Hay épocas en la vida del cristiano que las bendiciones de Dios son tan abundantes que nos conformamos, y creemos que con eso “basta y sobra” para seguir adelante, y ya no queremos más, bueno, eso también sucedió en el pasado, cuando Moisés hizo pregonar en el campamento de Israel que YA NO TRAJESE EL PUEBLO MÁS OFRENDA PARA LA EDIFICACIÓN DEL TEMPLO, pués, según él, ya había suficiente y aún sobraba, Éxodo 36:5 al 7, eso, se llama CONFORMISMO, y el conformismo IMPIDE EL FLUIR DEL ACEITE, es decir, la bendición de Dios.
Amados, cuando creemos que ya lo tenemos todo, en realidad, NO TENEMOS NADA, estamos desnudos, Apocalípsis 3:17, además con esa desnudez, producto del conformismo, impedimos que el ACEITE FLUYA libremente en nuestras vidas, pues nos conformamos con lo poquito que tenemos, hablamos un poco en lenguas, medio sabemos cantar, oramos a cuenta-gotas, nos reunimos cuando queremos y pare de contar, ¿tendremos algo de unción? NO TENEMOS NADA.
Ah, pero eso sí, YA SOMOS “SUPER-ESPIRITUALES” Y DESDE LUEGO “MUY CONSAGRADOS” Pero el Apóstol Pablo nos dice: procurad los MEJORES DONES, 1a Corintios 12:31, pero como ya estamos saciados y conformes, EL ACEITE HA DEJADO DE FLUIR, es decir las bendiciones de Dios se han estancado y no llegan a nuestras vidas. esto nos lo hace notar la referencia que encontramos en 2a de Reyes 4:6, la viuda en referencia, cuando uno de sus hijos le dijo: YA NO HAY MÁS VASIJAS, ella pues, se conformó con las vasijas que estaban llenas, Y ES ALLÍ QUE EL ACEITE DEJÓ DE FLUIR, EL CONFORMISMO, NO DEJA FLUIR EL ACEITE.
En otras ocasiones, los afanes de este mundo o nuestra ociosidad, no nos permite buscar más vasijas para que EL ACEITE SIGA FLUYENDO, y para eso tenemos “mil y un excusas” ej. “ES QUE TRABAJO MUCHO Y NO TENGO TIEMPO PARA LA OBRA DEL SEÑOR”, “EL SEÑOR YA SABE” “YO QUIERO, PERO ES QUE LA CARNE ES DÉBIL” y muchas otras. Se olvidan lo que nos dice La Palabra de Dios en Romanos 12:2–1a Pedro 1:14–Hebreos 10:25–Apocalípsis 22:11–1a Tesalonicenses 5:17–Lucas 22:46–Marcos 13:38–Mateo 26:41.
Pero gracias a Dios que aún existe en el mundo entero, un pequeño remanente que está buscando con mucho ahínco y con HUMILDAD que siga FLUYENDO EL ACEITE, lo hace cada minuto, cada hora, cada día, con ruegos, en ayunos, en vigilias, reuniéndose con otros hermanos que están ávidos de recibir más Aceite (unción de Dios), para continuar en el frente de batalla, pues se han dado cuenta que si NO FLUYE EL ACEITE, solo les espera la derrota, es por eso que con HUMILDAD piden a Dios “QUE NUNCA LES FALTE ESE UNGÜENTO (ACEITE) SOBRE SUS CABEZAS” Ecesiastés 9:8, es que a un CORAZÓN HUMILDE, DIOS NO LO DESPRECIA, ES QUE LA HUMILDAD, HACE FLUIR EL ACEITE.
¿HERMANO, USTED YA ESTÁ SACIADO Y CONFORME CON LO POQUITO QUE TIENE? O ESTÁ CON HUMILDAD DE CORAZÓN DESEANDO QUE SIGA FLUYENDO EL ACEITE, USTED TIENE LA PALABRA, AMÉN.
Métase en esta escena por un momento. Contemple aquella pobre mujer sosteniendo el cuerpo flácido sin vida de su hijo. Su mundo se la ha venido abajo, muy rápido y sin aviso. Mire el corazón y las lágrimas de una madre destrozada. Nadie puede medir el dolor de una madre que ha perdido a su único hijo. Es obvio que una escena como esta tiene que producir una gran sensibilidad en aquellos que están muy cerca del que sufre. Ahora contemple por un momento al profeta. Está en silencio. No ha dicho una sola palabra frente a la “justificada” reacción de la madre que le está culpando por la muerte de su hijo. Por supuesto que él sabe que nada de lo que haga o diga podrá tranquilizar a esa madre devastada por la noticia. ¿Qué hace, entonces, el profeta? Elías simplemente le dice: “Dámelo”. Vea que esta actitud no hay desesperación. Hay una poderosa confianza en el profeta y el Dios en quien ha visto hacer cosas sorprendentes y que en ese momento no le dejaría quedar mal. Cuando y hemos experimentado el poder de Dios obrando en alguna prueba, no habría razones para dudar, que frente a una prueba mayor, nuestro Dios nos sorprenderá con su poder.
2. La confianza ayuda a ir a un nivel superior en la prueba v. 19b.
No todos actuamos de la misma manera ante una prueba. Hay una reacción negativa cuando se nos toca aquello que tanto amamos. Las pruebas tienen la intensión de cambiar un escenario seguro por uno falta de paz. No siempre la confianza se hace presente en esos aciagos momentos. Pero no fue así la actuación del profeta Elías frente a lo inesperado de la prueba. Note cómo enfrenta la situación. Lo primero que le dijo a la mujer fue que le diera a su hijo. Existía una creencia que cuando una persona vigorosa abrazaba a una enferma, o incluso muerta, entonces ese contacto ayudaba a la restauración de la persona afectada. Cuando David ya había envejecido le trajeron a una joven para que le diera calor. El calor humano pareciera tener esa propiedad. Así que Elías tomó al hijo sin vida a un nivel más alto; lo puso en la cama de arriba. En esta figura podemos ver que los milagros del Señor se dan en la cumbre donde se está a solas con Dios. Llegar hasta allí es salir del escenario de dolor y tristeza y poner la confianza absolutamente en Dios, esperando que él obre en medio lo que parece imposible. Las pruebas son las oportunidades para ascender en la fe.
3. La confianza ayuda a orar en la prueba v. 21.
Observe que Elías pudo estar callado frente a la viuda, pero no delante del Dios a quien ama y sirve. La primera oración que hace Elías pareciera verse como un fuerte reclamo a Dios por haber permitido la muerte de este hijo de la viuda (v. 20). Pero la verdad es que no es así. Otra versión lo traduce así: “«Señor, mi Dios, ¿acaso a la viuda que me hospedó en su casa, y que me dio de comer, vas a afligirla dejando morir a su hijo?» (RVC). El sentimiento de esa oración es que para el Señor tenga compasión de esta pobre mujer. Pero acompañemos a Elías hasta arriba. Veámosle subir y colocar al niño con sus toscas manos en la cama de una manera tierna. Ahora mírelo cómo se dirige a su Dios. Solo los hombres que ya tienen una intimidad con Dios pueden orar y pedir estas cosas, vistas como imposibles para que sucedan. Elías se tendió tres veces sobre el niño y al final Dios lo trajo a la vida. Una oración hecha tres veces es suficiente para una respuesta de Dios. Sin embargo, no fue lo mismo con Jesús y Pablo cuando oraron tres veces también. Dios se reserva el derecho de responder según su soberana voluntad; y al que quiere finalmente da vida, aún en la sequía.
III. EL ESCENARIO DE ESTA RESURRECCIÓN NOS MUESTRA EL TESTIMONIO QUE VIENE DESPUÉS DE LA PRUEBA
1. Un testimonio del poder de Dios v. 22.
En este escenario de esta primera resurrección hay un testimonio que revela un gran alcance. Por un lado vemos que Dios escuchó la oración del profeta. Esto nos recuerda lo que ya Santiago había dicho que Elías era un hombre “con pasiones como las nuestras”, pero que “oró al Señor…”. Y lo grande de esto es la forma cómo Dios estuvo atento a las oraciones de este siervo suyo. Hay un testimonio cierto, y es que Dios escucha las oraciones. Todavía no hemos descubierto el poder que hay en la oración. Debiéramos acostumbrarnos a ver cómo Dios obra en las cosas mínimas de la vida y en las grandes pruebas por las que pasamos. Nuestro Dios puede darnos la lluvia que riega la tierra de donde viene el pan que comemos, pero también puede detener la lluvia para que no llueva por tres años y seis meses. Nuestro Dios puede sustentarnos proveyéndonos de un trabajo digno, pero también puede hacerlo a través de cuervos a quienes ordene para que lo hagan en la mañana y por la tarde. Él puede sostener a la viuda, al hijo, la familia y al profeta con harina y aceite hasta que llegue la lluvia. Y él también puede volver a la vida al que ha quedado muerto. Observe la respuesta a esta oración: “Mira, tu hijo vive” (v. 23). Dios oye aún.
2. Un testimonio de quién es Dios v. 24ª.
Vea la diferencia entre la mujer que culpa al profeta por el mal que había traído a su vida, y el reconocimiento que ahora hace de él. Estas son palabras reveladoras: “Ahora conozco que tú eres varón de Dios…”.¿Por qué no había dado este veredicto cuando vio que la harina y el aceite no escasearon? Dios se vale de pruebas mayores para hacernos ver que hay un Dios verdadero, y no como los dioses paganos de la región de Sarepta. Esta mujer no vio a Dios en el milagro de la harina. A lo mejor subestimó este hecho pensando que cualquier otro dios habría hecho eso. Pero cuando vio que el hijo que tuvo en sus manos muerto ahora ha resucitado, reconoció que solo puede haber un Dios que hace eso: el Dios de Israel. Cuando Cristo resucitó a Lázaro, esta fue la respuesta: “Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él”. (Jn. 11:45).Qué bueno es recordar que Dios nunca deja avergonzado y sin respuestas a sus hijos frente a los paganos. Que los hombres reconozcan al verdadero Dios por nuestros hechos. Cristo es el Dios que debemos anunciar.
3. Un testimonio de la palabra v. 24b.
Hasta ahora esta mujer había escuchado las palabras de profeta. Ella sabía que era un profeta de Dios porque lo ha dicho se ha cumplido. Pero su veredicto final acerca de la palabra de Dios no dejó dudas respecto al origen del poder que resucitó a su hijo. Esta verdad sigue vigente. La palabra de Dios sigue teniendo el poder para transformar vida. Jesucristo le dijo al muerto Lázaro, por medio de la palabra: “Ven fuera”. Jesucristo también dijo: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Jn. 6:63). La palabra de Dios sigue siendo viva y eficaz para traer vida donde todo está seco. Para traer alegría donde se dio la tristeza. Para traer paz donde se desató la tormenta. Y sobre todo, para traer vida eterna donde hubo condenación. El testimonio de la palabra no puede ser negado. El cambio de una persona es el trofeo irrefutable de lo que llega hacer la palabra de Dios.
CONCLUSIÓN:
Hay pruebas que sacuden todo nuestro ser y muchas de ellas parecieran robar la esperanza. Eso lo vivió esta viuda cuando el hijo que amaba se murió repentinamente. Pero Dios no nos dejará ser probados hasta donde no podamos dice la palabra (Stg. ). Este hijo muerto y luego resucitado por medio de la oración del profeta, representa todo aquello que debe ser traído también al Señor para que él lo transforme; para que le de vida. Muchas cosas podrán estar muy mal con usted y solo el milagro de Dios podrá darle nueva vida. Entonces, haga como hizo la viuda. Traiga aquello que está muerto o se está muriendo en su vida. Dios sigue estando vivo y él lo podrá cambiarlo. Crea que el poder de la oración y la palabra trabajan juntos para “resucitar” aquello que está en alguna sequía de su alma. Traiga su pena a Cristo hoy.
Fuente: www.centraldesermones.com