Biblia

Devocional – Si alguien tropieza, ayúdale – Parte 1

Devocional – Si alguien tropieza, ayúdale – Parte 1

Devocional – Si alguien tropieza, ayúdale – Parte 1

“…SI ALGUNO ES SORPRENDIDO EN ALGUNA FALTA.” (Gálatas 6:1)

El apóstol Pablo escribe: “.Si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo con espíritu de mansedumbre” (Gálatas 6:1). Resaltemos la palabra “sorprendido”. Muchos de los que caímos pensamos en algún momento: ‘Eso nunca me pasaría a mí.’ Pero lo cierto es que nos pasó; cedimos ante el diablo en un momento de debilidad. Cuando sucede eso a un miembro de la familia de Dios, tenemos la responsabilidad de restaurarlo, sea cual sea el pecado. En este versículo la palabra “restaurar” tiene connotaciones médicas y evoca la imagen de un médico colocando un hueso roto del brazo o de la pierna.

Para restaurar a alguien según las Escrituras, debemos ayudarle de varias formas.

Primero, ayudarle a reconocer su pecado. Después de la aventura amorosa con Betsabé, David oró: “.He pecado; he hecho lo malo delante de tus ojos.” (Salmo 51:4).

Segundo, ayudarle a que se haga cargo de su pecado. Aunque otra persona haya contribuido al mismo, aún así tendremos que dar cuentas del mismo a Dios.

Tercero, ayudarle a que se arrepienta. Para arrepentirse tiene que haber un remordimiento sincero que haga que la persona dé la espalda al pecado y camine en dirección opuesta.

Cuarto, ayudarle a que restituya. Por ejemplo, si alguien ha ofendido a otro, tiene que ponerse a cuentas con él en cuanto sea posible. Esa experiencia le servirá para crecer y fortalecerse. Dios nos enseña mediante los errores, y las enseñanzas aprendidas nos evitan situaciones similares en el futuro.

Por último, ayudarle a responder a la corrección de Dios con gratitud. Por supuesto que no es fácil, pero cuando la persona capta el propósito de Dios en la disciplina: que “participemos de su santidad” (Hebreos 12:10), da gracias a su padre celestial por su corrección amorosa. Y ésta les protegerá de cualquier raíz de amargura que surja como consecuencia del pecado.