta en casa, donde normalmente vamos para descansar, para reponernos y donde todos esperamos tener cierta privacidad. ¡Finalmente en casa! Nos decimos, quitándonos los zapatos y poniéndonos cómodos. ¡Qué tal diferencia con la casa de Jesús! Había tal cantidad de gente que –según Marcos- no podían comer. Veamos esa casa. Imaginemos por un momento que se trata de la nuestra. La sala llena, el comedor lleno, la cocina llena, los cuartos llenos, una multitud en la calle, algunos vecinos ayudando, pero seguro varios molestos por el tumulto y el bullicio. Todos hablando, algunos gritando; todos queriendo ver, oír y tocar al Maestro, que vuelve de estar con una multitud, acompañado de mucha gente, para encontrarse con otro montón de gente. Aquí no hay vida privada, ni descanso posible. ¿¡Cómo!? Si no se puede ni comer. Esta es la vida del Señor, Don para la humanidad. Ejemplo de entrega y servicio. Si hay alguien que conoce la premura, la urgencia, ese es Jesús. Si hay alguien que empatiza con nuestros ruegos, cuya misericordia es infinita, ese es Jesús. No será Él quien ponga restricciones a la gente, ni los eche de su casa. Todos son bienvenidos y a cada uno trata de modo particular y singular, como si se tratara de la persona que estaba esperando. Podemos imaginarlo. Todos salen renovados y maravillados, dando paso a otros. La lista es interminable. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: « Está fuera de sí.»

No será el Señor el que eche a la gente, el que empiece a ponerlos en orden, según ciertos criterios y prioridades. Verá a cada uno de los que se le pongan adelante, porque todos y cada uno son igualmente hijos de Dios; Él lo sabe, así los recibe y así los trata. Sin embargo, podemos esforzarnos en imaginar lo que era aquello, al extremo que entre sus más íntimos empezaron a preocuparse corriendo la voz que estaba loco. ¡Tenía que estar fuera de sí para aguantar tal arremetida, sin descanso alguno posible y sin comer! ¿Hasta cuándo aguantaría? Sin embargo Él no decía nada; uno tras otro, seguía con el mismo ritmo, esforzándose en tratarlo como el primero, como el único. ¿Qué podemos decir, sino que está loco? Todo tiene un límite, sin embargo Él parece desconocerlo. ¿Hasta cuándo? ¿Qué quiere? ¿Qué espera? ¿Qué tiene que pasar? Pues como era de esperar, alguien tendría que tomar alguna medida por Él, y estos fueron sus parientes. Había que tomar la iniciativa, de otro modo, si por Cristo fuera, la gente habría terminado con Él. ¡Ese es Jesús! Sintamos el gran corazón, la infinita generosidad que brota de su corazón. ¡Su amor no tiene límites! A cada uno llama por su nombre y atiende como si no hubiera estado nada más que esperando su llegada. Si revisamos nuestras vidas, encontraremos que hay muy pocas personas que solemos encontrar que nos hagan sentir así. ¡Qué maravillosas son estas personas! ¡Cuánto las llegamos a querer! Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: « Está fuera de sí.»

Si queremos encontrar un modelo de comportamiento a seguir, que sea este. ¡Cómo en tan pocas palabras puede revelársenos tanto! Tenemos que cambiar abismalmente. Dejar de llevar cuentas de lo que hacemos y a quién lo hacemos y entregarnos sin medida a quienes están con nosotros en el momento actual, en el momento que estamos viviendo. No hemos de ser nosotros por ningún motivo los que pongamos fin al diálogo, al estar juntos, al pasarla juntos. No busquemos momentos para nosotros, para relajarnos, para descansar, para engreírnos. Estos llegarán seguramente, pero no andemos como mereciéndolos, cada vez que movemos un dedo. El culto a la comodidad y a la individualidad (al egoísmo) es tan grande actualmente que casi estamos dispuestos a ver como ideal, el tiempo que dedicamos a nosotros mismos: a nuestro baño, a nuestro descanso, a nuestro cuidado, a nuestro arreglo, a nuestro relajo, a nuestra lectura, a nuestra meditación, a nuestra comida, a nuestro disfrute, a estar solos, sin que nadie nos moleste. Este modo de tomar la vida está en las antípodas de Jesús, para quien esta es una Gracia, un Don para los demás, es decir: vivir para servir. Este es el ideal cristiano que trasuntan estos versículos. Si queremos, que nos tomen por locos, puede ser una señal que estamos por el buen camino. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: « Está fuera de sí.»

Oremos:

Padre Santo, sacúdenos, desinstálanos, sácanos de esta modorra, de esta comodidad burguesa en la que pretendemos vivir, cuando hay tanta miseria, soledad, tristeza y desesperanza a nuestro alrededor…Haznos amorosos, caritativos y misericordiosos, como Jesús…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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