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¿Cuál traducción de es la mejor?

¿Cuál traducción de es la mejor?

por Enrique Zapata

Por ¿Cuál es la mejor traducción de la Biblia? Para varios, esto no es una pregunta difícil, porque afirmarán categóricamente: «¡Por supuesto que la versión de 1960!».

Sin embargo, no es una pregunta de respuesta fácil. La búsqueda de la mejor versión está llena de «expertos», cargados con opiniones, colmados de retórica, confusos en su terminología y escasos en información objetiva. Pero para el pastor que ama a Dios y ama su pueblo es una pregunta de suma importancia y no fácil de contestarla. Hay factores cruciales que deberá considerar. En esencia, tienen que ver con: Precisión (dar el sentido correcto), comprensión (claridad) y pertinencia (que sirva al propósito para el cual se la usará). Para ilustrarlo, consideremos cuales son las versiones más precisas que hay hoy del Nuevo Testamento. Sin duda, éstas son las escritas en griego, pero no son comprensibles para la gran mayoría. Una Biblia no sólo necesita ser precisa sino también legible y comprensible para quienes desean leerla.

Por lo tanto, en la práctica, no hay una «mejor» traducción. Vemos aun esto con los mismos apóstoles y escritores del Nuevo Testamento que tradujeron el Antiguo Testamento de diversas formas, citando distintas versiones. A veces utilizaron el texto hebreo (Dt. 8.3 y Mt. 4.4), otras veces usaron la Septuaginta, el Antiguo Testamento en griego popular (Dt. 32.43 y He. 1.6; Gn. 47.31 y He. 11.21), y a veces una combinación de los dos (Is. 28.11,12 y 1 Co. 14.21; 2 Sa.7.14 y 2 Co. 6.18). El uso apostólico del Antiguo Testamento demuestra el valor de usar más de una versión. Ellos usaban diferentes versiones para complementarse y expresar con más claridad la verdad.

Ninguna traducción es perfecta, pero la mayoría son «en su mayor parte, verdaderas y suficientes» como dijeron unos traductores hace más que 300 años en el libro Los traductores al lector. Entonces la pregunta que debemos hacer no es «¿Cuál es la mejor Biblia?» sino «¿Cuál de las traducciones es la mejor para el propósito y las personas a quienes estoy deseando comunicar la verdad?»

Aquí, entonces, vemos el drama de los que realmente entienden en el problema de la traducción. ¿Cómo hacemos algo que sea preciso y comprensible a la vez? ¿Cómo honrar y respetar a la Palabra de Dios con la exactitud y a la misma vez con el propósito del Autor en comunicarse claramente con todos? ¿Cómo traducir «lo que fue inspirado» y hacerlo claro, no sólo para los estudiantes o eruditos sino para todo el pueblo?

El Nuevo Testamento fue escrito, originalmente, en griego común (coloquial), no en el griego clásico. Los apóstoles comunicaron las verdades de Dios en el lenguaje del mercado, no en el lenguaje de los eruditos. Estamos siendo infieles al espíritu de ellos cuando nuestras traducciones sólo son comprensibles a los de un nivel alta de educación.

Muchos «expertos» dicen, lamentablemente, que la precisión de las llamadas «paráfrasis» y versiones de fácil lectura es sospechosa. Llaman, a la traducción palabra por palabra, «traducción literal». La mayoría de las personas creen que literal significa exacto y que paráfrasis implica «demasiada libertad» e interpretación en la traducción, sin embargo muchas veces no es así.

Las técnicas de traducción literal, empero, no garantizan la exactitud; asimismo, y como bien saben los que han traducido alguna vez, las traducciones literales pueden hacer perder completamente el sentido real del original. Pensemos, por ejemplo, en los casos en que las Escrituras hablan de las «entrañas». En su cultura, eso se refería al centro afectivo de la persona; hoy hablamos del «corazón» en la misma forma figurativa. Para ser fiel en una traducción literal tendrían que poner «entrañas», pero en realidad es más preciso traducirlo como «corazón», porque así el lector realmente entiende la idea que quería transmitirle el autor. Lo importante es que el lector entienda realmente los conceptos e ideas claves. Esto presenta dificultades grandes y a veces aun cómicas. Se cuenta que en un grupo de esquimales, cuando les dijeron que el infierno era un lugar de fuego permanente, todos deseaban ir allí.

Muchos también piensan que cada palabra griega o hebrea tiene sólo una definición correcta en castellano y que ése es el significado literal. Pero las palabras no tienen significados literales; sólo tienen significado contextual. Por ejemplo, ¿Cuál es el significado literal de la palabra «peso»? Puede ser la moneda de alguna nación o la medida de cuántos kilos «pesa» algo, o la importancia que tiene una persona para tomar una decisión en un grupo. El significado específico de una palabra depende de cómo está usada en el contexto. Las palabras bíblicas no son diferentes. Su sentido está determinado por el contexto así como también por el uso cultural de la época en que se escribió.

Entonces, la cuestión en sí no es saber si la versión es literal o está parafraseada. En ambos casos las palabras han sido definidas por el contexto y las oraciones han sido traducidas con flexibilidad. Por lo tanto, las versiones difieren en forma y vocabulario, rara vez en significado esencial. Por ejemplo, los que conocen hebreo y griego han descubierto que en muchas partes la versión popular «Dios Habla Hoy» es tan exacto en comunicar el sentido original como la rígida versión de 1960. En otras, la versión de 1960 se destaca sobre aquélla.

Determinando la exactitud

Como la mayoría de las versiones son «en su mayor parte verdaderas y suficientes», todas tienen traducciones cuestionables. Cuando la versión de 1960 salió, muchos pusieron el grito en el cielo por sus debilidades y «errores», pero con el tiempo fue aceptada por la mayoría. Fue una mejora significativa de la versión de 1909.

A la misma vez, hay variaciones entre las traducciones que dependen de cuál de los manuscritos antiguos han sido usado. Lamentablemente, no tenemos el original de ninguna parte de la Biblia sino copias antiguas que tienen algunas variaciones entre sí. Ninguna de las variaciones tiene significado teológico que afecte las doctrinas centrales de la Biblia pero sí nuestro entendimiento de algunos puntos menores. Sin embargo, cuando el traductor se sienta a trabajar debe decidir cuál variante va a escoger, y unos eligen unas y otros otras.

Definiendo la legibilidad

La mayoría de las traducciones son, en esencia, precisas. Las Sociedades Bíblicas han hecho un trabajo muy bueno. Sin embargo, no todas las versiones son esencialmente legibles para diferentes grupos. Para que algo sea legible para una persona, el texto necesita tres elementos: Que el vocabulario sea conocido para el lector, que el sentido de las palabras y frases sean comprensibles para él y que pueda ser leído con fluidez. No sólo debo buscar que la gente de mi iglesia pueda leer las palabras sino entender lo que Dios está tratando de comunicarles. Por ejemplo, mi hijo puede leer las palabras de una página completa sin entender de qué se trata. Lo importante no es que sólo pueda leer las palabras sino entenderlas y que lo pueda hacer con fluidez. Dos pastores conocidos estaban discutiendo entre ellos sobre cuál versión era mejor para su iglesia. El defensor de la versión de 1960 decía que la versión «Popular» no tenía ni la riqueza teológica ni la precisión de la versión del «60». El otro le contestó que el problema es que la gente no la entendía, y que por eso mucha gente sufría leyendo la Palabra. El primer pastor contestó:

-Por eso tenemos maestros, para que la gente la entienda-.

El segundo pastor replicó: -Entonces, ¿por qué no usamos únicamente el Nuevo Testamento en griego, ya que tenemos maestros para que la gente lo entienda?-.

Los dos tenían algo de razón. Siempre vamos a necesitar maestros, pero también necesitamos versiones adecuadas para los diferentes grupos.

San Agustín decía: «La variedad de traducciones es una ganancia que ayuda a encontrar el sentido de las Escrituras». Cuando veo que dos versiones traducen un mismo pasaje con gran variación, necesito descubrir por qué. Cuando están de acuerdo, en la mayoría de los casos puedo proceder con confianza.

Necesitamos entonces también definir el propósito para el cual vamos a usar diferentes versiones, reconociendo sus fuerzas y debilidades, con relación a la tarea que tenemos por delante. Para dictar una clase en el seminario debo usar una versión distinta de la que usaré para un estudio bíblico realizado en un barrio donde la gente tiene poca educación formal.

El gran desafío delante de la iglesia en nuestro continente es proveer las Escrituras en una forma exacta y legible (comprensible) para todo el pueblo. Tenemos que reconocer que la mayoría, aunque puede «leer», tiene un nivel de lectura y comprensión muy bajo. Esto no significa que no sean inteligentes, sino que, en general, no han tenido la oportunidad de desarrollarse. En el gráfico NQ 1 observamos que la mayoría de nuestros pueblos no tienen la escuela primaria completa. Como resultado, está la dificultad que la mayoría tiene en realmente entender la versión de 1909 o 1960. Pida en cualquier congregación que lean públicamente, en voz alta, un texto, y encontrará que pocos pueden leer con fluidez un pasaje de estas versiones, sin haber «ensayado» previamente. Pídales que después expliquen el texto leído y encontrará aun mayores problemas. El pastor que ama a su pueblo y desea su crecimiento espiritual sabe de la importancia de la lectura y meditación personal en las Escrituras. Sin embargo, observamos que son pocos los que encuentran gozo en la meditación y estudio, simplemente porque les cuesta mucho entender.

Hubo varios problemas serios cuando salió la versión popular «Dios llega al hombre» (primera versión de lo que hoy se llama «Dios Habla Hoy»). Varios pasajes de importancia teológica para el pueblo evangélico fueron traducidos «mal» o en forma «débil», generalmente con el propósito de hacer que el pueblo católico lo leyera y aceptara. En mi opinión, las autoridades principales de la Sociedad Bíblica no reconocieron la importancia de hacer la versión aceptable al liderazgo del pueblo evangélico en esos detalles chicos. El segundo gran problema fue que mucho del liderazgo evangélico desechó el 98% de la versión que era buena por ese 2% que era impreciso. Lamentablemente, la Sociedad Bíblica no cambió algunos de los pasajes y, por su parte, muchos líderes rechazaron el bien junto con el mal, de manera que los miles que podrían haberse beneficiado con esta versión nunca la recibieron.

El pueblo necesita una Biblia precisa y legible para que el evangelio corra como debe. El gráfico NQ 2 muestra los años de educación promedio necesario para comprender bien las diferentes versiones. El gráfico No 1 muestra, como dijimos, los niveles de educación en la mayoría de los países latinos. Hay multitudes, literalmente la mayoría, que están debajo del nivel básico para aprovechar las Escrituras como deben. Estos datos deben llevamos a orar, trabajar y apoyar todo esfuerzo dirigido a resolver esta necesidad.

Mucho del material que viene del norte (libros y material de escuela dominical), tampoco tiene un impacto profundo por la misma razón. Necesitamos desarrollar material con estas realidades en mente. Grupos como SEAN, que produjo la guía de estudio «Vida Abundante», han tocado miles de vidas porque hicieron legibles y comprensibles las verdades básicas de la Biblia.

Hay muchos que enfatizan la necesidad de desarrollar material para los profesionales y estudiantes universitarios que están en aumento en nuestras iglesias porque son «más exigentes» y son los «futuros líderes», y tienen razón. Sin embargo, nunca debemos olvidar las enseñanzas de 1 Co. 2 y Stgo. 2, y la realidad de que Dios ha llamado a millones de personas con poca educación («para ser ricos en fe») que necesitan entender la Palabra de Dios.

Debemos orar y trabajar para lograr que todo hombre tenga la Palabra de Dios delante de él en una forma que le dé gusto leerla y adquiera una comprensión de los consejos perfectos de Dios para su vida.

NOTA: Los datos correspondientes a cada nación tienen diferentes fechas, según el año en que se hicieron censos y estudios. Para algunos países los datos son incompletos, resultando en variantes complicadas; en otros, como Méjico, no pudimos conseguir datos más o menos acertados.

Apuntes Pastorales

Volumen V Número 2