Liderazgo en Israel Deuteronomio 16:18–18:22
La adoración era prioritaria, y por eso Moisés la expuso antes de pasar al tema del liderazgo en la nación. Todo conjunto de personas necesita de alguna organización y así era con Israel. Mientras todavía estaban en la frontera, el caudillo dio instrucciones en cuanto a los grupos de líderes que se encargarían de administrar al pueblo. Algunos expositores ven en estos capítulos una extensión del quinto mandamiento. Así como los hijos debían honrar y respetar a sus padres, todos los israelitas estaban obligados a estar sujetos a las autoridades establecidas por Dios. La enseñanza de estos capítulos cubre las esferas principales de la vida en comunidad: lo jurídico, lo administrativo, lo religioso y la revelación.
LOS JUECES Y OFICIALES 16:18–17:13
Moisés comenzó con la esfera jurídica, el aspecto del gobierno que se encargaría de asegurar la justicia en todos los tratos. Los oficiales encargados se ocuparían de la ley civil y criminal. El hecho que viene en primer lugar, y que recibe la explicación más extensa, indica que esto tenía gran importancia.
Su nombramiento 16:18a
Cada ciudad tendría la responsabilidad de nombrar sus jueces y oficiales. Los primeros ocupaban el lugar preeminente y se seleccionaban de entre los ancianos de la población (19:12). Los últimos servían como asistentes de ellos. Es interesante notar que estos líderes fueron nombrados por la misma gente del pueblo. Así se aseguraba que fueran imparciales en sus juicios.
Su deber 16:18b–20
Los jueces tenían una sola responsabilidad: juzgar con justicia y de acuerdo a derecho. Se les advierte que no practiquen favoritismos ni acepten sobornos, porque estas costumbres propiciaban la perversión de la justicia. El versículo 20a podría traducirse: “La justicia, solamente la justicia seguirás”. Eso era lo único necesario para que la gente viviera en paz en Canaán.
SOBRE TODAS LAS COSAS, LA JUSTICIA
La infracción principal 16:21–17:7
No debe extrañarnos que la infracción principal fuera la idolatría. En esta porción, vemos que la ley civil y la religiosa se mezclaban. Lo religioso afectaba todas las demás esferas de la vida. Los versículos 16:21–17:1 dan la prohibición explícita. Toda práctica idolátrica quedaba terminantemente prohibida.
La forma de tratar el quebrantamiento de esta ley (17:2–7) era el patrón que debía seguirse en todos los juicios. Hay cinco elementos en el modelo:
- El hecho de la infracción (vv. 2–3)
- La denuncia (v. 4a)
- La investigación que tenía que incluir por lo menos dos testigos (vv. 4b, 6)
- El fallo de culpabilidad (v. 4c)
- La sentencia y la ejecución (vv. 5, 7).
Note que los testigos tenían que arrojar las primeras piedras. Así asumían la responsabilidad principal de lo sucedido. Esta medida servía para disuadir a los posibles testigos falsos.
Los casos difíciles 17:8–13
El Señor reconocía que en algunas ocasiones, los oficiales locales no serían capaces de actuar en ciertos casos difíciles que se ejemplifican en el versículo 8a. ¿Qué debían hacer al surgir uno de estos casos? Recurrir a la corte suprema de la nación, que se encontraba en el sitio del santuario central (v. 8b). Allí el caso se presentaba ante los sacerdotes (v. 9a, 12) y el juez (el sumo sacerdote, vv. 9b, 12). Se suponía que estos estaban mejor calificados por ser más experimentados y tener mayor sabiduría. Note que este tribunal no era de apelaciones, sino para tratar casos dificiles en los que las autoridades locales se sentían incapaces de dictaminar. La sentencia de la corte suprema era inapelable (vv. 9c–13). Se consideraba que al hablar ellos, Dios mismo daba el fallo. El que rehusaba cumplir con la sentencia, estaba en peligro de muerte porque estaba en franca rebelión contra el Señor.
Bajo la ley, cada individuo en Israel tenía ciertos derechos. Cuando eran violados, el hijo de Dios podía recurrir a los jueces y demandar justicia.
¡PENSEMOS! |
¿Qué se debe hacer cuando la impureza entra en la iglesia de Cristo? ¿Pasarla por alto? Definitivamente no. Hay que juzgarla justamente y si es necesario, expulsar al infractor. Estudie estas porciones para entender mejor cómo aplicar la disciplina bíblica: Mateo 18:15–17; 1 Corintios 5; 2 Corintios 13:1–2. |
EL REY 17:14–20
La segunda esfera que se trató fue la administrativa. ¿Cómo se íba a gobernar el pueblo? La historia de Josué y Jueces revela que en sus inicios, Israel era una teocra en la que Jehová reinaba por medio de los jefes de las tribus. La porción que analizamos tiene que ver con la siguiente etapa: el reino de Dios por medio de una monarquía. Este es el único pasaje en el Pentateuco que enseña acerca de este tema.
Su inevitabilidad 17:14
El Señor reconocía que sin lugar a duda, el día vendría en que el pueblo pediría un rey. No estaba juzgando si su petición sería correcta o no, pero sí previó la solicitud, y dio instrucciones para asegurar que el nombrado supiera qué hacer.
Su selección 17:15
En este texto tenemos un ejemplo de la unión de esfuerzos entre Dios y el hombre. Al fin y al cabo, el rey sería seleccionado por Jehová (v. 15a). Pero los hombres tendrían que discernir quién era el que el Señor había elegido para ponerlo sobre el pueblo (v. 15a, b). Un solo requisito se estipuló: tenía que ser israelita y no extranjero (v. 15c).
Su comportamiento 17:16–20
La conducta del rey se regiría por tres reglas negativas y una positiva
Negativamente (vv. 16–17), habían tres prácticas en que no debía participar.
- La búsqueda del poder militar (v. 16). Esto se ve en la prohibición de acumular caballos.
- La adquisicíón de muchas mujeres (v. 17a). Puesto que muchas veces, los matrimonios se relacionaban con la concertación de alianzas políticas para adquirir ventajas.
- La acumulación de bienes materiales (v. 17b).
Todas estas eran costumbres de los reyes paganos. En vez de seguir su ejemplo, el rey de Israel debía aprender a depender totalmente de Jehová para todas sus necesidades. El verdadero rey era el Dios omnipotente y el rey humano tenía que confiar en él para todo, como el siervo con su amo.
LA DEPENDENCIA EN DIOS
ES MUY IMPORTANTE
Positivamente (vv. 19–20), el rey estaba bajo la obligación de guiarse siempre por las instrucciones de la Palabra de Dios. La ley a que se refiere esta porción es concretamente el libro de Deuteronomio, no todo el Pentateuco. Lo primero que tenía que hacer al asumir el reino era mandar copiar la ley en un libro especial (v. 18). El único ejemplo bíblico que tenemos de esta práctica se halla en 1 Samuel 10:25. Ese ejemplar de la ley debía estar siempre con el monarca (v. 19a). Tenerlo consigo no era suficiente. También se requería que leyera parte de él todos los días. Debía familiarizarse con su contenido (v. 19b). Pero lo más importante era obedecerlo (vv. 19c–20). Sólo así podría disfrutar de una larga dinastía.
Es interesante notar que en el versículo 15 se enseña que el rey debía ser puesto “sobre” el pueblo, pero en el 20, amonesta al monarca a no elevarse “sobre” la gente. En la primera instancia, se usaba la autoridad y en la segunda, se abusaba de ella. En vez de elevarse encima de los suyos, debía darles ejemplo de humildad, dependiendo siempre del rey verdadero, Jehová.
LOS SACERDOTES LEVITAS 18:1–8
Otra esfera importante de la vida era la religiosa. ¿Qué provisión hizo el Señor para que no faltaran líderes en el aspecto religioso del diario vivir?
Su identificación 18:1a
La frase “sacerdotes levitas” es algo ambigua porque dentro de la tribu de Leví había dos grupos: los sacerdotes y los levitas. Se podría decir que todos los sacerdotes eran levitas, pero no todos los levitas eran sacerdotes. Estos formaban una minoría en la tribu y consistía solamente de los descendientes directos de Aarón (Números 3:10). Radicaban en Jerusalén. Los levitas eran la mayoría de la tribu de Leví. Servían a los sacerdotes y casi todos ellos vivían en los pueblos.
Sus responsabilidades 18:5,7; 10:8
Indicaciones de sus deberes se encuentran en varios lugares de Deuteronomio. Podemos resumirlos usando los dos textos mencionados.
Administrar (v. 5) o ministrar (v. 7). Es probable que bajo esta categoría podemos incluir su papel como jueces (17:9, 12; 21:5) y consejeros militares (20:2–4).
Llevar el arca del pacto (10:8a). En realidad se encargaban de transportar todas las partes del tabernáculo cuando se trasladaba de un lugar a otro.
Estar delante de Jehová para servirle (10:8b). Esto incluía poner el incienso y hacer sacrificios (33:10b). Este trabajo correspondía los sacerdotes exclusivamente.
Bendecir en el nombre del Señor (10:8c). Los que vivían en los pueblos harían lo que llamamos el trabajo pastoral, visitando y aconsejando a los israelitas en sus cuitas contidianas. Una de las bendiciones más grandes era la de enseñar la ley de Jehová al pueblo (33:10a).
Su sostén 18:1b–4
Este grupo de líderes, igual que los reyes, tenían que depender del Señor para su sustento diario. Para ellos, la independencia significaría no tener nada.
No tenían parte ni heredad como los demás israelitas (vv. 1b, 2a). Cuando entraron en la tierra y ésta fue repartida, a la tribu de Leví no se le dio nada. Dependían de las otras tribus, las que tenían la obligación de apartar ciudades para ellos dentro de su herencia (v. 6; Números 35:1–8). Su heredad era Jehová y dependían totalmente del él.
Sí tenían derecho a sostén (vv. 1c, 3–4). Los sacerdotes se quedaban con parte de los sacrificios que hacían. Y todos los levitas recibían como remuneración todos los diezmos dados en Israel (Números 18:21, 24).
Su traslado voluntario 18:6–8
Cualquier levita que viviera en las poblaciones, tenía el derecho de trasladarse voluntariamente a Jerusalén para servir en el santuario central (v. 6–7). En cuanto a remuneración, debía ser tratado igual que los demás. Se les prohibió hacer acepción de personas (v. 8).
¡PENSEMOS! |
Los sacerdotes levitas dedicaban su tiempo completo a servir al Señor y recibían sostén completo. ¿Qué nos enseña esto en relación con nuestros obreros cristianos que trabajan en el ministerio? ¿Cómo han de sostenerse? Estudie 1 Corintios 9:1–18 y 1 Timoteo 5:17. |
LOS PROFETAS 18:9–22
El último grupo de líderes era el de los profetas. Estos hombres fueron el medio que Jehová utilizó para comunicar su voluntad al pueblo. Eran intermediarios de la revelación especial. Se relacionaban con las otras autoridades porque eran como su conciencia. Si el juez, rey o levita necesitaba consejo especial, recurría al profeta. Si andaban mal, le tocaba al profeta reprenderlos y comunicarles el mensaje divino. La pregunta básica que se trata en esta porción es: ¿Cómo puede el hombre saber la voluntad de Dios? La contestación es triple.
No por medios paganos 18:9–14
Los israelitas nunca debían ocupar los métodos abominables de los incrédulos que los rodeaban. Son dos que se mencionan.
El sacrificio de infantes (v. 10a). Algunos pensaban que podían persuadir a sus dioses a que se revelaran por medio de estos sacrificios tan especiales.
Las artes mágicas (vv. 10b–14). Son ocho las prácticas que se encuentran en la lista. Las primeras tres tienen que ver con la adivinación. Siguen dos que se relacionan con la magia. Las últimas tres atañen al espiritismo.
Todos estos métodos paganos son abominación, y los que los practican también lo son. Por esto el Señor echó a estas naciones de su tierra (v. 12). Su gente debía ser perfecta y rechazar rotundamente todas esas prácticas.
Sí, por medio de profetas 18:15–19
Moisés (vv. 15–16) y Jehová (vv. 17–18) prometieron el establecimiento de un linaje de profetas. Todos serían israelitas (vv. 15a, 18a) y todos hablarían la palabra que Dios mismo pondría en su boca (v. 18b). Esta es la definición bíblica del profeta.
EL PROFETA ES PORTAVOZ DE DIOS
Estos voceros especiales no fabricaban su mensaje, sino que lo recibían por revelación especial y lo comunicaban al pueblo bajo la inspiración del Espíritu Santo. El pueblo tenía que obedecer las instrucciones del profeta y si no lo hacía, tendría que rendir cuentas al Altísimo (v. 19).
Cuidado con los profetas falsos 18:20–22
Siempre existía el peligro de los falsos profetas. Los que no procedían del Señor. Ellos usurpaban la autoridad divina hablando en su lugar sin su autorización.
¿Qué decían? v. 20. Hablaban sus propias palabras, no las de Dios y exponían un mensaje que beneficiaba a los dioses falsos.
¿Cómo debían tratarlos? vv. 20c, 22c. Considerando que no tenían autoridad alguna, no debían temerles (v. 22c). Más bien, los fieles tenían que ejecutarlos por su pecado tan detestable (v. 20c).
¿Cómo confirmar su falsedad? vv. 21–22b. El falso profeta sería presuntuoso en su actitud (vv. 22b, 20a). Sus profecías no se cumplirían en el tiempo y la historia (v. 22a). Además tenderían a promover el culto a dioses falsos (13:1–5). El profeta genuino era humilde, sus predicciones siempre se cumplían, y su mensaje jamás perjudicaba la adoración de Jehová.
¡PENSEMOS! |
En nuestros días hay muchos que afirman ser profetas. Tomando en cuenta de definición bíblica, ¿cree que son genuinos? Debemos tener mucho cuidado, así como los israelitas debían tenerlo. No cualquier “profeta” viene de Dios. Hay que discernir los espíritus si son de él o vienen por su propia cuenta (1 Juan 4:1–6). |
Lloyd, R. (1994). Estudios Bı́blicos ELA: Al este de la frontera (Deuteronomio) (79). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.