Lo más importante Deuteronomio 4:44–6:25
No sabemos cuánto tiempo pasó entre el final del primer discurso (4:43), y el comienzo del segundo (5:1), pero es probable que el lapso sea bastante corto. Algunos estiman que el contenido de todo el libro se predicó durante aproximadamente un mes. El segundo mensaje de Moisés (4:44–26:19) es el corazón del libro. En él, el caudillo expone las estipulaciones del pacto sinaítico. Recuerde que no sólo repite la ley, sino que la explica. Por esta razón, lo que tenemos en Deuteronomio es en algunos casos diferente a lo que se encuentra en el resto del Pentateuco.
Este libro se dedica a aplicar la ley al pueblo que está por entrar en la tierra prometida. Moisés, bajo la dirección del Espíritu Santo, seleccionó el material más apropiado para el caso. He aquí el bosquejo breve de este segundo discurso:
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 4:44–49
- ESTIPULACIONES GENERALES DEL PACTO5:1–11:32
- ESTIPULACIONES ESPECÍFICAS DEL PACTO12:1–26:15
CONCLUSIÓN EXHORTATORIA 26:16–19
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 4:44–49
Por lo que respecta a los temas que trata, esta introducción es muy semejante a 1:1–4. Esencialmente enseña que la situación en que el mensaje se pronunció, no había cambiado. El orador, el lugar, y la ocasión eran todos iguales. Israel todavía estaba en la frontera recibiendo la instrucción de “Jehová su Dios” para prepararles para ocupar la tierra prometida.
Antes de proceder, vale la pena definir los términos que hallaremos en todo el libro. El vocablo “ley” es muy general y significa literalmente “instrucción”. Era la enseñanza que el pueblo tenía que obedecer para disfrutar de todas las bendiciones.
“Mandamiento” es una orden recibida directamente de Dios por revelación especial, como los Diez Mandamientos. Los otros términos describen la instrucción recibida por mediación de Moisés. “Estatutos” se refiere a leyes condificadas y escritas, “decretos u ordenanzas” (ambos son traducción de la misma palabra hebrea), denotan decisiones hechas por los jueces y “testimonios” tiene que ver con las estipulaciones relacionadas directamente con un pacto.
La primera parte de este discurso abarca desde 5:1 hasta 11:32. Los expositores están de acuerdo en que esta sección es la médula del libro. El resto de él depende de la enseñanza de esta parte central porque en ella se sientan las bases de todo lo demás. Hace muy patente que lo más importante para Israel era poner a “Jehová su Dios” en primer lugar. No debían jugar con la adoración de otros dioses. Su Dios era absolutamente soberano y único. Solamente él merecía todo su amor, devoción, y adoración. Esta es la constitución de Israel de la cual se derivaban todas las leyes (12:1–26:15). Se divide en dos partes: Los Diez Mandamientos (5:1–6:3) y el Gran Mandamiento (6:4–11:32).
LOS DIEZ MANDAMIENTOS 5:1–6:3
Alguien ha dicho que el Señor no nos dio diez sugerencias, sino que Diez Mandamientos. Son imperativos absolutos que emanan del mismo carácter de Dios. El que viola estos mandatos lo hace para su propio mal. Uno de los problemas principales con nuestra sociedad actual es que considera que sólo son sugerencias divinas. Los obedecen si les da la gana y hacen caso omiso de ellos si quieren. No debe extrañarnos la corrupción y maldad que nos rodea.
Prólogo 5:1–5
Este discurso comienza (v. 1) y termina (26:16–19) con un llamamiento a la obediencia a la ley de Jehová. En seguida (vv. 2–5), el predicador hace hincapié en el hecho de que el pacto que Dios concertó con Israel en Sinaí no sólo se hizo con aquella generación, sino también con la nueva a la que él se estaba dirigiendo. Era para todas las generaciones de Israel y cada israelita tenía que aceptarlo como suyo.
Marco de referencia 5:6–21
La base para estas instrucciones se encontraba en la persona y obras de Dios (v. 6). Por causa del pacto, el Señor podía declarar: “Yo soy Jehová tu Dios” y en esa calidad redimió al pueblo de la esclavitud en Egipto. Tenía todo derecho para mandar a su gente.
He aquí algunas observaciones generales acerca del Decálogo.
- Son Diez Mandamientos, pero no hay acuerdo en cuanto a su enumeración. Para los judíos, el primero es el versículo 6, recordando que en hebreo, literalmente son diez “palabras” según Exodo 34:28; Deuteronomio 4:13 y 10:4. Ellos unen los versículos 7–10 en un solo mandamiento y así resultan con diez “palabras” que salieron de la boca de Dios. Para los luteranos y católicos los versículos 7–10 forman uno, igual que los judíos, pero dividen el último en dos para que resulte la cantidad completa. Lo importante es reconocer que el contenido es igual, aunque hay diferentes formas de enumerarlos.
- Fueron dados específicamente a Israel y componen la esencia del pacto mosaico. Por lo tanto, no son vigentes para la iglesia (2 Corintios 3:3–11), pero, tomando en cuenta el hecho de que todos, menos el cuarto, se repiten en el Nuevo Testamento, es imposible afirmar que no son vigentes para nosotros.
- Son reglas universales que todo humano de toda época y cultura tiene que obedecer si quiere disfrutar al máximo en esta vida. Es interesante notar que los mandamientos 7–10 se encuentran en todos los códigos legales del Antiguo Medio Oriente. El que desobedece estas instrucciones tendrá una vida problemática.
- Nadie se salvará guardándolos, pero los salvos los obedecen. Su propósito principal es crear en el humano el sentimiento de culpabilidad (Romanos 3:20; 5:13; 7:7–9, 13) con el fin de que busque al Señor para la salvación.
- Sus enseñanzas cubren todas las esferas principales de la vida:
RELACIÓN CON DIOS
(Lo espiritual) Mandamientos 1–4
RELACIONES EN LA FAMILIA
Mandamiento 5
RELACIONES CON LOS DEMÁS
(La sociedad) Mandamientos 6–10
Todos se encuentran en la segunda persona singular, enfocando así la responsabilidad individual de cumplirlos.
Son los siguientes:
- 7Contra el politeísmo. La fidelidad absoluta a Jehová.
- 8–10Contra la idolatría. La adoración exclusiva a Jehová.
- 11Contra el abuso del nombre divino. La honestidad en todo.
- 12–15El día de descanso para adorar, descansar y recordar.
- 16El respeto a los padres y a todas las autoridades.
- 17Contra el asesinato. La santidad de la vida humana.
- 18Contra el adulterio. La santidad del matrimonio.
- 19Contra el robo. La santidad de la propiedad privada.
- 20Contra el perjurio. El testimonio veraz.
- 21Contra la codicia. La motivación interna.
¡PENSEMOS! |
Tome unos minutos para meditar en estos mandatos divinos. ¿Obedece usted todos, o hay alguno en que falla en forma constante? Este pequeño ejercicio debe dejarle humillado ante el Dios tres veces santo. Pida su perdón y ayuda para triunfar sobre el pecado y vivir una vida que refleje el carácter divino que demanda el Decálogo. |
Contexto histórico 5:22–31
Habiendo delineado las diez “palabras”, Moisés regresa a exponer algo sobre las circunstancias en que fueron dadas. El Señor mismo habló y escribió los mandamientos y el pueblo escuchó su voz (vv. 22–24). Parece que la nación sospechaba que todavía habría más revelación, y pidió que Moisés fuera el intermediario entre Jehová y ellos (vv. 25–27). El Altísimo dio su aprobación a este plan (vv. 28–31). Israel sólo recibió el Decálogo por revelación directa, el resto de la ley vino por mediación mosaica.
Exhortación a la obediencia 5:32–6:3
El varón de Dios terminó su exposición de los Diez Mandamientos en la forma esperada: una exhortación a la obediencia, estipulando los beneficios que se obtienen de ella
EL GRAN MANDAMIENTO 6:4–11:32
El resto de esta sección del segundo mensaje expone la verdad central del libro: Ya que Jehová era su Dios y que él es el único soberano del universo, tenían que adorarle y servirle exclusivamente, sin caer en la abominación de la idolatría. Bien se ha dicho que estos capítulos son una exposición detallada de los primeros dos mandamientos del decálogo. Lo más importante era la entrega total a la adoración de Jehová.
Su declaración 6:4–5
Estos dos textos son de los más importantes para el judío. Contienen una expresión positiva de los primeros dos mandamientos que se encuentran en forma negativa. El mensaje de ambas porciones es igual. Sólo Jehová merecía toda la adoración de su pueblo. Esta declaración consiste en dos elementos.
La confesión v. 4. Esta es la expresión más concisa de la esencia de la fe israelita. “Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”. La primera frase enfoca el hecho de que Israel había entrado en pacto con el Señor y por eso podía confesar que era su Dios. Expresa la confianza del pueblo de que tenía una relación única con el Omnipotente. La segunda frase es más difícil de interpretar.
El hebreo puede traducirse en dos formas, ambas legítimas. La primera se refleja en la versión de 1960, “Jehová uno es”, y hace hincapié en la unidad del carácter divino. El es uno e indivisible. La segunda se nota en la Versión Popular, “es el único Señor.”. Esta traducción enfatiza la singularidad de Jehová. El es el único Dios vivo y verdadero que ha concertado pacto con su pueblo.
Ambas maneras de verter el texto son aceptables, pero ¿cuál es la mejor? Tomando en cuenta el contexto, creo que la segunda es la que cuadra mejor. El énfasis está en la exclusividad. Israel confiesa que solamente Jehová es su Dios. No hay otro. Es una confesión que excluye totalmente la idolatría y toda competencia entre Jehová y las deidades falsas. Es la expresión positiva de la verdad que se expresa negativamente en 4:35, 39; 5:7 y 6:13–15.
“EL SEÑOR NUESTRO DIOS
ES EL ÚNICO SEÑOR”
(Deuteronomio 6:4, Versión Popular)
La conclusión v. 5. Considerando que Jehová era el único Dios de Israel, ¿cómo debía tratarle el pueblo? Sólo hay una contestación lógica a esta pregunta: darle el lugar preeminente en su vida. El hijo de Dios debía estar totalmente entregado (corazón, alma y fuerzas) a él. No podía haber rival alguno. El había de ser el único objeto de adoración, lealtad y amor de Israel y también de nosotros. Esta es la única conclusión válida que podemos sacar de esta confesión. El es absolutamente soberano, y por eso, debo someterme totalmente a él. No hay otra alternativa.
¡PENSEMOS! |
Nuestro Dios es el mismo que se encuentra en el “shema”. En aquel tiempo no toleraba rivales y tampoco lo hace hoy. Haga una lista por escrito de las cosas que tienden a competir con el Señor por su lealtad. ¿Alguna de ellas se encuentra en su vida? Si su respuesta es afirmativa, aplique 1 Juan 1:9 al caso. |
Su centralidad 6:6–9
El gran mandamiento, expresado en los versículos 4–5, debía ocupar el lugar central de la vida de toda israelita. “Estas palabras” (las de vv. 4–5) habían de ser memorizadas (v. 6b), enseñadas a los hijos (v. 7a), proclamadas en toda situación y a toda hora (v. 7b) y recordadas concretamente (vv. 8–9). Todos los medios se usarían para asegurar que el pueblo no se olvidara del hecho de la exclusividad de Jehová y el deber de amarlo sobre todas las cosas.
El contenido de los versículos 4–9 se conocen como el shema. En él se encierra la médula de la fe de Israel. A diario, en las oraciones matutinas, los judíos rezan esta porción y le han agregado otros trozos selectos. No pueden escaparse de la verdad que sólo existe un Dios y que ese es el suyo.
Un peligro 6:10–19
El Señor reconocía que, a pesar de todas las medidas tomadas en los versículos 6–9, existía la posibilidad de que su pueblo olvidara todo lo que él había hecho por ellos. La perspectiva era la de Israel habitando en la tierra que no merecían, pero que habían recibido de pura gracia. Fíjese en el énfasis de lo que no habían hecho (v. 10–11). Moisés hizo hincapié en tres obras que los israelitas jamás debían olvidar: el juramento hecho por Dios a los patriarcas (v. 10b), la redención del pueblo de la esclavitud en Egipto (v. 12), y la conquista de la tierra prometida (vv. 10a, c,11). La gracia del Señor se había manifestado gloriosamente entre los suyos y no debían olvidarlo.
Si no se acordaban constantemente de estos hechos, sería muy fácil incurrir en pecados bastante nefastos. Son cuatro los resultados negativos del olvido.
- Perder el temor de Jehová (v. 13a).
- Dejar de adorarlo en forma exclusiva (vv. 13b–15). El es celoso y no tolera rivales. Siempre protege lo que le pertenece, la soberanía. El no puede compartir la gloria con otro.
- Tentarle poniendo condiciones antes de hacer su voluntad (v. 16). Uno tienta al Rey Soberano cuando dice, “Si tú…, entonces yo…”
- No obedecerle (vv. 17–19). Si no eran obedientes, jamás entrarían en la tierra.
Su transmisión 6:20–25
Era necesario que el contenido del shema, el gran mandamiento, se transmitiera de generación en generación. ¿Qué metodología debía usarse para lograr esta meta?
Los padres tenían la responsabilidad de enseñar a sus hijos en el momento en que estos, siendo vencidos por la curiosidad, solicitaran una explicación. La situación no debía forzarse, sino ser natural. La pregunta de los hijos se registra en el versículo 20 y la respuesta en 21–25. Los padres no sólo repetían el shema, sino que debían agregar una explicación.
La contestación contenía tres elementos: (1) Lo que el Señor hizo, enfatizando la esclavitud en Egipto (v. 21a), el éxodo (vv. 21b–23a), y la introducción a la tierra (v. 23b). (2) Lo que hizo es la base para lo que él mandó (v. 24a). Jehová ordenó dos cosas: la obediencia y el temor. (3) Al que guardara estos mandamientos, Jehová prometió el bienestar (v. 24b) y la justicia (v. 25).
¡PENSEMOS! |
El método divino no ha cambiado. Su deseo es que los padres transmitan la fe a sus hijos. La instrucción neotestamentaria se encuentra en Efesios 6:4. El varón, cabeza del hogar, tiene la responsabilidad ineludible de enseñar verdades espirituales a su prole. Padres, ¿cumplen con su deber? |
No hay duda de que Moisés trataba de exponer las enseñanzas más importantes para el pueblo antes de que cruzara el Jordán.
Lloyd, R. (1994). Estudios Bı́blicos ELA: Al este de la frontera (Deuteronomio) (31). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.