Conflicto entre Jacob y Esaú Génesis 25:19–30:43

La Biblia nos llama a la unidad y critica las divisiones y disensiones. Es una lástima cuando dos hermanos no se llevan bien. Cuando hubo disensión entre los ganaderos de Lot y los de Abram, éste dijo a Lot: “No haya ahora altercado entre nosotros dos,… porque somos hermanos” (13:8).

Desafortunadamente nunca hubo buenas relaciones entre Jacob y su hermano Esaú, lo cual causó gran dolor de corazón a sus padres Isaac y Rebeca y aun disensión entre ellos.

Isaac tenía cuarenta años cuando se casó con Rebeca, quien por algún tiempo fue estéril. El oró por ella, y Dios lo escuchó, haciendo que Rebeca concibiera a dos gemelos que desde el vientre ya luchaban dentro de ella. Esto desesperaba a Rebeca que dijo: “¿Para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová” (25:19–22).

Dios le dijo: “dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; el un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor” (25:23).

Cuando nacieron los niños, el primero era rubio y velludo; y le llamaron Esaú. Al nacer el segundo, su mano estaba trabada al calcañar de Esaú por lo que le llamaron Jacob. Isaac tenía sesenta años cuando nacieron los gemelos (25:24–26).

Abraham alcanzó a conocer a sus nietos. Tenía ciento sesenta años (21:5) cuando Rebeca los dio a luz. Hacía unos veintitrés años que Sara había muerto; tres años antes del matrimonio de Isaac con Rebeca.

Los dos hijos de Isaac y Rebeca eran muy diferentes. Esaú era cazador, hombre del campo. Jacob era un muchacho más quieto, que permanecía en las tiendas. Esaú era el hijo predilecto de Isaac, porque le gustaba comer de su caza, mientras que Rebeca amaba a Jacob (25:27–28).

Un día, Jacob guisó un potaje y cuando regresó Esaú cansado del campo, pidió a su hermano que le diese de comer de su guisado rojo. Jacob respondió: “Véndeme en este día tu primogenitura”. Esaú, pensando que iba a morir, menospreció su herencia y la vendió a Jacob por esa sola comida (25:29–34).

¡PENSEMOS!
Aun antes de nacer Esaú y Jacob, Dios había dicho a Rebeca: “El mayor servirá al menor” (25:23d). Al comprar la primogenitura, Jacob ya comienza a ver la realización de esas palabras proféticas. ¿Qué le parece la manera en que Jacob adquirió la primogenitura? Califique su acción. La primogenitura tiene gran significado bíblico. Lea los siguientes pasajes y apunte sus observaciones: Genesis 43:33, Deuteronomio 21:17, 1 Crónicas 5:1 y Hebreos 12:15–17. ¿Cree que los padres deben tener hijos favoritos? ¿Qué daño produce entre los hijos? ¿Cómo se puede evitar?

ISAAC Y ABIMELEC 26:1–35

También en los días de Isaac hubo hambre en la tierra, y éste acudió a Abimelec rey de los filisteos, en Gerar. Se le apareció Jehová y le ordenó no ir a Egipto, sino quedarse en la tierra que Dios le daría tal como se la ofreció a Abraham. Además, le prometió:

  1. Multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo
  2. Dar a su descendencia todas esas tierras
  3. Bendecir a todas las naciones en su simiente (26:1–5).

Isaac obedeció a Jehová y se quedó en Gerar. Cuando los hombres de aquel lugar le preguntaron por su mujer, cometió el mismo error de Abraham. Mintió diciendo que era su hermana. Un día, Abimelec, mirando por una ventana, vio a Isaac acariciar a Rebeca, y lo confrontó acerca del asunto. Dijo Isaac que tenía miedo de que lo mataran por causa de su mujer (26:6–11).

Permitieron a Isaac seguir viviendo entre ellos, pero Abimelec advirtió a todo el pueblo que no tocaran ni a Isaac ni a Rebeca. Dios prosperó grandemente a Isaac, y los filisteos le tuvieron envidia. Hubo varias riñas entre los pastores de Isaac y de Abimelec sobre unos pozos que Abraham había cavado y los filisteos habían cegado. Al final cavaron uno sobre el cual no hubo disputa, e Isaac lo llamó Rehobot, que significa “lugares amplios o espaciosos” (26:12–22).

Al llegar Isaac a Beerseba, se le apareció Jehová, y le ratificó el pacto que había hecho con su padre. Isaac siguió en las pisadas de su padre, y allí edificó un altar a Jehová e invocó su santo nombre. Plantó alli su tienda y sus siervos abrieron otro pozo (26:23–25).

Aunque los filisteos le habían echado de entre ellos, vino Abimelec con su amigo Ahuzat y Ficol, capitán de su ejército. Cuando Isaac les preguntó por qué habían venido a él, le dijeron:

HEMOS VISTO QUE JEHOVA ESTA CONTIGO

Hicieron el pacto de respetarse mutuamente y de no hacerse daño el uno al otro, lo juramentaron, y se despidieron en paz (26:26–31).

Cuando Esaú tenía cuarenta años tomó para sí dos mujeres de entre los heteos, Judit, hija de Beeri, y Basemat, hija de Elón. “Fueron amargura de espíritu para Isaac y Rebeca” (26:34–35). El hecho de casarse con dos mujeres paganas es otra evidencia de la indiferencia espiritual de Esaú.

JACOB ARREBATA LA BENDICION 27:1–46

En su vejez Isaac quedó ciego. Probablemente presentía que su muerte se acercaba y llamó a Esaú para encargarle algo muy especial. Le pidió que saliera a cazar y trajera la presa para prepararle el guisado que a él le gustaba. Al terminar, debía traérselo para que comiera y lo bendijera antes de morir (27:1–4).

Rebeca estaba escuchando cuando hablaba Isaac con Esaú, y en cuanto hubo salido al campo para traer la caza, habló con su hijo Jacob y le contó lo que Isaac había hablado con Esaú y le pidió que escogiera de entre el ganado a dos cabritos buenos. De la carne de éstos se proponía preparar para Isaac viandas como a él le gustaban. Una vez preparadas, Jacob se las presentaría a su padre para que lo bendijera antes de morir (27:5–10).

Para eliminar las dudas de Jacob acerca de la diferencia de piel entre los dos hermanos, Rebeca tomó las pieles de los cabritos y lo cubrió con ellas donde no tenía vello. Ya vestido con la ropa de Esaú y cubierto de las pieles, entró Jacob delante de su padre con las viandas. Isaac se sorprendió de que Esaú hubiera regresado tan pronto, y así lo expresó. Para hacer aun más gravoso su pecado, Jacob atribuyó a Jehová el hecho de haber logrado la caza con rapidez (27:11–20).

El padre quiso comprobar que en efecto era Esaú y le rogó que se acercase. Al palparle, concluyó: “La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú?” Todavía con duda Isaac preguntó: “¿Eres tú mi hijo Esaú?” Jacob respondió: “Yo soy” (27:21–24). Entonces lo bendijo Isaac creyendo que era Esaú. La bendición incluía:

  1. Prosperidad en sus cosechas (27:28).
  2. Señorío sobre sus hermanos (27:29a y b).
  3. Maldición para los que le maldijeran (27:29c).
  4. Bendición para los que le bendijeran (27:29d).
¡PENSEMOS!
Lea de nuevo los versículos 1–29 y apunte todas las evidencias del engaño de parte de Rebeca, y todas las mentiras de Jacob. Dios le había prometido bendición. ¿Qué debía haber hecho para recibirla? ¿Cuáles son algunas mentiras repetidas con frecuencia en nuestro medio ambiente? En una concordanica bíblica busque dos pasajes que hablen de la mentira. Estúdielos bien. ¿Qué podemos hacer para evitarla en nuestra vida diaria?

Cuando Esaú volvió del campo y se dio cuenta de lo que había hecho su hermano se enfureció. Dijo:

BIEN LLAMARON SU NOMBRE JACOB, PUES

YA ME HA SUPLANTADO DOS VECES: SE APODERO

DE MI PRIMOGENITURA, Y HE AQUI

AHORA HA TOMADO MI BENDICION (27:30–36).

Esaú reclamó una bendición de su padre e Isaac le bendijo, pero no podía deshacer lo que ya había hecho. Antes de proferir su bendición, Isaac contó a Esaú los detalles de la bendición a Jacob, y la que pronunció sobre Esaú difiere totalmente de la de Jacob. Sus detalles son:

  1. Pobreza material. La mejor traducción de (27:39) es “será tu habitación lejos de las grosuras de la tierra”. Su morada en Edom en tierras infértiles apoya esta interpretación.
  2. Una vida violenta (27:40a).
  3. Servidumbre a su hermano (27:40b).
  4. Alivio del yugo de su hermano de vez en cuando (27:40c).

“Cuando te fortalezcas” se puede traducir también; “cuando te sacudas”. La historia también corrobora esta interpretación, porque los edomitas, descendientes de Esaú, nunca se libraron totalmente del dominio del Israel, pero de vez en cuando lograban un breve alivio. Véanse Números 20:14–21 y 2 Samuel 8:14.

Después de ese acontecimiento, Esaú se propuso matar a su hermano. Esperaría la muerte de su padre para no ocasionarle más dolor. Rebeca se dio cuenta, y comenzó a preparar a Jacob para que huyera a Mesopotamia donde debía pasar algún tiempo mientras se calmaba la ira de Esaú. Es interesante notar la sutileza con que Rebeca relató sus planes a Isaac (27:41–46).

LA HUIDA DE JACOB 28:1–9

Después de la plática con Rebeca, Isaac llamó a Jacob y le encargó que no se casara con una de la hijas de Canaán sino que se fuera a la casa de Betuel, padre de Rebeca para que tomara mujer de entre las hijas de Labán, hermano de ella (28:1–2)

Jacob jamás volvió a ver a su madre con vida. Isaac lo bendijo de nuevo con las promesas ofrecidas por Dios a Abraham y confirmadas a él mismo (28:3–4). Después lo despidió y se dirigió a Padan-aram donde vivía Labán, hijo de Betuel y hermano de Rebeca (28:5). Esaú observó que Isaac bendecía a Jacob y que las hijas de Canaán no agradaban a su padre. Entonces tomó una mujer de la familia de Ismael, pensando que quizá habría algún residuo de fe en ella. Sin embargo, no despidió a las hijas de Het (28:6–9). Hay algo aquí sumamente triste. Es evidente que no había comunicación en la familia de Isaac. Esa decisión de Esaú no fue un paso de obediencia completa. ¡Cuál habría sido su actuación si sus padres le hubieran instruído acerca de la importancia de no casarse con incrédulas? Esaú no lo supo hasta que escuchó lo que Isaac dijo a Jacob.

También, es posible que Esaú tuviera conocimiento del deseo expresado por Abraham de que Isaac no se casara con una cananea. En este caso hay dos posibilidades. Primera, la actitud de su madre hacia él no le permitió ver la superioridad espiritual de las mujeres de la casa de Labán. Lo que sí es bien cierto es que Esaú se caracterizaba por su insensibilidad hacia las cosas espirituales. Véase Hebreos 12:15–17. Al fin y al cabo uno mismo es responsable de sus decisiones en la vida (Romanos 14:12).

DE MANERA QUE CADA UNO DE NOSOTROS

DARA A DIOS CUENTA DE SI

EL SUEÑO DE JACOB EN BETEL 28:10–22

En su viaje de Beerseba a Harán, Jacob llegó a cierto punto donde se quedó a dormir. La historia revela que el lugar era Betel, que distaba de Beerseba unos ciento quince kilómetros. Es muy posible que Jacob hubiera viajado unos tres o cuatro días para llegar hasta ese lugar. Tomó una piedra y la puso por cabecera, y se quedó profundamente dormido (28:10–11).

En su sueño, vio una escalera tendida del cielo a la tierra donde los ángeles de Dios bajaban y subían. En su extremo superior estaba Jehová. El Señor se le reveló como Jehová, el Dios de Abraham, y de Isaac; le repite las bendiciones del pacto abrahámico, y añade (28:12–15):

HE AQUI, YO ESTOY CONTIGO, Y TE GUARDARE

POR DONDEQUIERA QUE FUERES,

Y VOLVERE A TRAERTE A ESTA TIERRA

La aparición de Jehová en esta ocasión es una enorme manifestación de su gracia. Ya hemos visto que Jacob era un hombre engañoso y mentiroso. No merecía nada, pero Dios lo escogió para mostrar su misericordia por medio de él (Romanos 9:10–12).

Se maravilló Jacob del sueño y llamó a ese lugar “Betel”, que significa “casa de Dios”. Tomó la piedra que había usado como cabecera, y la alzó por señal. El derramamiento de aceite encima de la piedra fue un acto de consagración del altar (Levítico 8:10–12). También hizo voto al Señor.

Las condiciones:

  1. Si Dios fuera con el,
  2. Y le guardara en el viaje,
  3. Y le diera pan y vestido,
  4. Y le volviera en paz a casa de su padre;

Las promesas

  1. Jehová sería su Dios
  2. La piedra puesta por señal sería “casa de Dios”.
  3. El diezmaría a Dios de todo lo que le diera (28:16–22).

LA ESTANCIA DE JACOB EN MESOPOTAMIA 29:1–30:43

El encuentro con Raquel. 29:1–14

Tal como el criado de Abraham conoció a Rebeca a la orilla de un pozo, así fue el encuentro entre Jacob y Raquel. Pero hay diferencias bien marcadas. El criado oró a Dios pidiendo su dirección (24:12–14). Sin embargo, aunque Jacob conocía a Jehová, su devoción no se manifiesta aquí. Lo que sí es evidente es su diplomacia y aplomo.

Se presenta a los pocos pastores, que se habían reunido para abrevar sus ovejas, como “hermano”. Mediante esa entrevista supo que procedían de Harán, que conocían a Labán, quien se encontraba bien, y que la que pastoreaba las ovejas era su hija Raquel (29:1–6).

La actitud de Jacob es muy interesante y significative. El era pastor y sabía que todavía quedaban algunas horas del día para apacentar a las ovejas. Parece que le molestó ver a los pastores perder su tiempo a la orilla del pozo. La sugerencia de que abrevaran sus ovejas y volvieran a apacentarlas no fue una falta de cortesía, sino que como tenía unos setenta y siete años era mayor que ellos, quienes probablemente eran muy jóvenes.

No quería que presenciaran el encuentro con su prima Raquel. De todos modos, no se fueron, y vieron cuando Jacob con fuerza extraordinaria removió la gran piedra de la boca del pozo, y abrevó el rebaño de Labán (29:7–10).

Después Jacob besó a Raquel y lloró en alta voz. Le dijo que era hijo de Rebeca, hermana de Labán. Ella corrió a su casa para dar la noticia de la llegada de su primo. Labán corrió para recibirlo, le hizo una gran recepción con abrazos y besos y lo llevó a su casa donde pasó un mes como huésped (29:11–14).

¡PENSEMOS!
Compare el encuentro entre Jacob y Raquel con el encuentro entre el criado de Abraham y Rebeca (24:14–56) y apunte todas sus observaciones.

El casamiento con Lea y Raquel. 29:15–30

Al finalizar ese mes, Labán pidió a Jacob que le dijera cuál sería su salario si decidiera quedarse. En ese corto tiempo Jacob se había enamorado de Raquel, y entonces ofreció servirle siete años por ella. Se pusieron de acuerdo, y los siete años parecieron al enamorado “como pocos días” (29:15–20).

Cuando llegó el momento del enlace, Labán engañó a Jacob, y le dio a su hija mayor Lea en vez de Raquel. Cuando se lo reclamó Jacob, respondió que era la costumbre de su tierra. Esto no pareció Jacob, respondió que era la costumbre de su tierra. Esto no pareció bien a Jacob y Labán le dijo que le daría a Raquel si cumplía con la semana de Lea (Jueces 14:1–17). Así lo hizo Jacob, y al cabo de ella tenía dos esposas. Sirvió a Labán otros siete años (29:20–30).

Los hijos de Jacob 29:31–30:24

Jacob amaba más a Raquel que a Lea. A Jehová no le agradó esto e hizo que la primera fuera estéril. Lea dio a luz a los primeros cuatro hijos de Jacob, pero después del cuarto, dejó de tener hijos por algún tiempo (29:31–35).

Viéndose estéril, Raquel dio a Jacob a su sierva Bilha para que de ella tuviera hijos. Lea hizo lo mismo con su sierva Zilpa. Ambas siervas tuvieron hijos de Jacob.

La expresión “sobre mis rodillas,” indica que Raquel pondría a cualquier hijo nacido de Bilha sobre sus rodillas como señal de que sería como hijo propio. Ambas hermanas tuvieron dos hijos así.

Al dejar de dar a luz Lea, Dios se acordó de Raquel, y tuvo hijos propios. El primero fue llamado José. Su nombre significa “que el Señor añada” o “él ha quitado”. Probablemente Raquel tenía en mente ambas cosas. Dios había quitado su esterilidad y le rogaba que le diera otro hijo (30:22–24).

La pluralidad de esposas de parte de Jacob no indica que Dios estuviera de acuerdo con la bigamia. El estableció su norma en la creación. Hizo una sola mujer para Adán. No obstante su desacuerdo con ciertas prácticas, estableció reglamentos para guiar a los seres humanos en sus relaciones interpersonales. Véase Deuteronomio 21:15–17.

LISTA DE LOS HIJOS DE JACOB
Nacidos de Lea Nacidos de Raquel Nacidos de Bilha Nacidos de Zilpa
Rubén
Simeón
Leví
Judá
Isacar
Zabulón
Dina
José
Benjamín
Dan
Neftalí
Gad
Aser

El capítulo cuarenta y nueve da más detalles acerca del papel que había de jugar cada hijo de Jacob en la historia de Israel. Basta mencionar aquí tan solo el significado de los nombres de Rubén y Zabulón para entender que había mucha envidia entre Lea y Raquel. Al dar a luz a Rubén dijo Lea: “Ha mirado jehová mi aflicción; ahora, por tanto me amará mi marido” (29:32). Al nacer su último hijo Zabulón, todavía se nota que se sentía despreciada en estas palabras: “ahora morará conmigo mi marido” (30:19–20).

Generalmente, las genealogías bíblicas no mencionan mujeres. Es probable que Dina aparezca en esta lista por lo que había de acontecer en su vida más tarde (34:1–31).

¡PENSEMOS!
La Biblia dice en Gálatas 6:7: “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. ¿Qué evidencia aparece en Génesis 29:15–30 de que Jacob estaba cosechando lo que había plantado? Este patriarca tuvo hijos de cuatro mujeres. Ya hemos visto que Dios no aprueba la bigamia. Apunte todos los pasajes bíblicos que conozca que apoyan la monogamia. Lea cuidadosamente 29:30–30:15 y apunte los distintos incidentes del conflicto entre Raquel y Lea.

El trato entre Jacob y Labán 30:25–43

Después del nacimiento de José, Jacob dijo a Labán que deseaba volver a su tierra. Sólo pidió que le diera sus mujeres y sus hijos. Labán le pidió que se quedara, mencionó que Jehová lo había bendecido grandemente por su causa y ofreció darle el salario que pidiera (30:25–28).

HE EXPERIMENTADO QUE JEHOVA

ME HA BENDECIDO POR TU CAUSA

Jacob le recordó que desde que había empezado a servirlo, sus bienes se habían multiplicado en gran manera. Expresó también su deseo de comenzar a trabajar para su propia familia y le pidió que le diera:

  1. De sus ovejas, las manchadas y salpicadas de color y las de color oscuro.
  2. De sus cabras, las manchadas y salpicadas de color.

A simple vista, esa propuesta le ofrecía poca oportunidad de prosperar. Por lo general, las ovejas de esa región son blancas y los cabritos de color oscuro. ¿Cómo podría juntarse un gran rebaño en semejantes condiciones?

Para empeorar las cosas, Labán apartó aquel mismo día todos los animales manchados y rayados, los puso en manos de sus hijos y se apartó de Jacob avanzando tres días de camino.

Dios frustró todos los planes de Labán y causó que casi todos los animales que nacían fueran manchados y rayados. Así llegó a ser muy rico Jacob en ovejas, siervas y siervos, camellos y asnos. Pasajes bíblicos como Proverbios 3:9–10 prometen bendición material para los que obedecen a Dios, pero debemos cuidarnos de creer que podemos exigir prosperidad del Señor a cambio de obediencia. Véase Filipenses 4:10–19.

Collins, A. (1992). Estudios Bı́blicos ELA: Ası́ comenzó todo (Génesis) (79). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.