Carácter a la medida del llamado
por Henry & Richard Blackaby
La vida de la persona con un llamado lleva tanto peso como la misión que se le confía
Dios designa a sus líderes. La personas pueden postularse para posiciones de liderazgo pero el Señor es el que, en última instancia, decide cuáles son sus roles. El progreso de un líder es el fruto del desarrollo de su carácter, porque el liderazgo eficaz depende enteramente del carácter. Por esto, el primer principio en el liderazgo es este: las designaciones de Dios siempre se basan en el carácter; a mayor carácter, mayor será la responsabilidad confiada (Lc 16.10). Antes de que el Señor le encargue un proyecto a un líder trabajará en él para formar un carácter más santo. Ningún rol lleva tanto peso como el del líder espiritual. Por esto, Dios en primera instancia desarrollará el carácter capaz de soportar la carga de semejante responsabilidad. La construcción del carácter es, en ocasiones, un proceso lento y doloroso. No obstante, la persona dispuesta a darle libertad a Dios para que lleve adelante ese proceso experimentará el gozo que trae el ser usado por él. Es más; aquellos que someten su vida al proceso de purificación de Dios experimentarán también el profundo gozo de conocerlo a él de manera mucho más íntima. El desarrollo de un carácter ocupa tiempo. No existen atajos para este proceso. Los dos factores que determinan la cantidad de tiempo requerido para poseer el carácter digno de un líder espiritual son dos: la confianza en el Señor y la obediencia a su Palabra. Dios edifica el carácter por medio de las circunstancias y las crisis normales de la vida. La mayoría de los factores que afectan el carácter no se experimentan cuando uno asiste a un curso o seminario de fin de semana. En su lugar, el Señor utiliza los eventos de cada día —los buenos y los no tan buenos— para formar a sus líderes. Muchas veces estos acontecimientos cotidianos están más allá del control del líder y, por lo tanto, lo obligan a confiar por completo en Dios. El carácter crece sobremanera cuando el Señor redime a un líder de los errores que ha cometido. Aunque él no siempre interviene cuando las personas se proponen caminar en la dirección equivocada, siempre se muestra dispuesto a redimirlas. Por medio del proceso de redención ellas aprenden más acerca de sí mismas que acerca de Dios. Los mejores líderes se conocen bien a sí mismos, pues Dios utiliza las experiencias de la vida para ayudarles a entender realmente quiénes son. Los líderes sabios permiten que Dios les saque «el jugo» a los errores que han cometido. Aquellos que se someten al proceso de formación del Señor poseen el potencial de llegar a ser los líderes que Dios sueña.
Se tomó de Spiritual Leadership, Broadman and Hollman, ©2001. Todos los derechos reservados.