APTOS PARA ENTRAR
Los creyentes que vuelan alto para tomar visión son águilas, creyentes restauradores. Por el contrario, los que miran hacia abajo, no conocen la adoración espiritual, son como buitres destructores que solo se alimentan de la carne muerta de creyentes que no crecen. Nuestra mente se tiene que salir del “gallinero” para vivir en la renovación de la adoración.
En Israel no se cuentan por bienaventurados sino por dichosos. Los dichosos de Dios están llenos de los pensamientos divinos. Nuestra mente natural está expuesta a muchos trastornos.
Debemos llevarla cautiva a que Cristo la controle. Las cosas que Dios no dió hace tiempo y hoy por hoy, tampoco las tenemos, es porque no pagamos el precio de tomar esa responsabilidad. En el Antiguo Testamento, la voluntad del Padre era que sus Profetas le conociesen. Los cristianos que cuando tienen fuerzas luchan por cuidar la bendición de Dios, después de pasar el tiempo no tendrán que lamentarse. Lo que nos debe convencer es el desespero de los hermanos por servir a la familia de la fe. “Dios no puede ser visto, solo Él puede verse a si mismo”
Nadie puede ir al Padre si el hijo no hace el puente para ello. Juan 1:18
El Rey Asuero mandó llamar a la reina Vasti, para que se presentase delante suyo con el mejor vestido y la corona real, y ésta no se presentó. Nosotros, de la misma manera, somos llamados a obedecer delante de la presencia de Dios con la mejor disposición, el mejor vestido y la mejor purificación. Vasti fue castigada delante de todo el pueblo por no cumplir el llamado.
Nosotros, al Pastor de la congregación, no podemos acercarnos y decirle “lo siento” pues él no puede retirar la demanda de Dios para nosotros.
Dios es Dios, únicamente, de los que tienen fe.
Juan 8:42
Juan 20:28
Juan 14
Los religiosos conocían la Palabra pero no le conocieron a Él.
Juan 4:24
El Señor no hace nada, a menos que tome un instrumento expiatorio.
Cada bendición conlleva una responsabilidad muy grande. Si nosotros no caminamos con Dios, Él no camina con nosotros.
Entre nosotros debe verse la plenitud de Cristo en nuestro rostro. Es como la señal de Rut que dijo: “tu Dios será mi Dios, tu pueblo mi pueblo.”
Por eso debemos tener a los hermanos que están alimentados de la dádiva de Dios, más cerca que ningún otro.
El Espíritu Santo es de una naturaleza que no puede ser explicada con nuestro conocimiento humano.
La naturaleza que tenía el tabernáculo levantado en el Antiguo Testamento era madera forrada de oro. Nuestra naturaleza que es de madera debe estar recubierta por el oro de la purificación del Señor.
La delicia del Padre con sus hijos es el contacto con la naturaleza divina que Él mismo ha puesto en nosotros.
Dios tuvo que crear algo, para que el hombre pueda ser como Dios en un punto. Lo que Él creó fue que nos amemos unos a otros, como Él nos ha amado primero. Él ha creado esta posibilidad de ser como Él.
El amor no tiene envidia, no critica, no se burla, no participa de chismes. Este parecido con el Padre es exclusivo de aquellos que han dado su vida por Dios.
Los “candidatos” de entregarse en todo, tienen que esforzarse hasta el final.
El rey recibió el mayor desprecio que se podía recibir.
Dios vive en nuestro pensamiento cuando estamos en concentración divina. Un envidioso nunca tendrá un amigo de verdad. Los envidiosos no saben discernir la verdad de otro hermano.
Tomás necesitaba la confirmación física de la resurrección de Cristo. Tocando sus manos y su costado recibió el mismo impacto que otros recibieron sólo por la fe.