¿Busco algo extraordinario cuando sigo a Jesús?
Por: Carlos Padilla Esteban
¿Qué buscamos nosotros cuando buscamos a Dios? Me sorprende cuántas veces los cristianos buscamos lo extraordinario. Esperamos el milagro. Buscamos la conversión que nos sorprenda. El cambio de vida radical.
Es verdad, llama más la atención. Siempre nos sorprende más la vida de aquel que ha cambiado radicalmente, que ha dejado su vida de pecado y ha enderezado la ruta.
Nos conmovemos con facilidad cuando alguien nos cuenta que Jesús salió a su paso y le cambió la vida, así, casi de repente, como una efusión del Espíritu Santo que todo lo transforma.
Impresiona ver cómo Dios con su fuerza vence el mal y acaba con sus obras. Siempre lo espectacular nos deja sin palabras. No sé si a la larga nos hace cambiar de vida. Pero sí sé que emociona ver cosas extraordinarias.
A Jesús lo buscaban porque hacía milagros, porque multiplicaba el pan. Tenían hambre y sed. Querían ver signos.
Los profetas realizaban signos. En ellos querían reflejar el camino que el pueblo debía seguir. Los signos expresan mucho más de lo que aparentemente significan.
¿Qué busco yo cuando sigo a Jesús? Decía san Pablo que lo necio, lo débil para el mundo, es precisamente lo fuerte en Dios. Lo ordinario es lo que vale para Dios, aunque no destaque. Seguimos a Cristo crucificado. Es escándalo para unos, necedad para otros.
¿Qué signos ha realizado Jesús al obrar en nuestras vidas? En ocasiones buscamos signos tan extraordinarios que nos cuesta ver a Dios en lo cotidiano, en lo ordinario, en la vida más sencilla.
El otro día leía: «Para entender a Jesús no es necesario tener conocimientos especiales; no hace falta leer libros. Jesús les hablará desde la vida. Todos podrán captar su mensaje: las mujeres que ponen levadura en la masa de harina y los hombres que llegan de sembrar el grano. Basta vivir intensamente la vida de cada día y escuchar con corazón sencillo las audaces consecuencias que Jesús extrae de ella»[3].
Jesús habla en parábolas para que todos entiendan. Todos comprenden sus palabras sencillas. Habla de la vida, comparte la vida. Ver signos de Dios en lo cotidiano nos sorprende. ¿Dónde actúa Dios en mi vida?
Si pongo el yo en primer plano, Dios desaparece. En mi trabajo cotidiano, en mi vida vulgar y corriente, Dios actúa. Su presencia me salva en medio de mi día.
Me desvela su mensaje con mi propio lenguaje. Eso me gusta. ¿Cuáles son las señales con las que me ama?
Jesús es creativo en el amor. Siempre me sorprende. A veces lo veo donde no esperaba. En ocasiones creemos que me va a hablar a través de alguien sabio. Y me habla en alguien a quien me cuesta querer. Así es su amor. Me sorprende siempre.
Hace que lo necio sea sabio y lo débil fuerte. Me hace ver que no puedo basar mi felicidad en mis propias fuerzas. Y me lleva a entender que sólo si confío, Él podrá hacer milagros con mi vida. De otra forma será imposible.
Él puede cambiar mi corazón enfermo. Puede hacerme caminar sonriendo en medio de la vida. Los signos donde lo encuentro son cotidianos, vulgares, simples. Son los de la vida misma. En el camino Él sale a mi encuentro.