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¿Consideró alguna vez hacer reír en un funeral?

¿Consideró alguna vez hacer reír en un funeral?

por Santiago Vincent

A sus 107 años, la frágil y pequeña mujer todavía disfrutaba de la vida. Su buen humor y el concepto de sí misma se habían agudizado con la edad.

En una de las visitas que su pastor, Roberto Oldam, le hiciera muy poco antes de morir, ella se alegró a sí misma y, recordando las palabras de una canción popular, dijo: «No voy a necesitar más esta casa».

En su funeral, el pastor animó a las personas presentes describiendo la conversación. “Esta vieja casa no está siendo un buen hogar”, me dijo, refiriéndose a la canción», comentaba el pastor. «¡Mírela!, dijo la anciana y comenzó a referirse a sí misma».

‘El techo está goteando, dijo por su escaso cabello. El basamento está temblando, y miró sus piernas delgadas. El teléfono casi ya no funciona y señaló su boca, con su voz tan débil que sólo podía oírse bien de cerca».

El pastor continuó relatando la descripción que la propia mujer, de buen ánimo, hacía de ella misma. ‘“Las ventanas están empañadas, dijo señalando sus ojos.» Roberto Oldam ha ministrado en más de 200 funerales durante sus 35 años como pastor, y en una tercera parte de ellos ha incluido historias con humor. «He recibido muchos agradecimientos de los miembros de las familias, pero nunca una queja», dice Oldam. Y no es el único. En cierta conferencia de pastores, el 26% de los ministros consultados dijeron que habían incluido humor en, por lo menos, un servicio funerario. Entre los pastores con 15 o más años de experiencia, el número se elevó a 40%.

En los Estados Unidos, en el funeral del padre de Martin Luther King (noviembre del 84) varios oradores incluyeron historias con humor, incluyendo el ex presidente Jimmy Cárter.

El predicador de Eclesiastés aconseja: «Hay un tiempo señalado para todo… un tiempo para llorar y un tiempo para reír; un tiempo para estar de duelo y un tiempo para bailar». A pesar de la sabiduría tradicional que dice que los eventos serios como los funerales no son el lugar para el humor, los investigadores sociales están descubriendo ahora lo que los ministros evangélicos han sabido desde hace tiempo: A veces, el tiempo para llorar es también un tiempo para sonreír con recuerdos dulces.

Dos experimentos recientes en la Universidad de Illinois, en Chicago, sugieren que existen beneficios al usar humor en los funerales. Usando elogios en video tape, los estudios descubrieron que los oyentes apreciaron más a un orador y catalogaron su credibilidad como más alta cuando incluía porciones de humor apropiado, que cuando lo hacía estándar, sin humor.

El tipo de humor es importante. El humor apropiado ilustra los logros de la persona, señala las cualidades positivas del carácter o incluye anécdotas o chistes dichos por el difunto. Por supuesto, tanto el mismo difuntos como sus deudos no deben ser «maltratados» por la mención, sino que debería ser siempre respetuosa; el humor puede contribuir a ese respecto. Por ejemplo, un ministro recordó el entusiasmo de una mujer con esta historia; «La palabra favorita de Elena era fantástica. Cualquiera ocasión que a ella le gustara era fantástica. Una noche acompañó a su hijo José, un adolescente, a un concierto de música joven al aire libre. José llevaba consigo un grabador portátil. Justo cuando la orquesta llevó la música a un clímax, Elena miró a José y gritó: «¡Fantástico!». José todavía tiene ese momento en la cinta, con todo el concierto menos esa partecita en que su mamá tapó todo con su ¡Fantástico!».

Esta clase de humor dentro de la reseña puede ayudar a disminuir el dolor, llevando a los presentas a recordar con ternura a quien se despide. Una madre agradeció a su pastor por presentar una historia graciosa sobre su hijo. «Estoy contenta que usted haya mencionado eso», dijo. «Ha sido algo muy destacado de sus años de crecimiento. Ayuda a aliviar el dolor en mi corazón y a recordar algunos de los momentos felices y de diversión que pasamos con él».

CONDICIONES PARA EL TOQUE DE HUMOR»

El toque ligero debería considerarse cuando una persona de edad ha vivido una vida completa, o cuando se ha estado preparado para la muerte, aun si la persona es joven o cuando la persona ha sido conocida por su buen sentido del humor. Evite incluir historias cómicas cuando la persona muere de una muerte violenta, como en un accidente de auto, suicidio o crimen.

Por otra parte, el humor no necesita ser usado en cantidad. Una historia es suficiente. El humor debería, naturalmente, ilustrar el punto que está tratando el orador, de igual manera que lo hace una anécdota dramática en el sermón del domingo.

Un ministro que quería mostrar la humildad de cierto difunto llamado Federico, dijo a los presentes en el velatorio: «Cuando alguien le preguntó a Federico cómo se hizo héroe en la Segunda Guerra Mundial, él respondió: «Fue un accidente. Ellos hundieron mi barco».

El humor, tan natural en la vida, bien puede caber en la muerte, donde los amigos miran a su camarada con recuerdos amables. Dios permite el dolor, pero también da alegría y restauración. Y por eso podemos sonreír.

Apuntes PastoralesVolumen VI – Número 5