Un Culto Corrupto Jueces 17:1–18:31

Me reunía semanalmente con un grupo de personas no evangélicas para estudiar la Biblia. Leían las Escrituras con una mente abierta y un espíritu hambriento. Cuando me uní al grupo, varios de ellos ya confiaban en Cristo, y con el tiempo, otros tomaron el mismo paso de fe. Puesto que algunos participaban en otro grupo religioso también, un día uno de ellos me comentó que nuestro group había crecido espiritualmente mucho más que el otro. Cuando le pregunté a qué se debía eso, me contestó: “En este grupo estudiamos la Biblia; en el otro, no”.

En verdad la Palabra de Dios hace mella en nosotros. El otro lado de la moneda es que la ignorancia de las Escrituras trae consecuencias funestas. Tal fue la experiencia de los israelitas en Jueces 17 y 18.

Al igual que el prólogo (1:1–3:6), el epílogo de Jueces está compuesto de dos partes. La primera relata el origen del santuario de Dan (17:1–18:31), y la otra, la guerra civil contra Benjamín (19:1–21:25). Estos eventos acontecieron en la primeras generaciones del período de los jueces (ver 18:30; 20:28), pero el autor los coloca al final del libro como ejemplo mayúsculo de la infidelidad de Israel a Jehová.

EL SANTUARIO ILEGÍTIMO DE MICAÍA 17:1–13

La fundación 17:1–6

A la madre de Micaía alguien le había robado mucha plata (17:2a; acerca de los 1,100 siclos, ver la explicación de 16:5 en el capítulo 8). Como ella no sabía quién era el ladrón, lo maldijo pidiendo que Dios lo castigara (17:2a; comp. Deuteronomio 27:24).

El culpable era Micaía (17:2b). No había temido a Jehová cuando robó a su madre, pero la maldición le dio miedo. Su religión se había convertido en superstición, divorciada de las exigencias éticas de la Ley de Moisés.

Por temor entonces, Micaía confesó su delito. Cuando su madre se dio cuenta de que había maldecido a su propio hijo, trató de deshacer lo dicho con una bendición (17:2b).

Micaía ya había quebrantado dos de los Diez Mandamientos: el de honrar a su madre (Éxodo 20:12), y el de no hurtar (Éxodo 20:15). En seguida, la madre violó otro. Cuando su hijo le devolvió la plata, ella la consagró para hacer una imagen a Jehová (17:3–4; comp. Éxodo 20:4). Micaía y su madre se consideraban adoradores de Jehová, pero les faltaba la orientación de la palabra de Dios.

En el v. 4, la madre quebrantó todavía otro mandamiento. Había consagrado toda la plata a Jehová para una imagen (17:3; el hebreo indica que se trataba de una imagen que tenía dos partes, una de talla y la otra de fundición), pero entregó solamente 200 siclos al fundidor (17:4). De manera que ella tomó en vano el nombre de Jehová (ver Éxodo 20:7) al no cumplir su juramento a cabalidad (comp. Levítico 19:12; Números 30:2).

Micaía colocó la imagen en un santuario que tenía, juntamente con un efod y terafines (17:4b–5a). La expresión que se traduce como “casa de dioses” puede también significar “casa de Dios”. Para Micaía su santuario era de Jehová, pero para el autor del libro, era de dioses falsos. La casa de Dios legítima estaba en Silo (ver 18:31). La Ley de Moisés no autorizaba el establecimiento de un santuario sin que mediara una revelación especial de Dios (ver Éxodo 20:24; Deuteronomio 12:5).

Micaía veía el efod como un medio de adorar a Dios, pero fácilmente se podía convertir en un ídolo (ver la explicación de 8:27 en el capítulo 5). Los terafines eran imágenes caseras que algunos israelitas usaban en la adoración a Jehová (comp. 1 Samuel 19:13, 16, donde la palabra que se traduce como “estatua” es literalmente “terafín”; ver también Oseas 3:4). Sin embargo, se consideraban ídolos según 1 Samuel 15:23 (donde la palabra que se traduce como “idolatría” literalmente significa “terafines”) y 2 Reyes 23:24.

Micaía instaló a uno de sus hijos como sacerdote de su santuario (17:5b), infringiendo así todavía otra ley. Solamente los descendientes de Aarón tenían el derecho de ejercer el sacerdocio (Números 3:10).

VIOLACIONES DE LA LEY DE

MOISÉS POR MICAÍA Y SU MADRE

  1. Hurtar
  2. Deshonrar a la madre
  3. Hacer imagen
  4. Tomar el nombre de Jehová en vano
  5. Tener un santuario no autorizado
  6. Poner un sacerdote ilegítimo

Por si acaso pensábamos que Micaía fue un caso excepcional, el autor aclara que en ese tiempo “cada uno hacía lo que bien le parecía” (17:6). Como veremos en Jueces 18, toda la tribu de Dan cometió errores similares a los de Micaía, y aún más graves.

Su sacerdote levítico 17:7–13

Entre tanto, un joven levita que vivía en Belén, salió de allí en búsqueda de una mejor vida (17:7–8a). Viajando hacia el norte, llegó a la casa de Micaía (17:8). Este vivía en el “monte de Efraín”, el cual no era una montaña, sino la región montañosa que se encontraba en el centro de Israel, entre la frontera sur de Benjamín y la frontera norte de Manasés.

Cuando Micaía supo que el joven era levita, le ofreció empleo como guía religioso y sacerdote de su santuario (17:9–10). Puesto que los levitas eran los maestros de la Ley de Moisés (ver Deuteronomio 33:10), el joven debía rechazar la propuesta de Micaía y enseñarle acerca de la adoración legítima, pero todo lo contrario, aceptó gustosamente la seguridad económica que le ofrecía y la oportunidad de ejercer el sacerdocio (17:10b–12).

Micaía creía que con su santuario y con un levita por sacerdote, Jehovák tendría que bendecirlo (17:13). No se daba cuenta de que no estaba cumpliendo con el culto que Dios exigía. Como vemos adelante, el santuario y el sacerdote no le trajeron prosperidad. Al contrario, fue despojado de sus bienes.

¡PENSEMOS!
Cuando Micaía y su madre quisieron agradar a Dios, no supieron cómo hacerlo. ¿Usted conoce a alguien con ese mismo problema? ¿Qué errores comete? ¿Por qué no sabe cómo agradar a Dios? ¿Cómo le puede ayudar usted? ¿Cómo puede usted evitar caer en formas equivocadas de tratar de agradar a Dios? ¿Cómo puede la iglesia evitarlo?
¿Quién era más culpable: Micaía, o el levita? ¿Por qué? ¿Qué aprende usted para su vida de esto?
Micaía pensaba que Jehová tendría que bendecirlo por la forma en que lo adoraba (ver 17:13). Si adoramos a Dios en la forma correcta, ¿nos tendrá que bendecir?

EL SANTUARIO ILEGÍTIMO DE DAN 18:1–31

Su sacerdote levítico 18:1–26

Contactado (18:1–10). Entre tanto, los danitas todavía no habían logrado conquistar el territorio que Jehová les había asignado (18:1b; ver 1:34–35). Por lo tanto, despacharon a cinco espías para buscarles otro (18:1a, 2a).

Viajando hacia el norte, los cinco llegaron a la casa de Micaía (18:2b), que aparentemente se encontraba cerca de una ruta principal. Los danitas hubieran pasado de largo, pero cuando estaban a la par de la casa, oyeron y reconocieron la voz del levita (18:3a). Se apartaron del camino para saludarlo y preguntarle qué hacía tan lejos de Belén (18:3b). Él les explicó que Micaía le había contratado como sacerdote (18:4). El vocablo que seha traducido como “tomado” literalmente significa “contratado”. Muestra que el levita veía su sacerdocio como un empleo (no dijo “me ha consagrado”, ver 17:5, 12). Él “consultó” a Jehová acerca de los danitas (18:5–6; para esto usaría los terafines, ver Ezequiel 21:21; Zacarías 10:2), y les consiguió posada en la casa de Micaía (18:2b).

La mañana siguiente, los espías continuaron su viaje hasta llegar a Lais, 35 kms. al norte del mar de Galilea o Cineret (18:7a). Vieron que la ciudad se podía conquistar fácilmente, ya que no contaba con vigilancia ni tenía aliados cercanos (18:7b). Como los sidonios (es decir, los fenicios), los de Lais vivían del comercio, y no acostumbraban salir a la guerra.

Con base en lo que habían visto y el oráculo del levita, los espías regresaron a sus compatriotas con un informe halagador (18:8–10). Les exhortaron a ir luego para tomar a Lais y la tierra circundante.

Contratado (18:11–26). Así, las cosas, 600 guerreros danitas (18:11) con sus familias y posesiones (ver v. 21) partieron de su tierra en dirección a Lais. Después de hacer escala al occidente de Quiriat-jearim (18:12), llegaron a la región montañosa de Efraín (18:13a). Cuando pasaban por la casa de Micaía, los cinco espías les informaron acerca del santuario, concluyendo con: “mirad, por tanto, lo que habéis de hacer” (18:14). Lo que debían hacer era destruir el santuario idolátrico, pero los espías tenían en mente algo muy distinto.

Entrando en la propiedad de Micaía, los cinco se dirigieron a la casa del levita para saludarlo (18:15). Regresaron con él a la puerta de la propiedad, donde estaban los 600 expedicionarios (18:16). Mientras el joven estaba distraído saludando a éstos, los espías subieron al santuario que se encontraba en la parte más elevada de la propiedad y quitaron las dos partes de la imagen, el efod, y los terafines (18:17). Como Micaía, creían que si obtenían los mejores objetos de culto, Dios los bendeciría, aunque lo hubieran conseguido robando a un hermano israelita.

Cuando el levita cuestionó a los espías (18:18), le ofrecieron el sacerdocio de su tribu (18:19). De nuevo, en vez de reprender la maldad, él se alegró por la oportunidad de un ascenso (18:20a). Lejos de sonar la alarma, se hizo partícipe del robo, tomando los objetos cúlticos y colocándose en medio de los danitas para mayor seguridad (18:20b).

Al retirarse, la tribu se preparó, esperando un ataque por la retaguardia (18:21). Efectivamente, Micaía y sus vecinos los alcanzaron (18:22), pero los 600 guerreros rechazaron su ataque respondiendo con amenazas de muerte (18:23–26).

¡PENSEMOS!
¿Qué motivó a Micaía a robar a su madre? ¿A tener un santuario y un sacerdote? (Ver 17:13) ¿Qué motivó al levita a aceptar el sacerdocio de Micaía? (17:10) ¿A aceptar el sacerdocio de Dan? (18:19) ¿Qué le motiva a usted? ¿En qué es mejor su motivación que la de Micaía y el levita?
¿En qué consistió la ingratitud del levita hacia Micaía? (ver 17:11; 18:20) ¿La que mostraron los danitas? (ver 18:2) ¿Ha sido usted desagradecido con alguna persona?
Micaía ereía que el santuario y el sacerdote le traerían prosperidad (17:13). ¿Qué le trajeron en realidad? (18:24) ¿En qué maneras fue el levita un factor para que se efectuara el despojo? (18:3a, 20) ¿En qué debía confiar Micaía para prosperar? ¿En qué confía usted para prosperar?
¿Qué evidencias hay de que la religión de Micaía estaba desprovista de principios éticos? (Ver 17:2) ¿La del levita? (Ver 17:11; 18:20) ¿La de los danitas? (ver 18:17–25) ¿Hay evidencias de que la religión de usted también está desprovista de principios éticos? ¿Qué evidencias hay de que la ética es parte integral de su religión?
¿Qué relación hay entre el delito que Micaía cometió (17:2) y el del los danitas? (18:17–24) ¿En qué sentido se manifiesta la justicia de Dios en esto?

Su fundación 18:27–31

Cuando los danitas llegaron a Lais, atacaron la ciudad indefensa, masacrando a los habitantes y quemando los edificios (18:27–28a). Posteriormente la reconstruyeron (18:28b), la bautizaron “Dan” (18:29) y establecieron allí un santuario al nombre de Jehová (18:30). Sin embargo, la verdadera casa de Dios estaba en Silo (18:31). Así como en el caso de Micaía, el santuario idolátrico no trajo la prosperidad esperada a Dan, sino que esa tribu sufrió el cautiverio (18:30).

El autor ha guardado hasta el final una sorpresa más: ¡El joven levita era nieto de Moisés! (18:30). Ahora entendemos por qué los espías danitas reconocieron su voz (18:3). Ahora nos damos cuenta de que la decadencia que se relata en los capítulos 17–18 no fue producto de siglos de desorden, sino que ocurrió al principio del período de los jueces (comp. 2:7–11). Y ahora vemos que ni el nieto de Moisés mismo se mantuvo fiel a la ley.

MOISÉS

(dador de la Ley)

GERSÓN

(primogénito de Moisés, Éxodo 2:22)

JONATÁN

(nieto idólatra de Moisés)

¡PENSEMOS!
¿En qué sentido es Jonatán una evidencia de que la fe no se hereda, sino que cada generación tiene que apropiársela? ¿Cómo puede usted ayudar a sus hijos a tener una fe personal en Dios y que sean fieles a él?
¿Qué relación hay entre Proverbios 29:18a y los problemas de Jueces 17–18?

SIN PROFECÍA EL PUEBLO SE DESENFRENA;

MAS EL QUE GUARDA LA LEY ES

BIENAVENTURADO.

PROVERBIOS 29:18

Williams, G. (1995). Estudios Bı́blicos ELA: Dios permanece fiel (Jueces y Rut) (84). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.