Biblia

Dar Voluntariamente

Dar Voluntariamente

por Carmen Delgado

Cómo damos los cristianos
La costumbre en muchas religiones del mundo es la de especificar cuál es el tipo de ofrenda que se debe traer delante de Dios, no ocurre lo mismo con el cristianismo. Por lo menos, no debería ocurrir así.

La enseñanza clave la ofrece San Pablo cuando les dice a los corintios: “Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, y no de mala gana o a la fuerza porque Dios ama al que da con alegría” (2da de Corintios 9:7). El cristiano toma el concepto del diezmo del judaísmo pero no lo ve como una regla, una ley o una meta que cumplir. Lo ve como un comienzo, como un mínimo sobre el cual construir una vida de entrega a Dios y a los demás. En el libro apócrifo de Eclesiástico se dice: “Da al Altísimo como Él te ha dado a ti, con generosidad, de acuerdo con tus capacidades”. Cuando Jesús señaló a alguien para poner como ejemplo en el arte de dar, señaló increíblemente, a una viuda que había colocado solamente un par de centavos en el lugar de las ofrendas a la entrada del templo. Hay una razón muy particular por la cual esta viuda fue señalada por el Maestro e incorporada eternamente en las páginas de las Escrituras: ella dio todo lo que tenía (San Marcos 12:42-44).La viuda en cuestión tenía todas las excusas del mundo para sentarse a la puerta del templo, extender su mano y pedir. Ella era pobre, un cero a la izquierda en la sociedad judaica (en cuanto a derechos y posición social, no era lo mismo ser un viudo que ser una viuda en esa época); la Ley le permitía recibir ayuda por ser viuda y pobre… Sin embargo, esta mujer, en vez de extender su mano para pedir, extendió su mano para dar.Lo hizo por una razón muy poderosa; esta mujer tenía algo que a muchos de nosotros nos falta hoy en día: carácter.Dice un buen amigo mío que “el dar es el símbolo de la riqueza, mientras que el pedir es el símbolo de la pobreza” (y no estamos hablando de pobreza y riqueza material). El que tiene un carácter maduro será también generoso.Por otro lado, creo sin lugar a duda que el cristiano debe dar en secreto. En el centro del Sermón del Monte Jesús dice a sus discípulos: “Por eso, cuando ayudes a los necesitados, no lo publiques a los cuatro vientos, como  hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente hable bien de ellos. Les aseguro que con eso ya tienen su premio. Cuando tú ayudes a los necesitados, no se lo cuentes ni siquiera a tu amigo más íntimo; hazlo en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio” (San Mateo 6:2-4).La humildad es un elemento esencial al momento de dar a los demás. Practiquémosla en medio de la sociedad electrónica y ostentosa en que vivimos.Como dije anteriormente, la cantidad o el porcentaje de dinero no es realmente importante al momento de dar. Algunos pueden dar más, otros menos. Lo que realmente importa es nuestro “ser” interior y no nuestro “hacer” exterior.Muchas veces me he encontrado con gente que me pregunta si ellos deberían dar el diezmo (indicando el dar 10% de sus entradas de dinero) a la Iglesia. Hay dos cosas que generalmente contesto: “Obedezca sobre ese tema a su pastor o sacerdote. Ellos son sus líderes espirituales, y si usted está de acuerdo en formar parte de esa determinada comunidad de fe, debe seguir la instrucción de sus líderes” En segundo lugar, generalmente aclaro que en la antigüedad la gente del pueblo de Israel no daba 10% de sus entradas anuales al templo. Daba más. Esa actitud solo demuestra lo poco que conocemos las Escrituras y por qué hacemos lo que hacemos. Entonces, a la hora de dar hágalo voluntariamente, con humildad y en secreto.

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