por Desarrollo Cristiano Internacional
ENTREVISTA A NINO GONZÁLEZ,
PASTOR DE LA IGLESIA EL CALVARIO,
DE ORLANDO, FLORIDA.
Tiene sesenta años, nació en Nueva York y fue criado en Puerto Rico, donde también comenzó su carrera ministerial. «Pastor Nino», como lo llaman, lidera una de las iglesias hispanas más grandes en los Estados Unidos, a la vez que se desempeña como Superintendente de las Asambleas de Dios para las iglesias hispanas de la región Sudeste del país del Norte.
¿Cómo es la experiencia de pastorear una iglesia como El Calvario, en Estados Unidos?
¡Oh…! Interesante. Asumí aquí a principios de 2001, tras mi experiencia de pastorear en Puerto Rico una iglesia de pueblo, de barrio. De pronto, me encontré con esta realidad, una ciudad internacional como lo es Orlando. En nuestra congregación tenemos representados a dieciséis países, y aunque todos hablamos español, somos muy diversos, y eso significa un desafío completamente distinto.
¿Cómo es su encuentro con la realidad del consumismo en la iglesia?
El cambio de venir a una iglesia como esta fue un choque interesante. A los pocos meses de estar pastoreando noto que «desaparecen» algunas personas que estaba acostumbrado a ver ahí en los bancos. Como decía recién, venía de una experiencia pastoral en una congregación más pequeña, con el cuidado de la gente y la cercanía; y cuando le pregunté a alguien del equipo por aquellas personas, me dijo: «… es que se mudaron a otra congregación», como si fuera la cosa más normal del mundo. Después, hablando con otros pastores, me di cuenta que era algo más común de lo que pensaba.
En el mi iglesia anterior en Puerto Rico, en muy pocas cuadras había tres iglesias, y cada uno era fiel a la suya. No importaba qué campaña, qué evangelista o qué música se tocara, cada uno iba a su iglesia. Pero al llegar aquí me encontré con una situación muy distinta. No sé si tiene que ver con el hecho de que aquí somos todos inmigrantes, y no está ese concepto de lealtad a «lo de uno», pero en el fondo no es «nuestro mundo»; eso lleva años asimilarlo. Entonces, intuyo, es más fácil ceder a la tendencia de buscar otra iglesia «por temporadas», dos o tres años y luego me mudo a otra. Se convierte en una competencia por ver quién tiene la mejor programación, dónde hay una mejor adoración, etc.
Hace unas décadas, entre los pastores se hablaba «del robo de miembros». ¿Se trata de eso, o es que ahora son los mismos miembros los que toman la iniciativa de migrar?
Creo que es precisamente el segundo caso. La gente ahora busca por sí misma otras experiencias, otras cosas. Por eso me resulta interesante plantearlo como una cuestión de consumo, porque es como si se buscara probar «un producto diferente». Hay gente que quiere experimentar algo conmigo, pero también va al servicio de otra iglesia y se encuentra con otra gente, y así va de un lado a otro.
¿Qué nos dice eso?
Entre varias otras cosas, nos habla de individuos que son parte de nuestras comunidades, pero que tienen un acceso impresionante a muchas opciones. Ahora, en nuestros televisores no tenemos cinco o seis canales, ¡sino más de doscientos! Tengo gente en nuestra iglesia que viene y me dice: «Pastor, mi iglesia es El Calvario, pero me gusta el servicio de tal otra iglesia, así que a la mañana vengo aquí, pero a las tres de la tarde voy allá». ¿Y qué puedo decir a eso? Está bien, la libertad se ejerce de esa forma.
¿Quiere decir que antes teníamos más miembros plenos y ahora más asistentes?
Definitivamente, el concepto ha cambiado de manera impresionante. Por ejemplo, ahora nosotros no damos «Tarjeta de Miembro», sino que buscamos otras formas de lograr que la gente se comprometa con nuestra iglesia y los programas. Somos firmes en eso de «ser parte», y animamos a las personas a firmar un pacto de membresía. De allí en más debo confiar en la honestidad de las personas. Además, ahora es muy difícil, incluso, llevar un registro.
¿Y eso no tienta al pastor a querer cautivar a la gente, y competir con más espectáculo?
Bueno, yo tengo mi propia idea de lo que es el «espectáculo», y trato de no ir por ese lado. Ahora bien, debemos reconocer que estamos en una sociedad mucho más visual que antes, y por eso me preocupo en presentar un sermón no solo oral, sino también visual, ilustrado. Alguien podría decir que eso es un espectáculo, un show. Yo lo veo como una manera creativa de presentar la verdad bíblica. Ahora tenemos muchos más recursos tecnológicos para expresarnos y comunicar el mensaje, así que debemos aprovecharlos de la mejor manera.
¿Cómo responde cuando alguien viene de otra iglesia y quiere congregarse con ustedes?
Lo primero que queremos saber son las causas. ¿Hay deficiencias en el discipulado que han recibido? De alguna manera, esa cultura del consumismo de religión responde a un vacío, y es nuestra responsabilidad confrontar a la persona con esa necesidad de ser discipulado y crecer desde adentro, en lugar de buscar cosas de afuera que lo llenen. Debemos volver a esas raíces porque, además, son las que ordenó el Señor. Estamos desarrollando ministerios para que la gente venga a escucharnos a nosotros, a los pastores; hemos creado una dependencia, en lugar de poner a las personas a trabajar en su vida espiritual. Hemos creado una dependencia que discapacita. Es como si hubiéramos tomado el catolicismo para evangelizarlo. La gente va al pastor como al sacerdote, para que le haga la ceremonia. Es como una transferencia; es la tendencia a que el pastor «le dé una palabra», «le ore», etc. Por eso, en nuestra iglesia somos firmes en que el creyente debe desarrollar su propia disciplina espiritual para crecer y llegar a la estatura de la plenitud de Cristo. No soy yo el que lo hará, sino él con el Espíritu Santo. Lo que puedo hacer, y es mi responsabilidad, es pastorearlo, es ser el coach.
Hace unos cuantos años, cuando se comenzaron a transmitir los cultos por televisión, se pensó que eso terminaría con la asistencia de la gente a los templos.
Pero no ha ocurrido. Ahora, inclusive, se transmiten cultos por internet, y el acceso es más fácil aun, pero la gente sigue buscando una experiencia personal. Siempre hay un pequeño porcentaje que «lo mira por TV», pero no es importante. En este sentido, me alegro mucho; es positivo.
En las últimas décadas se ha elevado mucho el nivel de educación de las congregaciones. Hace muchos años eran muy pocos los profesionales y estudiantes universitarios en la iglesia. Ahora eso ha cambiado. ¿Cómo ha impactado esa realidad?
Ha impactado muchísimo, y en varios sentidos. Ahora hay personas más informadas que ya no aceptan todo lo que dice el pastor, sino que analizan todo mucho más. Por otro lado, es gente más expuesta a una sociedad más diversa y posmoderna, lo que hace que los temas díscolos de la sociedad también los impacten como, por ejemplo, la homosexualidad. Es un secularismo real que avanza sobre nuestras familias. Y, vuelvo a decirlo, es favorecido o potenciado por un discipulado deficiente.
Por otro lado, hay una nueva juventud que se quiere arriesgar a lo sobrenatural, pero que no quiere aceptar esos «empaques» tradicionales del pasado. Debemos ver qué es lo importante, y pre¬sentarlo de una manera acorde a la nueva cultura.
En este sentido, veo como que va en retroceso aquella tendencia de que lo sobrenatural es «cuento de viejas». Aunque viene con películas muy extrañas, Hollywood mismo nos está diciendo todas las semanas: «Lo sobrenatural existe». Por eso, es una gran oportunidad para decirle a la nueva generación: «Sí, existe, pero también existe alguien más poderoso que eso, y quiere acercarse a ti». En nuestra iglesia tenemos muchos jóvenes que quieren más de Dios. Y lo que hacemos nosotros, desde el liderazgo, es promover que experimenten a Dios en sus vidas. Estamos en un tiempo de muchísimo conocimiento e información, pero poca manifestación del Espíritu. Promovemos que la gente experimente al Señor y comparta sus testimonios. Es la fe en acción, y la gente quiere ver que realmente funciona.
Usted es pastor de pastores, ¿qué le cuentan ellos sobre esto?
En este aspecto, están diciendo estas mismas cosas. La ventaja que tengo es que no solo soy obispo, o apóstol —en el sentido correcto, no como se usa ahora—, sino que al mismo tiempo sigo siendo pastor de una congregación local; vivo lo mismo que ellos están experimentando. Este tema del consumismo es recurrente. Y no solo en el sentido de «consumir religión», sino también en el hecho de consumir y endeudarse, algo que nos está afectando de manera crucial.
Desde su perspectiva, ¿cuáles son los temas que más preocupan a los pastores hoy en día?
Uno de ellos es el aspecto financiero. El sostenimiento económico sigue siendo algo crítico en la vida pastoral, especialmente en los últimos años de crisis global. Los miembros pierden sus trabajos y eso afecta los ingresos de la iglesia. Conozco una iglesia en que el 70% de los miembros perdieron sus trabajos. ¿Se imagina cómo eso afecta a la iglesia? Y no solo por lo que deja de entrar, sino por la ayuda que esas personas necesitan que la iglesia les dé.
El otro tema es la familia. Los asuntos de familia. Y no solo la avalancha de infidelidades, separaciones, divorcios —¡y tooooodas las consecuencias que eso trae!—, sino que se suman nuevos aspectos. Por ejemplo, una juventud atrevida a probar lo que ahora se llama el homosexualismo social. No son homosexuales, pero se apuran a experimentarlo porque está de moda. Es algo diabólico, infernal. Y ahora, con las nuevas tendencias de aprobar leyes que consideran y aprueban las relaciones homosexuales, la iglesia se encuentra ante un desafío mayor. Eso también nos expone a decidir si los vamos a aceptar o nos acusarán de discriminación. En estos tiempos, la Justicia de nuestros países ya no escuchan a la cultura ni a la religión, sino a los académicos. Y en base a los académicos es que se decide la ley.
¿Cómo están enfrentando eso?
Lo primero que hemos hecho es investigar, informarnos y debatir. Por ejemplo, estamos planificando un conversatorio en esta área, con la presencia de varios pastores, para debatir estos temas. Hemos invitado al Dr. Jóse Rafael Dunker Lambert, de República Dominicana, para que nos guíe en este debate. Necesitamos enriquecernos con la perspectiva de los intelectuales e incorporarla en el análisis, pero no olvidar que sigue siendo un tema de profunda raíz espiritual, y que los pastores debemos enfrentarlo seria y amorosamente. Somos pastores de la gente, y eso incluye enfrentar los temas que ellos enfrentan.
© Desarrollo Cristiano Internacional, 2013.