“No puedo”. Es lo que pensamos cuando se nos presentan algunas oportunidades para servir a Dios. Tal vez tengamos razón. Quizá necesitamos mejor capacitación. A la par de la orientación que otros cristianos nos puedan proporcionar, todos recibimos una educación paralela y constante del Maestro divino. En esta lección veremos algunos de los elementos que constituyen su programa, diseñados para prepararnos a servirlo en responsabilidades cadá vez mayores.
APOSTASÍA, OPRESIÓN Y CLAMOR 6:1–10
Israel tenía la necesidad apremiante de contar con un gran líder. Otra vez habían abandonado a Jehová por adorar a los dioses de Canaán (6:1, 25), y él había enviado contra ellos a Madián, a los amalecitas y a los hijos del oriente (6:1b, 3). Los madianitas eran nómadas a quienes encontramos mencionados en Éxodo donde dice que vivían al sur de Israel en la península de Sinaí (Éxodo 2:15), y en Números dice que habitaban cerca de Moab (Números 22:4, 7; 25:6, 15–18; 31:1–8).
También eran nómadas los otros dos pueblos opresores. Los amalecitas usualmente se encontraban al sur de Judá y al oriente del río Jordán. “Hijos del oriente” era un nombre general dado a las tribus del desierto que estaban al este de Israel.
Estos pueblos invadían a Israel como una plaga de lagostas cada año en la época de la cosecha (6:3). Consumían, robaban y destruían todo lo que hallaban a su paso (6:4–5). Su arma especial eran los camellos (6:5; 7:12). Esta es la historia más antigua que se conoce que menciona que se usaban gran número de camellos para combatir en la guerra.
Las invasiones llenaban de temor a los israelitas, a tal grado que algunos dejaban sus casas para vivir en las cuevas de las montañas (6:2). Después de siete años de saqueos (6:1), quedaron en profunda pobreza (6:6). Esta situación desesperante por fin los llevó a arrepentirse y clamar a Jehová pidiendo socorro (6:6b).
Sin embargo, en vez de un libertador, Dios les envió un profeta (6:7–8). Y éste, a diferencia de la profetisa Débora, no les proveyó un libertador (comp. 4:4–6). Más bien, hizo como el ángel de Jehová, que en 2:1–3, les acusó de no cumplir su parte del pacto con el Señor (6:8–10).
Israel, pues, necesitaba un líder que restaurara la relación con Dios y dirigiera al pueblo en su lucha por la liberación. Ese adalid resultó ser Gedeón, quien con 300 hombres derrotaría al ejército madianita de más de 135,000 (comp. 7:7; 8:10). Con razón se le recuerda como un hombre de fe y gran valor.
Sin embargo, al principio Gedeón no estaba preparado para asumir una tarea tan grande. Jamás se imaginó que él sería escogido para semejante papel. Para poder cumplir con su cometido, tuvo que pasar primero por el programa de capacitación divino.
EL LIBERTADOR ESCOGIDO POR DIOS 6:11–16
La acusación del profeta (6:8–10) no había dado al pueblo mucha esperanza de liberación. Sin embargo, el Altísimo no había abandonado a su hijo descarriado. El ángel de Jehová, que era la manifestación visible de Dios en el Antiguo Testamento, buscó a Gedeón para llamarlo a ser el libertador del pueblo.
En ese momento, se encontraba aporreando (traducción literal del vocablo hebreo vertido como “sacudiendo”) con un palo o látigo, el trigo en el lagar (6:11). Ese no era ni el método ni el lugar acostumbrado para desgranar. Normalmente, esto se hacía en la era, una extensión plana de tierra dura o en las rocas. Se pasaba por encima de la mies con bueyes (Miqueas 4:13) y trillos (Isaías 41:15) para separar el grano de la cáscara y la paja, y luego se tiraba todo al aire para que el viento arrastrara la basura (Isaías 41:16). La razón de que Gedeón tuviera que usar ese método mucho más lento y arduo, era con el fin de esconder el trigo de los madianitas.
El ángel de Jehová llegó como si fuera un viajero, portando una vara en la mano (6:21) y se sentó debajo de la encina, aparentemente para descansar a su sombra (6:11). Saludó a Gedeón diciendo: “Jehová está contigo, varón esforzado y valiente” (6:12). De mal humor, el hijo de Joás refutó su dicho. Protestó diciendo que Jehová no estaba con Israel (6:13), y negó que él fuera esforzado y valiente (6:15).
Quizá el ángel habló con un dejo de ironía al llamarlo “varón esforzado y valiente” (6:12), y al decir “vé con esta tu fuerza y salvarás a Israel de la mano de los madianitas” (6:14). Es evidente que escondido como estaba en el lagar por temor de los madianitas, Gedeón no parecía ser un guerrero poderoso. Sin embargo, el Creador sabía que él había puesto en el futuro juez capacidades que ni éste mismo conocía.
Ahora bien, esas capacidades en sí eran insuficientes para salvar a Israel. La razón de su protesta (v. 15) es que Gedeón reconocía eso. Como varios otros líderes destacados de la historia de Israel, el israelita respondió al llamado divino con humildad y dudas acerca de sí mismo y su posición social (ver Éxodo 3:1–4:23; 1 Samuel 9:21; Isaías 6:5; Jeremías 1:6).
Las capacidades de Gedeón podrían desarrollarse gracias a que la otra parte del saludo era cierta: Dios estaría con él (6:12). Él lo enviaba (6:14), y él sería quien le permitiera propinar a los madianitas un golpe mortal, de manera que cayeran todos juntos, como un solo hombre (6:16).
Capacidades Dadas Por Dios |
+ | Poder de Dios en nosotros |
= | Proezas en el servicio a Dios |
¡PENSEMOS! |
¿A quién culpaba Dios de los problemas de Israel (6:8–10)? ¿A quién culpaba Gedeón? (6:13) ¿A quién culpa usted de sus problemas? ¿Por qué Jehová escogería una persona de baja posición social (6:15) para ser libertador de Israel? ¿Por qué elegiría a una persona con tantas dudas y quejas contra Dios? (6:13) ¿Qué clase de persona escoge el Señor hoy para servirlo? ¿Podría ser usted? |
¿Qué capacidades veía Dios en Gedeón? ¿Alguna vez ha descubierto que tiene una capacidad que antes ignoraba? ¿Cómo la descubrió? ¿Cómo puede averiguar si tiene otras habilidades escondidas? |
EL LIBERTADOR SE PREPARA EN LA ESCUELA DE DIOS 6:17–7:15
Jehová no envió desde luego al libertador a la tarea para la cual lo había llamado. Como el Creador sabía, el hijo de Joás tenía madera de líder militar, y por supuesto a Dios no le faltaba poder para librar a Israel. Sin embargo, para bien de su siervo, y para su propia gloria, primero hizo a Gedeón pasar por una capacitación.
Mediante señales 6:17–24, 33–40; 7:9–15
“¿No te envío yo?” (6:14). “Ciertamente yo estaré contigo” (6:16). Estas expresiones del ángel de Jehová, y tal vez también la manera en que miraba a Gedeón (6:14), indicaron a éste que el “viajero” era algo más que un hombre común y corriente. Para confirmar la conclusión a la cual estaba llegando, le pidió una señal de que era en efecto el ángel de Jehová (6:17, “señal que tú has hablado conmigo”; ver el v. 22).
Esta petición se le concedió. El ángel de Jehová esperó pacientemente mientras Gedeón le preparaba comida (6:18–20). Luego hizo salir fuego de la punta de su vara, el cual consumió los alimentos (6:21) aunque estaban mojados con el caldo (6:20). Mientras las llamas todavía quemaban la carne y los panes, el ángel de Jehová desapareció (6:21). Estas maravillas convencieron a Gedeón de que había hablado con Dios mismo (6:22; comp. 13:20–22).
Sin embargo, cuando los madianitas volvieron a invadir Israel (6:33) y el nuevo caudillo había ya convocado a un ejército de las tribus del norte (6:34–35), comenzó a dudar. Pidió la famosa señal del vellón de lana (6:37). Su propósito no era averiguar la voluntad de Dios. Ya sabía que Dios lo había llamado a pelear contra los opresores. Su duda más bien consistía en saber si el Señor iba a ser fiel a su promesa (ver la frase “como has dicho” en 6:36–37).
El Santo de Israel no tenía ninguna obligación de conceder esta petición hasta cierto punto ofensiva. Sin embargo, lo hizo por su gran misericordia para Israel y su siervo (6:38).
Pero, ¡Gedeón todavía no estaba satisfecho! Probablemente razonó que la dura era podría haberse secado más rápido que el vellón. Volvió, pues, a probar a Dios, rogándole hacer la señal al revés (6:39). Hasta él reconocía la impertinencia de su petición (6:39), pero de nuevo el Señor se la otorgó (6:40).
Con todo esto, Gedeón seguía abrigando dudas. La noche siguiente, Jehová le ofreció una señal más (7:9–11). Cuando el temeroso líder oyó el sueño del madianita (7:13) y la interpretación de su compañero (7:14), tuvo la seguridad de que Dios le iba a dar la victoria (7:15).
¡PENSEMOS! |
¿Le ha dado Dios una señal milagrosa alguna vez? ¿Qué fue? ¿Para qué se le daría? ¿Cómo debe afectar su vida ahora? |
¿Recibió Gedeón sus señales porque su fe era fuerte, o débil? ¿Recibir señales hoy día es resultado de una fe fuerte, o débil? |
¿Debería Gedeón pedir tantas señales? ¿Debemos pedir señales hoy día? Si las pedimos, ¿Nos las dará Dios? |
Mediante tareas graduadas 6:22–32
Antes de enviarlo a liberar a Israel, Dios encomendó a Gedeón una tarea previa. Fue difícil, pero no tan difícil como la liberación en sí.
La tarea consistió en derribar el altar de Baal que pertenecía a su padre, cortar la imagen de Asera, edificar altar a Jehová, y ofrecerle un sacrificio usando como leña la madera de la imagen de Asera (6:25–26).
Por temor a sus semejantes, Gedeón realizó la tarea de noche (6:27), pero por lo menos la llevó a cabo. La reacción inmediata de sus conciudadanos demostró que sus temores no estaban infundados. Cuando supieron lo que había pasado (6:28) y quién lo había hecho (6:29), trataron de matarlo (6:30).
Obligado a escoger entre su dios y su hijo, Joás persuadió a los vecinos a que dejaran la venganza en manos de Baal (6:31). Al salir ileso de ese trance, el tímido Gedeón fue fortalecido en su fe para la misión más grande que le esperaba. A la vez, cobró fama como paladín de Jehová contra Baal (6:32). Viendo que éste dios falso no pudo hacerle nada, los israelitas seguramente dudaron de él y transfirieron su fe al Dios verdadero.
¡PENSEMOS! |
¿Qué cosa “demasiado difícil” quisiera usted hacer para Dios? ¿Cuáles serían algunas tareas menos difíciles que puede hacer para prepararse para ese reto mayor? |
Mediante pruebas 7:1–8
Después de la doble señal del vellón (6:36–40), Jehová probó la fe de Gedeón al reducir su ejército. Al caudillo israelita le había parecido muy difícil que sus 32,000 milicianos pudieran enfrentar a los 135,000 madianitas (ver 8:10). Cuando 22,000 de sus efectivos volvieron a casa (7:1–3), su fe fue puesta a prueba al máximo. Después que Jehová eliminó a todos los demás, excepto a 300 (7:4–8), era absolutamente absurdo pensar que Gedeón pudiera vencer al enemigo.
Sin embargo, como ya hemos visto, antes de estas pruebas Dios había concedido a Gedeón señales impresionantes (6:17–21, 36–40) y posteriormente le dio otra (7:9–15). De manera que la fe del adalid israelita pasó por un proceso de estira y afloja.
PROPÓSITO DE DIOS
- Señales
- Tareas graduadas
- Pruebas
¡PENSEMOS! |
¿Qué pruebas le ha enviado Dios a usted? ¿Qué ha aprendido a través de ellas? ¿Está sufriendo una prueba ahora? ¿Qué beneficio le podría traer? ¿Cómo pueden las pruebas prepararle para servir mejor al Señor? |
EL LIBERTADOR SE GRADÚA CON HONORES (7:16–25)
La combinación de señales, pruebas y tareas graduadas fortaleció la fe de Gedeón de tal manera que entró en la batalla plenamente convencido de que Dios le daría la victoria (7:15). Por cierto, utilizó una estrategia muy acertada para engañar a los madianitas (7:16–19). Sin embargo, para que su estrategia tuviera éxito se requería que el enemigo creyera (a) que detrás de cada antorcha y trompeta había toda una compañía de milicianos (7:20) y (b) que los israelitas ya habían penetrado en el campamento madianita (7:21–22a). Por supuesto, sólo Jehová podía garantizar que esa confusión tendría éxito y que como resultado, vendría una contundente victoria para los israelitas (7:22b–25).
¡PENSEMOS! |
¿El hecho de que Gedeón utilizara una estrategia implica que le faltaba fe? ¿Debemos emplear estrategias y planificación para servir a Dios hoy, o es mejor confiar en él con sencillez? |
Williams, G. (1995). Estudios Bı́blicos ELA: Dios permanece fiel (Jueces y Rut) (33). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.