por Ben Reed
Algunos principios sobre el ministerio se descubren en el andar diario
El tiempo que estudié en el seminario fue instructivo tanto para mi vida espiritual como ministerial. Disfruté mucho ese tiempo, y me aportó una importante cuota de confirmación al llamado a tiempo completo al ministerio que recibí del Señor.
El seminario no es para todos, pero es increíblemente útil para algunos. Me incluyo entre esas personas. Sin embargo, el seminario no nos enseña todo. No nos prepara totalmente para el ministerio, ni nos informa qué rol deberemos cumplir. Nos estaríamos equivocando si vamos al seminario esperando que nos brinde las herramientas necesarias para dirigir a la iglesia correctamente. Eso definitivamente no ocurrirá. De hecho, aprendí mucho trabajando en una tienda de café cuando iba al seminario.
Estas son algunas de las lecciones que he aprendido en los años que he estado en el ministerio.
1. Nuestra participación en la comunidad es vital
Debemos integrarnos a algún grupo vecinal de desarrollo comunitario y limpieza, o que organiza festivales. Nuestro apoyo demuestra que amamos a nuestra comunidad, a nuestra cultura y a nuestra gente. Comunica a los demás que nos preocupamos por mucho más que solamente la iglesia local. No obstante, entendemos que la iglesia es parte de la comunidad local. Muestra que no solo nos preocupamos por nosotros mismos.
2. Rara vez el resto del mundo se preocupará por las abstracciones de la teología
Esta es la verdad. Es probable que nos encontremos con algún muchachito joven que se interese por la transubstanciación. En general, sin embargo, a la gente no le «importa cuánto sabemos hasta que se dan cuenta cuánto nos importa sus vidas». (Rick Warren)
3. El liderazgo es demasiado importante
Podemos ser comunicadores sólidos, pero si no sabemos liderar, probablemente paralicemos severamente a la congregación. Lucharemos por equipar y mantener a los voluntarios, construir un equipo saludable, y edificar una cultura de iglesia saludable. También nos enfrentaremos con situaciones en las que los problemas no serán «blanco o negro». No podremos limitarnos a citar un versículo y seguir adelante. Liderar a las personas mientras atravesamos dificultades y cambios le dará forma al ministerio.
4. A las personas les interesa más la aplicación del texto que los detalles de la intención original del autor
Esto va de la mano del segundo punto, citado arriba, pero se refiere específicamente a la predicación. No está mal que ahondemos sobre el fin técnico de un texto, pero debemos asegurarnos de aclarar cómo se puede aplicar esa verdad en la vida de las personas. Ayudemos a las personas a que salgan de la predicación sabiendo qué hacer con una porción de la Escritura, en lugar de solo brindarles unos pocos datos al azar.
5. Las bodas y los funerales no sirven solamente para predicarle el evangelio a las personas que asisten… tienen que ver con construir relaciones
Siempre me mencionaron la importancia y la necesidad de predicar el Evangelio, tanto en bodas como en funerales. Si no lo hacía, me señalaban, habría fracasado en mi vocación como pastor. Lo que no me comentaron es lo importante que son ambos eventos para construir relaciones reales con las personas en los momentos más emotivos de su vida; aquellos que recordarán con más claridad que cualquier otro evento. Formar relaciones durante estos eventos crea una base sólida para el ministerio, y ayuda a fomentar la confianza entre las personas de la iglesia y la comunidad (porque asistirán personas que no son miembros de la iglesia).
6. Recordar nombres hará que podamos entablar relaciones cercanas con las personas
Esto debería haber sido una clase en el seminario. En serio.
7. Debemos estar motivados internamente para tener éxito como pastores
Es fácil lograrlo. He visto a muchos jóvenes perderse en el camino. Si la idea es tener éxito, debemos crear atracción, reclutar, entrenar, invertir y extender. Nadie más lo hará por nosotros.
8. Las personas siempre esperan que les demos respuestas espirituales
Constantemente. Cuanta más esperanza les demos, mejor. No tendremos todas las respuestas, pero ellos esperan que se las demos. Constantemente. Dar respuestas a los «porqué» es bueno, pero proveerles esperanza en medio del dolor es mucho mejor.
9. El seminario es una burbuja
El mundo real no piensa, actúa o habla como la gente del seminario. Si actuamos como estudiantes de seminario el resto de la vida, no experimentaremos el ministerio real.
10. Aquellos que reclutemos para participar del equipo de liderazgo le darán forma al ministerio
Esto ocurrirá ya sea que estemos hablando acerca de diáconos, ancianos, líderes de grupos pequeños o voluntarios para el ministerio de niños. No debemos conformarnos con personas que no se ajusten al equipo. Debemos arriesgarnos a elegir a las personas sabiendo que van a darle forma al ministerio.
Se tomó de http://www.benreed.net. Se usa con permiso.