Amsterdam 2000 y CLADE IV

por Enrique Zapata

Amsterdam 2000 y CLADE IV ya son historia. Dos congresos sobre evangelización, pero cada uno con un marco de referencia diferente al del otro. ¿Fueron útiles? ¿Va a pasar algo como resultado? ¿O era más turismo evangélico justificado con altos ideales?

Amsterdam 2000 y CLADE IV ya son historia. Dos congresos sobre evangelización, pero cada uno con un marco de referencia diferente al del otro. ¿Fueron útiles? ¿Va a pasar algo como resultado? ¿O era más turismo evangélico justificado con altos ideales?

Sin duda, para algunos hubo turismo, pero para la mayoría, los dos congresos fueron de reflexión, de desafío, y dieron la oportunidad de compartir con otras personas preocupadas por la misión de la iglesia. Impactaron muchas vidas para el avance del Reino, tanto por la calidad de algunos mensajes como también por la exposición clara del gran desafío que aún nos corresponde enfrentar (nos falta mucho más de lo que habíamos pensado). La necesidad de la iglesia de evangelizar en el marco de la misión integral fue claramente expuesta, y con arrepentimiento tenemos que reconocer que no estamos haciendo lo necesario.

A la vez, ambos congresos, han dado evidencia de los cambios que se están dando en el seno mismo de la iglesia. Cambios como los que hace la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL) de elegir a una mujer para que la presida en el próximo período, o Franklin Graham, quien mostró con una videocinta la obra de compasión y de servicio para los más necesitados que ilustra su visión de misión integral, la cual no se limita a campañas como lo ha hecho su padre.

En ambos eventos algunos de los mensajes más impactantes fueron dados por mujeres. En Amsterdam, el mensaje de Anne Graham Lotz (la hija de Billy Graham ) fue una de las exposiciones bíblicas más poderosas, como también la de Catalina Padilla (la esposa de René Padilla) en CLADE IV. Por otro lado, el mensaje de Linda Finkenbinder (la esposa del hermano Pablo) en Amsterdam resultó en lágrimas, en arrepentimiento y en la decisión de cambiar, este, posiblemente, fue el mensaje de más impacto en dicho evento.

«Evangelistas jóvenes» tal vez fueron los elementos que más hicieron falta en los dos eventos, especialmente del sector latinoamericano en Amsterdam. Cuando observé el grupo de Costa Rica, del cual yo era parte, estaba constituido mayormente por personas de más de 35 años de edad, y después, cuando me encontré con las representaciones de nuestro continente noté la misma carencia. Entonces, me pregunté por qué. ¿Será que no fueron invitados? ¿Faltaron los recursos necesarios para que ellos pudieran ir? O sucede que hoy no muchos jóvenes reciben el llamado a ser evangelistas? Sin duda, hay numerosos factores, pero al indagar en los diferentes grupos, las siguientes razones salieron a luz: 1. Hoy, modelos de evangelistas que un joven desearía imitar han disminuido considerablemente. Los modelos presentes, en general, son tan distantes en su forma de vivir, y en su falta de contacto con la juventud que la mayoría de esta no es atraída. Los «grandes» pasan su tiempo con otros «grandes» y es casi imposible que un joven pueda acercárseles y tener un contacto con ellos. 2. Muchos líderes desvalorizan el llamado de evangelista, lo que resulta en la muerte de la visión y en la falta de formación de jóvenes en esta área. 3. Las formas de evangelizar de muchos de los «evangelistas» no son vistas como viables para ganar a la nueva generación. En la mayoría de los casos al joven no se le atrae hacia este ministerio, sino se le repudia por la formas y modelos que se perciben en él. 4. Los modelos de liderazgo que puede seguir la juventud están, en su mayoría, en el movimiento de adoración (músicos), estos demuestran más sensibilidad hacia la cultura juvenil y su realidad.

Estoy convencido de que esta ausencia de jóvenes es un motivo serio para la reflexión y oración. Necesitamos personas llamadas y levantadas por Dios con formas renovadoras que alcancen a las nuevas generaciones. Pero frente a este desafío, me pregunto si nosotros (nuestra generación de 35-60 años) estamos orando, motivando, apoyando, formando y dando la libertad a los jóvenes para cumplir este llamado.

Algunos, sin duda, criticarán el evento de Amsterdam por el exceso de preocupación en las estrategias y prácticas de evangelización, mientras a CLADE por el exceso de «protesta sin propuesta». Otros denunciarán las imposiciones de ciertas tendencias sobre la hermenéutica especialmente relacionada con las áreas de psicología, el papel de la mujer y la responsabilidad social de la iglesia. Sin embargo, lo importante es que en la iglesia hay discusión y debate sobre estos temas que debe llevarnos a posiciones más bíblicas y equilibradas.

También se puso en evidencia, en los dos congresos, que algunos de nuestros «teólogos» no tienen la capacidad de comunicar ni inspirar a las personas que necesitan profundamente de su reflexión. Algunos aburrieron exitosamente a sus oyentes, resultando en decenas (por no decir cientos) de oyentes retirándose en medio de sus exposiciones. Fue trágico observar la debilidad en la preparación pedagógica de muchas ponencias. Hasta algunos tuvieron dificultad en leer sus propias ponencias por el lenguaje rebuscado que obviamente ni era natural para ellos. Les haría bien estudiar e imitar a Jesús y a Pablo, los cuales lograron tocar las mente y corazones de su generación. Necesitamos orar por teólogos y teólogas que puedan servir con reflexiones profundas que lleguen con sencillez a la mente y corazón del pueblo de Dios.

Los dos eventos han pasado a la historia con las virtudes, defectos y limitaciones de nuestra humanidad que siempre quedan de manifiesto. Sin embargo, la presencia de Dios en ambos eventos fue palpable. Estuvo ahí para recordarnos, llamarnos y darnos claridad en la misión que Él nos encomendó. Agradecemos a nuestro Dios por la Asociación de Billy Graham como también por la FTL, por el esfuerzo que ambas han tenido en ayudarnos para que nuestro servicio a Él sea mejorado. Ahora, se hace necesario que respondamos a esta pregunta: ¿Estamos entregados a cumplir la misión con el costo personal que eso implica, y con la sabiduría que Él quiere dar a su iglesia? Es fácil sentarse y criticar a otros que ya están en el esfuerzo de hacer. Pero… qué tan honestamente puedemos responder a la segunda pregunta: ¿qué haré yo?…, ¿qué hará usted?

¡Adelante!