El resistente no existe (Segunda parte)
por Janet R. McCormack
Este artículo continúa la exploración de las contribuciones de la terapia breve, enfocada en soluciones.
Este artículo continúa la exploración de las contribuciones de la terapia breve, enfocada en soluciones. En este espacio la autora aborda cómo el terapeuta logra introducir a los aconsejados demandantes y a los aconsejados mixtos a la terapia.
De demandante a cliente
Para transformar a un demandante (1) en cliente se requiere un método y técnicas específicas. Aquí resulta fundamental cambiar la percepción del aconsejado acerca del problema y el alcance de la solución de lo externo hacia lo interno. Vale señalar cuán poco provecho alcanza al enfocarse en lo que alguien más tiene que hacer, porque uno solamente puede controlar su propio comportamiento. Las sugerencias de la terapia se encausan en elogiar al aconsejado por entender tan bien el problema y por ser el que ha sufrido por el comportamiento de otra persona. También implica llevar al aconsejado a dejar de considerarse una víctima impotente y, por el contrario, a reconocerse como alguien que puede llevar a cabo por lo menos una solución limitada para sí mismo. Ese cambio de percepción sería una actitud de respuesta a una situación en la que uno no tiene el control ni una solución que modifique la situación. La tarea debería apuntar a observar y describir, ya que los demandantes no participan en el problema, a menos que involucre la acción de alguien más (Berg & Miller, 1992; McFarland, 1995; Oliver, Hasz, & Richburg, 1997; Quick 1996).
Veamos ahora a la madre con la hija controvertida. Observe que el problema parece ser más la vergüenza de la madre porque percibe que ha fracasado como madre soltera, pero es el comportamiento de la hija en lo que la madre eligió enfocarse y lo que busca transformar. Vea cómo la consejera llama la atención de la madre hacia sus sentimientos internos con respecto al comportamiento de su hija y no hacia el comportamiento mismo:
C1: Beatriz, usted verdaderamente parece haber analizado bastante bien este problema que observa en su hija. Creo que su perspectiva de que ella está buscando la atención que pueda obtener de usted, aunque parezca negativa, es muy acertada. También es muy probable que, con toda su promiscuidad, ella esté tratando de compensar el amor ausente de su padre. Solo puedo imaginar lo avergonzada que se siente con sus amigos en la iglesia y el hecho de que sus padres se enteraran de la promiscuidad de Tina.
B1: (Con lágrimas en los ojos) Pues, sí, fue muy humillante. Solo sé que la gente me miraba y pensaba cuán mala madre soy. Si tan solo Tomás no nos hubiera abandonado, Tina no actuaría como una mujerzuela.
C2: No imagino cómo ha conseguido mantener su vida tan enfocada, con Tina comportándose de esa manera todo el tiempo. Aunque nos resulta tan difícil ver a nuestros hijos cometer errores tan graves, no podemos vivir la vida de ellos. Las malas decisiones de un hijo no son algo que un padre pueda controlar… Después de todo, ella no se ajusta a un estilo de vida que usted le haya enseñado o ni siquiera usted apruebe.
B2: ¡Por supuesto que no lo apruebo! Y nunca me ha gustado eso, a pesar de lo sola que he estado desde que Tomás nos abandonó.
C3: Me pregunto, ¿qué la ayudaría a sentirse mejor consigo misma? Es obvio que usted es una madre muy moral y amorosa, que se preocupa por su hija. ¿Qué cree que yo observaría en la madre que hay en usted?
B3: Bueno, yo… es decir, usted… podría ver que he hecho todo por Tina. Me he mantenido con dos trabajos para que ella pudiera ir a la universidad. Y nunca llevé un novio a nuestra casa.
C4: Entonces, ¿sacrificó sus necesidades y tiempo libre por el bien de Tina, para darle un ejemplo moral a seguir?
B4: Sí, creo que así fue.
C5: ¿Qué más podría observar en usted como madre? (Entonces nos desplazamos más hacia lo que ella puede controlar en cuanto a cómo comportarse de manera distinta con su hija y a cómo disminuir su vergüenza por las reacciones de los demás frente el comportamiento de su hija).
Ahora observemos la vida agraviada de la esposa del adúltero. Una vez la consejera haya conseguido que se enfoque en sus propias necesidades y no en su ira y celos hacia la otra mujer, su tarea podría ser algo como esto:
C1: Estoy muy orgullosa de usted, Amy, por superar su ira natural hacia esa mujer y por decidir compartir conmigo lo difícil que le ha resultado enfrentar la vida sin Saúl. Ha debido de ser una experiencia espantosa verse soltera después de veintidós años de matrimonio. ¿Cómo ha logrado sobrellevarlo tan bien? He ayudado a aconsejados que ni siquiera recordarían cómo vestirse en la mañana o cómo cepillarse los dientes. Pero usted fue incluso lo suficientemente inteligente como para saber que necesitaba ayuda. Buscó, concertó y mantuvo esta cita. ¡Eso no es nada insignificante!
A1: Pues… yo… nunca pensé que estuviera haciendo algo bueno en absoluto. Creo que nunca pensé en lo que hacía. Mi vida se volvió una gran confusión desde el divorcio. Creo que simplemente no tuve opción.
C2: Claro que tuvo opciones. Bien pudo meterse entre las colchas y quedarse en la cama las veinticuatro horas del día, siete días a la semana. O pudo haber huido a una isla exótica. O tal vez pudo haber sacado un anuncio en el periódico y proclamarle al mundo la injusticia por la que pasaba. Tuvo muchas opciones, aun así decidió mantener su trabajo, su casa e ir a la iglesia. ¿Cómo logró hacer todo eso? Fue una decisión muy valiente de su parte.
A2: Tal vez simplemente me dispuse a tomar decisiones. Vaya, eso suena raro… pero creo que sencillamente le ordené a mi mente que se encargara de mis emociones.
C3: ¿En serio? Esa es una lógica muy sofisticada en un tiempo de locura. Me pregunto si durante la próxima semana usted podría observar lo que hace para no permitir que sus emociones la controlen. ¿Qué estuvo haciendo de manera distinta? ¿Cómo resolvió tomar una decisión? ¿Qué acciones escogió para mantenerse en el rumbo?
A3: ¿Quiere que solo le preste atención a eso? ¿Debo escribir lo que observe?
C4: Si le ayuda escribir, seguro.
De aconsejado mixto a cliente
En nuestro último caso, el esposo abusador, contamos con dos opciones. ¿Lo tratamos como un visitante enojado con la corte o como un demandante que quiere que su esposa cambie? La respuesta depende del punto al cual nos llevará el aconsejado, cuando lo ayudemos a considerarse a sí mismo y a su situación. A veces ayuda hablarle al aconsejado acerca de los tres tipos de aconsejados e informarle qué clase es. Esto es cierto en muchas primeras sesiones de consejería, no solo en un caso que ofrece dos opciones de diagnóstico para el aconsejado (Oliver, Hasz, & Richburg, 1997).
C1: David, veo que el Juez Navas lo envió aquí por una disputa doméstica con su esposa, Sara. ¿Cómo puedo ayudarlo hoy?
D1: Estoy con las manos atadas. La policía en realidad creyó su engaño de «pobrecita yo». Ella fue la que ocasionó la pelea. Todo lo que tenía que haber hecho era cocinar un asado a término medio y lo echó a perder magníficamente. Fue su culpa y tuve que disciplinarla, por lo que la pelea fue su culpa, no mía. ¡Ella tenía que haber ido a la cárcel y no yo!
C2: ¿Y quiere que lo ayude a…?
D2: A nada. No hay nada malo conmigo. Ella y ese juez @#$% se confabularon para acorralarme por ser un buen esposo cristiano.
C3: ¿Sabe algo, David?, estoy un poco confundida y necesito su ayuda para aclararlo. Estoy confundida en la clase de aconsejado que usted es. Si me equivocara, estaría perdiendo el tiempo de los dos y no quiero eso, así que, ¿podría ayudarme a establecerlo?
D3: (Exhibe señales de estar intrigado. Sonríe satisfecho). Oiga, es su dinero, pero si puedo ayudarla a sacarme de aquí, pues intentémoslo.
C4: Bien, gracias. Pues verá, típicamente recibo tres clases de aconsejados en mi oficina. El primero es el cliente. Es alguien que quiere estar aquí, para trabajar en solucionar un problema del cual es consciente que debe corregir. ¿Qué le parece?
D4: Ese no soy yo, señora. Ya le indiqué que se trata del problema de Sara y de ese juez gordo. Y tal vez de la policía también. ¡Vaya, (otra versión de su palabra original) si no se van a ver en un lío cuando los demande por un arresto equivocado!
C5: Está bien, entonces usted no es un cliente. Mmm, la segunda clase de aconsejado que recibo es el demandante. Es alguien que sabe que existe un problema, pero simplemente no es su problema. Esta persona a menudo enfrenta una aflicción genuina y se enoja o frustra por la situación, pero ve a alguien o algo más como la razón del problema. A veces esta persona se ve como una víctima indefensa de alguien o algo más. La respuesta a sus problemas está afuera de ella. Si alguien más cambiara, todo estaría bien.
D5: (Frunce el ceño). Bueno, es seguro que existe un problema. Como le señalé, es de ella, del juez, de la policía, de la trabajadora social y de nuestra vecina entrometida, la señora Solera, que llamó a la policía. Y sí, creo con seguridad que ellos tienen la culpa. Pero yo no soy una «víctima indefensa». De ninguna manera. Yo soy la cabeza de nuestro hogar —y esa es la verdad. Solo pregúntele a Sara. ¿Podría una víctima presionarla contra la pared con solo una mano y aun así lanzar la carne quemada por la ventana? Sí, existe un problema, correcto. El problema es que yo no pertenezco aquí, ella sí. No tengo por qué agachar la cabeza. ¡A ella le urge un cambio de actitud!
C6: Bueno, entonces veamos si esta clase de aconsejado se parece más a usted. El visitante es simplemente alguien que está de paso. Solo ha llegado aquí porque alguien lo obligó a recibir consejería, pero no necesita la consejería a la que lo enviaron, ya que no tiene el problema que «el que lo envió» cree que tiene.
D6: Bueno, entonces, creo que ese soy yo, un visitante, porque no hay nada malo conmigo. Solo cumplía mi deber cristiano como hombre. El juez decidió por sí mismo darle la razón a la señora llorona y declarar que yo estaba equivocado, así que aquí estoy yo, cuando ella debería estar aquí, o tal vez ese juez puritano.
Ahora que David ha determinado que es un visitante, el consejero comenzará a ver cómo puede trabajar para que llegue a ser un cliente.
Considerando mi experiencia en estos casos, parece que Steve de Shazer tenía razón, después de todo: el aconsejado resistente no existe. Existen distintas clases de aconsejados que han sido diagnosticados erradamente. De hecho, todos son clientes de algo. Y esa la tarea del consejero: averiguar qué clase de aconsejado se encuentra en el cliente escondido. Recuerde, ¡no se esfuerce en venderle al cliente un lavavajillas cuando lo que quiere comprar es un DVD!
Nota del editor: Para conocer cómo el consejero puede evitar dictar un diagnóstico equivocado y qué técnicas aplicar a visitantes, busque la primera parte del artículo en el número de noviembre y diciembre de 2011 de Apuntes Pastorales.
Referencias
Berg, Insoo Kim. (1994). Family based services —A solution-focused approach. New York: W. W. Norton & Co., Inc.
Berg, Insoo Kim, & Miller, Scott D. (1992). Working with the problem drinker. New York: W. W. Norton & Co., Inc.
Cooper, John F. (1995). A primer of brief psychotherapy. New York: W. W. Norton & Co., Inc.
De Shazer, Seteve. (1988). Clues: Investigating solutions in brief therapy. New York: W. W. Norton & Co., Inc.
McFarland, Barbara. (1995). Brief therapy and eating disorders. San Francisco, CA: Jossey-Bass.
Oliver, Gary J., Hasz, Monte, & Richburg, Matthew. (1997). Promoting change through brief therapy in christian counseling. Wheaton, IL: Tyndale House Publishers.
Quick, Ellen. (1996). Doing what works in brief therapy —A strategic solution focused approach. San diego, CA: Academic Press.
(1) Encuentre las características del demandante en la primera parte del artículo, en el número de noviembre y diciembre de 2011 de Apuntes Pastorales
La autora es directora de los Centros de Capellanía y Capacitación de Consejería y miembro del personal docente del Seminario de Denver. Tiene una Licenciatura en Trabajo Social (Psicología y Sociología) de la Universidad Lock Haven en Pennsylvania; una Maestría en Divinidades del Southeastern Baptist Theology Seminary de Carolina del Norte y está terminando un Doctorado Ministerial en Liderazgo Ejecutivo en el Seminario de Denver. Es ministra ordenada de las Iglesias Bautistas de los Estados Unidos con más de veintidós años de experiencia pastoral y en consejería práctica; de los cuales casi veintiún años estuvo en servicio activo como capellana de la Fuerza Aérea.