Sin Reservas

por John C. Ortberg Jr.

Las relaciones que alcanzan el mayor grado
de transparencia son las que mayor
transformación producen

La semana pasada me sentía algo desanimado. Me enfrentaba a algunos desafíos emocionales. Además, alguien en mi congregación había predicado un sermón muy malo (yo mismo) y me enredé en una discusión realmente tonta, por lo que tuve que volver y disculparme.

Luego recibí un llamado de un amigo. A lo largo de los años hemos formado, casi al azar, el hábito de llamarnos el uno al otro ni bien comienza el día lunes. De alguna manera, sin importar lo que ocurra en mi vida, las circunstancias siempre se ven diferentes luego de que mi amigo ora por mí.

Amigos

Qué regalo tan inusual se esconde detrás de la palabra «amigo». Algunas bondades de la vida se pueden adquirir como fruto del esfuerzo directo —las personas pueden acumular muchas riquezas o construir una saludable condición física. Pero nadie puede obligar a otro a ser su amigo. La amistad germina por sí misma, y cuando eso ocurre, es un regalo.

Los que nos ocupamos en el ministerio nos tornamos particularmente vulnerables cuando no contamos con amigos. Otro de mis amigos me compartió las sombrías estadísticas de cuántos pastores trabajan con depresión, han caído en pecados de inmoralidad o quisieran trabajar en otra profesión si supieran que alguien los contrataría. El elemento más poderoso a la hora de indicar si algún pastor va a permanecer en ese ministerio es este: debe disponer de un amigo con el que no se «reserva nada», alguien a quien no le retiene secretos.

Experimento

¿Qué caracteriza una amistad «sin reservas»? Otro amigo mío (de hecho, una persona a quien aprecio y admiro en gran manera, aunque nunca hemos vivido en la misma ciudad, por lo que no sé si sería legítimo llamarlo mi amigo) me compartió cinco reglas que toda la gente debería conocer.

Él las aprendió con la gente menos esperada: cinco personas que entablaron una amistad en una clase de gimnasia. Una noche decidieron salir a cenar juntos, y con el pasar del tiempo descubrieron que les gustaba reunirse para hablar juntos acerca de la vida. Eventualmente uno de ellos propuso que realizaran lo que dieron por llamar «un experimento en amistad».

Proceso

Comenzaron a encontrarse con frecuencia para compartir una comida. Por lo general con duración de tres horas cada encuentro. Conversan acerca de todo: la familia, el trabajo, el sexo, la religión, los sueños, los temores y los asuntos que les molestan. No son una «célula» ni un «grupo hogareño». Ninguna congregación los incluye entre sus miembros. Ni siquiera comparten la misma fe. Dos son budistas, uno es de religión indefinida, otro es una «especie de cristiano», y el quinto es pastor y presidente de un seminario. No obstante, mi amigo, quien ha desarrollado uno de los estilos de liderazgo más intensamente orientados hacia las relaciones que conozco, me asegura que esta es la experiencia más profunda de grupo que jamás haya vivido.

Frutos

Las reglas han surgido de manera lenta y orgánica, con el paso del tiempo, tal como suele ocurrir en experiencias que resultan profundamente transformadoras. Una noche, durante la cena, uno de los hombres preguntó: «—¿Puedo hacerles una pregunta? ¿Se sentirán cómodos con esto, o lo verán como demasiado personal?»

«—No —respondió el grupo—».

«—Si esto verdaderamente es un experimento en la amistad entonces necesitamos realizar algunas pruebas y evaluar los resultados». Así que eventualmente elaboraron las Cinco

Reglas:

  • Tenemos permiso de plantearnos preguntas acerca de cualquier tema, sin excepciones.
  • Si respondes, debes, con la mejor de tus habilidades, hablar la verdad tal como la ves.
  • Si no respondes debes explicar por qué no quieres o no puedes responder.
  • Todo lo que compartamos entre nosotros será guardado en las más estricta confidencia.
  • Nos abstendremos de absolutamente todo juicio el uno con el otro.
  • Cada palabra en estas reglas pesa. Por ejemplo, hablar la verdad «tal como la ves» se basa en el hecho de que muchas veces no sabemos toda la verdad acerca de nuestra vida o nuestras motivaciones.

    Estos amigos se han encontrado durante años. No ven la hora del próximo encuentro. Juntos… cultivan la vida.

    Me pregunto, ¿por qué las iglesias crean tantos grupos pequeños, pero siguen con una vida tan superficial? Me pregunto, ¿a cuántas personas de la iglesia les interesaría un «experimento en amistad»? Me pregunto, ¿cuántos pastores lograrían salvarse, junto a sus ministerios, con uno de estos experimentos?

     

    Se tomó de Leadership© (versión digital), febrero 2012. Se usa con permiso. Los derechos de la
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