Comunicación cristiana ¿honra o vergüenza?
por Dr. Arnoldo Wiens
La buena comunicación es esencial para que el mensaje del Reino de Dios llegue de la mejor manera a la mayor cantidad de personas. Los medios masivos de información pueden ser muy útiles pero, al mismo tiempo, muy nocivos. La manera en que los utilizamos, sin embargo, va a ser determinante en los resultados que se obtengan en esta clase de ministerio.
La buena comunicación es esencial para que el mensaje del Reino de Dios llegue de la mejor manera a la mayor cantidad de personas. Los medios masivos de información pueden ser muy útiles pero, al mismo tiempo, muy nocivos. Los más conocidos y utilizados son la radio, la televisión, la prensa escrita y el Internet, y pueden catalogarse como neutrales. La manera en que los utilizamos, sin embargo, va a ser determinante en los resultados que se obtengan en esta clase de ministerio.
Debo señalar, con cierta tristeza, que entre algunos el uso de los medios no siempre es compatible con el contenido del mensaje que se transmite. Entre los de la casa del Señor el fin nunca justifica los medios, por lo que se puede afirmar que el uso de los medios de comunicación de manera indebida consciente o inconscientemente representa una vergüenza para el evangelio de Jesucristo. Quisiera puntualizar cuáles son algunos de estos fenómenos que, a mi entender, degradan el evangelio:
Uso de medios ilegalesMe refiero al uso de medios no habilitados o no permitidos. Este podría ser el caso de una radio que opera en una frecuencia ilegal o no ha sido debidamente habilitada para la transmisión. Podría también tratarse de publicaciones que no han sido registradas oficialmente con las autoridades pertinentes. Tales ministerios no dejan un buen testimonio para el evangelio y contradicen los principios de honestidad que deseamos transmitir. Todo lo referente a los medios masivos está regulado por los correspondientes departamentos gubernamentales y los parámetros establecidos por estos entes deben ser respetados por todos, y en especial por los cristianos. Asimismo, el pueblo de Dios también ha de ser ejemplo en el pago de los impuestos correspondientes al usufructo de los medios de comunicación. Cuando no lo hacemos, acabamos «borrando con el codo lo que escribimos con la mano». Es necesario que haya coherencia entre lo que predicamos y lo que hacemos.
La «iglesia en el aire»La predicación en los lugares donde se reúne el pueblo de Dios, está enfocada y dirigida al auditorio visiblemente presente. La comunicación radial o televisiva tiene sus propios códigos y dinámicas, los cuales son muy diferentes a las de una sala de reuniones. Muchas veces, sin embargo, se escuchan en programas radiales cristianos reproducciones de los encuentros de la iglesia, sin que hayan sido debidamente editadas. Las liberaciones o exorcismos que se transmiten, por ejemplo, no son comprensibles para la mayoría de los oyentes. Otros consideran, por ejemplo, que la música instrumental es toda una pérdida de tiempo… «porque no se está predicando el nombre de Jesús» e insisten en llenar cada minuto de la transmisión con predicaciones y enseñanzas bíblicas, como si esto garantizara mayor honra al Señor. Asimismo, la presunción de que «todo el mundo» los está leyendo, escuchando o viendo, es un engaño que muchos no disciernen. Los buenos programas televisivos o radiales y las publicaciones que impactan a sus lectores están construidos sobre un conocimiento real de quiénes son los receptores de tales ministerios. Un sentido de ubicación y de humildad cristiano es, entonces, indispensable para la comunicación eficaz.
El fanatismo que fomenta la división del cuerpo de Cristo y de la sociedadMuchos utilizan los medios para menospreciar las doctrinas y prácticas de otras iglesias o líderes cristianos. Otros realizan verdaderas guerras o cruzadas dirigidas a todos aquellos grupos que no comparten la misma visión o las convicciones que ellos tienen. Empero, si esto tiene poco valor para la edificación del cuerpo de Cristo cuando está reunido dentro de la iglesia misma, mucho menos será de bendición para quienes forman parte de estos grupos. La única verdad digna de ser transmitida por todos es la de Cristo Jesús, su persona y obra, despejada de todo fanatismo y doctrinas particulares.
Hacer lo mismo que hacen todosCon esto me refiero a la propensión de amoldarse a las tendencias de la sociedad, copiando o imitando los programas que resultan más exitosos en el mundo secular. Al hacer esto nos perdemos la oportunidad de hacer, desde el trasfondo de la fe y los valores cristianos, un aporte distintivo que marque una diferencia entre lo espiritual y lo carnal. Por tanto, sin dejar de estudiar y aprender de las mejores estrategias en la comunicación, no debemos dejar de confiar en la creatividad con la que Dios reviste a quienes desean honrarlo participando en esta clase de ministerios. Él debe ser nuestro principal consejero y modelo en materia de comunicación.
Mendigar para sustentar la existencia del ministerioFrecuentemente las motivaciones que dicen tener los comunicadores, no corresponden con su ética en materia económica. La costumbre de muchos de confundir el medio de comunicación con la iglesia tiene una detestable resultante que es la constante manipulación de la audiencia para conseguir recursos económicos. Recordemos que el compromiso de ofrendar regularmente debe ser manejado dentro del marco de las actividades de la iglesia. El Señor puede muy bien guiar a una congregación a sustentar económicamente algún medio de comunicación, mas esto no debe ser confundido con las permanentes apelaciones de crear fondos económicos, las cuales se vuelven una parte central de muchos ministerios de comunicación. Las verdaderas empresas que surgieron en el pasado como resultado del esfuerzo de algunos comunicadores cristianos no fueron un buen testimonio para el evangelio. La falta de discernimiento en muchos cristianos contribuye a que estos ministerios continúen con la práctica de solicitar permanentemente nuevas ofrendas para sus programas, incluso intimidando con amenazas de un castigo divino a quienes no den su aporte. Debemos resistirnos a seguir alimentando esta clase de manipulaciones.
Habiendo identificado algunos de los asuntos que deshonran al evangelio, no quisiera dejar de destacar aquello que, a mi parecer, produce honra a Dios. Hay muchos cristianos que están sirviendo al Señor con gran eficacia en este sentido por medio de los medios masivos de comunicación. Este ejemplo debe servir para animar a quienes están considerando involucrarse en esta clase de ministerio. Algunas de las características de un ministerio de comunicación que honra eficazmente a la causa del evangelio son:
Servicio, legalidad y honestidadEstas deben ser no solamente las cualidades de los medios de comunicación cristiana, sino también de todos los que trabajan en ellos. Jesucristo, en su ministerio terrenal, manifestó que el servicio era parte de su estilo de vida. Cuando la vocación de servir para transformar vidas es nuestra principal meta en el ministerio, todo lo que hagamos será de valor trascendente para el Reino de Dios. La legalidad y la transparencia nos darán la necesaria autoridad para impactar al mundo y el Señor honrará nuestros esfuerzos por servirlo. Los programas que transmitimos o las publicaciones que distribuimos no solamente dejarán huella, sino que también se construirá un testimonio que tendrá un impacto aun mayor que el de nuestras obras.
Propósitos clarosCuando nos planteamos propósitos claros para nuestro programa radial, nuestra columna en el diario, o nuestro programa televisivo, podemos ser más concisos, directos y contundentes, con la esperanza de ser verdaderos instrumentos de cambio en la vida de los demás. Para ello, debemos conocer las necesidades y los valores de nuestros receptores y entender bien los principios del Reino de Dios, para comunicarlos de la manera más práctica y creativa posible y que el mensaje sea claramente comprensible.
Unidad en CristoNo cabe duda de que Cristo mantiene vivo el mismo profundo deseo que tuvo durante su peregrinaje terrenal de tener una iglesia unida. En su oración, en Juan 17, Jesús pidió con insistencia al Padre por la unidad de su cuerpo. Esta unidad debe también expandirse a los medios de comunicación cristiana porque son una extensión del cuerpo de Cristo. Si hacen hincapié en un mensaje cristocéntrico, se pueden eliminar las fricciones interdenominacionales. Las doctrinas particulares de cada iglesia deben ser enseñadas dentro de cada congregación. Los medios de comunicación que son abiertos a todo público deben restringirse a hablar y enseñar sobre las verdades comunes a todos los grupos de la iglesia de Cristo.
CreatividadNuestro Dios es creativo y nos ha creado a nosotros con esa capacidad. Tal vez este sea uno de los temas en los cuales necesitamos crecer más. Cuando alguien tiene un microprograma televisivo en un canal, parece inevitable que surja otro líder o iglesia, que buscará crear uno idéntico en otro canal. Habiendo tantos temas o enfoques que cubrir (niñez, adolescencia, juventud, matrimonios, desarrollo socioeconómico, etc.) no hay necesidad de que todos hagamos lo mismo. Aprendamos a maximizar los recursos; si alguien ya se dedica a un tema, esforcémonos por bendecirlo. Si tenemos nosotros también la posibilidad de hacer algo, cubramos otra de las muchas necesidades que tiene el ser humano.
Administración responsable de los recursos económicosCon esfuerzo y creatividad, muchos de los ministerios que se dedican a la comunicación pueden ser sostenidos por personas con esa visión (empresarios, iglesias, individuos). La Biblia claramente declara que el obrero es digno de su salario y por lo tanto, debe haber una clara confianza en todos los que sirven a Dios por estos medios que él sostendrá con fidelidad sus ministerios.
Existen maneras muy educadas y prudentes para invitar a la colaboración económica, mas en todos los casos, es recomendable entregar un recibo oficial de la organización y un agradecimiento por la ofrenda o donación. También es bueno que cada ministerio tenga su auditoría correspondiente, resguardando de esta manera la transparencia absoluta en el manejo de las finanzas. En muchos casos, cuando se realiza un buen trabajo de comunicación, personas o entidades que no son cristianos pueden bien llegar a estar interesados en invertir. Esto sería un recurso muy recomendable por utilizar, siempre y cuando no conlleve compromisos con productos que no son coherentes con nuestra ética cristiana.
Para la extensión del Reino de Dios, la comunicación del mensaje de Jesucristo debe realizarse con la ética del Reino. Será más difícil, llevará más tiempo, habrá más obstáculos, pero solo si se tiene ese carácter, Dios podrá bendecir la comunicación cristiana. Él no nos juzgará por el rating, ni por el alcance de nuestros ministerios de comunicación, sino por la fidelidad a su verdad, tanto en el fondo (contenido), como en la forma (la ética en la comunicación). Debe ser una meta prioritaria de los comunicadores cristianos que en el anuncio del Evangelio y de los valores del Reino, Dios no sea avergonzado.
¡El Señor prospere a todos los que se esfuerzan en hacerlo así!
Nota sobre el autor:El autor, nacido en Paraguay, es pastor de la Iglesia Evangélica Bíblica, y director ejecutivo de OBEDIRA, un ministerio dirigido a la comunicación integral. Es también autor del libro Los cristianos y la corrupción. Vive junto con su esposa y cuatro hijos, en Asunción, Paraguay.
© Apuntes Pastorales, Volumen XXI Número 1