Lucas 17, 26-37 – Quien intente guardar su vida, la perderá

Texto del evangelio Lc 17, 26-37 – Quien intente guardar su vida, la perderá

26. «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre.
27. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos.
28. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían;
29. pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos.
30. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.
31. «Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás.
32. Acuérdense de la mujer de Lot.
33. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.
34. Yo se los digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado;
35. habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada.»
36. Y le dijeron: «¿Dónde, Señor?» Él les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres.»

Reflexión: Lc 17, 26-37

Hay que vivir bien. El asunto está en lo que entendemos por vivir bien. Si no tomamos el parámetro correcto corremos el riesgo de creer que depende de cada quien, es decir, de caer en el relativismo, tan en boga en nuestro tiempo, donde todo el mundo hace lo que le viene en gana y siempre encuentra argumentos que lo justifiquen. Pero nosotros, como buenos cristianos, tenemos una sola pauta a seguir, el modelo perfecto. No se trata de gustos u opiniones, ni de lo que le parece a uno u a otro, sino de oír y seguir al Señor. Él es El Modelo. Entonces debemos preguntarnos qué cosa será para el Señor vivir bien, para imitarlo. Pues no es ni de cerca lo que nos vende la televisión, los estereotipos de buena vida que vende la publicidad. No se trata de irme a Cancún a cualquier precio, mientras mi madre se muere. No se trata de pasarla frívolamente bien, recostándome en la pobreza y miseria de otros. No se trata de velar por tu pellejo, sin que te importen un bledo los demás, mientras no se metan contigo. No es el hedonismo, el placer, el disfrutar al máximo todo lo que se me presenta por delante, sin importarme nada más. Esa no es la visión de Jesucristo ni el modelo de vida al que debemos aspirar, porque el mundo se va a acabar. ¡No! Ese modelo solo conduce a la muerte y Jesús ha venido para que tengamos vida en abundancia. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.

Las razones para vivir que nos da Jesús son diametralmente opuestas a las que nos propone el sistema utilitarista, superficial, relativista, hedonista e inhumano en el que vivimos, en el que se rinde culto al Dinero, a la acumulación, a la riqueza, a la frivolidad, al egoísmo y por lo tanto a la muerte. ¡Tenemos que salir de allí, abandonar este modo de pensar y vivir, sin mirar atrás! Pero, dejar de mirar atrás, implica un acto de fe, significa abandonarse a los designios de Dios, al Camino que Jesús nos propone. Oírle y ponernos en Camino, haciendo lo que nos manda, como a Lot, que se le ordenó salir, sin mirar atrás. ¡Eso es lo que el Señor espera de nosotros! Que dejemos de evaluar, que dejemos de medir y sopesar la conveniencia o no de seguirlo, de dejar todo lo que este mundo nos propone y lanzarnos decididamente por lo que Él nos manda, porque eso es lo que nos conviene; eso es lo correcto. Este es un cambio vital; determinante. Si no fuera así, Jesús no nos hubiera dicho que hay que nacer de nuevo. Entonces, no es como muchos proponen, que debemos vivir bien y ser felices, si esto significa ser indiferente con el sufrimiento y las desgracias de nuestros hermanos. No se trata de gozar, de espaldas a Dios y al prójimo. No nos confundamos. No es que no podamos ser felices; todo lo contrario: Dios quiere que seamos felices. El punto está en dónde está la felicidad. La mayor parte del tiempo la buscamos donde este sistema nos dice que está, lo cual es un engaño, porque a este lo único que le interesa es que nos salvemos a nosotros mismos, sin importarnos los demás. Este no es el Camino propuesto por Jesús; es más, es irreconciliable con él. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.

Inevitablemente llegará el fin cuando menos esperemos y no necesariamente el fin de la Tierra, de la humanidad o del mundo, que podrían llegar en cualquier momento, como llega un terremoto, un alud o un asteroide, sino el fin de nuestras propias vidas, que llegará como un ladrón, como un accidente, en el momento menos esperado. Hoy estamos y mañana, o más tarde, nos están velando. Esa es la realidad. Conviene tenerla presente siempre, no para atemorizarnos, sino para hacer siempre lo correcto. Se puede hacer el Bien siempre. Eso es lo que nos dice el Señor. Y hacer el Bien podemos reducirlo a cumplir con los dos mandamientos que Jesucristo nos da como el resumen de la ley y los profetas: amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Esto es lo que tenemos que reflexionar, evaluar y seguir. Si Dios mismo nos lo dice, es porque es lo correcto. Lo que pasa es que no le creemos, o peor aún, no creemos en Dios. Entonces sí que nos encontramos ante un grave problema, porque tendremos que seguir a alguien o proponer nuestro propio camino y la verdad es que no estamos preparados para ello. No es un buen consejo ignorar a Dios, como para un niño no es buen consejo ignorar a su padre. Lo sensato es oírle y hacer lo que nos manda. Para aquellos que nos resistimos a creer, vino Jesucristo y se manifestó como Hijo de Dios. No es solamente que lo dijo, sino que nos lo probó. Allí están los testimonios de todos los milagros que hizo, incluyendo Su Resurrección. Creemos o no creemos, eso es todo. Si creemos y estamos encaminados, cuando nos pille la muerte, estaremos dando la vida por Dios y nuestros hermanos, por lo tanto no importa cuando sea, viviremos eternamente. E otro modo, si no entendimos cuál era la dirección a tomar, si no quisimos oír a Dios y hacer lo que nos manda, «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres.» Es decir, moriremos para siempre. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.

Oremos:

Padre Santo, aparta de nosotros la necedad de creernos autosuficientes; aparta la soberbia. Haznos humildes, sencillos y valientes para vivir el Evangelio…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos…Amén.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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