“Mi siervo Moisés ha muerto; ahora pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel” (Josué 1:2). A grandes rasgos, esa es la comisión auténtica y soberana que Dios encargó a Josué.
ANTECEDENTES
En Números 27:15–23 y Deuteronomio 31:1–8, Dios había dicho a Moisés quién sería su sucesor. Además, ya vimos que Dios había preparado al individuo a quien comisionaría.
EL CARÁCTER DE LA COMISIÓN DEMUESTRA EL CARÁCTER DE DIOS 1:2B–5
Elección soberana
Hay algunos elementos sobresalientes en la encomienda dada a Josué. En primer lugar, en ninguna de las referencias de Números, Deuteronomio, o Josué, hallamos a Dios haciendo una invitación, expresando un anhelo, pidiendo un consejo o solicitando la colaboración de Josué. Tampoco pidió al pueblo que sugiriera el nombre de una persona popular o capaz de ocupar el puesto. No hubo boletas de elección ni votación. Dios no buscó a un voluntario, sino que la selección del que guiaría al pueblo quedó en manos del soberano, infinitamente sabio, Dios de Israel.
Es interesante la reacción de Josué, o, más bien, la forma en que no reaccionó. No se observa renuencia o desgano en él; jamás sugirió que otro lo haría mejor. Todavía vivían los dos hijos del gran Moisés (Gersón y Eliezer), uno de los cuales, según ciertos criterios, hubiera merecido ser tomado en cuenta, pero no se hace referencia a ellos.
Si Josué hubiera podido elegir al líder religioso, tal vez habría sugerido a Finees, el sacerdote, pero no lo hizo. También estaba Caleb, su antiguo colega, el que lo acompañó a espiar la tierra prometida y que al igual que Josué, animó al pueblo a conquistarla; pero tampoco surgió el nombre de ese gran héroe de la fe. Josué no trató de evadir la responsabilidad tan formidable que estaba recibiendo, sino que la aceptó.
La continuidad, un elemento adicional
A pesar de la muerte del gran líder, el plan de Dios no cambió en lo más mínimo. Esa particularidad se nota en Josué 1:3–4 donde dice: “Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio”.
Es decir, el pacto con Abraham seguía vigente; Israel seguía siendo el pueblo escogido, la tierra prometida todavía era parte de la promesa. El sabio plan de Dios incluyó a Moisés, pero no dependía exclusivamente de él. Él había sido el libertador y forjador de la gran proeza del éxodo y el líder divinamente nombrado durante la peregrinación para que entregara el puesto de conquistador a otro protagonista.
La presencia divina
En Josué 1:5 se introduce otro elemento: “…como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé”. Una cosa es recibir una tarea difícil, pero otra muy diferente es aceptar semejante responsabilidad junto con la promesa que asegura el éxito de la empresa. La presencia divina actuando sobre Moisés hizo que ese siervo fuera guía, animador, proveedor, y aun juez, del pueblo. Es evidente que la frase “como estuve con Moisés” impactó poderosamente a Josué, porque había sido testigo del efecto que la presencia y poder de Jehová ejerció en todo el trayecto de Egipto hasta la ribera oriental del Jordán.
Según la promesa de Jehová; él nunca abandonaría a Josué. Es difícil pasar por alto la importancia de esa promesa. Debemos recordar que por haber sido uno de los espías, Josué sabía perfectamente bien lo que le esperaba: gigantes (Números 13:31–33), ciudades como Jericó que eran fortalezas formidables, idolatría horrenda, así como la religión degradante de los pueblos listados por Moisés en Deuteronomio 7:1–5.
Pero por sobre todas las cosas, ¡qué consuelo debe haber sentido al saber que tenía la garantía de la presencia de Dios! Los gigantes no se hicieron más pequeños, ni las murallas más bajas, ni la idolatría menos malvada. Sin embargo, teniendo garantizada la presencia de Dios, Josué podía enfrentar las dificultades con confianza.
¡PENSEMOS! |
¿Recuerda las “escuelas” de Josué que se mencionaron en el primer capítulo? Una de las lecciones que tuvo que aprender fue la relativa a la batalla con los amalecitas de Éxodo 17. Allí, el líder se dio cuenta que la victoria no dependía de él, aunque Moisés lo había nombrado capitán del ejército, sino que dependía totalmente de Dios. ¡Qué bueno sería que aprendiéramos esto! porque como Josué, podríamos considerar las dificultades no desde el punto de vista humano, que sólo contempla el tamaño de “los gigantes” que se oponen, la altura de las murallas que hay que superar, o la opresión de las religiones y filosofías apoyadas por el maligno. La garantía de la presencia de Dios no cambia la medida del problema, sino que ¡provee al creyente la capacidad de vencer! |
LA CONVICCIÓN DE LA COMISIÓN DADA POR DIOS
Y LA PROMESA DE SU PRESENCIA,
NO HACEN QUE EL LÍDER SEA AJENO A
LAS DIFICULTADES, INSENSIBLE A
LAS DEFICIENCIAS, INVULNERABLE A LA MOFA,
SINO, !INVENCIBLE!
A continuación, en los versículos 6, 7 y 9 de Josué 1, aparecen algunas exhortaciones dirigidas al nuevo líder. De hecho, son más que exhortaciones, ya que según el diccionario, exhortación significa algo que excita o alienta con palabras. No cabe duda que Jehová vio la necesidad de alentar al recién nombrado jefe. Josué sabía perfectamente bien lo que le esperaba; gigantes, feroces soldados, ciudades fortificadas y gente fanáticamente idólatra, causas más que suficientes para desanimarse. Además, Josué estaba muy consciente de lo formidable que era la tarea, porque conocía el carácter contumaz del pueblo de Israel.
Por otro lado, éstas fueron más que exhortaciones, porque no sólo eran expresión de un anhelo o sugerencias de parte de Jehová sino sus requisitos. Un comportamiento de parte de Josué que no reconociese esas demandas como tales, se hubiera considerado desobediente.
DIOS ES ALGO MÁS QUE UN CONSEJERO:
¡ES EL COMANDANTE SUPREMO!
¡PENSEMOS! |
La obediencia es un concepto clave en ambos Testamentos y el meollo del mensaje divino tanto bajo la ley dada a través de Moisés, como bajo la época de la gracia y la verdad que fue inaugurada por Cristo Jesús (Juan 1:17). El profeta Samuel tuvo que reprender al rey Saúl recordándole que “…obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”. Y añadió: “Por cuanto desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey” (1 Samuel 15:22b y 23b). Nuestro Señor Jesucristo repitió el mismo concepto tres veces en un solo capítulo del evangelio de Juan: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (14:15); “el que me ama, mi palabra guardará” (14:23); “el que no me ama, no guarda mis palabras” (14:24). Se podría decir que Santiago presenta el resumen de la idea bíblica en 1:22: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”. La Biblia no solamente nos aconseja, ¡nos obliga! |
EL CARÁCTER DE LA COMISIÓN DEMUESTRA LA RESPONSABILIDAD HUMANA 1:6–9
Lo que demanda Jehová
Los versículos de Josué 1:6, 7, 9 principian todos de la misma manera, haciendo hincapié en el esfuerzo y la valentía.
De inmediato, vienen a la mente del intérprete algunas preguntas: ¿A qué se refiere la palabra “esforzar” y cómo podía hacer esto Josué? ¿Por qué se repite en tres ocasiones prácticamente lo mismo?
“¡Esfuérzate!”
En cuanto a la primera pregunta, la cultura actual se hubiera enfocado únicamente en lo físico. Con su obsesión por el ejercicio y el atletismo, hubiera sugerido a Josué que levantara pesas, o que corriera varios kilómetros al día, o bien, que tomara vitaminas para aumentar su fortaleza. Pero es improbable que Dios tuviera en mente esas ideas. Él no escogió a Josué por su musculatura, ni hay indicaciones en toda la Biblia de que un siervo de Dios tuviera que ser físicamente fuerte.
La etimología de la palabra que Dios escogió subraya lo físico; la traducción “esfuérzate” que aparece en Josué 1:6, 7, 9 es muy buena. Debemos notar que la raíz de la palabra hebrea significa fuerza en los brazos y en las manos para colgarse de, o apoyarse en. Naturalmente, surge la pregunta: ¿en qué tenía que aferrarse a algo fuerte, duradero y totalmente confiable, es decir, a lo que Dios había dicho. Sólo así podría ser competente.
¡PENSEMOS! |
Moisés fue un gran hombre y líder, un verdadero héroe. Las mismas Escrituras lo colman de encomios. Sin embargo, el impacto de la palabra “esfuérzate” no sugiere que Josué tenía que ser el imitador de Moisés. Por supuesto que no es malo seguir el ejemplo de un hombre piadoso, noble y capaz, un modelo por el cual dirigir la vida. Sin embargo, el peligro de conformarse totalmente al ejemplo de un héroe es no reconocer que puede tener “los pies de barro”. En caso de que Josué imitara el ejemplo de Moisés, existía la posibilidad de que cometiera los mismos errores que él, como golpear la roca en vez de obedecer a Dios (Números 20:7–13), y después sufrir las mismas consecuencias funestas. |
EN “LA ESCUELA” DE ÉXODO 17, DIOS
ENSEÑÓ A JOSUÉ QUE TENÍA QUE
DEPENDER SÓLO DE ÉL.
“¡Sé valiente!”
Este segundo término empleado en los tres versículos (1:6, 7, 9) también ha sido traducido correctamente, pero la palabra de la que se deriva el vocablo hebreo es muy interesante. Por lo que se ha podido determinar, en la antigüedad esa palabra se refería a la fuerza de las piernas. Ésta, junto con la palabra que usaron los que tradujeron el libro de Josué al griego (la Septuaginta) y que también usó el apóstol Pablo en 1 Corintios 16:13 cuando dijo: “portaos varonilmente”, apuntan a una expresión moderna. Cuando uno experimenta un gran miedo, generalmente se manifiesta porque tiemblan las piernas, o a veces las rodillas. Aquí en Josué, Dios está demandando un comportamiento sin titubeos, sin miedo; tenía que comportarse en forma varonil.
¿Por qué tres veces?
En primer lugar, podemos estar seguros que el deseo de Jehová no era sólo llenar la página con palabras. En los libros bíblicos conocidos como poéticos, Dios se comunicó con su pueblo por medio de la poesía hebrea, en la cual sí se permitía la repetición de ideas usando el paralelismo, la forma de expresión literaria y cultural del hebreo. Sin embargo, el libro de Josué es un libro histórico, no poético.
No cabe duda que la razón de la repetición es que el nuevo líder necesitaba que se le animara continuamente. A lo mejor Josué, reconociendo sus limitaciones y la formidable tarea que le esperaba, se sentía débil, temeroso, y tal vez con cierta propensión al desánimo.
Aun en la actualidad se reconoce que la repetición es parte fundamental del aprendizaje, y Dios quiso que Josué captara bien, desde el principio, las lecciones necesarias para ser un buen líder.
En segundo lugar, cada uno de los tres textos enfoca un aspecto diferente de la tarea. Josué 1:6 se refiere al líder y su comisión: guiar al pueblo en la conquista de la tierra prometida, mientras que el versículo 7 se centra en el líder personalmente. Al igual que muchas otras porciones bíblicas, el individuo que sirve a Dios tiene que ser hacedor de la Palabra y no debe desviarse de ella ni a diestra ni a siniestra. Además, la palabra de Dios tiene que ocupar el lugar preeminente en su mente (la meditación) y sus dichos (“nunca se apartará de tu boca”, Josué 1:8). El éxito depende de esas condiciones. La repetición final de 1:9 es el resumen de lo anterior y añade la garantía de que Josué podía contar con la presencia de Dios.
EL CARÁCTER DE LA COMISIÓN DADA AL PUEBLO 1:10–18
Los preparativos
¡Al fin! La tierra de la promesa estaba a la vista, y el pueblo estaba en el umbral de ella; incluso, podía ver una parte al otro lado del Jordán. A Josué le tocó anunciar un programa y la necesidad de preparar comida.
También tuvo que recordar a los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés, la promesa que habían hecho a Moisés, cuyos detalles se encuentran en Números 32. Esa tribu había encontrado un terreno muy adecuado en el lado oriental del río Jordán:
“Los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían una muy inmensa muchedumbre de ganado; y vieron la tierra de Jazer y de Galaad, y les pareció el país lugar de ganado.” (Números 32:1). Asimismo, se comprometieron a ayudar a sus hermanos en la conquista de las tierras que estaban al otro lado del Jordán, y fue ese compromiso el que Josué les hizo recordar.
El comentario que ellos hicieron es interesante, porque en el proceso de reconocer su deber, dijeron: “Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes. De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti” (Josué 1:16, 17).
El hecho de que un pueblo tan testarudo como el de Israel, que había sido rebelde con Moisés en el desierto, dijera: “de la manera que obedecimos a Moisés… así te obedeceremos a ti”, debe haber sido de mucho consuelo para Josué. De acuerdo con Josué 22, efectivamente así lo hicieron y cumplieron con su promesa.
Repaso de las lecciones importantes del primer capítulo de Josué
- Dios entiende que debido a las exigencias y responsabilidades que enfrenta, el ser humano siente miedo, debilidad, y desánimo.
- Estando en circunstancias parecidas, Dios habló a Josué. Hoy día hace lo mismo con nosotros a través de la Biblia.
- Dios siempre ha exigido obediencia para que el hombre disfrute de sus bendiciones.
- Dios ha prometido su presencia perpetua con cada uno de sus siervos.
Platt, A. T. (1999). Estudios Bı́blicos ELA: Promesas y proezas de Dios (Josué) (17). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.