Texto del evangelio Mt 7,1-5 – saca primero la viga de tu ojo
1. «No juzguen, para que no sean juzgados.
2. Porque con el juicio con que juzguen serán juzgados, y con la medida con que midan serán medidos.
3. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?
4. ¿O cómo vas a decir a tu hermano: “Deja que te saque la brizna del ojo”, teniendo la viga en el tuyo?
5. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.
Reflexión: Mt 7,1-5
Unos más que otros, seguramente, pero, cómo nos gusta criticar y hablar de los demás. Conocemos muchas reuniones que se prolongan indefinidamente cuando empezamos a hablar de alguien, que es la comidilla de todos. Parar y sentar a al ausente es el “deporte” favorito de muchas colectividades. Y es que a ninguna le falta el antipático aquel, el malcriado, el patán, el déspota, el engreído o el loco del que todos están dispuestos a traer a colación “sin mala intención” y “con total reserva” un dato más de aquel al que todos hemos decidido crucificar. “Sin ninguna mala intención” empezamos a competir y lanzamos sin misericordia uno y otro misil, demoliendo al susodicho, hasta dejarlo lastrado en el fondo. Una vez que hemos terminado de saborear su destrucción total, nos preocupamos de disculparnos porque “no nos agrada el chisme” pero era necesario que todos supiéramos lo que se ha dicho, confiando en que todos sabrán mantenerlo en secreto y manejarlo con total discreción. Así, todos se hacen depositarios del mismo chisme, que con las mismas justificaciones iremos difundiendo, siempre manifestando el mismo recato y exigiendo una reserva que somos los primeros en romper. Con raras excepciones, este es el retrato de nuestra lealtad y discreción, porque disfrutamos de darle a la sin hueso y nos deleitamos revelando secretos y debilidades, más, cuanto más fama o prestigio tiene el sujeto que cae en nuestras fauces. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.
Siempre decimos que no, que no nos gusta el chisme, pero es preciso que sepamos esto y zuácate, nos mandamos con una revelación que muchas veces ni si quiera estamos seguros de su veracidad, sino que es mero resultado de nuestras especulaciones o las de otros, sin reparar en el daño que vamos haciendo, cuando no por envidia, celos o desprecio por el sujeto elegido para dejar caer toda nuestra artillería. No son raros los casos en que nos mueve una insana e irreflexiva práctica que somos incapaces de dominar. Aunque no lo reconozcamos, esta parece ser la afición que tiene más adeptos, en cuanta reunión social asistimos, aunque todos afirmemos lo contrario. Por eso el Señor nos pide prudencia. Debíamos mordernos la lengua antes de hablar mal de nadie. No debemos contribuir a lapidar a nadie. Ninguna persona se merece los rajes y habladurías que con boca floja muchas veces iniciamos. Tengamos el valor de romper con habladurías. Tendremos oposición y caeremos antipáticos a muchos, pero luego de un tiempo sabrán que con nosotros no va el hablar fácil, porque ni prestamos atención, ni mucho menos metemos nuestra cuchara para sazonar y dar más argumentos negativos. Abramos la boca para alabar y bendecir a Dios, no para decir disparates, ni groserías, ni para propagar maledicencias. Antes de hablar mal de nadie, examinémonos y pongámonos en su lugar. ¿Cuántas cosas reprochables hacemos o cuantas pueden ser incomprendidas y dar lugar al chisme? No nos cuidemos de hacer el bien, aunque no seamos comprendidos, pero evitemos ocuparnos de señalar y criticar a todo el mundo. Por el contrario, veamos el lado positivo y tratemos de promover a nuestros hermanos, más cuanto más débiles e indefensos. Evitemos las habladurías. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.
Cada día al empezar, pero especialmente al terminar, hagamos un examen de conciencia y procuremos enmendar nuestros errores. Hacer el bien y enmendar el mal debe ser nuestra tarea diaria. No siempre es fácil, por eso debemos acudir a la oración y a los Sacramentos, buscando la fortaleza de Cristo, porque Él es la Única garantía que nuestros actos correspondan a la Voluntad de Dios. Acostumbrémonos a no vivir en pecado, sabiendo que cada vez que nos alejamos del Camino que el Señor nos propone, estamos incurriendo en pecado y mientras más profundicemos en él, más difícil será abandonarlo, reorientando nuestras vidas al Señor. Todo está en empezar. Si empezamos a mentir, a faltar el respeto, a mal hablar, a preferir la comodidad, la ostentación o la vanidad, poco a poco, como un vicio, será más difícil reconocerlo y consecuentemente dejarlo. Procuremos la austeridad y la modestia en todo orden de cosas, incluso en la palabra, que cuando requerimos de muchas palabras para explicarnos, usualmente es mala señal. No toleremos el mal, incluso si se trata tan solo de palabras, que por ahí el demonio se va apoderando de nuestros pensamientos. Por el contrario, seamos positivos y procuremos la virtud y el bien, siempre. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.
Oremos:
Padre Santo, déjanos mudos antes de faltar de palabra a nuestros hermanos. Que procuremos siempre estimular la virtud, viendo el lado positivo de las personas, situaciones y cosas. Que no demos por sentada la incapacidad de nadie para rectificarse, por el contrario, promovamos siempre la esperanza, mantengamos el optimismo y contagiemos alegría cada vez que podemos, teniendo en cuenta que somos portadores de una Buena Noticia, que habrá de cumplirse y que nos hace ver desde otra óptica el Universo…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo…Amén.
Roguemos al Señor…
Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)
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