LA SABIDURIA DE DIOS
La sabiduría de Dios la perdió el pueblo de Israel hace dos mil años. El saber rectificar es de sabios. Muchos a lo largo de su vida
Cristiana no acaban de encontrar su lugar en el cuerpo. El sabio también suele ser aquel lleno de ánimo, las palabras del sabio, son
para nosotros como un ancla para el mañana.
El que no tiene sabiduría hoy en día se pierde más que en cualquier otro tiempo. Cuando buscamos la sabiduría es que ya somos
sabios. La sabiduría hace volver al hombre a Dios y el que no es sabio vuelve al vómito.
Nadie es fiel si primero no renuncia a todo lo que posee. Cuando Dios nos trata como amigos, quiere decir que dentro de su
voluntad somos formados por completo. La carrera del sabios es legítima.
Proverbios 5:10
Dios mete en un sueño al pastor de la congregación y este involucra a todos los que están bajo la cobertura.
Sin sabiduría mezclamos los sueños del alma con el sueño de Dios. Saber separar lo que pertenece al sueño que es de la palabra.
El pastor sabio no es aquel que habla palabras blandas a sus ovejas sino que la palabra dada a su tiempo y con el peso que le
corresponde.
El sabio vigila de cerca los pasos y los movimientos de su maestro, no deja pasar ninguna oportunidad para arrepentirse oyendo la
palabra.
El pecado no varía, no se transforma ni pierde fuerza, sino que se tiene que guardar el sabio de andar en el camino de las
lumbreras.
El sabio brilla por la luz que se le manifiesta al vivir enganchado a la verdad. El sabio por excelencia es Dios, y solo Él sabe dar las
ordenes que nos llevan a la prudencia y a la salvación.
El púlpito en la Iglesia es el “timón” de la congregación y depende de la sabiduría que manifiesta el pastor, así seremos llevados a
vivir o a morir. Si somos sabios , el timón de nuestra vida, nos llevará a vivir.
Nada de lo sobrenatural nunca reposará sobre un ser que no es sencillo. Nos tenemos que encontrar a nosotros mismos, esto es
buscar la sabiduría.
Ser sabios es saber dar, saber amar, habitar en su casa todos los días, temer al hablar etc…
Él Señor piensa siempre y de continuo en sus pequeños sabios. Ser de Él, es lo máximo a lo que podemos aspirar. No nos
podemos ganar el respeto de los demás si no nos movemos con el sabio.
Jesús no les puso limites a sus discípulos, y la meta para ellos era parecerse a su Maestro. Pedro se lo tomó muy en serio. Dios no
obra por medio de las fuerzas humanas. Lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
1ª Corintios 1:26
Una gota de la sabiduría de Dios en nuestra vida produce un espectáculo espiritual a vista de muchos.