EL QUIROFANO DE DIOS
El Señor nos mete en un quirófano espiritual para cambiar nuestro viejo corazón por uno nuevo. El galardón y el premio sólo se haya en los que están en Cristo. Cuando nuestra carne es fuerte, el espíritu está débil, pero cuando nuestra carne es débil, nuestro espíritu está fortalecido. Los dones los recibimos para ponerlos en servicio de la obra del Espíritu.
Debemos esforzarnos para salir de la religiosidad, del legalismo. Pablo dijo: “Se contentarme cualquiera que fuere mi situación”. Cristo nos quita nuestro pecado y lo echa al fondo del mar. Romanos 8:1,3
8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
8:3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; Libres en el espíritu y sujetos a Cristo. Esfuérzate en Jesús y prosperará tu alma. Romanos 8:4,5,6
8:5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.
8:6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
Debemos hacernos transfusiones de fe, de espíritu a través de la Palabra. Únicamente Cristo pagó el precio de un alma y sólo por Él debemos dejarnos dominar.
Debemos alejarnos de todas las cosas que nos pueden “intoxicar”.
O somos carnales o somos espirituales.
Si bendecimos al Señor glorificándole, Él también nos bendice.
En la adoración Dios nos proporciona y nos cubre todas nuestras necesidades.
Dice las escrituras “aquel que os suministra …”
Una persona contenta y positiva, como era Pablo, contagia a los que están a su alrededor.
El que sufre y padece, el que se niega a si mismo y es esforzado, reinará juntamente con Cristo.
No olvidemos que hay motivos suficientes para vivir este tipo de vida consagrada a El.
Para los que están en Cristo, no hay condenación.
Necesitamos material, género espiritual para hacer la obra de Dios.
Si no somos personas de ánimo, no podremos soportar la presión del hombre viejo que está dentro nuestro.
Somos nuevas criaturas para vivir nuestra vida en Cristo.
El único que nos santifica es Jesús. Amarás a Dios con todas tus fuerzas y a tu prójimo como a ti mismo.
Debemos transmitir vida y esperanza. No prosperará el mal, para los que caminan en Cristo. Nuestra confianza es Dios.
No andamos conforme a la carne sino conforme al Espíritu, a la verdad.
“El que comenzó la buena obra, la perfeccionará”