Corriendo y Huyendo

Quiero hablarles hoy acerca de algo muy que es de suma importancia. Quiero hablarles acerca del llamado que Dios nos ha dado.  A través de los estudios bíblicos y predicas cristianas, todo creyente aprende que Jesucristo nos dejó un llamado; pero lo que nos sucede a la mayoría de nosotros es que a pesar de que sabemos que tenemos un llamado, no lo queremos aceptar.

No quiero que nadie aquí se sienta mal, como les dije, esto es algo que le pasa a la mayoría de de las personas..  Pero déjenme decirles que podemos correr, pero no nos podemos esconder.

Puede que tengamos muchas razones y excusas, pero la realidad es que al ser llamado por Dios nada mas importa.  Miremos en la palabra de Dios.

Éxodo 3:10-14–  Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. 11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? 12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. 13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.

Vamos a mirar esto bien de cerca para comprender lo que esta sucediendo.  Aquí tenemos a Moisés quien había huido de Egipto.  En Egipto él era un príncipe y un hombre de mucha autoridad, pero ahora no era mas que un simple pastor.  El estaba haciendo sus tareas de todos los días, sin esperar nada en especial, pero algo sucedió.  Este fue el día que Dios escogió para hablarle, este fue el día que Dios había escogido para el desde antes de la fundación del mundo.

No es muy diferente a nosotros hoy en día.  Estábamos en nuestras tareas diarias, quizás trabajando o quizás divirtiéndonos, no estábamos esperando nada en especial, pero algo sucedió.  Alguien nos hablo del Reino de Dios.  Fue al igual que en Éxodo 3:2, Dios escogió ese día para que escucháramos su palabra y que penetrara en nuestro corazones. ¿Le suena esto conocido a alguien?  Debe sonarles muy conocidos a todos, puesto que si no hubiese sido de esta manera no estuviéramos aquí ninguno.

Los estudios bíblicos y predicas cristianas nos dejan claramente saber que Dios nos a llamado a cada uno de nosotros individualmente y de forma única.  Todo lo que tenemos que hacer es recordar el pasado para darnos cuenta de cómo hemos llegado hasta aquí.  Lo que sucede es que como dije anteriormente, oímos su palabra, pero envés de decir aquí estoy decimos aquí voy; ¿verdad?  No existe lugar donde Él no pueda llegar o que Él no pueda ver.  Y esto es lo que le estaba pasando a Moisés en este instante. Él estaba tratando de correr y esconderse de Dios.

Moisés no quería ser el escogido por Dios, puesto que esto trae mucha responsabilidad.  Él estaba muy pero muy contento donde él estaba. Tenía una nueva esposa y familia, y vivían cómodamente en el desierto. Él empezó dándole excusas a Dios.  Pero Dios tenía otros planes en mente para él, al igual que tiene planes en mente para cada uno de nosotros.

La primeras palabras de Moisés fueron: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?”  Esto es exactamente lo que nos pasa a nosotros.  Pensamos que no somos nadie, pensamos que no valemos nada.  Al igual que Moisés nos ponemos a cuestionar a Dios.  Pero lo que sucede es que Dios nos conoce a nosotros mejor que nosotros mismos.  Dios conoce nuestra fortaleza y debilidad igual.  Él conoce lo que somos capaces de hacer y no hacer.  Moisés no se dio cuenta que Dios le había estado guiando desde su nacimiento.  No se dio cuenta que Dios permitió que el fuese criado por la reina de Egipto.  Que Dios fue el que permitió que él fuera un príncipe en Egipto.  Dios guió a Moisés desde mucho antes de lo que Moisés se imaginó. ¿Por que? Porque Dios tenía un propósito con su vida.  Dios usó a Moisés para que guiara su pueblo a la tierra prometida. 

¿Les esta llegando el punto?  Dios quiere usar a cada uno de nosotros para que libremos su pueblo de la esclavitud. ¿De esclavitud hablo?  Las personas piensan que la esclavitud es una cosa del pasado, algo que se acabó hace mucho tiempo atrás, y que no existen mas esclavos.  Quiero decirles que el mundo tal como lo conocemos está lleno de esclavos. Esto les puede venir de sorpresa, pero la mayoría de este planeta está lleno de esclavos.  Les estoy hablando de ser esclavos de Satanás.  El mundo esta lleno de personas que no sirven a Dios.  Personas que están atadas a vicios y corrupción y que están sirviendo al diablo sin darse cuenta.

Todo lo que tenemos que hacer es mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta que esto es verdad.  Pero no obstante esto, tenemos el coraje de cuestionar a Dios. Dios nos llamó, escogió que viviéramos en Su Reino, y ¿qué hacemos?  Nos llamó a que llevásemos su mensaje de salvación, y ¿qué hacemos?  Dejamos que el diablo nos ponga dudas en nuestra mente, permitimos que los demonios nos descorazonen. Decimos: “Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?

Al igual que Moisés tratamos de salirnos de lo que Dios tiene elegido para nosotros.  Mirando a nuestro alrededor en este momento yo veo hombres más grandes que Moisés aquí.  Yo veo hombres y mujeres que son mas que capaces de liberar a los hijos de Dios de la esclavitud.    De guiar a los hijos de Dios hacia la tierra prometida que es el Reino de Dios.

No podemos preocuparnos de lo que vamos a decir o hacer.  No puede existir duda que Dios nos usará, todo lo que tenemos que hacer es aceptar la responsabilidad que trae este territorio.  Tenemos que estar dispuestos a que Él nos use tal como Él quiere usarnos.  En realidad nosotros no sabemos de lo que somos capaces.  Les puedo decir que cuando yo empecé en los caminos del Señor yo temía pararme enfrente de muchas personas y hablar.  Las rodillas me temblaban, la voz se me iba, y la mayoría de las veces se me olvidaba lo que iba a decir.  Pero algo milagroso sucedió, algo que yo no esperaba. ¡Dios me llamo!

Dios dijo: “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.”  Aquí Dios nos está diciendo que Él nos envía.  Déjenme decirles que esto fue todo lo que tomo para mí.  Porque si Dios nos envía eso quiere decir que Él está con nosotros.  Y si Él está con nosotros, entonces ¿quién puede estar contra nosotros?  Nadie puede, no hay diablo, ni demonio, ni potestad, ni hombre.  Dios esta con nosotros y nos está contestando diciendo: “YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.”

Para concluir.  Tenemos que aceptar las responsabilidades que conllevan estas palabras.  Tenemos que tomar los pasos para liberar el pueblo de Dios.  No podemos estar preocupados de lo que va a suceder o cómo va a suceder.  Él sabe lo que va a suceder y cómo va a suceder.  Nosotros solamente tenemos que dejarnos ser guiados por Él y su divina presencia.  Todo lo que tenemos que hacer es llevar su mensaje.

Al igual que hizo Moisés, tenemos que decirle al mundo cuando nos pregunten: “YO SOY me envió a vosotros.”  Nosotros servimos a un Dios todo poderoso y lleno de gracia.  Cuando Él nos manda es porque Él sabe de lo que somos capaces.  Él conoce nuestras habilidades mejor que nosotros mismos.  ¿Si Él confía en nosotros, quienes somos nosotros para cuestionarle? Es tiempo de pararnos en firme y dejar de correr.  Es hora de someternos a la voluntad de Dios.

Fuente: www.centraldesermones.com