Biblia

Amor insensato

Amor insensato

por Brennan Manning

La compasión tiene sus raíces en un atrevido gesto de Dios: el ofrecimiento de un amor sin condiciones.

 Durante los últimos quince años he desarrollado mi ministerio enfocado, más que en cualquier otra cosa, en mejorar la imagen que nos hemos formado de Dios. El objetivo de mis enseñanzas acerca del amor incondicional de Dios, Abba Padre, es disipar las ilusiones y los mitos, y ayudar a las personas a experimentar al Dios de Jesucristo. Y creo que este es el primer objetivo de la religión. La religión no tiene que ver con aprender cómo pensar acerca de Dios, sino en lograr un verdadero encuentro con él.

 

Desilusionados

Perder las ilusiones resulta doloroso porque ellas son las que sostienen la vida. El Espíritu de Dios desenmascara las ilusiones; es el gran destructor de imágenes e ídolos. El amor de Dios hacia nosotros es tan maravilloso que no nos permite albergar imágenes falsas, aun cuando nos encontremos demasiado atados a ellas. Dios extrae las falsedades de nuestro interior, sin importar cuán vulnerables nos torne, porque es preferible vivir despojados en verdad que encasillados en una fantasía.

 

Sin embargo, nos seduce la tentación crónica de reducir a Dios a dimensiones humanas; de representarlo en ideas razonables. La razón humana busca entender absolutamente todo en sus propios términos. Pero Dios es Dios. Es mucho más que un ser humano superdotado, con un mejor intelecto que el nuestro y con mayor capacidad de amar que nosotros. Él es único, infinito; nunca fue creado; por completo, diferente a nosotros. Él sobrepasa y trasciende todo concepto humano, toda consideración o expectativa. Él está más allá de nuestra imaginación o razonamiento. Por este motivo Dios es escándalo, tanto para los hombres como para las mujeres, porque no alcanzamos a comprenderlo con nuestra mente finita.

 

Rescatados

Dios nos invita a ensanchar nuestra mente y nuestro corazón, a renunciar a nuestros propios conceptos de justicia, misericordia, amor, rectitud y honestidad. Para un discípulo de Jesús el proceso de crecimiento espiritual implica repudiar gradualmente la imagen irreal acerca de Dios, a fin de cultivar una creciente apertura hacia el verdadero Dios vivo.

 

Las expectativas son nuestro intento sutil de controlar a Dios y manipular el misterio. Ellas nos pueden envolver de tal forma que, cuando Jesús entra en nuestra vida de una manera nueva y sorprendente, no alcanzamos a reconocerlo ni a escuchar su mensaje.

 

¿Cuál fue el mensaje de Jesús con respecto a Dios? ¿Qué predicaba? ¿Qué reveló en realidad? Los estudiosos de la Escritura moderna explican que, si queremos sentirnos más seguros de que estamos en estrecho contacto con la predicación original de Jesús, deberíamos acercarnos a sus parábolas; historias cortas y decisivas que aclaran los puntos fundamentales de su enseñanza. Para nuestro propósito actual, con dos de ellas nos resultará suficiente.

 

 

Escandalizados

La primera se encuentra en el capítulo 20 de Mateo. Es la parábola del obrero de la viña. En plena época de cosecha el hacendado de la viña se dirigió repetidas veces al mercado, para contratar obreros. Tomando en cuenta la época del año y la cantidad de tareas que se debían completar, aquellos que todavía no habían conseguido trabajo a la hora undécima, con toda probabilidad, conformaban un grupo de holgazanes. Sin embargo, porque el hacendado necesitaba obreros convocó también a estos últimos para que trabajaran en su viña.

 

Presumimos que se tomaron su tiempo para llegar a la viña; deambularon por allí y sus tareas fueron mínimas. Nos asombra, entonces, que recibieran el mismo salario que aquellos que habían trabajado la jornada completa. Cuando los sacerdotes de la época de Jesús relataban esta conocida parábola, interpretaban que aquellos que llegaron a trabajar a la hora undécima, ganaron como si hubieran trabajado todo un día porque trabajaron con mayor esfuerzo. En la versión de Jesús, sin embargo, el énfasis no se encuentra en la diligencia de los trabajadores sino en la generosidad gratuita que manifestó el hacendado (entendemos que las familias de los obreros dependían de ese ingreso para su alimento). Fue un acto generoso, por completo demente e insensato. Ningún hacendado o empresario podría comportarse de esa manera y mantener su negocio por mucho tiempo. Incluso hoy día, nos sentimos ofendidos frente a este pago exagerado.

 

Los otros trabajadores tenían razón: «Los hombres que llegaron a lo último, solamente trabajaron una hora», se quejaban, «y usted los trató igual que a nosotros, a pesar de que hemos trabajado durante todo el día a pleno sol» (v. 12 – paráfrasis del autor). Pero el hacendado les respondió: «Amigos míos, no estoy siendo injusto con ustedes. ¿No acordamos cuál sería su pago? Tomen lo que les corresponde y váyanse. Si yo elijo pagarles a los últimos que llegaron lo mismo que a ustedes, ¿no me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío?» (v. 13 – paráfrasis del autor)

 

Dos mil años después de esta historia la comunidad cristiana aún se escandaliza frente a la generosidad divina.

 

Indignados

La parábola de Lucas 15 se refiere exactamente a lo mismo. El hijo pródigo avanzaba por el sendero practicando el discurso que le daría a su padre. El padre, que logra verlo desde lejos, corre a su encuentro. El joven apenas consiguió pronunciar la primera frase de su discurso cuando su padre lo abrazaba y daba órdenes de que lo vistieran con la mejor ropa y organizaran un gran festejo: una manera por demás impropia para tratar a un hijo transgresor. El joven era todo un malcriado; si el padre lo vuelve a malcriar, ¡¿cómo aprenderá?!

 

Nos identificamos con el otro hermano de esta historia, que murmuraba: «¡Esto es inaudito! Durante todo este tiempo he estado sudando, alimentando al ganado que mi padre ahora cocinará para este pecador. ¡Mi padre realmente ha perdido la razón!»

 

La liturgia de la Pascua francesa expresa: «Lámour de Dieu est folie», el amor de Dios es insensato. Y Jesús manifiesta que el objetivo de esta insensatez es despertar el gozo. El hacendado les reprochó a aquellos que trabajaron todo el día su falta de disposición a elogiar su generosidad. El padre se sintió consternado cuando su hijo mayor no quiso formar parte de la fiesta de bienvenida que daba a su hermano. «El amor extravagante de Dios», Jesús aclara: «demanda una respuesta gozosa de nuestra parte» (paráfrasis del autor).

 

Amados

Las parábolas de Jesús revelan a un Dios que es consistentemente exagerado a la hora de amar y perdonar. Jesús retrata a Dios como el magnánimo prestamista que cancela una deuda, como el pastor que busca a la oveja perdida, o el juez que escucha la oración del recaudador de impuestos. En las historias de Jesús, el perdón divino no depende de nuestro arrepentimiento o de nuestra habilidad de amar a nuestros enemigos o de un acto heroico. El perdón de Dios depende solamente del amor por el cual creó a la raza humana.

 

El Dios del judaísmo perdona a la persona que ha cambiado, que ha compensado el mal que cometió y que ha demostrado que lleva una vida mejor. Bajo el antiguo pacto no se encuentra perdón para aquellos que son pecadores: el pecador enfrenta el juicio. Pero el Dios de Jesús no nos juzga, porque él ama incluso a aquellos que son malvados. En una palabra, el Padre de Jesús ama a los pecadores. El Padre de Jesús ama a todos, sin importarle sus acciones. Y esto, por supuesto, nos resulta demasiado inverosímil para aceptarlo.

 

Dios no condena, sino que perdona. El pecador es aceptado incluso antes de arrepentirse. Para él, el perdón lo da con garantía; solamente se debe aceptar el regalo. Esta es una verdadera amnistía, sin costo alguno. El evangelio de Jesucristo es la historia del amor del Dios con nosotros. Comienza a partir de un perdón sin condiciones: la única condición es confiar en la fe. El cristianismo se manifiesta cuando los hombres y las mujeres experimentan la inquebrantable fe y la increíble confianza que proviene de conocer al Dios de Jesús. No existen motivos para ser cautelosos, escrupulosos, prudentes o temerosos de este Dios. Tal como escribe Juan en su Primera Carta: «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor» (1Jn 4.18 – nblh).

 

El amor de Dios se basa en la nada, y el hecho de que se base en la nada nos provee seguridad. Si se basara en cualquiera de nuestras acciones, y como lo que hacemos se derrumba, entonces, el amor de Dios también se derrumbaría.

 

Se adaptó de The Relentless Tenderness of Jesus, Revell 2004. Todos los derechos reservados. Se publica con permiso.

 

Publicado en Apuntes Pastorales Vol. XXX-1, edición de septiembre – octubre de 2012.

 

Preguntas para estudiar el texto en grupo:

1.       Según el autor, ¿cuál es el primer objetivo de la religión?

2.       ¿Cuáles ilusiones y mitos de su imagen original de Dios ha ido abandonando usted?; ¿consideraría la posibilidad de que en su imagen actual de Dios haya pasado por alto algunas ilusiones o mitos que le impidan un acercamiento más íntimo con el Señor?

3.       Según el autor, ¿qué sostiene nuestras pretenciosas expectativas de quién sea Dios?

4.       ¿Cuáles son las dos parábolas que el autor recomienda examinar para conocer si nos hemos aproximado lo suficiente a la predicación original de Jesucristo? ¿Por qué esas dos parábolas?

5.       ¿Qué pistas de la predicación de Jesús nos deja cada una de estas dos parábolas?

6.       ¿Qué diferencias expone la predicación del Señor entre el perdón del Dios de Jesús y el perdón del Dios del judaízmo? ¿Qué nos hablan de la imagen del Dios de Jesús estas diferencias?