por Juan Terranova, hijo
Dios eligió revelar los misterios del reino a través de parábolas. El Señor Jesús las utilizó a lo largo de su ministerio como una herramienta útil para que el ser humano comprendiera conceptos de importancia eterna.
Entendemos por «lenguaje parabólico» aquel que utiliza las imágenes literarias en formas variadas: comparaciones, metáforas, alegorías, símbolos. Es decir, el que no designa las realidades con conceptos directos, sino con otros que las señalan de manera indirecta; conceptos siempre tomados del mundo sensible y concreto. Las parábolas son simplemente historias, verdaderas o ficticias, utilizadas para enseñar o ilustrar una verdad.
Este tipo de mensaje se encuentra en toda la Biblia, en todas las literaturas y en el lenguaje hablado de todos los tiempos y cumple varias funciones que trataremos rápidamente.
Función didáctica
Cualquier persona que haya tenido alguna experiencia en la enseñanza, sabe que uno de los medios que el maestro usa con frecuencia son las imágenes. Las más frecuentes son el ejemplo y la comparación. En el caso de la comparación se da a conocer lo desconocido partiendo de lo conocido. Los dos aspectos propios de esta función son:
a. Mayor claridad
A partir de un caso particular, la enseñanza general se torna más clara y se graba fácilmente. Sócrates afirmaba: «Conocer es reconocer», lo que es totalmente cierto. Nadie puede reconocer algo que no ha visto anteriormente o que pueda relacionar con algo que ya haya visto. Por lo tanto, las parábolas utilizan historias con elementos comunes y de la vida diaria del oyente a fin de explicar verdades hasta ese momento desconocidas. Cuando alguien comienza a narrar algo en forma de comparación, la gente presta más atención. Cuando en los evangelios leemos: «Nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar» (Mr 2.22), sabemos que Jesús partía de algo que los oyentes conocían (las características del vino en proceso de fermentación y las de los recipientes de cuero donde guardaban el vino). En este caso, la manera de introducir la comparación («Nadie echa
») muestra que se trata de algo obvio para ellos.
b. Mayor fuerza y vivacidad
Cuando alguien comienza a narrar algo en forma de comparación, la gente presta más atención. No es lo mismo enseñar acerca de lo que la Biblia dice sobre el servicio, el amor, la solidaridad, que relatar: «Un hombre iba por el camino de Jerusalén a Jericó
». De esta manera, todos prestan atención porque saben que escucharán un relato concreto y vivo. Estas mismas funciones cumplen las hipérboles (exageraciones) que encontramos en los dichos de Jesús: «Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el Reino de Dios» (Mr 10.25). Esta última frase fue utilizada por Jesús para enseñar a sus discípulos que aquel que pone su confianza en el dinero es muy difícil que se salve, a no ser que por la obra redentora de Dios impactando en su vida se dé cuenta de que debe confiar en Dios y no en las riquezas.
c. Mejor fijación en la memoria
Es indudable que una historia se graba mejor en la memoria que una serie de enseñanzas abstractas. No hay dudas de que el caso concreto y vívido «si alguien te pega en la mejilla derecha
» impacta más la imaginación y se graba más fácilmente en la memoria que la enseñanza general «no resistas al que te hace mal».
Función de interpelar
Con frecuencia, el que habla busca que el oyente participe activamente en el proceso hermenéutico, que tome una decisión. Se pretende que el oyente se sienta involucrado, instado a actuar.
Este principio lo ilustra bellamente la confrontación del profeta Natán al rey David, cuando el profeta quiere que el rey caiga en cuenta de su pecado. Así relata el evento el pasaje: «Entonces, Dios envió al profeta Natán para que le diera a David este mensaje:
«En cierta ciudad había dos hombres. Uno de ellos era rico, y el otro era pobre. El rico tenía muchas ovejas y muchas vacas; en cambio, el pobre sólo tenía una ovejita. La había comprado, y él mismo la había criado y cuidado como si fuera su propia hija. Tanto quería ese hombre a la ovejita que hasta le daba de comer de su mismo plato, y la dejaba recostarse y dormir en su pecho. Y así la ovejita fue creciendo junto con los hijos de ese hombre.
Un día llegó un visitante a la casa del rico, y el rico lo invitó a comer. Pero como no quería matar ninguna de sus ovejas ni de sus vacas, le quitó al pobre su ovejita y la mató para darle de comer a su visitante».
Al oír esto, David se enojó muchísimo contra el hombre rico y le dijo a Natán:
-¿Pero cómo pudo hacer eso? ¡Ese hombre no tiene sentimientos! Te juro por Dios que ahora tendrá que pagarle al pobre cuatro veces más de lo que vale la ovejita. Y además, ¡merece la muerte!
Entonces Natán le dijo:
– ¡Pues tú, David, eres ese hombre! Y ahora el Dios de Israel quiere que oigas esto: -Yo te hice rey de todo mi pueblo. Yo te cuidé para que Saúl no te matara. Hasta te di su palacio y sus mujeres, y aun te habría dado mucho más, si tú así lo hubieras querido.
¿Por qué te burlaste de mí, que soy tu Dios? ¿Por qué hiciste lo que yo prohíbo? En realidad no fueron los amonitas quienes mataron a Urías; lo mataste tú, ¡y lo hiciste para quedarte con su mujer!» (2Sa 12.1-9 TLA).
Luego de escuchar la historia, David toma la decisión pensando que se refiere a otra persona y queda atrapado por sus propias palabras: «¡Ese hombre merece la muerte!» A lo que el profeta responde: «¡Ese hombre eres tú!». La estrategia de la parábola consiste en lograr la aprobación del interlocutor a propósito de un ejemplo. La imagen literaria ayuda a ver los hechos con mayor objetividad y con frecuencia es más eficaz que una interpelación directa. Para lograr este objetivo son más eficaces las comparaciones incompletas y las imágenes inesperadas, novedosas, como las usó Natán. La estrategia de la parábola consiste en lograr la aprobación del interlocutor a propósito de un ejemplo. En lugar de provocar un enfrentamiento directo, la parábola da un rodeo e introduce al oyente en una historia ficticia, es decir, en una historia cuyos protagonistas e intriga, al menos a primera vista, no tienen nada que ver con él. Una vez que el interpelado ha emitido su juicio, solo le falta completar el proceso, vinculando el episodio relatado a la vida real.
Un buen ejemplo es la parábola del hijo pródigo. La actitud del padre que se alegra por haber encontrado a su hijo perdido no es el comportamiento común y corriente de todo padre en casos semejantes. En cambio, las otras dos parábolas que registra Lucas inmediatamente antes, sí presentan casos típicos y por eso las comienza con una frase interrogativa: «¿Quién de ustedes
no
?» (Lc 15.4) o «¿Qué mujer
no
?» (Lc 15.8).
Jesús utiliza este procedimiento en muchas de sus parábolas o imágenes. Invita al oyente a descubrir el sentido, no solamente a entender sino a actuar. Esto es muy claro en la parábola del buen samaritano (Lc 10.25-37). La parábola comienza con la pregunta: «¿Qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?». Desde el comienzo, la parábola se sitúa en el plano de actuar. «Si haces eso, tendrás vida eterna». Jesús sigue en el mismo plano de la acción. Sin embargo, el interlocutor desvía la atención al preguntar: «¿Quién es mi prójimo?». Pero Jesús no entra en el terreno de la discusión teórica y lleva a su interlocutor a que él mismo decida lo que debe hacer. Por eso, Jesús termina preguntando: «¿Cuál de estos tres te parece que se hizo prójimo del hombre?». Por todo esto, Jesús concluye la enseñanza con la recomendación de Jesús: «Ve y haz tú lo mismo».
La parábola busca que el oyente, a través de una historia, dé su aceptación sobre un tema en particular sin siquiera mencionarlo en forma directa. Muchas veces, esto permite que el oyente admita algo que de otro modo no admitiría o pondría mucha resistencia. Por eso, la parábola no se comprende hasta que se percibe el punto donde convergen la imagen y la realidad.
Función estética
Este tipo de lenguaje lleva, también, una función estética, artística. La imagen literaria apela a la imaginación y al sentimiento. Sin embargo, la función estética debe guardar un claro equilibro con las funciones anteriores (didáctica y para interpelar), no debe opacarlas.
En la Biblia no encontramos «el arte por el arte». Lo estético siempre estará subordinado a otros fines, esencialmente al de promover la fe.
El lenguaje de Jesús en los evangelios puede clasificarse como poético, aunque se trate más de poesía popular que de poesía culta y pertenezca más a la literatura oral que a la escrita. Por eso la mayoría de las imágenes están tomadas de la vida diaria, tanto rural como citadina.
Función de simbolismo
Entendemos por «función de simbolismo» un aspecto propio del lenguaje simbólico. El hombre no puede captar ni expresar las realidades trascendentes de manera directa y con lenguaje propio; por eso recurre al lenguaje simbólico. El símbolo parte de lo sensible, de lo conocido en la experiencia humana, pero que puede remitir a una realidad trascendente que el hombre no puede expresar directamente. Dios se nos hace presente en un ser semejante a nosotros, que nos habla el lenguaje que conocemos para remitirnos a las realidades divinas.
Jesús es por excelencia el símbolo de Dios, en el que Dios mismo se hace presente de manera sensible y se comunica con nosotros. De esta característica participa en alguna medida el lenguaje parabólico. Jesús recurre a imágenes literarias para hablarnos de realidades trascendentes, de Dios, del reino de Dios, de la actitud de Dios para con los hombres.
Cómo interpretar una parábola
Una de las primeras lecciones que se aprenden en la tarea de interpretar la Biblia es la de leer el texto bíblico en su «contexto»: literario, histórico, social, cultural, etcétera.
Jesús anunciaba su mensaje por medio de parábolas (Mr 4.33-34). Los sinópticos le atribuyen a Jesús cuarenta y tres parábolas, sin incluir las frases llenas de imágenes que caracterizaban su discurso. Como por ejemplo: nadie puede servir a dos señores (Mt 6.24), la mies es abundante pero los obreros pocos (Lc 10.2), es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos (Lc 18.25).
Los elementos particulares tienen un valor, pero nunca se trata de un valor autónomo; los detalles no entran en juego por lo que son en sí mismos, sino únicamente por su posición en el relato y por la relación que mantienen con el objeto significado. En la parábola del grano de mostaza, por ejemplo, lo que cuenta no es el sabor amargo ni el color oscuro o cualquiera otra propiedad de la semilla, sino la extrema pequeñez de la semilla en contraposición con la considerable altura del arbusto.
En su forma más sencilla la parábola es una metáfora o comparación tomada de la naturaleza o la vida diaria.
Cada parábola es una unidad y contiene solo una afirmación o una sola «punta». No debemos fraccionarla sino encontrar esa «punta» que se convertirá en el elemento fundamental de la interpretación. En su forma más sencilla la parábola es una metáfora o comparación tomada de la naturaleza o la vida diaria que atrae al oyente por su singularidad y deja la mente con cierta duda sobre su aplicación, de modo que estimula una reflexión activa.
Hay casos en los que la metáfora contiene elementos que escapan a la lógica o práctica común. Por ejemplo, la parábola del dueño de la viña que paga a todos los obreros el mismo salario, sin considerar el número de horas trabajadas por cada uno. Como a nadie se le ocurriría ver en este gesto una conducta habitual, es preciso prestar atención especial a este detalle sorprendente para identificar la «punta» de la parábola. La conducta extraña del dueño de la viña es una lograda descripción de la generosidad divina, porque Dios concede su gracia sin tener en cuenta las medidas de la justicia observada desde el punto de vista humano.
Como dijimos, la parábola típica presenta un solo punto de comparación. Los pormenores de la narración no tienen un significado independiente. Cuando la parábola tiene una cierta extensión es probable que incluya algunos detalles importantes.
Algunos sostienen que el corazón hermenéutico de todas las parábolas es el reino de Dios; que Jesús utilizó el lenguaje parabólico para ilustrar lo que Marcos llama: «el misterio del reino de Dios» (Mr 4.11).
Dado que la Biblia fue escrita con intervención humana, debe ser tratada como cualquier otra comunicación humana si deseamos determinar la intención del autor. Si bien hemos estudiado guías para interpretar el lenguaje directo y literal, hay muchos otros tipos de lenguajes en la Biblia. No solo hay secciones de historia y enseñanza, también hay drama, poesía, proverbios, figuras idiomáticas y parábolas. Esos son comunes en todos los idiomas y la Biblia no es una excepción.
Cómo entender las parábolas
Cuando la eterna Palabra se hizo humana, la auto-revelación de Dios estaba tanto en acción como en las palabras de Jesús. Sin embargo, su actividad debe ser interpretada por palabras las suyas o las de aquellos que él eligió, los apóstoles. La comunicación verbal de Cristo es fundamental para comprender a Dios y su verdad; y para mucha de su comunicación Cristo eligió las parábolas.
Una parábola es una corta historia inspirada en la vida real designada para enseñar una verdad o responder una pregunta.
Es importante distinguir entre una parábola y un evento histórico. Los eventos históricos son a menudo usados como ilustraciones, pero la parábola es una forma de historia designada específicamente para enseñar una verdad particular. Si bien una parábola no es el registro de un evento histórico, para ser una parábola debe ser una historia que puede ser cierta.
Por lo menos existen cinco guías que nos ayudan a comprender una parábola:
1. Empiece con el contexto inmediato
En la parábola del hijo pródigo (Lc 15.11-32), ¿cuál es el personaje principal? ¿Cuál es el punto principal de la historia? Ciertamente, el título que le fue dado a la parábola indica el personaje principal a la vista de la mayoría de los cristianos. Pero otros consideran que el padre es el personaje principal.El pasaje es utilizado evangelísticamente: «Sin importar qué tanto has caído, ve hacia Dios y él te recibirá». Pero, ¿ese era el propósito que Jesús tenía en mente cuando refirió la parábola? La primera y principal guía para comprender una parábola es analizar el contexto inmediato. Usualmente, en el contexto de una parábola se encuentran dos elementos: la ocasión para la historia y la explicación del significado.
La ocasión para la historia
Casi cada parábola tiene una clara ocasión histórica que dio pie para contar una historia.
Aunque podría ser legítimo aplicar la parábola del hijo pródigo evangelísticamente, la situación que originó la historia de Jesús indica, claramente, otro propósito. Jesús le hablaba a la gente religiosa que rechazada la manera en que Jesús aceptaba a los pecadores (vea Lc 15.1-3). Comprender esto no ayuda a ver que el punto en la historia fue el contraste entre el hermano mayor y el padre amoroso y perdonador, representado por Jesús mismo. En otras palabras, podría decirse, correctamente, que el personaje principal de la historia es el hermano mayor.
La explicación de su significado
A veces, la explicación del significado de la parábola es dada en forma de aplicación. Tal explicación es encontrada, por ejemplo, en Mateo 24.44: «Por tanto, también vosotros estad preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis» (RVR 1960) Y en Mateo 25.13: «Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir.» (RVR 1960) No todas las parábolas tienen su significado explicado, pero cuando Cristo explica su significado o presenta una aplicación, ese es el factor controlador de la interpretación.
2. Identifique el punto central de énfasis
A continuación de la parábola del hijo pródigo, Lucas registra la parábola del siervo injusto (16.1-5). Es aparente en este pasaje que el contexto está descrito tanto antes como después de la parábola, juntamente con la explicación de la parábola misma. ¿Cuál es el punto en esta parábola? Dado que lo que se dice de Jesús al final de la historia del hijo pródigo: «Dijo también a sus discípulos» (Lc 16.1), pareciera ser que la intención de Lucas era conectar esa historia con la confrontación con los fariseos al principio de la parábola.
Tener un punto principal es el factor primordial que distingue una parábola de una alegoría. Eso es mucho más aparente al final de la historia cuando comenta: «Oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él». (Lc 16.14). Entonces, la confrontación con los fariseos continúa, pero, ¿cuál es el punto? ¿Está enseñando a hacer trampas?
En la parábola, el mayordomo injusto no fue recomendado por hacer trampas, sino por haber actuado sabiamente. Es decir, ha utilizado sus recursos presentes para planear para el futuro. Eso es sabio. Cristo les enseñó a sus discípulos que debían usar sus recursos presentes para edificar para el futuro.
Tener un punto principal es el factor primordial que distingue una parábola de una alegoría. En una alegoría se busca que haya un número de paralelos significativos entre la historia y una verdad espiritual. En una parábola no es legítimo buscar el significado de cada detalle en búsqueda de una verdad espiritual.
3. Identifique detalles irrelevantes
Las parábolas contienen muchos detalles que no pretenden enseñar una verdad. No tienen significado espiritual.
En Lucas 17.7-9 Jesús nos cuenta: «¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: -Pasa, siéntate a la mesa? ¿No le dice más bien: -Prepárame la cena, cíñete y sírveme hasta que haya comido y bebido. Después de esto, come y bebe tú? ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no». ¿Qué nos enseña? El contexto de la historia (vea Lc 17.3-6) nos enseña que Jesús instaba a sus discípulos a perdonar al hermano; y esta parábola enfatiza el hecho de que después de hacerlo no merecemos nada. Hicimos lo que debíamos.
4. Identifique detalles relevantes
Los detalles relevantes son aquellos incluidos para enseñar una verdad y, legítimamente, pueden ser identificados y aplicados. ¿Cómo distinguirlos de los irrelevantes? Los detalles relevantes son aquellos que refuerzan el tema principal.
5. Base la doctrina sobre pasajes claramente literales
Esto no quiere decir que en las parábolas no puede haber un aporte para comprender alguna doctrina. Cuando una interpretación de una parábola es dada, puede ser utilizado como doctrina de la misma manera que cualquier otro pasaje literal. Pero, en general, el lenguaje figurativo no es el mejor ingrediente para definir doctrinas.
Conclusión
Dios eligió revelar los misterios del reino a través de parábolas. El Señor Jesús las utilizó a lo largo de su ministerio como una herramienta útil para que el ser humano comprendiera conceptos de importancia eterna. Para ser interpretadas correctamente, las parábolas cuentan con pautas claras que nos ayudan a comprenderlas. Es fundamental que valoremos las parábolas pues a través de ellas podremos comprender claramente el mensaje del evangelio del Señor Jesús.
Juan Terranova (juanterranova@biblica.org) es el Gerente General de Sociedades Bíblicas Unidas en Argentina. Está casado con Diana, tienen dos hijos y tres nietos. En la actualidad reside en Buenos Aires. ©Copyright 2009, Apuntes Pastorales XXV-2, todos los derechos reservados.