por Desarrollo Cristiano
La expansión de la Iglesia en China ofrece un interesante modelo de crecimiento urbano.
Zhang Wei se convirtió al cristianismo del mismo modo que se convierten la mayoría de Chinos. Un amigo llegó a su casa y compartió, en términos muy sencillos, el evangelio con él y su esposa. «Nos habló durante horas acerca de Cristo», recuerda Zhang, «y acabamos confiando nuestra vida a él».
Esta es la forma en que el evangelio avanza en China: de persona a persona. Hasta hace muy poco tiempo la iglesia no organizaba ningún tipo de evento evangelístico masivo que llamara la atención del estado, para evitar situaciones de persecución.
¿Dónde está la iglesia?
Cuando Zhang y su esposa, ambos profesionales, se convirtieron, se toparon con el obstáculo más importante que vive el cristianismo en China: ¿Dónde estaba la Iglesia? Zhang sabía de la presencia de muchas congregaciones en su ciudad, pero no tenía ni idea cómo ubicar alguna, porque no son visibles. Siguiendo el consejo de un amigo, decidieron comenzar un grupo de estudio bíblico en su propia casa. Cuatro meses después se reunían con ellos más de cien personas. Tomaron el siguiente paso y se constituyeron en iglesia.
De la misma manera han nacido cientos de miles de congregaciones a lo largo y lo ancho del país. Zhang, médico por profesión y acostumbrado a tratar con altos funcionarios del gobierno en su ciudad, consideró inconveniente esconder su fe. Con esta transparencia, estos nuevos grupos se distinguen de la antigua iglesia subterránea en China. En lugar de reunirse en forma clandestina, Zhang, en todo momento, ha mantenido informadas a las autoridades sobre su proyecto. En la actualidad alquilan un edificio más grande y con frecuencia invitan a miembros del gobierno a participar de las reuniones que celebran.
Muchos de los funcionarios que se han convertido consideran que el cristianismo les provee las herramientas para convertirse en mejores ciudadanos, y de esa manera benefician más al país en que viven. Esta percepción ha sido una de las mayores contribuciones a la política de tolerancia que el gobierno muestra hacia la Iglesia en este tiempo.
Nuevo camino
Zhang es parte de un creciente número de pastores que han decidido dar la espalda al estilo tradicional de la Iglesia en China. «El antiguo movimiento de la Iglesia, surgida durante las primeras décadas del gobierno comunista, manejaba una actitud de confrontación», observa Zhang. «Nosotros queremos encontrar la forma de coexistir con el gobierno. Si podemos dar asistencia, de maneras prácticas, según las necesidades de la comunidad, lo vamos a lograr. Nuestra intervención a favor de los más necesitados es una de las formas en las que nos hemos ganado el respeto del gobierno».
Esta asistencia es más que necesaria. En las últimas décadas China se ha enfocado casi exclusivamente en el crecimiento económico. Hoy se ha convertido en la economía más poderosa de la tierra. La prosperidad que ha alcanzado, sin embargo, no se ha acompañado de un mejoramiento en lo moral. Al contrario, en muchas de las grandes ciudades se observa la proliferación de los mismos problemas que aquejan a las grandes ciudades en el resto del mundo: la pobreza, la prostitución, la corrupción y la violencia.
El deterioro moral de la sociedad ha provisto el espacio ideal para que la Iglesia demuestre la eficacia y el impacto que logra el evangelio sobre la vida de las personas. El cambio de estrategia representa un significativo paso de fe para la Iglesia. «El aval del gobierno hacia la Iglesia» —comenta un pastor— «está supeditado al impacto que la congregación alcance a favor del bienestar de la comunidad. No podemos darnos el lujo de permanecer encerrados en los lugares donde llevamos a cabo nuestras reuniones».
Aporte necesario
El éxito de esta forma de trabajo, que combina la proclamación del evangelio con obras de beneficencia, ha revolucionado a la Iglesia. «Nos hemos cansado de vivir escondidos» —declara un pastor—. «Nosotros poseemos lo que con desesperación necesita la sociedad, y no queremos esconder más nuestra luz debajo de una cama». Algunos pastores, más osados, incluso se atreven a levantar edificios para reunir a varios cientos de personas, aunque las grandes reuniones siguen despertando sospechas en el gobierno.
No obstante, la mayoría de las iglesias siguen con la estrategia que más resultado ha producido en el pasado. Un nuevo grupo se abre en un hogar y comienza a crecer. Cuando alcanza alrededor de cien personas, el grupo decide dividirse y comenzar un nuevo grupo en otro barrio. De esta manera, las congregaciones se mantienen pequeñas pero la Iglesia crece de manera fenomenal. Miles y miles de iglesias por las casas han surgido en las últimas décadas. En esta visión, lo valioso no es construir un megaproyecto que gire entorno a una figura estrella, sino establecer en una sola ciudad centenares de lugares donde el evangelio sea predicado.
Cooperación vital
En tiempos pasados los líderes de estas congregaciones eran pastores que surgían sobre la marcha. La gran mayoría de ellos no habían recibido ningún tipo de capacitación, por lo que con frecuencia se veía cómo, en algunos grupos, afloraban herejías o distorsiones de la Palabra. El nuevo movimiento por las casas, sin embargo, ha buscado corregir algunas de estas tendencias.
En el año 2.007, líderes de setenta congregaciones caseras se reunieron en la ciudad de Wenzhou y acabaron acordando un compromiso con los siguientes principios:
1. Practicar primeramente los principios del «reino de los cielos». Esto significa que están dispuestos a reconocer y trabajar en conjunto con otras congregaciones caseras en una misma ciudad. La ausencia de barreras denominacionales ha sido una gran ventaja para esta colaboración entre congregaciones.
2. Cada grupo se compromete con «los principios de la Palabra».
3. Creer en la legitimidad de los cinco ministerios que describe Pablo en Efesios 4.11, es decir apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros.
4. Comprometerse a capacitar a los santos para la obra del ministerio. Entienden que la forma más eficaz de continuar creciendo es conseguir que cada creyente lleve las buenas nuevas al lugar donde trabaja y reside. De esta manera, la expansión de la Iglesia se produce aprovechando los puentes naturales que existen en cada congregación.
5. Creer en la vida abundante que Cristo prometió para los suyos y rechazar los excesos típicos del evangelio de la prosperidad. No obstante, los pastores creen que una de las consecuencias naturales de que las personas se reconcilien con Dios será que experimenten orden y prosperidad en su vida material.
6. Abrazar el llamado a ser «sal y luz» en la sociedad, por lo que cada congregación está activamente involucrada en traer bendición a los barrios donde funcionan como Iglesia. Este compromiso es el que más ha contribuido a que el gobierno de un país que oficialmente se denomina ateo, mire con cierto agrado el crecimiento del movimiento.
En este modelo de trabajo, el beneficio del esfuerzo de muchos es para la Iglesia y no para un solo grupo o denominación. La bandera que comienza a flamear con fuerza en muchas de las grandes ciudades de China lleva un solo nombre: Jesucristo.
Se adaptó del artículo The Great Leap Forward, por Rob Moll, Christianity Today, 2008. Todos los derechos reservados. Se usa con permiso.