Aumento del nivel cultural: Segunda causa de la deserción de nuestros jóvenes
por Desarrollo Cristiano
¿Por qué desertan nuestros jóvenes de las iglesias?
Mis padres no pudieron ni siquiera acabar sus estudios primarios. Yo he tenido la oportunidad de concluir la universidad y tomar un curso de postgrado en un país extranjero. Mis padres ni siquiera soñaron que su hijo aprovecharía semejantes oportunidades culturales. Mi caso no es único. La generación de la posguerra trabajó duro para conseguir que sus hijos tuvieran las oportunidades culturales y materiales que ellos nunca lograron conseguir. A principios del periodo histórico que abarca este artículo un graduado universitario en nuestras iglesias era “rara avis” y el orgullo de toda la congregación. Conforme fuimos avanzando en este el número de personas con acceso a la universidad aumentó notablemente y hoy en día lo extraño es que un joven no acceda a una formación universitaria. La mayor cultura y educación ha traído consigo nuevas y desconocidas presiones, ataques y cuestionamientos de la fe de los hijos de creyentes. Su fe, que en muchos casos es una fe cultural, no meditada, no profundizada, no madurada, no asimilada en la vida cotidiana, ha sido despiadadamente desafiada y puesta en entredicho por las ideologías y filosofías prevalecientes en nuestra sociedad. Los jóvenes han visto asediada su débil fe y se han producido en ellos dudas y crisis con respecto a la validez, racionalidad y sentido de la misma. Por desgracia y con excesiva frecuencia estas dudas no solo no las ha resuelto la iglesia, sino que estas personas han sido cuestionadas y vistas como sospechosas por el simple hecho de atreverse a dudar, a no ver con claridad los temas de la fe. Una duda no resuelta conduce a una crisis de fe, a una creencia de que el Evangelio no es realmente compatible con una mente racional, con una formación intelectual. A modo de resumen, es posible que la confusión con relación a la experiencia de la conversión y la falta de respuesta a las dudas y crisis de fe hayan sido, si no los únicos, sí dos factores fundamentales que nos permiten entender el porqué del abandono de la iglesia por parte de los hijos de los creyentes.