De nuevo la ola del Espíritu viene y enseña a su Iglesia. Todo lo Santo está en el cielo, se hace palpable cuando su Presencia desciende.
El Pastor está para predicar a la congregación, lo que el enemigo ha robado y destruido. La Palabra predicada, construye el cuerpo para el día del rapto.
Aunque supiéramos exactamente el día del rapto, no conseguiríamos estar preparados. Él quiere que le obedezcamos y nos sacrifiquemos, por amor a Él.
La señal de mi amor por Él, es mi adoración. En el cielo no hay tiempo, siempre es la misma hora. Aquí nos limita muchísimo el hecho de que estamos sujetos a un horario.
Dios toma la ciencia espiritual y la transforma para que nosotros la usemos. El novio que es Cristo, ya tiene el traje para la boda. Esto sucede en un pre-rapto. Por mucho que algunos quieran correr para estar listos para evitar la Gran tribulación, no le será concedido. Nuestra transformación para esperar por su venida, no nos viene al saber el día y la hora, sino que es por la Fe en el Hijo.
Hay lugares en el cielo de medio millón de capacidad que serán usados para talleres, de sabios bíblicos que serán escuchados.
Esta generación, la número 1000 estará separada totalmente del resto de la 999, porque será capacitada para estallar con ciencia, conocimiento espiritual, pan y agua para el espíritu que esté sediento.
Estos miembros de la última generación, llevarán a las almas lo que nadie más puede darles. Llevarán a Jesús en persona, por medio de los dones.
“La Cruz se enseñoreó de tener al Hijo crucificado, pero, ahora el Hijo se enseñorea de la Cruz y de la creación entera”.
No podemos pasar de Dios, pero Él si puede pasar de nosotros.
Isaías 53:8
Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.
Somos la generación última en el tiempo pero pasaremos a ser la primera en arrebatar el reino de los cielos. Esta generación no tiene temor de demostrar quién es nuestro Capitán. La Iglesia del rapto es Cristo-céntrica, capaces de perderlo todo con gozo por amor a Él.
La Iglesia verdadera es la que sufre en su cuerpo los sufrimientos de Cristo. Heridas en mis sentimientos no es sufrimiento.
Jesús no bajará más a la tierra con relación al pecado. Él está vestido de Majestad y así será visto por todos.
Cuando decimos «Amén» en la congregación no tenemos que ser escuchados por el Pastor, sino que en el cielo debemos ser oídos. Él está derramando de su Gracia para adornar todo lo que hacemos. Si Él no nos visita, toda nuestra Fe naufraga.
Hebreos 12:5
y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;
Conversión de ficción no es cara a cara con el Maestro. El azote de Jesús es la vara de su boca. No aceptar esta disciplina es quedarse en el Egipto mundano que nos absorbe.
Todo lo que es de Dios ya está escrito, en los libros que el posee. Lo que yo quiero aquí, Él ya lo tiene preparado, pero la Fe debe ser ejercitada por lo que no es física.
Él nos impone cruces a la hora de aguantar, quizás al esposo o a la esposa, para que por esa paciencia, sean alanzadas las moradas celestiales.
Nuestro espíritu contacta con la palabra espiritual del Pastor y podemos tener experiencias sobrenaturales sobre lo que hay preparado en los cielos. La Fe se pone en activo cuando no retrocede al oír su Palabra. Él no obra por los sentimientos no se acomoda a las peticiones naturales. Él se mueve cuando nos convertimos a Él de corazón.
El Señor es celoso de lo que Él ha comprado. Suyos son los que aceptan la disciplina y se humillan ante la voz del Maestro. Si no reconozco al que me enseña ¿Cómo me voy a poner a sus pies? Primero reconozco, me humillo y le obedezco de corazón. Jesús no es un “chulo” que pega o castiga a sus mujercillas, es Señor y nos disciplina con vara de amor y comprensión.
La disciplina de Moisés, le costó cuarenta años en el desierto (despojándose de su viejo hombre) y cuarenta años más al frente de un pueblo escogido pero rebelde.
Lo que va a quedar en este último tiempo, será personas que Jesús será su propia luz.
La última generación no cuenta cuentos al mundo. Les anunciaremos lo que tenemos de Dios. El nombre de Jesús en sí mismo hace temblar a la tierra. Pocos son besados en la mejilla por Jesús. Todo lo que ahora anhelamos de su Presencia, será lo que allí viviremos de forma real.