por José y Silvia Cinalli
La historia de la alimentación de los cinco mil inspira para creer en un osado proyecto que propone terminar con uno de los peores flagelos de nuestra sociedad
La respuesta de Felipe es comprensible. La enorme multitud que venía hacia Jesús tenía que ser alimentada. Cristo, con cierta suspicacia, preguntó: «¿Dónde compraremos pan para que coman éstos?» (Jn 6.5). Pero él estaba probando a los discípulos, porque ya sabía lo que tenía que hacer. No obstante, Felipe miró el problema con ojos humanos y entró en pánico. ¡Ni el salario de doscientos días alcanzaría para comprar pan para que cada uno reciba un pedazo! Si se asume que 15 USD representaría un salario diario promedio en estos tiempos, se requeriría más de 3000 USD para proveer una sola comida a semejante multitud.
El cálculo asusta y por eso se entiende la objeción de Felipe. Pero resulta inadecuada para el Reino, en donde no operan los principios que gobiernan la contabilidad humana. En el Reino el que da prospera y el que retiene le viene a menos (Pr 11.24). Y Jesús tiene la intención de enseñarle a los discípulos cómo funcionan estos principios a la hora de cubrir una necesidad formidable. Tomando cinco panes y dos peces, el alimento que podría dejar satisfecho a apenas dos o tres personas, alimenta a una multitud que los eruditos estiman en al menos quince mil personas. ¿Conclusión ineludible? No es el volumen de los recursos lo que determina la extensión del ministerio, sino el poder de Dios, que bendice estos recursos
Sociedad herida
Esta es la convicción detrás del proyecto TODOS Contra el Abuso Infantil, impulsado por la Fundación de la Ciudad, que dirigen los Dres. José Luis y Silvia Cinalli. Ellos son también los pastores de la Iglesia de la Ciudad, ubicada en la ciudad de Resistencia, Chaco, Argentina. Después de años de llevar adelante, como parte de su trabajo, el Ministerio de Restauración Sexual y de haber escuchado miles de historias al respecto, arribaron a la conclusión de que la prevención es uno de los caminos más eficaces para combatir uno de los flagelos más horrorosos de nuestra sociedad, el abuso sexual infantil (ASI).
Las estadísticas indican que convivimos con una práctica monstruosa que cobra nuevas víctimas cada día una velocidad vertiginosa. Según datos de UNICEF, se producen doscientos veinticuatro abusos infantiles por hora en América Latina, lo que suma dos millones de niños abusados sexualmente cada año. Las cuidadosas investigaciones realizadas por el matrimonio Cinalli revelan que el 37 % de los adultos de Argentina sufrieron un abuso sexual en su niñez, lo que representa cuatro de cada diez personas. Los datos en otros países del continente, dadas las similitudes de una cultura compartida, no deben ser muy diferentes. Ante una estimación de quinientos setenta millones de habitantes en la región, es posible que doscientos trece millones de personas convivan con las heridas, las mentiras y el interminable sufrimiento que resultan del abuso sexual perpetrado contra ellas en su infancia. Realmente nos encontramos frente a un mal de inimaginables proporciones.
¿Qué hacer?
Cuando se consideran las devastadoras consecuencias que produce esta experiencia en la vida de una persona no es una exageración declarar que el abuso infantil tiene sus raíces en el mismo infierno. Por medio del ASI Satanás logra que el propósito de Dios para millones de niños se trunque, pues roba su futuro y crea confusión con respecto a su identidad u orientación sexual.
Los agentes de esta macabra práctica (los pedófilos) trabajan en lo secreto, al igual que Satanás. Con frecuencia obran a través del encubrimiento y la simulación. Viven en una telaraña de mentiras. Son manipuladores y premeditan el abuso con, por lo menos, seis meses de antelación. Mantienen su crimen oculto, por lo que el silencio es su mejor aliado.
Ante la abrumadora magnitud del problema es muy tentador responder como Felipe: «¡No podemos hacer nada! Lo mejor que podemos esperar es que no le toque esta experiencia a alguien de nuestro círculo más íntimo». Esta actitud de pasiva resignación, sin embargo, no constituye otra cosa que firmar, ante el enemigo, una carta de rendición, con la que se le otorga plena libertad para que continúe destruyendo el segmento más vulnerable de la población.
Dar pelea
Los pastores Cinalli no están dispuestos a darle las espaldas al problema, por más colosal que sea. Creen que es hora de terminar con esta maldición y se aferran a la convicción de que la iglesia ha sido llamada a avanzar contra las tinieblas, arrollando aún las puertas mismas del infierno.
«Siempre hemos orado por los niños —confiesan—. Nuestro anhelo es que nadie les robe su futuro. En este tiempo, sin embargo, hemos querido sumar a nuestras oraciones un plan de batalla concreto. Estamos convencidos de que la mejor manera de amar a nuestros niños es previniéndolos de un abuso. Ellos son el especial tesoro que el Señor nos ha confiado y nuestra responsabilidad es velar por su vida, armándolos con herramientas para que eviten contra ellos un hecho traumático que alcance devastar su identidad como seres humanos».
¿En qué consiste este «plan de batalla»? «Nuestro objetivo es que cada niño del país, que esté entre los cinco y seis años de edad, reciba como regalo el libro Cuentos que no son cuentos —explican los Cinalli—. Con el libro colocaremos en sus pequeñas manos un material que les aportará los conocimientos necesarios para prevenir el abuso sexual infantil contra ellos mismos, además de construir su autoestima y fortalecer su carácter».
Un libro, una esperanza
Tomando un enorme paso de fe los Cinalli utilizaron sus propios recursos para producir una primera impresión de treinta mil ejemplares. El paso parecía insignificante frente al enorme desafío de entregar el libro a ¡más de un millón y medio de niños! «Siempre hemos creído que una pequeña inversión produce resultados inimaginables» comparten. Y a los cuatro meses de haberse iniciado la campaña, los resultados avalan su convicción. Ya se han repartido setenta mil ejemplares y se ha conseguido la impresión de ciento setenta mil copias adicionales. Lo que se inició como un proyecto para un país, ha sido adoptado por organizaciones de otros cuatro países, Chile, Uruguay, Perú y Panamá, en los que se han impreso cuarenta y cinco mil quinientos ejemplares adicionales del libro.
Una primera etapa apunta a alcanzar este segmento de la niñez, pero el libro se ha diseñado para que se utilice por niños de entre dos y nueve años. Posee la ventaja de que cuando un adulto regala el libro a un niño, con toda seguridad será compartido con hermanos, primos y amigos, lo que multiplicará el efecto que lleva cada obsequio.
Las características de la campaña permiten que, una vez realizada una inversión inicial, el proyecto adquiera una inercia propia. Por ser un programa sin fines de lucro el costo del libro es mínimo (alrededor de 2 USD), lo que permite que se vuelva a imprimir una copia de cada ejemplar que se regala y mantiene en movimiento el proceso de la reproducción del libro a fin de que todos los niños del continente sostenga una copia en su mano.
¡Juntos podemos!
El principio que permitió que dos peces y cinco panes alimentaran a toda una multitud es el que sostiene la visión de los Cinalli. La tarea por delante es por de más extensa para una sola congregación, organización o institución. El reto no consiste en que un solo grupo intente cubrir la necesidad, sino que muchos líderes, pastores, maestros, abuelos, padres y jóvenes, amigos de los niños, escojan sumar los «dos peces y cinco panes» que poseen. En este caso, los «dos peces y cinco panes» no consiste en otra cosa que el compromiso de distribuir el material entre los niños que viven en el contexto en que se mueven esas personas o esa congregación en particular. También es posible sumar ofrendas al proyecto para la reproducción de más copias para distribuir entre aquellos que no poseen recursos económicos. Cada granito de arena, por más insignificante que parezca, permite que el proyecto siga creciendo, hasta producir un verdadero impacto en las futuras generaciones de niños.
Un futuro mejor
El proceso de recuperar a una persona que ha pasado por una experiencia de abuso resulta doloroso y complejo. ¡Cuánta angustia conseguimos evitar cuando los niños aprenden a defenderse ellos mismos contra los intentos de abuso! «Una pequeña intervención produce una gran transformación —señalan estos pastores—. En apenas cuatro meses de trabajo hemos sido testigos de los más asombrosos testimonios de lo que Dios logra cuando un niño recibe una sana orientación contra el abuso. Estamos seguros de que la mejor recompensa que muchos disfrutarán será escuchar, dentro de unos años: “no dejé que abusaran de mí porque usted me regaló un librito que me enseñó a defenderme… muchas gracias”. ¡Qué satisfacción!».
Qué bueno que este matrimonio, que ha recibido inspiración de lo Alto para montar el proyecto que puede combatir este flagelo, haya abierto su corazón para que muchos otros se sumen, como voluntarios, para entregar una copia de este libro transformador en la mano de cada niño. El fruto no será solamente niños librados de esta horrenda maldición, sino una sociedad más sana, construida sobre el fundamento sólido de individuos a quienes nadie les robó el futuro.
Silvia es médica, especializada en sexualidad humana. José Luis es abogado. Ambos son autores de numerosos libros, conferencistas internacionales y directores del sitio placeresperfectos.com.ar. Juntos, pastorean la Iglesia de la Ciudad, en Resistencia, provincia de Chaco, Argentina.