El dinero: ¿bendición o maldición?
por Jorge Sweeting
Algunas personas piensan que el dinero trae la felicidad. Pero las cosas no funcionan así. Muy a menudo, cuanto más dinero tenemos, más necesitamos y más gastamos. Este artículo es una reflexión del Capitulo 5 de Santiago en el que habla de tres formas en que el dinero puede ser una maldición.
Algunas personas piensan que el dinero trae la felicidad. Pero las cosas no funcionan así. Muy a menudo, cuanto más dinero tenemos, más necesitamos y más gastamos. Alguien describió al dinero como «el artificio que nos permite ampliar nuestras deudas». El dinero o la falta de él produce terribles consecuencias en la gente. Millones mueren de hambre cada año porque no tiene suficiente dinero para comprar alimento.
Por el otro lado, algunos tiene más dinero del que posiblemente puedan usar; sin embargo ellos también agonizan por no tener un verdadero propósito y sentido en la vida. Aún el Wall Street Journal, un periódico dedicado a las finanzas, una vez describió al dinero como «un objeto que puede ser usado como pasaporte universal a cualquier parte excepto al Cielo, y como un proveedor universal de todas las cosas, excepto la felicidad».
La Biblia no condena a todos los ricos. José de Arimatea debió ser un hombre rico ya que era el dueño de la tumba donde se sepultó a Jesús. Bernabé, un líder acaudalado de la primitiva iglesia, usó su dinero para la obra de Dios. Abraham, el hombre de fe y amigo de Dios, también era muy rico. El peligro no está en poseer dinero sino en que el dinero te posea a ti.
El dinero puede engañar porque da un falso sentido de seguridad. Pablo previno a Timoteo: «En cambio, los que quieren hacerse ricos no resisten la prueba, y caen en la trampa de muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la ruina y la condenación. Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y han llenado de sufrimiento sus propias vidas» (1Ti 6.9-10).
Debemos cuidarnos de la falsía del dinero. El Capitulo 5 de Santiago habla de tres formas en que el dinero puede ser una maldición.
DINERO NO USADO
Santiago habla de los hombres que atesoran sus riquezas. Ellos cuentan con su prosperidad para mantenerse felices. No usan su dinero para algún propósito que valga la pena. Santiago nos previene del sutil pecado de idolatrar la riqueza. La ley de la vida es dar. Si el dinero va a ser útil, debe ser usado.
Enrique Crowell, fundador de la compañía Quaker y un notorio contribuyente de la obra realizada por el Instituto Bíblico Moody, supo cómo usar el dinero sabiamente. Siendo joven recibió a Cristo como su Salvador. Cuando comenzó su carrera en los negocios en una pequeña fábrica de Ohio le prometió a Dios que quería honrarlo mediante su ofrenda. La bendición de Dios estuvo sobre él, y a medida que crecía su negocio, él incrementaba su ofrenda.
Después de casi cuarenta años de dar 60% de su ingreso a Dios, Crowell testificó: «Yo nunca me adelanté a Dios. Él siempre estuvo adelante mío en el dar.»
DINERO SUCIO
Santiago condena a los ricos no sólo por atesorar el dinero sino también porque sus riquezas eran corruptas. Santiago dice que ellos estafaban a sus obreros en sus salarios. En lugar de ser justos con el dinero, lo gastaban en sí mismos, satisfaciendo sus deseos. La riqueza que no atesoraban, la malgastaban.
Santiago escribe, «el pago que no les dieron a los hombres que trabajaron en su cosecha, está clamando contra ustedes; y el Señor todopoderoso ha oído la reclamación de esos trabajadores» (Stg. 5.4).
Santiago está diciendo que Dios oye el clamor de los trabajadores que son estafados. Él está atento a la injusticia y nos hará responsables.
EL DINERO INSENSIBLE
Santiago continúa: «Aquí en la tierra se han dado ustedes una vida de lujo y placeres, engordando como ganado, ¡y ya llega el día de la matanza! Ustedes han condenado y matado a los inocentes sin que ellos opusieran resistencia» (Stg. 5.5-6). Esas personas no son culpables sólo por estar centradas en sí mismas, ellos han sido insensibles por la forma en que acumularon sus riquezas. En aquel día los ricos influían en las cortes y, en algunos casos, condenaban a muerte a aquellos que eran estorbo por sus codiciosas metas.
Hoy como entonces, el dinero puede sobornar, seducir y condenar. Pero el dinero también puede ser un hermoso ángel de misericordia para alcanzar a la gente con el Evangelio de Jesucristo. La forma en que usamos nuestro dinero sobre las reales necesidades de la vida, revela dónde descansan nuestros verdaderos intereses.
Los Temas de Apuntes Pastorales, volumen III, número 6.