Mateo 10, 24-33 – sin el consentimiento de su Padre

Texto del evangelio Mt 10, 24-33 – sin el consentimiento de su Padre

24. «No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo.
25. Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo. Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus domésticos!
26. «No les tengan miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse.
27. Lo que yo les digo en la oscuridad, díganlo ustedes a la luz; y lo que oyen al oído, proclámenlo desde los terrados.
28. «Y no teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; teman más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.
29. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de su Padre.
30. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están todos contados.
31. No teman, pues; ustedes valen más que muchos pajarillos.
32. «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos;
33. pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos.

Reflexión: Mt 10, 24-33

La invitación que de uno u otro modo hace el Señor en estos evangelios es a tener una fe indoblegable, ciega, absoluta. Nada, absolutamente nada pasa en el mundo sin que Dios lo permita. Esta afirmación ha de llevarnos inmediatamente a la controversia, ya nos parece oír los argumentos brotar de cada esquina. ¿Quiere decir que Dios permitió la 2da Guerra Mundial? ¿Dios permitió el Holocausto? ¿Dios permitió Hiroshima y Nagasaki? ¿Dios permitió la Conquista de América? ¿Dios ha permitido la lepra y el vih sida? ¿Dios permitió la muerte de mi cuñada siendo muy joven y dejando un bebe de 6 meses? ¿Dios permite el asesinato de cientos de hombres, mujeres y niños en Siria solo por ser cristianos? ¡Qué difícil responder estas preguntas y comprender a Dios! ¿Cómo es posible que Dios teniendo la posibilidad de intervenir no lo haya hecho en ninguno de estos casos y muchísimos otros que conocemos y que harían falta miles de páginas para escribirlos? ¿Qué es lo que pasa con Dios? ¿Es que está dormido? ¿Es que es indiferente? ¿Es que nos está castigando? ¿Qué tiene nuestro Dios? ¿Es que es un sádico malvado que goza con nuestras desgracias pudiendo evitarlas? Tenemos que respondernos de una vez todas estas preguntas para seguir adelante. Porque ¿qué sentido tiene la fe si de todos modos cosecharemos estas desgracias? ¿Cómo podemos responder? Reflexionemos. Pero no lo hagamos por nuestra cuenta, sin solicitar previamente con mucha devoción la luz del Espíritu Santo. Solo Él puede aclararnos este panorama. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de su Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están todos contados.

Ha de haber alguna lógica, alguna razón para que Dios, pudiendo hacerlo, no intervenga en todos los hechos mencionados como dictaría nuestra lógica mundana. He ahí un primer hilo que debemos seguir. La lógica de Dios es distinta a la nuestra, no es la lógica mundana. Dios es la norma, es la ley. Somos nosotros los que debemos ajustarnos a Él. ¿Esto no es más lógico incluso para nosotros? ¿Cómo Dios que es perfecto habría de ajustarse a nosotros que somos imperfectos? ¿Por qué sufrimos? Porque ocurren hechos trágicos que no podemos remediar. Veamos. El mundo está sujeto a leyes naturales; leyes que podemos aprender cada día, para ajustarnos a sus exigencias previendo riesgos y resultados. Hay cosas que podemos evitar si nos ajustamos a las leyes de Dios, tal como Él nos lo ha mandado a través de los profetas y luego por Jesús, que las sintetizo en dos leyes básicas: Amar a Dios por obre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Esto, ¿qué nos garantiza? Según Jesucristo, el Hijo de Dios enviado para Salvarnos, nos garantiza que alcanzaremos la Vida Eterna. ¿Qué quiere decir esto? Que no importa en qué manera nos puedan afectar sucesos como los mencionados anteriormente, pues, si perseveramos en el amor, ninguno de ellos, por grave que parezca, será irreversible o irrecuperable. Nada ni nadie nos puede enviar más allá de la muerte temporal, si hacemos lo que Dios nos manda. Por lo tanto, si nos amamos, cualquier cosa que suceda, por trágica que parezca, no prevalecerá, ya que finalmente resucitaremos, pero no todos. No lo harán quienes no hayan creído en Dios y seguido Sus Mandatos, que como hemos repetido en múltiples oportunidades, podemos resumirlos en: Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Esta es la Ley y los profetas. No hay nada más. Podemos oír a los detractores que anda buscando encontrar fisuras en Dios decir que ¿cómo es posible que se condene a alguien por no conocerlo? En ello delatan su mala voluntad y su falta de fe, pues la Justicia Divina es superior a nuestros balbuceos –como ellos mismos lo saben-, y desde luego dará a cada quien lo que le corresponde. No pasará por alto a los rectos que sin embargo no llegaron a conocerlo. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de su Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están todos contados.

Entonces ¿por qué ocurren todas estas cosas? Tiene poco sentido centrarnos en estas elucubraciones. Por más que nos duelan, tratar de explicarlas a nuestro modo, con nuestra lógica, es de una importancia secundaria. Si se trata de un hecho fortuito, como perder el equilibrio en la ducha y golpearse la cabeza, o la caída de un huayco que arrasa con una población, un terremoto o una erupción volcánica, son sucesos imprevisibles e irremediables, que están sujetos a leyes naturales cuyas consecuencias no siempre son malas a largo plazo, sino que corresponden a procesos naturales que en ocasiones han dado lugar a la formación de islas, de lagos, de praderas o incluso la aparición de nuevas especies y ecosistemas. Si son el resultado del odio, la ambición o la aplicación egoísta de recursos inventados por el hombre con el propósito de acabar con las vidas de sus congéneres, se trata de hechos totalmente condenables y evitables, en los que a todos los hombres, de modo distinto seguramente, les cabe responsabilidad. En tal caso, no es a Dios al que le cabe impedirlo, sino a los propios hombres haciendo buen uso de su libertad. Es inútil oponerse a las fuerzas o fenómenos naturales. Tal vez podemos hasta cierto punto encausarlos y sacarles algún provecho, como venimos haciendo con el agua, el viento, la gravedad, etc., sin embargo, aun cuando siempre vayamos ampliando las fronteras, siempre encontraremos nuevas puertas tras cada conquista que alcancemos. Este es el Plan de Dios. Todo ha sido previsto alcanzar con la aplicación correcta de nuestra inteligencia, voluntad y libertad. Y solo hay una aplicación correcta y esta es la que está considerada en el Plan de Dios; es aquella que es compatible con el AMOR. Cualquier aplicación fuera de esta ley, causará daño y será motivo de perdición. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de su Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están todos contados.

Si nosotros nos encaminamos con fe por la senda propuesta por el Señor, todo será posible, porque estaremos yendo en el sentido dispuesto por el Plan de Dios; estaremos haciendo Su Voluntad y en tal caso, nada ni nadie podrá oponérsenos para siempre, porque la Voluntad de Dios terminará por imponerse. Ocupémonos nosotros de seguir este Camino, como toda la naturaleza lo hace, siguiendo el Plan de Dios y todo lo demás lo recibiremos por añadidura, porque Dios sabe lo que necesitamos aun antes que lo pensemos, tal como hace con los pajarillos. Tengamos fe, en que nada ocurre sin que Él lo permita. Todo tiene una razón en función de Su Plan. Ajustémonos a Él y estaremos caminando en el sentido correcto, en el sentido de la historia de la salvación. Caso contrario, si nos oponemos al Plan de Dios, estaremos incurriendo en pecado, cuanto más grave cuanto mayor sea la oposición. Así, pecado es casi un sinónimo de error y será de estupidez, cuanto más conscientes seamos del error que estamos cometiendo. En definitiva entonces, si tenemos fe, si creemos que Jesucristo es nuestro Salvador y Dios es nuestro Padre y si hemos meditado en lo que esto significa y lo sentimos íntimamente en nuestro corazón, convendremos en que lo más sensato es abandonarnos a Sus brazos, sin ningún temor, teniendo la certeza que Él hará que nuestra vida fructifique y al final de nuestro breve paso por el mundo, nos llevará al lado de nuestro Padre para Vivir Eternamente. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de su Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están todos contados.

Oremos:

Padre Santo, no permitas que retrocedamos en la fe, sino que muy por el contrario que esta sea cada día más fuerte y la sepamos contagiar, empezando por los que tenemos más cerca y con los que tenemos mayor obligación…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo…Amén.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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