Dios ordena que nos extendamos, nos aceptemos y nos afirmemos unos a otros. Esto quiere decir que conscientemente resistimos la fuerte corriente del torrente en que estamos . . . el que dicta todas las excusas:
«Simplemente estoy demasiado ocupado.»
«No vale la pena correr el riesgo.»
«En realidad no necesito a nadie.»
«Si me extiendo a otros, pareceré tonto.»
La estrategia del diablo para nuestros tiempos está resultando. Él nos ha seducido para que creamos que en realidad no debemos preocuparnos en ser guardas de nuestro hermano. Después de todo, tenemos presiones de tiempo y demandas del trabajo (esa implacable y feroz determinación de ser el número uno), para no mencionar ansiedades estimuladas por la incertidumbre económica. Y, ¿quién en realidad necesita nuestra ayuda, de todas maneras? Le voy a decir quién: casi toda persona que encontramos; esa es.
Dios ordena que nos extendamos, nos aceptemos y nos afirmemos unos a otros.
Tomado del libro Sabiduría Para el Camino (Nashville: Grupo Nelson, 2009). Copyright © 2015 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.