La Salvación es por Gracia, no por Obras

Predicas Cristianas | Estudios Biblicos

Texto Biblilco: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” Efesios 2:8

La salvación de nuestras almas es un regalo de Dios para la humanidad ya que si Él hubiese decidido cobrar por semejante sacrificio nadie podría pagarlo. Pero como Dios es incomprensiblemente bueno y amoroso, ha decidido ofrecer el acceso a una eternidad con Él sin costos monetarios ni por obras humanas en absoluto. El hombre simplemente debe aceptar Su sacrificio, arrepentirse de sus pecados y vivir tomado de la mano de Dios.

No obstante, pareciera que esa verdad aún no ha sido comprendida por algún sector de la iglesia, pues a pesar de que se ha dicho en las prédicas cristianas, algunos miembros se comportan como si los dones y talentos que Dios mismo les ha dado, al igual que sus valiosos ministerios, fueran lo que va a abrirles las puertas del cielo.

Dios valora los sacrificios y el servicio que le ofrecemos, pero sólo su gracia nos da la salvación.

Vamos a ver brevemente tres historias que la Biblia cuenta en las que podremos comprobar que la salvación no está en nuestros muchos actos públicos de servicio, sino en la gracia de Dios.

I. Judas, el discípulo que vendió a su maestro.

Por lo general, cuando uno recuerda el nombre de Judas, la primera palabra con la que se asocia es con la traición. Pero hay más cosas interesantes que podemos conocer de la vida de Judas Iscariote.

A. Judas fue escogido por el mismo Jesús para seguirle. Mateo 10:1-4.

Según este pasaje, Judas también tenía autoridad sobre espíritus inmundos y para sanar enfermedades.

B. Judas tenía una responsabilidad: era el tesorero. Juan 12:6.

En este relato, además de la maravillosa historia que se registra, hay un detalle muy interesante. Dice “teniendo la bolsa”, refiriéndose a Judas. Esta ‘bolsa’ es el dinero que recibían los discípulos y que Judas estaba encargado de administrar. ¿Qué da a entender esto? Que aún después de haber sido escogido por el mismo Jesús, le dieron una responsabilidad, lo que hoy en día nosotros en la iglesia conocemos como ministerio.

C. Judas pasa a la eternidad sin haberse arrepentido. Mateo 27: 5

Al ver semejantes credenciales de Judas: Llamado por Jesús, con autoridad para hacer cosas impresionantes y con un ministerio, ¿quién podría imaginarse un final tan trágico?

Pero así fue. Judas, atormentado en su conciencia después de haber traicionado a su maestro, no recurrió a los pies de Jesús para arrepentirse como sí lo habían hecho algunas prostitutas y cobradores de impuestos (a quienes el pueblo censuraba categóricamente), sino que tomó la peor decisión: suicidarse.

II. Saúl, el rey que se rebeló.

Saúl fue el primer rey de Israel. Dios dio instrucciones al profeta Samuel para que lo ungiera, y fue así como empezó la historia de los reyes de esta nación.

A. Dios mismo eligió a Saúl. I Samuel 9: 17.

El pueblo de Israel había pedido un rey y Dios mismo se encargó de escogerlo. Fue Saúl, un muchacho un tanto tímido pero con las características que Dios quería para aquel que iba a gobernar a Su pueblo.

B. Saúl fue un gran líder y tuvo grandes triunfos. I Samuel 11.

En este pasaje se registra una de las grandes obras de Saúl: derrotó a un ejército enemigo y ganó bastante popularidad entre los israelitas. Hoy en día hay muchos con bastante popularidad y buen nombre en la iglesia también, muchos imparten prédicas cristianas y enseñan ¿verdad? Tienen mucho prestigio y parece que son ‘garantía’ de que Dios los usa.

C. Saúl se rebela y es desechado por Dios mismo. I Samuel 15: 16-23.

El haber sido llamado por Dios mismo no significa que uno pueda hacer lo que quiera. Dios le había dado órdenes muy claras a Saúl acerca de no dejar nada de los Amalecitas. Sin embargo Saúl desobedeció dichas palabras y tomó cosas y se las guardó. Esto desagradó a Dios y le desechó como rey.

D. Saúl pasa a la eternidad sin estar en paz con Dios. I Samuel 31: 4.

Saúl nunca pudo superar su pecado de rebelión y las consecuencias lo acompañaron toda su vida. Además, se llenó de celos amargos contra David, consultó a una adivina y definitivamente no tuvo un arrepentimiento genuino.

Su final, trágico: huía del ejército filisteo que le acorraló y finalmente decidió suicidarse, como lo haría Judas unos siglos después.

III. Los ladrones de la cruz

En el evangelio de Lucas capítulo 23 versículos 39 al 43 registra una maravillosa historia de la cual hay mucho que aprender.
Jesús fue crucificado junto con 2 malhechores, se cree que eran ladrones. Uno de ellos le dijo de manera desafiante a Jesús que demostrara su poder y se bajara de la cruz y los bajara a ellos también.

Pero el otro, conmovido por saber que Jesús era inocente y que ellos por el contrario sí estaban pagando el precio de sus crímenes, tomó la última oportunidad de su vida para humillarse ante el Hijo de Dios y entregarle su vida aunque de ella no quedara ya mucho. Aquellas palabras “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” fueron respondidas por Jesús con unas fantásticas palabras de amor: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Conclusión:

Querido lector, oyente y amigo que está atendiendo a esta prédica; la salvación es por la gracia de Dios, única y exclusivamente por Su gracia. Estos dos últimos personajes a lo mejor habían dedicado su vida a delinquir, a herir a otras personas y a hacerle daño a la sociedad. Pero podemos ser testigos de que aún esos que parece que han comprado el tiquete a una eternidad sin Dios tienen también las mismas posibilidades que todos nosotros tenemos de obtener la salvación gratis, porque Dios nos ama por igual.

No hay ministerio, don, talento u obra que compre la salvación. Solo la gracia de Dios y una vida arrepentida pueden llevarnos a Él. No descuide ese maravilloso y único regalo creyendo que por ser un líder reconocido ya tiene el mundo a sus pies. No es cierto. Hay que cuidar esa salvación tan grande (Hebreos 2:3). Siga sirviéndole a Dios ya que es un privilegio y además un deber de todo cristiano, pero tenga claro que no son sus obras lo que lo llevarán al cielo.

En algunas prédicas cristianas se ha dicho que en el cielo habrá muchas sorpresas. Imagínese usted haber vivido junto con Saúl el rey de Israel, Judas el discípulo de Jesús y los dos ladrones, y encontrarse en el cielo solo a uno de los ladrones; ¡increíble! Pero esas cosas pueden ocurrir. Jesús salva por gracia, no por obras.