por Dr. Kreighton L. Chan
Un sermón predicado en el Tanbernáculo Bautista de Los Ángeles
La Tarde del Día del Señor, Mayo 4, 2014
“Habrá hombres amadores de sí mismos” (II Timoteo 3:2).
Vivimos en una época de extrema violencia y ferocidad. Podemos señalar al terrorismo global, en especial los Musulmanes contra los Cristianos. Más Cristianos han sido martirizados por su fe en Jesús en este siglo pasado que en todos los otros siglos juntos. Lo podemos ver en los asesinatos en masa que oímos tan a menudo. Podemos citar los asesinatos tipo ejecución por los cárteles de la droga. Y podemos apuntar a la masacre continua de los no nacidos, casi 57 millones de abortos desde que Roe contra Wade pasó en 1973. El Apóstol Pablo escribió:
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos” (II Timoteo 3:1).
La palabra peligrosos podría ser traducida como “feroces”. Y esta palabra en el Griego original sólo se encuentra una vez más en el Nuevo Testamento, en Mateo 8:28. Allí habla de dos hombres poseídos por demonios que vivían en cuevas. Estos hombres fueron “feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino”. ¡Qué imagen de la ferocidad de nuestro día! Entonces el Apóstol enumera dieciocho pecados malvados que provocan la ferocidad de nuestros tiempos. Encabezando la lista está el pecado de amor propio, que se describe: “Habrá hombres amadores de sí mismos” (II Timoteo 3:2).
Debemos tener claro de qué estamos hablando. Eso es porque no todo el amor propio es pecado. De hecho, el amor en sí mismo es normal en la Biblia. El Apóstol Pablo dijo:
“Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia” (Efesios 5:29).
El amarse uno mismo es también la base de nuestra comprensión de cómo amar a los demás. Jesús dijo:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39).
Debemos amarnos a nosotros mismos. Es normal hacerlo. Y no vamos a ser capaces de amar a otras personas si no lo hacemos. El pecado de amor propio es cuando el amor por nosotros mismos es excesivo y exclusivo. Es pecado cuando nos amamos a nosotros mismos más que a otros, y sobre todo más que a Dios. Este es el más feo de todos los pecados. Es el peor de los pecados.
“Habrá hombres amadores de sí mismos” (II Timoteo 3:2).
I. Primero, el amor propio es el peor pecado de todos porque es el primero en la lista de pecados hoy en día.
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios” (II Timoteo 3:1-4).
Estos pecados malvados son la causa de la terrible ferocidad de nuestros días. El amor propio aparece en primer lugar, mostrando su gran papel en el espíritu de nuestra época. Pero también aparece en primer lugar porque es la causa de todos estos otros pecados.
¿Cómo puede el amor a algo llevar a tal fiereza? Eso es porque la persona que se ama a sí mismo por encima de todos los demás hará casi cualquier cosa para complacerse a sí mismo, aunque sea a costa de perjudicar a otros. Él amará las cosas que le agradan. Y aborrecerá las cosas que le desagradan. Por ejemplo, el segundo pecado, “avaros”, podría ser traducido como “amadores de la plata [dinero]”. “Aborrecedores de lo bueno” también puede ser traducido, “no aman lo bueno”. Y esta lista termina donde empezó – “amadores de los deleites más que de Dios”. Todos estos pecados están motivados por el pecado de amor propio.
El pecado de amor propio es el pecado de egoísmo. Es el pecado que está en su ley y todo lo demás toma un segundo lugar. Toma cualquier pecador en la Biblia, y se puede ver fácilmente cómo el egoísmo jugó un papel clave en su caída. Considera cómo el pecaminoso amor propio de Caín lo llevó a matar a su hermano. La Biblia dice, hablando de la actitud de Dios hacia Caín:
“Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante” (Génesis 4:5).
Caín se sintió ofendido de que Dios respetara la ofrenda de Abel pero no la suya. Caín le ofreció a Dios la obra de sus manos. Estaba orgulloso de lo que había hecho. Por otro lado, Abel fue a Dios como un humilde pecador y trajo un sacrificio de sangre por su pecado. Cuando Dios rechazó la ofrenda de Caín, se sintió irrespetado por Dios. Y su amor propio era tan grande que no iba a admitir su pecado. Él no podía aceptar una vista inferior de sí mismo. Él prefirió matar a su hermano que humillar su corazón y perder la autoestima.
Si estás perdido, eres como el orgulloso de Caín que estaba lleno de amor propio. Vas a hacer cualquier cosa para mantener tu orgullo, autoestima y amor propio. Es por eso que nunca entras bajo la convicción de pecado. No puedes soportar la idea de pensamientos bajos de ti mismo. Realmente no te admites a ti mismo que eres un pecador impío. Por lo que haces excusas por tus pecados.
Considera la gente en el tiempo de Noé.
“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5).
¿Cuáles fueron los pensamientos de estas personas, que era de continuo solamente el mal? Sus pensamientos eran sólo sobre ellos mismos, sus propias vidas. No tenían pensamientos de Dios. Eran egoístas y estaban llenos de amor propio.
¿Qué hay de ti? ¿Alguna vez piensas acerca de Dios? ¿Alguna vez piensas acerca de Jesús? ¿Alguna vez piensas en tu corazón pecaminoso y tu necesidad de confiar en Jesús y Su Sangre? Si no, entonces el designio de los pensamientos de tu corazón es de continuo solamente el mal. Y si te quedas como estás tu juicio de Dios en el Infierno es tan cierto como la gente en los días de Noé que se ahogó en el diluvio.
Considera la gente que construyó la Torre de Babel. Su motivación en construir la torre era completamente de amor propio. Ellos dijeron: “Hagámonos un nombre” (Génesis 11:4). Ellos no estaban interesados en exaltar el nombre de Dios al hacer un nombre para ellos mismos. ¿Y estás más preocupado por hacer un nombre para ti mismo que el nombre de Dios sea glorificado? ¿Es tu motivación en la vida promoverte a ti mismo o promover la gloria de Dios?
Contrasta el pecado del amor propio con el verdadero amor del Cristiano. El amor propio del pecador es impaciente con éxito y es a veces mezquino. El amor del Cristiano “es sufrido, es benigno”. El amor propio del pecador se preocupa en gratificarse a sí mismo. El amor del Cristiano “no tiene envidia”. El amor propio del pecador está lleno de orgullo. El amor del Cristiano “no es jactancioso, no se envanece”. El amor propio del pecador se ocupa de sí mismo. El amor del Cristiano “no busca lo suyo”. El lema del Apóstol Pablo fue: “No yo, sino Cristo” (Gálatas 2:20). Pero el tuyo en efecto es: “No Cristo, sino yo”.
¡Admítelo pecador! Estás lleno de malvado amor propio. Y no tienes una onza de verdadero amor Cristiano dentro de ti. Y no se sabe que vil pecado eres capaz de cometer. Ese pensamiento debe asustarte. Podrías encontrarte en la cárcel un día, o peor aún, a menos que tu corazón sea convertido por Jesús.
“Habrá hombres amadores de sí mismos” (II Timoteo 3:2).
II. Segundo, el amor propio es el peor pecado de todos porque fue el primer
pecado cometido en el universo.
“¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo” (Isaías 14:12-15).
El pecado no había existido en el universo hasta que ese gran arcángel Lucero pecó contra Dios en el Cielo. Era un ángel poderoso que dirigía el coro en el Cielo. Un día, su corazón se llenó de gran orgullo. Estaba lleno de amor propio y tenía muy alta estima por sí mismo. Se convenció a sí mismo de que era más grande que Dios. Dios lo juzgó por su terrible orgullo. Su nombre fue cambiado a Diabolos, o el Diablo. Él perdió su lugar en el Cielo y será enviado al Infierno al final de la edad. El pecado del Diablo fue el amor propio. Y fue el primer pecado en el universo. Por lo tanto, es el peor de los pecados.
Adán fue el primer hombre. Dios lo creó perfecto. Y él amaba a Dios con todo su corazón. Y vivió en un ambiente perfecto en el Huerto del Edén. La vida era buena. Pero entonces él pecó al desobedecer a Dios. Y su corazón se corrompió. Ya no amaba a Dios. Ahora era sólo se preocupa por sí mismo.
Y tú no eres diferente. Recibiste esta naturaleza pecaminosa de amor propio de Adán. Vas a hacer lo que te plazca. No importa lo que Dios piensa. No importa quién más sea afectado, o quién más sea herido. Debes satisfacerte a ti mismo. Algunos de ustedes tienen una madre que ora por su conversión. Ella llora lágrimas de dolor porque tu corazón es tan duro, que no vas a venir a Jesús. Pero eso no parece no importarte mucho. Tu vida egoísta es más importante para ti que el dolor de tu madre. ¡Qué vergüenza por tu malvado egoísmo y amor propio!
“Habrá hombres amadores de sí mismos” (II Timoteo 3:2).
III. Tercero, el amor propio es el peor pecado de todos porque le roba a Dios el amor que se le debe a Él .
“Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40).
El primero y grande mandamiento es amar a Dios por encima de todo. Y el segundo es amar a nuestro prójimo. El pecado de amor propio es el mayor pecado porque rompe los dos grandes mandamientos de Dios.
Además, es el pecado más grande porque le roba a Dios el amor que se le debe a Él. Dios dijo de la gente que le robó Sus diezmos y ofrendas, “Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado” (Malaquías 3:9). Eres maldito si le robas a Dios el dinero que es de Él. ¿Cuánto más grande será tu maldición si has robado a Dios el amor que se le debe de Él?
Oh, dices, “Pero yo amo a Dios. Tal vez no tanto como debería, pero trato de amar y honrar a Dios”. Eso suena muy bien. Pero eso es una mentira perversa a la luz de la Escritura. La Biblia dice:
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (I Juan 2:15-16).
Si amas el mundo el amor del Padre no está en ti. Si amas el mundo no amas a Dios. No puedes amar ambos. Es uno o el otro. Y las tentaciones del mundo alimentan a los pecadores como tú que se aman a sí mismos. Les ofrece la lujuria de la carne, la lujuria de los ojos, y la vanagloria de la vida. No me digas que no amas el mundo, pecador. Y sobre todo no me digas que amas a Dios.
No sólo no amas a Dios, pero la Biblia dice que odias a Dios. Puede que sepas que la Biblia dice: “La mente carnal es enemistad contra Dios” (Romanos 8:7). Pero no crees que eres realmente un enemigo de Dios. Puede que admitas que estás perdido. Pero realmente no crees que odias a Dios. ¡Qué engañoso es tu corazón! Deja que te convenza de las Escrituras que es verdad. La Biblia dice:
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24).
Una persona ama el mundo o ama a Dios, pero no ambos. De la misma manera, amas el dinero o amas a Dios. No puedes amar ambos. Y este versículo enseña que si amas uno cas a odiar el otro. Por lo tanto, si amas el dinero odias a Dios. ¡Créelo pecador! ¡Tú te amas a ti mismo y odias a Dios! Amas el dinero y odias a Dios. ¡Ése eres tú! Eres culpable de amor propio. Eres culpable del peor de los pecados. Y tu castigo en el Infierno será el peor de todos.
Debes despertar y ver la maldad de tu corazón. Debes admitir que tu corazón está lleno de amor propio. Y en tu amor propio desesperadamente proteges tu corazón y mente de la convicción de pecado. Debes ser quebrantado y arrepentirte de este pecado o no hay esperanza para ti. Jesús dijo:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23).
El primero mandato de Jesús a Sus discípulos fue “negarse” a sí mismos. Eso significa no continuar en el amor propio, pero negarse a sí mismo. Debes tener esa cadena de amor propio rota o no puedes llegar a ser un discípulo de Jesús. Jesús hizo este punto aún más claro cuando dijo:
“Si alguno viene a mí, y no aborrece…su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:26)
Los pecadores llenos de amor propio no pueden ser discípulos de Jesús y no pueden ser Cristianos. Sólo aquellos que realmente odian su corazón pecaminoso pueden ser discípulos. Si no odias tu vida entonces ni siquiera has comenzado a seguir a Jesús. No te has acercado a Él ni siquiera un poco. Tú dices: “Pero voy a la iglesia todos los Domingos. Voy a evangelismo y reunión de oración. Leo mi Biblia y hasta que leo los sermones. Incluso diezmo mi dinero y doy las ofrendas”. Sí, y todo eso no te ha ayudado nada si no odias tu perverso corazón de amor propio.
En amor propio, algunos tienen miedo de venir a Jesús. Sientes que debes protegerte contra daño. Sientes que puede hacerte daño ser Cristiano. Pero, ¿cómo tu amor propio protegiendo tu vida te ha ayudado? Jesús es todo poderoso. Eres débil pero Él es fuerte. Jesús te ama. Lo demostró al morir en la cruz y derramó Su Sangre por ti. Si salvas tu vida la perderás. Pero si pierdes tu vida al venir a Jesús la salvarás. Jesús dijo: “Mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:30). Nuestro pastor, el Dr. Hymers, se enteró de que lo que Jesús dijo es muy cierto. Sí, él pasó por momentos muy difíciles en su vida. Pero Cristo lo ayudó y estuvo con él en cada dificultad. Fue la gente en su familia que no confió en Jesús la que tuvo la vida difícil.
¿Odias tu vida? Deberías. Eres un pecador malvado y tu corazón es feo más allá de toda descripción. Si estuvieras convencido de tu pecado odiarías tu vida. Y si empiezas a odiar tu ser pecaminoso comenzarás a ver la belleza de Jesús.
Recuerdo el testimonio de conversión de una de nuestras hermanas aquí en la iglesia. Ella era una chica muy buena por la norma del mundo. Ella era una buena estudiante. Ella era la hija perfecta. Ella era fiel en la asistencia a la iglesia. Oraba todos los días. Nunca faltó a la Iglesia. Ella estaba muy satisfecha de sí misma y de sus logros. Ella estaba enamorada de sí misma. Y mientras ella era de esa manera era ciega a Jesús. Él no era real para ella. Y entonces Dios comenzó a tratar con ella. Ella comenzó a escuchar con atención los sermones. Ella comenzó a ser convencida de su pecado de amor propio. Ella fue despertada y dijo: “Comencé a [odiarme] a mí misma”. Poco después de eso ella vino a Jesús.
Cristo murió por tus pecados en la Cruz. Al tercer día Él resucitó físicamente, carne y hueso de la tumba. Subió al Cielo y está sentado a la diestra del trono de Dios. Ten vergüenza de tu pecado de amarte a ti mismo por encima de Dios. Piensa en Su gran amor por ti. Aunque lo has odiado, Cristo te ha amado. Ven a Jesús. Confía en Él. Él te recibirá. Él lavará tus pecados en Su Sangre
.
Por favor pónganse de pie y cierren los ojos. Si deseas hablar con un consejero acerca de convertirte en un Cristiano, de tener tu pecado limpiado por la Sangre de Jesús, por favor deja tu asiento en este momento y camina hasta la parte de atrás del auditorio. Dr. Cagan te llevará a otro cuarto donde puedan orar y hablar acerca de Jesús limpiando tu pecado. Ve ahora a la parte de atrás del auditorio. Dr. Hymers, por favor ore que alguien confié en Jesús esta noche. Amén.
(FIN DEL SERMÓN)
tú puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com o www.rlhsermons.com.
Oprime en “Sermones en Español”.
Puedes enviar un correo electrónico a Dr. Hymers en Inglés a
rlhymersjr@sbcglobal.net – o puedes escribirle a P.O. Box 15308, Los Ángeles, CA
90015, Estados Unidos.
Llámale por teléfono a (818)352-0452.
Estos manuscritos de sermones no tienen derechos de autor.
Los puedes usar sin la autorización de Dr. Hymers. Sin embargo, todos los mensajes
de video de Dr. Hymers sí tienen derechos de autor y solo pueden ser usados con autorización.
La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Abel Prudhomme: Mateo 8:28-34.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Oh, How I Love Jesus” (por Frederick Whitfield, 1829-1904).
EL BOSQUEJO DE
AMOR PROPIO – EL PEOR PECADO DE TODOS
por Dr. Kreighton L. Chan
“Habrá hombres amadores de sí mismos” (II Timoteo 3:2).
(II Timoteo 3:1; Mateo 8:28; II Timoteo 3:2;
Efesios 5:29; Mateo 22:39)
I. Primero, el amor propio es el peor pecado de todos porque es el primero en
la lista de pecados de hoy en día, II Timoteo 3:1-4; Génesis 4:5; 6:5;
Génesis 11:4; Gálatas 2:20.
II. Segundo, el amor propio es el peor pecado de todos porque fue el primer
pecado cometido en el universo, Isaías 14:12-15.
III. Tercero, el amor propio es el peor pecado de todos porque le roba a Dios el
amor que se le debe a Él, Mateo 22:37-40; Malaquías 3:9; I Juan 2:15-16;
Romanos 8:7; Mateo 6:24; Lucas 9:23; 14:26. Mateo11:30.