ANDAR EN EL ESPIRITU – CAMINO ESPIRITUAL
El que no anda en el Espíritu Santo se quedará fuera. En estos últimos tiempos, se requiere la máxima santidad. No hay tregua para el que se quiere santificar.
No es vivir con una obsesión o pánico para irnos al infierno, sino convicción de mirar a Dios con fe.
Sin fe no agrado a Dios y no lo veo. Con poca fe solo accederé al primer cielo, que es el más bajo.
La vida según la entendemos aquí no será igual en su Reino. La santidad allí se verá reflejado en las ropas con diamantes y piedras
preciosas.
La eternidad en su gloria, no puede contarse con la mente natural.
La nueva Jerusalén posee la cámara de su amado. No hay otra expectativa que no sea de Fe para alcanzar lo celestial.
Cuando uno pone las manos en el arado, es para no volver atrás, nunca más.
Nuestra medida de fe viene determinada cuando no hay maldad en el corazón, y este, está circuncidado del todo.
Los que son espirituales conocen que ciertamente, si Dios no obra en ellos, no podrían hacer nada.
Si hay maldad en mí, gobierna todavía mi alma, y el Espíritu no puede, decidir en nosotros, pero Él no obliga a nadie.
Millones de creyentes llegarán arriba pero sin fruto, estos no serán recompensados por Dios, y no les darán corona alguna.
Los que tienen el Espíritu de verdad, vivirán por el fluir de la santidad, la palabra nos lava cuando es recibida con fe.
Si no hay fe y creencia ciega en su palabra, no seremos conocidos por el hacedor.
Los que son suyos se les conoce porque están en otra dimensión.
El cielo es máxima concentración. Un hombre de señales y prodigios es alguien que vive en dimensiones muy altas.
Si buscamos el reino de los cielos, somos más de allí que de nosotros.