Correr livianos

por Christopher Shaw

Las ataduras a personas y responsabilidades innecesarias crean un peso adicional que entorpece nuestra marcha

Versículo: Hebreos 12:1

12:1 Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante.

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La analogía que ha escogido el autor de Hebreos para ayudarnos a entender las dinámicas de la vida cristiana es la de un maratón, una carrera que cubre una distancia de 42 km Entre las recomendaciones que nos da hoy, quisiéramos concentrarnos en «… quitémonos todo peso que nos impida correr…» (NTV). Si tuviera la oportunidad de correr en un maratón, o de ver la filmación de una carrera, podría comprobar que los corredores profesionales lo hacen con un mínimo de peso. Su ropa es de material ultraliviano. Su calzado ha sido especialmente diseñado para esta prueba, y pesa apenas 250 gramos. Algunos corredores, incluso, corren descalzos para evitar aun ese peso. Pocos atletas profesionales cargan con algún elemento adicional durante la carrera. La razón solamente la puede comprender alguien que ha corrido cierta distancia cargando un peso. Todo peso adicional se volverá cada vez más pesado a medida que avanzan los kilómetros. La energía que necesita para correr la va a terminar gastando en acarrear un peso que lo agotará antes de cruzar la meta. El peso adicional que cargamos muchas veces está relacionado con nuestras inseguridades.La exhortación del autor nos recuerda las instrucciones que Jesús dejó a los discípulos, antes de enviarles a predicar de dos en dos: «No lleven nada de dinero en el cinturón, ni monedas de oro, ni de plata, ni siquiera de cobre. No lleven bolso de viaje con una muda de ropa ni con sandalias, ni siquiera lleven un bastón. No duden en aceptar la hospitalidad, porque los que trabajan merecen que se les dé alimento» (Mt 10.9-10 – NTV). Los desanimó de la tendencia natural de adelantarse a las necesidades del viaje cargando elementos que el mismo Señor puede proveer para ellos. Generalmente descubrimos, en cada viaje, que hemos cargado mucho más de lo que realmente necesitábamos, producto de la sensación de inseguridad que sentimos cuando andamos con pocas provisiones. El autor de la epístola emplea la misma palabra para peso que se utliza para describir a la mujer embarazada. Cuando el estado del embarazo es avanzado ella se mueve con lentitud e incomodidad porque el tamaño de su vientre impide que sea ágil o rápida. La imagen es excelente para entender a qué se refiere cuando nos exhorta a despojarnos de todo peso. Nos está animando a desechar todas aquellas cosas que estorban y entorpecen nuestro andar en Cristo. Estas se pueden referir a vínculos estrechos con parientes, familiares o amigos, un apego desmedido por las pertenencias, un afán desmedido por la comodidad o, incluso, un interés exagerado por una completa preparación para el proyecto al que nos está llamando el Señor. El hecho es que cualquier elemento que se interpone entre nosotros y el llamado a seguir a Jesús es un peso innecesario. Los verdaderamente sabios entienden que se precisa una actitud despiadada a la hora de distinguir entre lo necesario y lo superfluo.  

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