Críticas con mar de fondo

por Eugenio Geromel Jr.

Todo pastor ha tenido alguna vez la experiencia de que le hayan descargado toda la “basura” encima. A veces la crítica es justificada, pero a menudo el factor de precipitación no tiene nada que ver con la forma en que el pastor maneja los asuntos de la Iglesia. El autor provee algunas pautas que pueden ayudar a reconocer entre una “cortina de humo” personal y una crítica válida.

Era uno de esos raros momentos de aconsejamiento pastoral que uno no sabe bien cómo manejar. No reaccioné ni me enojé. Permanecí escuchando mientras él continuaba por otros veinte minutos. Durante la mayor parte del tiempo su voz había sido fuerte y estridente y su lista de quejas parecía interminable. Que aquello estaba mal con el programa de Educación Cristiana, que esto estaba pésimo por la forma en que manejábamos la iglesia, etc. Y yo era el blanco de todas sus críticas.


De repente, y ya en medio de una oración, salió una revelación: “Ella dice que a mí lo único que me interesa es el sexo”. Durante toda la hora que siguió a eso estuvimos hablando de su matrimonio. Los “asuntos” que tanto lo habían preocupado antes ya no aparecieron más en la conversación.Todo pastor ha tenido alguna vez la experiencia de que le hayan descargado toda la “basura” encima. Es parte de su trabajo. A veces la crítica es justificada, pero a menudo el factor de precipitación no tiene nada que ver con la forma en que el pastor maneja los asuntos de la Iglesia. Existen algunas cosas que pueden ayudar a reconocer entre una “cortina de humo” personal y una crítica válida.



¿HA SUFRIDO LA PERSONA ALGUNA PERDIDA RECIENTE?



La persona, ¿ha sufrido hace poco la pérdida de un ser querido? El dolor que no ha sido resuelto suele “asomar la cabeza” hasta un año o dos después del suceso. ¿Un divorcio reciente? ¿Han ocurrido reveses financieros o de negocios?


En una iglesia local, la persona que ha sufrido una pérdida tiene mucho poder. Si Margarita ha perdido a su marido el año pasado, la gente le brindará su atención, más atención de la que le darían si todo en su vida fuera maravilloso. La gente escucharía sus quejas, aun cuando no estarían de acuerdo con ella. Buscan consolar a alguien que ha sufrido. Sin embargo, ella no lo interpretará como consuelo, sino como aprobación. Si el pastor apenas intenta defenderse y plantear el problema desde otra óptica los gritos de la congregación subirán, muy probablemente: “¡Cómo puede un hombre de Dios infligir aun más dolor a esta pobre mujer!”. Si, por otra parte, se queda callado, habrá quienes concluyan que ella debe tener razón. “Después de todo, él no se defendió”.



¿HAY PROBLEMAS PERSONALES QUE AFLIGEN A SU ACUSADOR?



Podría darse la situación de problemas maritales, con los chicos, o en el trabajo. Las personas que experimentan tales conflictos generalmente buscan un blanco seguro. Por el carácter “sufrido” que un pastor debe tener, éste rara vez se defiende.



¿EXISTE ALGUNA CARENCIA ESPIRITUAL EN LA VIDA DEL INDIVIDUO?



Es posible que muy adentro, en su interior, esté enojado con Dios. Todas las pérdidas citadas más arriba crean, a veces, enojo contra Dios. Sin embargo, la mayoría de las personas tienen una gran dificultad en expresar este enojo contra su Creador, de modo que lo transfieren a su representante humano.


A menos que se conozca muy bien al individuo, estos conflictos subyacentes son difíciles de detectar. Sin embargo, el signo más evidente de que ocurre algo más que un desacuerdo es el enojo intenso. Si el enojo es desproporcionado en referencia a la situación a la que él hace mención, es entonces posible que el pastor esté siendo usado como blanco.


Aun un pastor competente y experimentado puede ser paralizado por tal enojo. Una vez vino un colega en un estado casi de shock y me dijo: “Si yo hubiera atacado a la esposa en frente de la congregación, entonces habría podido esperar semejante ira, pero lo único que dije fue…”


Si es obvio que la persona que tiene enfrente está enojada por otra cosa, ¿cuál es la mejor forma de proceder?


Primero, escuche todo lo que la persona tenga que decir. A veces una simple catarsis soluciona el problema.


Segundo, si el enojo de la persona sigue sin resolverse aún, éste es un momento ideal para involucrar a personas laicas de su congregación que tengan el don de ayudar. Este es un problema que deben resolver los líderes laicos. Si deja que un problema pastoral se convierta en problema político, todos en la iglesia sufrirán. La negligencia daña tanto a toda la grey como a la persona enojada. Si la iglesia permite que Margarita use al pastor como un terreno donde echar la basura, al final de cuentas la estarán perjudicando. “Cargar al pastor” no le va a ayudar a ella a resolver su dolor. Sólo le dará una válvula de escape temporario para su conflicto interior. Seguirá estando deprimida, enojada e infeliz. Es imposible crecer espiritual y emocionalmente bajo tales condiciones. Se le debe ayudar a ver que su enojo es sólo un síntoma. Otros le deben ayudar a ver que lo que necesita es identificar de una forma realista su verdadero conflicto.


Es posible que usted tendrá que entrenar a la persona laica para que sepa cómo encarar este tipo de situaciones. Por ejemplo, un enfoque podría ser: “Margarita, hemos sido siempre amigos, y tú sabes que me importas. Estoy preocupado por tu enojo. Todos sabemos que nuestro pastor no es perfecto, pero me parece que tu reacción está fuera de proporción con la situación. ¿No has pensado en hablar acerca de esos sentimientos con alguien?”. Si otros le ayudan a darse cuenta de que ocurre algo más que el problema al que ella hace referencia, entonces se le estará dando una oportunidad de crecer.


Es también importante que la congregación se dé cuenta que las motivaciones de las personas no son siempre lo que parecen ser. No es fácil. Pero hay más en juego que solamente los sentimientos del pastor. Tanto la estructura de la iglesia como las almas de aquellos que nos preocupan, están en peligro.



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Usado con permiso



Apuntes Pastorales


Diciembre 1985 – Febrero 1986


Vol. III, número 4