Cómo acercarse a las personas que parecen no necesitar a Cristo

por Varios Autores

¿De qué forma puede la iglesia tomar el reto de acercarse a las personas dirigidas por el relativismo, el intelectualismo…? ¿Cuáles son algunas estrategias que le van a servir a la iglesia para ser más efectiva?

«Desde que los hombres han dejado de creer en Dios, no es que no crean en nada: creen en todo.» (G. K. Chesterton)


¿Qué hacer con aquellas personas que parecen no necesitar a Cristo?


Sigue un esbozo de ideas y estrategias para alcanzar a personas con estas características.


I. Considerando el ambiente en que se desenvuelven


Una de las tareas más difíciles para cualquier cristiano es acercarse a las personas que están atrapadas en la creencia de que este mundo y el éxito que ofrece son los objetivos más grandes en la vida. Estas no sienten necesidad de nada que sea trascendente. Su vida se ha reducido a alcanzar ciertas metas temporales, sin considerar otras perspectivas o acciones necesarias para vivir una vida con significado.


Muchas de estas personas son pensadores sofisticados en sus campos: científicos, matemáticos, ingenieros en computación. Son especialistas con una debilidad manifiesta: no se hacen preguntas acerca de las cuestiones trascendentes de la vida.


¿Qué se tiene que considerar para alcanzar a esas personas y hablarles de un sólo Dios cuando, para ellas, hay tantas otras buenas opciones? Cómo presentar la exclusividad de Jesucristo, cuanto, hoy en día, las susceptibilidades han alcanzado niveles sin precedentes, y con justicia. La tolerancia a las diferentes razas y religiones había sido escasa a través de los años; ahora, el pluralismo ha dado lugar al relativismo. Muchos de los miembros de la élite intelectual niegan completamente la idea de la verdad absoluta.


Para responder a las inquietudes del párrafo anterior, es necesario reconocer una de las tentaciones más comunes que uno tiene que controlar cuando habla con intelectuales, la ira. Es frustrante hablar con personas intelectuales, porque la sociedad le ha quitado el carácter de sagrado a todo. Pero en medio de la situación hay esperanza, Jesús resistió la tentación de escandalizarse y de la condenación ligera. Él pasó la mayor parte de su tiempo preparando los odres para el vino antes de llenarlos con el vino nuevo. Nuestra tendencia es comenzar a vaciar el vino en odres que sencillamente reventarán.


Para empezar el diálogo y ganar el ser escuchados, se hace necesario la comprensión de las creencias altenativas al cristianismo. Si usted puede hacer que cualquier religión parezca idiota, lo más probable es que usted no haya comprendido esa religión. No podemos tomar creencias del pasado que son tan preciadas, y burlarnos de ellas.


Un antiguo proverbio hindú cobra valor: «Una vez que le hemos cortado la nariz a una persona, ya no tiene sentido darle una rosa para que la huela». Tenemos la tendencia a pensar que ser amables y escuchar a la oposición implica que hemos sacrificado el mensaje. Pero necesitamos aprender cómo manejar la crítica, cómo tratar a un antagonista. Incluso, mientras luchamos contra las ideas de un oponente, debemos mantener la dignidad de éste intacta.


Es necesario considerar que el cristianismo está siendo relegado por la sociedad. Está siendo atacado. Los ataques han venido principalmente desde dos frentes. En primer lugar, el mundo académico logró grandes triunfos en sus hazañas filosóficas y científicas y le dio el crédito por estos avances a una cosmovisión agnóstica o atea. Desafortunadamente, en contraste con esto, las preguntas del joven promedio virtualmente han quedado sin tratamiento en la iglesia. Existe un gran peligro cuando les damos a los jóvenes sólo una lista de lo que deben y no deben hacer. De esta manera, en las mentes de ellos el evangelio pasa a ser intelectualmente inverosímil.


En segundo lugar, mientras que los escépticos intelectuales nos atacan racionalmente, las artes nos atacan apelando a las pasiones. Actualmente no hay fuerza mayor para moldear la mente que la invasión de la imaginación por los medios visuales.


Un reto para la iglesia es poder alcanzar a las personas que carecen de un marco de referencia o estructura básica común a la nuestra. La tarea es muy difícil. Pero las oportunidades que se presentan no tienen precedentes. Por ejemplo, estar presentes en los momentos de la vida. La iglesia todavía llega a las personas que se encuentran en los puntos de transición: los matrimonios que se desmoronan, los niños que se suicidan y dejan tras sí a padres impotentes. La muerte y el sufrimiento están en todas partes.


Hay un dicho en la India que dice que podemos tocarnos la nariz directamente o dando toda una vuelta. Y con algunas personas, necesitamos dar toda la vuelta para alcanzarlas.


A partir de allí se pueden tratar las preguntas intelectuales. La iglesia debe proveer un espacio donde las personas puedan expresar sus inquietudes. En las iglesias vivimos el peligro de la comunicación verbal en un solo sentido.


El evangelio debe estar ganando la atención de nuestra élite intelectual en todos los campos: político, empresarial, académico y artístico. No le hacemos ningún favor a nuestras universidades cuando las tachamos de causa perdida. Allí hay estudiantes tremendamente honestos. Y cuando sus preguntas son tratadas de manera respetuosa, muchos admiten su vulnerabilidad.


II. Fortaleciendo los esfuerzos evangelísticos


(Heb 10:19–25; Lc 14:26, 27)


Muchos métodos evangelísticos pueden funcionar bien por un tiempo: una persona toma la decisión de seguir a Cristo y viene a la iglesia; el liderazgo de la iglesia se regocija por la efectividad del alcance. Sin embargo, con frecuencia ocurre que después de un corto tiempo esa persona «convertida» se aleje de la iglesia. ¿Por qué sucede esto?


Hágase las siguientes preguntas sobre la filosofía de evangelización que se está siguiendo:


1. ¿Estamos enfatizando ventas o conexión? En algunos enfoques la relación entre el evangelista y la persona evanglizada se convierte en la que existe entre el vendedor y el cliente. Lo primordial es: «¿Cuántas personas dijeron sí?» Un proceso que considere la evangelización como un diálogo, como una conexión de amistad donde se comparte una preocupación mutua es más efectiva.


2. ¿Estamos enfatizando decisiones o disciplina? La meta bíblica no es simplemente una confesión oral, sino una vida transformada. En ninguna parte de las Escrituras se encuentra la palabra decisión; sin embargo, la palabra disciplina aparece una y otra vez. Una «decisión» es sólo uno de los muchos elementos en el proceso de ayudar a las personas a que se conviertan en discípulos y en miembros responsables de la iglesia.


3. ¿Estamos exponiendo el evangelio de manera adecuada? Existen historias de personas que escucharon las Buenas Nuevas una vez y fueron gloriosamente cambiadas. Estos eventos milagrosos no son la norma. Con frecuencia, cuando una persona viene a la fe, es porque ha oído el mensaje una, otra, y otra vez: en un estudio bíblico, por un amigo, en la radio, en la televisión, o en un evento social de la iglesia. Una estrategia evangelística efectiva expone muchas y variadas presentaciones del evangelio a los discípulos potenciales.


4. ¿Estamos conectando a las personas no cristianas con otras cristianas? El mensaje evangelístico debe poner énfasis no sólo en «aceptar a Cristo» sino también en «unirse a la iglesia de Cristo». Cuanto más en contacto una persona no cristiana esté con la persona de Cristo a través de su pueblo, tanto más completa será la comprensión que ella tenga de Cristo y de su amor.


III. Venciendo obstáculos para la adopción de visitantes


(Hch 2:47; Ro 15:7)


Inconscientemente, una iglesia puede colocar obstáculos para los que vienen a la iglesia por primera vez, impidiendo de una u otra forma que se integren a la vida de la iglesia.


1. Grandes redes familiares. Las redes familiares o células son importantes en el desarrollo de la iglesia, pero, debe evitarse el riesgo de que la preocupación se dirija exlcusivamente hacia las personas que están adentro. Se debe sacar tiempo para las que están afuera.


2. Amistades existentes. Cuando una persona está empezando a llegar a la iglesia la atención que se le preste es decisiva, y jamás se le debe dejar sola.


3. Instalaciones. El diseño de los edificios de la iglesia puede ser un obstáculo cuando no hay señales que dirigen a las personas hacia las entradas, la guardería, los baños.


4. La historia de la iglesia. Algunas congregaciones parecen estar más interesadas en el pasado que en el futuro. Las ilustraciones en la predicación y los anuncios a menudo hacen referencia a eventos pasados, tradiciones preciadas, y a miembros que ya no asisten. Estos comentarios hace que los visitantes se sientan más extraños de lo normal.


5. Eventos especiales. Las personas atraídas a la iglesia por eventos especiales probablemente se unirán a ella sólo si el tipo de ministerio que las atrajo primero es sostenido: una tarea difícil de lograr.


6. Filosofía de ministerio. Si el pastor o la congregación creen que la vida de la iglesia se genera desde la plataforma el domingo por la mañana, entonces sólo se le tendrá lealtad al pastor. Pero, si se enfatiza la interacción entre los miembros y el ministerio compartido, la integración adquirirá el significado de proveer facilidades y programas para que las personas hagan amistades y sirvan.


7. Reputación. Los que vienen por primera vez a una iglesia rápidamente se dan cuenta de los conflictos existentes entre los miembros.


8. Estilos de culto confusos. A menudo, los visitantes se sienten incómodos cuando vienen a la iglesia por primera vez. Mucho de lo que hacemos en nuestros cultos intimida a los visitantes, aunque le sea familiar a los miembros.


9. Malas actitudes. Tal vez el mayor obstáculo para la integración del que viene por primera vez es la actitud de los miembros.


IV. Alentando a los visitantes a regresar


(Hch 2:42–47; Sal 149)


Cuando entramos en la casa de alguien por primera vez, en quince segundos podemos darnos cuenta si la sala nos causa una impresión de calidez o de frialdad. Lo mismo se aplica para las iglesias. He aquí algunos consejos para darle calor a la atmósfera de su iglesia.


1. Capacite a los anfitriones. Capacitamos a nuestros anfitriones y ujieres para que hagan sentir cómodas a las personas y, al mismo tiempo e igualmente importante, para que ellos mismos se sientan cómodos. Es preferible no tener anfitriones a que estos abrumen o intimiden a las personas.


2. Dele calor al edificio. Les pedimos a algunas personas de nuestra iglesia con talento para la decoración que sugirieran cómo podríamos darle calor a la iglesia a través de plantas, adornos en el templo, y otras cosas más.


Las personas también aprecian un edificio limpio y en buen estado. Cosas tales como pintura descascarándose, desperdicios, suciedad, y cestos de basura malolientes pueden destruir una imagen cálida.


3. Incluya música de transición. La mayoría de las iglesias planean sus preludios, himnos, ofertorios, y selecciones corales. Sin embargo, casi cualquier momento de silencio, por más breve que sea, puede ser incómodo para los visitantes. Tratemos de poner música de fondo agradable antes del culto, durante las transiciones, y en cualquier otro espacio donde sirva para reducir la ansiedad.


4. Use oraciones coloquiales. La manera en que las personas oran comunica cómo se relacionan con Dios. Cuando las oraciones de la congregación son simples y coloquiales, Dios parece no ser tan extraño para los visitantes.


5. Sea humano. Existe otra serie de componentes que pueden crear calidez.


En primer lugar, el humor es efectivo para bajar las defensas, aunque es importante seleccionar los momentos apropiados a fin de que este funcione de manera natural.


Segundo, los visitantes pueden sentirse incómodos cuando los líderes parecen ansiosos. Pero si un orador o cantante sin experiencia admite su nerviosismo, la congregación probablemente no se sentirá tan incómoda si la voz de este se quiebra o sus manos tiemblan.


En tercer lugar, cuando ocurre un evento inesperado (como por ejemplo, un estornudo fuerte), una respuesta espontánea desde el púlpito, tal vez un «salud», puede demostrar calidez.


Finalmente, el vestido puede convertirse en una barrera si los que vienen por primera vez perciben que los líderes de la iglesia visten de manera demasiado formal, o demasiado informal.


V. Aprovechando ese momento de transiciones


(Col 4:26; Sal 61)


Muchas personas se vuelven receptivas al evangelio cuando enfrentan cambios en sus vidas. He aquí algunas situaciones oportunas para que Dios pueda obrar.


1. Luego del nacimiento de un hijo. Los nuevos padres perciben rápidamente las necesidades físicas y espirituales que surgen cuando se crían niños. Los padres jóvenes vuelven a la iglesia, impulsados por el deseo de darles guía espiritual a sus hijos.


2. Luego de una mudanza. Las personas que recientemente se han mudado a otra comunidad están buscando amigos, médicos, dentistas, lugares donde comprar, e iglesias.


3. Durante una crisis. La muerte, los accidentes, el despido de un empleo, y otros tipos de crisis hacen que la gente se cuestione sobre la vida. ¿Cuál es el propósito de mi vida? ¿Por qué las cosas malas me ocurren a mí? ¿Qué hago cuando no puedo arreglar las cosas por mí mismo? ¿Existe un Dios que se preocupe por mí? ¿Dónde puedo encontrar otras personas que me den apoyo durante esta crisis?


4. En un momento de dolor. El divorcio, las drogas, y diversas formas de abuso tienen un profundo efecto emocional. Un grupo de apoyo es una respuesta directa a este espacio de oportunidad.


5. Durante un período de renovación física. Muchas personas están renovando sus compromisos de caminar, trotar, o participar regularmente en programas deportivos tales como juegos de fútbol, voleibol, o basquetbol. Las iglesias pueden alcanzar a estas personas a través de programas orientados a los deportes.


6. Durante la transición de criar solos a los hijos. Una gran oportunidad la representan los padres que crían solos a sus hijos (sin la intervención del otro progenitor). Tal ministerio puede ofrecer oportunidades de crecimiento espiritual junto con apoyo práctico.


7. Durante los años en que los hijos requieren mayor cuidado. La creciente necesidad de las familias de percibir dos ingresos produce la correspondiente necesidad de que alguien cuide de sus hijos.


Que la gente no vea en su iglesia una congregación más, sino aquella a la cual le encantaría asistir, especialmente por el testimonio y la calidad de vida de las personas que asisten allí. Como puede notar se espera esfuerzo, perseverancia, paciencia, sacrificio y mucha sabiduría para saber hacia dónde van enfocados los «cañones».


Adaptado del Manual de Formación de Líderes, Desarrollo Cristiano Internacional.