Cuarteto de Resurrección
por Eugenio Peterson
Presenta la perspectiva y propósito de cada uno de los cuatro evangelistas acerca de su relato de la resurrección de Jesucristo.
Hubo una resurrección; hay cuatro relatos de ese evento. Mateo, Marcos, Lucas y Juan cuentan la historia, cada uno a su manera. Cada narrativa es distinta y tiene sus propios rasgos. Cuando los cuatro relatos son asimilados por la imaginación, crean ricas melodías, armonías y contrapuntos. Las cuatro voces se convierten en un cuarteto de resurrección.
Sin embargo, mucha gente nunca oye la música. La razón, según creo, es que durante años el estilo apologético ha sido «armonizar» los cuatro relatos de la resurrección. Pero nunca resulta una verdadera armonía. En vez de escuchar las distintas voces de bajo, tenor, contralto y soprano, hemos tratado de hacer que los cuatro evangelistas canten la misma melodía. Las diferencias y las variaciones en las narrativas de la resurrección son negadas, afirmadas, dudadas e «interpretadas».
Hay una manera mejor. Ya que tenemos cuatro relatos que se complementan, podemos sentirnos animados a celebrar cada uno tal como es, y a magnificar las características que lo hacen distinto de los otros. En vez de fundirse como si fueran un lingote de doctrina, podemos dar brillo y hacer resaltar los aspectos que los individualizan.
Cuando hacemos eso, nuestra imaginación se expande, y la resurrección adquiere los rasgos nítidos y las irregularidades de la vida real. A través del arte de los cuatro evangelistas, la particularidad y el detalle de la historia local se hacen vívidos.
IEl versículo que llama la atención en la narrativa de Mateo es: De pronto hubo un fuerte temblor de tierra, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro, quitó la piedra que lo tapaba y se sentó sobre ella (28:2). ste es un detalle que ningún otro incluye. Lo que nos dice es que la resurrección es estremecedora, hace temblar la tierra. Mateo informa sobre el evento de la resurrección como algo parecido a la explosión de una bomba que propaga ondas de choque. El terremoto se convierte en imagen usada para dramatizar el impacto histórico del Cristo resucitado de los muertos.
El detalle nos alerta sobre las consecuencias. Cuando oímos que ha habido un terremoto, queremos saber cómo afectó a la comunidad. Tenemos curiosidad en cuanto a las vidas perdidas y a las vidas salvadas, en cuanto a los hechos de egoísmo y de heroísmo. El detalle del terremoto de Mateo hace que nos interesemos en lo que sucede. A medida que las ondas de choque y energía de la resurrección se difunden, ¿cuáles serán los resultados? ¿cómo responderán los hombres?
A medida que el impacto del terremoto de la resurrección entra y avanza en la historia humana, Mateo observa seis respuestas: los soldados temblaron de miedo y quedaron como muertos (28:4); las mujeres se fueron rápidamente del sepulcro, con miedo y mucha alegría a la vez, y corrieron a llevar la noticia a los discípulos (v. 8); las mujeres se acercaron a Jesús y lo adoraron, abrazándole los pies (v.11); los ancianos sobornaron a los soldados y les dijeron: Ustedes digan que durante la noche, mientras ustedes dormían, los discípulos de Jesús vinieron y robaron el cuerpo (v.13); los soldados recibieron el dinero e hicieron lo que se les había dicho (v. 15); los once cuando vieron a Jesús, lo adoraron, aunque algunos dudaban (v. 17).
Las respuestas varían en un espectro que incluye terror, mentira, soborno, temor reverente, duda, gran gozo y adoración. Nada es trivial. La resurrección no produjo el mismo efecto en todos los que estaban presentes, pero nadie pudo evitar ser afectado por ella. Tuvo un profundo impacto en todos los que estaban en las inmediaciones.
Mateo otorga aproximadamente el mismo espacio a cada respuesta. Sin embargo, hace sobresalir una: la adoración. Las mujeres en el versículo 9 y los once en el versículo 17 responden adorando. La respuesta de mentira y soborno por parte de los ancianos y los soldados, está en medio de las respuestas de adoración, y proporciona un contraste más claro todavía. La adoración, dice Mateo, es la respuesta más apropiada para la resurrección.
Las palabras de Mateo corroboran esta perspectiva. Los imperativos son términos que demandan una respuesta, y Mateo los usa en cantidad. Cuando a un hombre se le ordena algo, él tiene que hacer algo, o positiva o negativamente. La selección de palabras que hace Mateo muestra cómo las ondas de energía de la resurrección atravesaron los intersticios de la respuesta humana: No tengan miedo (28:5); vengan a ver el lugar donde lo pusieron (v. 6); vayan pronto y digan[le] a los discípulos (v. 7); no tengan miedo (v. 10); vayan a decir a mis hermanos (v. 11); digan [a la gente] (v. 13); vayan, pues, a las gentes… y háganlas mis discípulos (v. 19).
Ningún evento en la historia puede ser rival de la resurrección en cuanto al impacto sobre la voluntad humana. La manera en que una persona responde a la resurrección es la respuesta más característica y significante de esa persona. Con gran habilidad Mateo nos hace ver eso a medida que construye su historia en torno al impacto óterremotoó de la resurrección de Jesús.
II
El Evangelio de Marcos es una rápida narración de lo que dijo e hizo Jesús cuando dio su vida como precio por la libertad de muchos (10:45). Marcos obvia todos los preliminares (por ejemplo, no describe el nacimiento de Jesús), y en un viaje intenso y apresurado hace que seamos parte de la acción. «Enseguida» e «inmediatamente» son palabras características de traducciones en idioma español. Inmersos en la acción, estamos ansiosos de descubrir qué sucede luego.
Marcos continúa con este estilo hasta el capítulo 16, en el que inicia el relato de la resurrección. Las tres mujeres van a la tumba y la encuentran vacía. Un ángel les dice que Jesús ha resucitado y les da instrucciones en cuanto a lo que deben hacer. Marcos entonces describe una de sus escenas más dramáticas: Entonces las mujeres salieron huyendo del sepulcro, pues estaban temblando, asustadas. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo (16:8).
Esto no es lo que yo hubiera esperado como respuesta a la resurrección. Quiero saber qué sucede ahora, cómo termina la historia.
La experiencia de las mujeres que van a la tumba con un profundo dolor y esperando llevar a cabo los menesteres de una sepultura es el material que usa Marcos para relatar la historia de la resurrección. La simple devoción de las mujeres se ve interrumpida por dos sorpresas: la piedra ha sido removida, y la tumba está vacía. Sorprendidas como están, reciben un mensaje angelical. Este mensaje tiene cuatro enunciados simples: Jesús ha resucitado; no está allí; la tumba está vacía; l va rumbo a Galilea antes que ellas. Luego encontramos dos órdenes: no se asusten; vayan y digan a los discípulos y a Pedro. Por último, hay una promesa: lo verán. El hecho fundamenta una orden doble que tiene como motivación una promesa. Subjetivamente, lo que prevalece es la sorpresa; objetivamente, predomina el mensaje divino. La combinación produce la experiencia crucial: Entonces las mujeres salieron huyendo del sepulcro, pues estaban temblando, asustadas. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.
Psicológicamente, ésa es una situación que sencillamente debe ser resuelta. Hay una irresistible necesidad personal de completar el relato. Marcos nos lleva al centro de la acción y deja que sintamos por nosotros mismos la emoción que acompaña la repentina comprensión de que Jesús en verdad había resucitado de los muertos. Es imposible mirarlo analítica u objetivamente. La historia necesita ser completada. Se requiere nuestra participación.
Sin embargo, los manuscritos griegos más antiguos se detienen allí, en el v. 8. Ya sea que Marcos interrumpió la narración en forma deliberada, ya sea que el final del rollo del pergamino del manuscrito original se deshilachó por el uso constante y simplemente se desgastó, hoy nadie lo sabe. Lo que todos sí saben es que nadie, ni ayer ni hoy, se siente satisfecho con el final (o con la falta de un final). El vacío debe llenarse. Se debe agregar un final. La historia del manuscrito del Evangelio de Marcos muestra repetidos intentos de «terminar» el relato.
Este evidente intento de proporcionar un final a la narrativa de la resurrección según Marcos, muestra qué bien relató la historia, y qué crucial es el versículo 8. La resurrección no está completa hasta tanto concluye como historia personal. Cuando una persona se da cuenta de que Cristo ha resucitado, puede experimentar temor, gozo, duda. Pero estas reacciones con relación a los hechos, órdenes y promesa de la palabra divina deben ser incorporadas en una conclusión personal. La resurrección demanda una conclusión que sólo puede ser provista por la participación individual.
III
Además de la historia de las mujeres en la tumba vacía la mañana de Pascua (historia común a los otros relatos), Lucas incluye dos historias bastante largas sobre la aparición del Cristo resucitado: primero a dos hombres en Emaús en la tarde y anochecer del día de Pascua, y luego a todos los discípulos esa noche en Jerusalén.
Estas dos historias se conjugan para aumentar nuestro entendimiento de la resurrección. El relato de Lucas evita que reduzcamos la resurrección a un evento aislado óal margen de lo estremecedoró o a una experiencia personal, por más intensa que haya sido. Lucas entreteje el significado en la trama de lo que ha ocurrido y lo que seguirá. l ve toda la historia pasada como introducción a este evento, y toda la historia futura iniciándose allí.
El método de Lucas es entrelazar las historias con referencias a las Escrituras antiguas y al pasado reciente. Los hombres de Emaús iban hablando de todo lo que había pasado (24:14); cuando Jesús se encuentra con ellos, ellos le relatan la vida y ministerio de Jesús de Nazaret (vv. 19-24); Jesús les ofrece una exposición relatando las Escrituras (pasado) y la resurrección (v. 27); los dos hombres reconocen la relación entre el pasado y la resurrección (v. 32); al encontrarse con los once, Jesús les refiere todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos (v. 44); la resurrección está arraigada en profecía pasada: está escrito… (v. 46); los versículos finales (vv. 47-53) proyectan el evento de la resurrección al futuro, en que habrá arrepentimiento, perdón de pecados, testimonio, la futura promesa de poder, gran gozo y continua adoración.
Lucas cuenta la historia de la resurrección como un modo de conectar la experiencia pasada del hombre con la resurrección. La historia humana es una sola historia, en que la resurrección es centro y clímax.
El relato de Lucas sobre la resurrección es el más largo de los cuatro. l incluye más material y lo expande más detalladamente que los otros evangelistas. Quiere que entendamos la resurrección. l desarrolla su material para que nuestra imaginación se abra y pueda absorber el inmenso alcance de la resurrección. En otras palabras, la resurrección es completa, lo incluye todo; toma las piezas diseminadas de la vida histórica, religiosa y cultural del hombre, y las une.
IV
No es fácil creer en la resurrección de Jesús. Hay muchos embusteros y muchos farsantes en el mundo. ¿Cómo sabemos que la resurrección no fue un engaño? Después de todo, en el mundo ha habido gran cantidad de fraudes religiosos. La resurrección es un tema corriente en la religión antigua. ¿Qué evidencia tenemos de que la resurrección de Jesús no fue simplemente uno de esos fraudes?
El relato que hace Juan de la resurrección está escrito para brindar evidencia convincente al enfrentarnos a estas preguntas legítimas. La historia según Juan tiene como propósito persuadir: Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Mesías (20:31). El término «creer» en el vocabulario de Juan, es una combinación de compresión intelectual y compromiso. Su propósito es brindarnos información para aclarar dudas e impulsarnos al compromiso. Al hablar de la resurrección, Juan se empeña en enfatizar la credibilidad, revelando detalles que demuestran su realidad histórica.
En los versículos 1-10 Pedro y Juan, habiendo sido informados por María que la tumba está vacía, corren para ver con sus propios ojos. Lo que ellos ven hace que crean. La forma en que estaban dispuestos los lienzos y el sudario fueron la clase de evidencia visible que convenció a aquellos primeros observadores: Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado, y creyó (20:8).
En los versículos 11 a 18 María, llorando fuera de la tumba, tiene una conversación con Jesús. Al principio ella no reconoce a su interlocutor, pero identifica al Cristo resucitado cuando él la llama por su nombre, ella se da vuelta y ve su forma tangible. Notemos lo que ella dice a los otros: «He visto al Señor».
En los versículos 19 a 23 en las primeras horas de la noche de la resurrección los discípulos están todos juntos, llenos de temor. Jesús se les aparece. Al mostrarles las marcas de la crucifixión en sus manos y costado, Jesús les da la seguridad de que su resurrección en verdad tuvo lugar. Y ellos se alegraron de ver al Señor.
En los versículos 24 a 29 los discípulos están nuevamente juntos, esta vez con Tomás que no había creído en el informe de los otros. Jesús se aparece otra vez, ofreciéndose en forma tangible: Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado… (v.27).
Los sentidos de la vista, el oído y el tacto están representados en las cuatro historias que nos ofrece Juan. En cada relato la gente va de un estado en que carecían de fe a un estado en que creyeron sobre la base de evidencia directa. Las historias proveen un marco en el que la gente puede tener duda y escepticismo. Gracias a Juan, en la comunidad cristiana hay mucho lugar para quienes hacen preguntas y expresan dudas.
Juan no nos dice a gritos que debemos creer a toda costa. l sabe que la mejor fe incluye una mente inteligente y escrutadora. l no quiere que el ser humano crea a ciegas; quiere que crea en base a buena evidencia. Su Evangelio está lleno de «señales» (casi podríamos llamarlas «evidencias»), eventos en la vida de Jesús que proveen datos de la autenticidad de que l es el Hijo de Dios, el Salvador del mundo.
Traducido por Leticia CalÁada
Tomado de Subversive Spirituality (Espiritualidad subversiva) por Eugene Peterson, ed. por Jim Lyster y John Sharon (Vancouver, Canadá: Regent College Bookstore, 1994). Usado con permiso.