por Apuntes Pastorales
Una entrevista al pastor Eduardo Jakob, quien ha sido por más de treinta y cinco años el pastor de la Iglesia Encuentro con Cristo, en Santiago de Chile
AP: Si bien es privilegio para un pastor permanecer por muchos años en una misma congregación, también encierra ciertos peligros. ¿Cuáles serían estos peligros?
E. J.: Creo que el riesgo es no reinventarse, quedarse con lo que uno ha hecho siempre y no atreverse a explorar nuevas formas de llevar adelante una congregación. Mi historia ministerial está asociada con bastantes fracasos y desilusiones. Gente que llegó para ayudar partió con una buena parte de la congregación. Para mí, otro escollo es quedarse amargado por las experiencias perjudiciales. En ese sentido, creo que una de mis virtudes es ser olvidadizo. He aprendido a dar vuelta a la página y comenzar en la vuelta.
AP: Pensando en el desafío de reinventarse, ¿qué pasos podría dar un pastor para lograrlo y, en el proceso, encaminar a la congregación hacia el crecimiento?
E. J.: En mi opinión, que abra la mente para captar qué pasa afuera de la congregación y del país donde uno está. Que observe, vea, saque conclusiones de los métodos de evangelización de aquellas iglesias que viven momentos extraordinarios. La Palabra nos exhorta a entender que existen condiciones para nosotros que superan las actuales; a no engreírnos, afirmando: «ya lo he visto todo, creo que no existe nada nuevo». Al contrario, nos anima a aseverar: «sí, nos esperan muchas sorpresas más».
AP: Cuando hablas de observar lo que ocurre en las iglesias de otros países, no te refieres a importar métodos a la congregación sin un proceso de adaptación, ¿verdad?
E. J.: Claro. Un ejemplo de ello es Una iglesia con propósito. Uno encuentra en esa literatura principios prácticos y provechosos para la iglesia de Chile. Uno se empapa y estudia qué es lo que ha pasado en otros lugares y desde ahí lo adapta. Sin embargo, hasta el día de hoy, cuando he aplicado un programa de otra cultura acá en Chile, no lo he implantado, tal cual, cien por ciento del original. Las situaciones se van acomodando de a poco, trabajando con un grupo pequeño y analizando los resultados que produce la innovación.
AP: ¿Qué papel juega la congregación en este proceso de reinventarse?
E. J.: Quienes manifiestan su insatisfacción en la iglesia, por lo general, son personas que vienen de otro trasfondo, o que han visto o escuchado programas de radio o televisión y esperan algo más visible, más del momento. En la congregación, lo usual es que yo intente ir un paso adelante. A veces, también, algunas personas me acercan un libro, un material o un programa que puede ser provechoso, que vale la pena revisarlo para averiguar si puede ser útil. No me niego a recibir sugerencias. Sin embargo, también es conveniente tomar en cuenta quién es la persona que trae la proposición. En ese sentido, más que con la congregación, lo que me ha rendido beneficios es relacionarme con un grupo determinado dentro de la congregación, personas maduras e idóneas para ofrecer aportes.
AP: ¿Cuál debería ser el perfil de las personas que pertenecen a ese grupo?
E. J.: Son gente con un buen espíritu, que trabajan con lo que existe en el presente, y con una vida espiritual que consideras atractiva; cercanas al señor. No es obligatorio que sean líderes, pero sí personas con un crecimiento continuo en el Señor y que se han encausado en una muy sana búsqueda de lograr algo que favorezca a la iglesia y a la extensión del Reino. Además, son personas que se alinean con el estilo de trabajo que uno ha desarrollado para la congregación. Algunas personas, por ejemplo, insisten en la predicación al aire libre, como se hacía veinte o treinta años atrás. Para ellos en eso consiste la evangelización. Yo los animo a que vayan a predicar a la calle, pero no son los pastores ni el liderazgo de la iglesia los que encabezan estos esfuerzos.
Sé a quiénes no debo escuchar. Si se destaca por sus constantes quejas, por una historia de relaciones problemáticas, entonces, es mejor tomar distancia de esa persona. Me han sorprendido algunas personas que han obtenido logros muy importantes en la iglesia, porque ellas los han buscado. Nosotros les llevamos cierta delantera a nuestra gente porque nuestros contactos son más diversos, hemos viajado, y, por eso, hemos visto otras situaciones.
AP: Con este desafío de salir, de examinar, de viajar y de estar atento a lo que ocurre en otros lados, ¿de qué manera se puede llevar a cabo esa búsqueda? ¿Qué elementos puede incorporar a su vida un pastor de una iglesia pequeña para entrar en contacto con la iglesia mayor?
E. J.: Siempre tenemos algún hermano mayor, alguna iglesia que está cercana. No estoy afirmando que uno tenga que ir al extranjero. Pero vale la pena ir más allá de la denominación, establecer contacto con otras iglesias que no sean las nuestras para ver cómo obra el Señor en latitudes ajenas. Aquí, dentro de Chile, si uno asiste a las convocatorias con un espíritu crítico no va a recibir nada. No estoy diciendo que todo lo que se nos ofrece sea provechoso; estoy diciendo que debemos estar dispuestos a retener lo que vale la pena. El apóstol Pablo nos invita a examinarlo todo.
Creo que a ese pastor de iglesia más rural o pequeña lo invitaría a que se abra a la diversidad y que no se dirija por el temor a ella. Muchas veces el pastor trata de proteger a la congregación. Por ejemplo, un pastor en Santiago me compartió: «Está pasando de todo, la gente se está cayendo». Yo le pregunté: «Pastor ¿está convencido de eso?» Él me respondió: «¿Qué quiere que haga?, al final si no pasa esto, la gente se va a otra iglesia». ¡Qué triste motivación! Es un ejemplo perjudicial de innovación. Es triste estar presionado por la congregación. Hemos sido llamados a pastorear de forma constructiva, no tanto prohibir, sino ofrecer.
AP: En el plano personal, en su andar diario con Dios, ¿qué trabajo realiza para alcanzar una visión nítida de lo que Dios quiere hacer con la congregación?
E. J.: Primeramente, ser oveja. Uno nunca deja de ser oveja. La búsqueda del Señor no debe ser con fines utilitarios como para encontrar luz en la preparación de un mensaje o encaminar un proyecto; debo buscarlo porque, como oveja, tengo necesidad de que él me pastoree. Esto también conduce a pedir protección, como también sabiduría, a la hora de examinar distintos métodos para implementar en la congregación. Si uno se dirige por las modas, pierde. La sintonía personal con el Señor es vital.
Ser oveja también implica dejarse pastorear por otras personas, escuchar a otros. Es rodearse de un grupo de confianza para orar y buscar al Señor juntos. Leer buena literatura es también parte de esta disciplina.
AP: A la hora de implementar proyectos nuevos, ¿cuánto tiempo lleva discernir si ese proyecto dará fruto o si, quizás, no se aplica a la congregación?
E. J.: Es difícil hablar de tiempo. Pero vieras qué interesante lo que hemos vivimos con una de las herramientas valiosas que hemos descubierto, los cursos Alpha[1]. Fuimos a conocer ese material y, luego, se lo propusimos a la iglesia. La iglesia se entusiasmó y obtuvimos excelentes resultados. Han pasado los años y ahora hemos entrado a una etapa de revisión para averiguar si el programa ha corrido su curso. Es una herramienta que se gasta, así como otras herramientas que hemos tenido se han agotado.
La ciudad y la gente cambia, y ante esa evolución social necesitamos relevar los métodos que en otro momento dieron excelentes frutos, para optar por nuevas estrategias que se apliquen al nuevo contexto. Todos los proyectos han comenzado en pequeño. Nunca hemos establecido un período específico para algún material, sino que lo hemos ido madurando y examinándolo sobre la marcha.
AP: ¿Cuándo nos damos cuenta de que un programa se ha desgastado y es el momento de darle un cierre y caminar con algo nuevo?
E. J.: Creo que uno percibe cierto cansancio o agotamiento en las personas. Tal vez disminuye la cantidad de personas que asisten y apoyan un evento. En el momento cuando uno ya no se siente convencido de que este material sea el apropiado, o cuando surgen otros materiales que pueden reemplazarlo, o la congregación misma o el grupo que lo rodea lo expresa. Uno se da cuenta de que ese programa ya cumplió una etapa y quedó en el pasado. No es que todo se archiva, sino que comienza a reemplazarse por otros proyectos.
AP: ¿Qué lugar ocupa el descanso en la reinvención?
[1] Los cursos Alpha ofrecen a personas fuera de la Iglesia la oportunidad de explorar la fe cristiana en un contexto no tradicional (http://www.cursoalpha.es/)
Preguntas para estudiar el texto en grupo
1. ¿En qué consiste el concepto de reinventarse?, ¿por qué resulta tan imperativo aplicarlo en la iglesia?
2. ¿Qué pasos debería seguir un pastor para reinventarse?
3. A la luz del consejo de Jakob, ¿de qué manera consigue involucrar a la iglesia en este proceso? ¿Cuál es el perfil de las personas a las que hay que escuchar?
4. ¿Cómo saber cuándo un programa ya no funciona?, ¿cómo se logra reemplazarlo?