Si nuestras rebeliones son contra los principios de Dios y contra las autoridades que Él ha puesto; esto equivale a hacerle la contra al trono de Dios.
La rebelión de lucifer tuvo lugar en el mismo trono.
Discípulos son aquellos que están bajo autoridad. Un discípulo sabe atraer a las almas para que se pongan a los pies del Maestro.
Romanos 13:1
Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.
Sólo los discípulos tienen conocimiento. Este conocimiento les viene por guardar y obedecer.
El verdadero conocimiento es ver a Jesús. El discípulo siempre está en casa, en el lugar de culto, haciendo, obedeciendo y amando.
Un discípulo no se opone a la autoridad ni resiste la verdad, incluso daría la vida por la dicha verdad.
Venir a la congregación es para aprender a tomar conciencia, que está basada en la ley divina.
Si no hay conciencia el pecado se aumenta sin límites.
Llenos del Espíritu si podemos contrarrestar las asechanzas del enemigo.
Los discípulos no pueden actuar nunca en su propio nombre. Una palabra que desciende de lo alto, no debe caer a tierra nunca. El compromiso para los discípulos empieza cuando reciben las órdenes de la palabra.
La intención de Lucifer era suplantar la autoridad del hijo en el Cielo. Está el discípulo de Jesús (que es el apóstol) y están los discípulos del apóstol. Es muy fácil deslizarse y hacer nuestra propia voluntad.
Oír, guardar y dejarse enseñar, esto es lo correcto. El Espíritu Santo se encarga de enseñarnos a Cristo.
Cuando el creyente se vacía cae en depresión.
El Señor le pagó lo mismo a aquellos obreros que fueron contratados a la última hora que a los que fueron llamados a primera hora.
No depende del tiempo que hace que somos cristianos, sino, las horas que nos concentramos en El y nos alimentamos.
Al final de nuestros días lo que contará será si hemos sido fieles.
Los que maduran en su conciencia, saben entender cual es el camino a elegir. Lo contrario a los maduros, son los que se dejan mimar por su propio pecado.
Jesús demostró que era Él discípulo del Padre. También se bajó al nivel de un esclavo, cuando le lavó los pies a sus discípulos. El Creador de todo se humilló ante su creación.
El que da cuentas de sus actos, está en el camino del discípulo, estos son los que no van por libre en sus decisiones.
A un buen discípulo le gustan los principios de Dios y el primer principio de Jesús fue darle la Gloria al Padre.
Satanás no teme al Pastor por el bien que predica, o los milagros que hace, sino que teme si éste está bajo autoridad del Espíritu.
La “cola” en la congregación no tiene reverencia. La cabeza son los que ven al Señor y entienden su mirada.
Los que pertenecen a la “cola” se mueven mucho y aparecen en cualquier sitio pero no tienen orden ninguno.
El discípulo es valiente, da la cara y siempre quiere más de la Palabra de Dios.
Debemos estar listos para vivir la hora postrera de la Iglesia de Cristo.