“Entonces dijo Saúl a David: He aquí, yo te daré Merab mi hija mayor por mujer, con tal que me seas hombre valiente, y pelees las batallas de Jehová. Mas Saúl decía: No será mi mano contra él, sino que será contra él la mano de los filisteos” (1 S. 18:17).
Introducción
El rey Saúl había hecho la oferta a los hombres de Israel de darles riquezas, su hija y de eximir de impuestos a cualquiera que venciera al filisteo; por lo menos ese fue el mensaje que David escuchó (1 S. 17:25).
David venció al filisteo, pero al parecer Saúl no cumplió con su palabra. Los no ungidos, por lo general, no son de palabra. Prometen una cosa y luego se olvidan cumplir.
Por otro lado, la demora de Saúl en cumplir con la palabra dicha puede que haya sido el espíritu de celo que tenía ya contra el ungido. Finalmente decide cumplir con lo prometido, pero en su corazón deseaba la muerte del ungido, no por su mano, sino por la de los filisteos (1 S. 18:17). Los no ungidos se cuidan de no tocar a los ungidos, pero buscan que otros enemigos lo hagan.
- La oferta
“Entonces dijo Saúl a David: He aquí, yo te daré Merab mi hija mayor por mujer, con tal que me seas hombre valiente, y pelees las batallas de Jehová. Mas Saúl decía: No será mi mano contra é1, sino que será contra él la mano de los filisteos” (18:17).
Saúl sabía que David era valiente y que podía pelear las batallas de Jehová. Los ungidos pueden ser guerreros espirituales de Dios. Hombres y mujeres ungidos pueden pelear las batallas de Dios.
Lo que Saúl habló fue correcto, pero lo que pensó era equivocado. El corazón del no ungido muestra que las motivaciones eran erradas. Saúl quería poner en aprietos a David. Más adelante veremos que quería provocar al ungido a pelear en su tiempo y no en el de Dios.
Leemos en 1 Samuel 18:25 lo siguiente: “Y Saúl dijo; Decid así a David: El rey no desea la dote, sino cien prepucios de filisteos, para que sea tomada venganza de los enemigos del rey. Pero Saúl pensaba hacer caer a David en manos de los filisteos”.
Si de algo el ungido tiene que cuidarse es de que no lo involucren en batallas y en peleas que el no ungido improvise. No podemos ser manipulados por caprichos de los que han dejado de ser espirituales.
Notemos la humildad del ungido: “¿Quién soy yo, o qué es mi vida, o la familia de mi padre en Israel, para que yo sea yerno del rey?” (18:18). David no se consideraba gran cosa a los ojos de Saúl, ni veía su vida como algo excepcional. Tampoco veía a su familia como gran cosa para tener el título de “yerno del rey”.
Esto nos recuerda lo dicho por el apóstol Pablo: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Ro. 12:3).
Los ungidos nunca se dejarán comprar con puestos. Ni se pondrán a jugar con las posiciones. Los títulos jamás los desviarán de su llamado y de su espera en Dios.
Aunque David no estaba interesado en títulos o posiciones, no por eso dejo de cumplir con la posición delegada por Saúl. Por esos leemos: “y salía y entraba delante del pueblo”. En su posición de comandante dirigía las tropas en expediciones militares.
- El éxito
“Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, Jehová estaba con él” (18:14).
Se define la prudencia como: “Virtud que hace prever y evitar peligros; las faltas y peligros; buen juicio, cordura; templanza y moderación”.
A David todo le salía bien. El secreto de su éxito lo era Dios. Leemos: “y Jehová estaba con él”. El ungido siempre actúa y toma decisiones poniendo a Dios primero en todo.
Queremos ser bendecidos, pongamos a Dios primero. Deseamos tener éxito en la vida y lograr alcanzar muchas metas, pongamos a Dios primero. Queremos ser creyentes que impacten su medio y que afecten positivamente la vida de otros, pongamos a Dios primero.
Para que todo le salga bien a los ungidos, Dios tiene que ser incluido en todo. Si no contamos con Dios en los planes y propósitos, las cosas siempre nos saldrán mal.
El ungido en todo busca siempre la voluntad de Dios. Para él o ella el respaldo divino es muy importante. La presencia de Dios nos confirma que estamos en su voluntad. Cuando no tengamos paz en el corazón, significa que no estamos alineados con su voluntad.
III. La falla
“Y llegado el tiempo en que Merab hija de Saúl se había de dar a David, fue dada por mujer a Adriel meholatita” (18:19).
La hija mayor de Saúl llamada Merab era la que le correspondía darle por esposa. Pero al llegar el tiempo, Saúl no cumplió con su palabra y la dio a Adriel meholatita.
¿Por qué Saúl hizo esto a David? No sabemos. Muchas de las cosas que hacen los no ungidos nunca sabremos porque lo hacen. Pero en sus aparentes fallas siempre hay gato encerrado. Son calculadoras y premeditan todo lo que hacen contra el ungido.
Cuando se pierde la unción de Dios se pierde la vergüenza, no hay ética y todo se hace con un espíritu de carnalidad. Se rompen promesas. Se deshacen convenios. Y la palabra es vacía.
Cuando se está ungido Dios mismo cuida de las posiciones; cuando se pierde la unción, uno es el que comienza a cuidar de la posición.
Dicen las Escrituras: “Pero Mical la otra hija de Saúl amaba a David; y fue dicho a Saúl, y le pareció bien a sus ojos. Y Saúl dijo: Yo se la daré, para que le sea por lazo, y para que la mano de los filisteos sea contra él. Dijo, pues, Saúl a David por segunda vez: Tú serás mi yerno hoy” (18:20–21).
Un día Mical le sería un gran tropiezo espiritual a David. El futuro demostraría que ella no era una adoradora. No era una mujer que entendía el comportamiento del ungido en su función de adorador delante de la presencia de Dios. (2 S. 6:20–21).
La Mical que ahora profesaba amor por el ungido se descubriría como una mujer criticona, carnal y celosa. Acusó al ungido de descubrirse “delante de las criadas” (2 S. 6:20). El ungido le tuvo que responder: “Y aun me haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado” (6:22).
Los ungidos solteros tienen que cuidarse con quién se casarán. El que una persona le profese amor no significa que el matrimonio será en la voluntad de Dios.
De Mical leemos: “Y Mical hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta el día de su muerte” (2 S. 6:23). Era una mujer estéril. Ungido ora a Dios para que tu pareja no sea estéril a tu ministerio. Que Dios unja tu cónyuge para que te ayude a procrear en el plan y propósito de Dios.
Mical representa uniones que pueden hacer los ungidos con personas que profesan amarlos, pero el tiempo demostrará que le serán verdaderas piedras de tropiezo.
Saúl decía de ella: “Yo se la daré, para que le sea por lazo, y para que la mano de los filisteos sea contra él” (18:21). Luego leemos: “Dijo, pues, Saúl a David por segunda vez: Tú serás mi yerno hoy” (18:21). El no ungido busca que el ungido se haga parte de su familia. Lo que busca es un acercamiento al ungido. De esto los ungidos tienen que cuidarse mucho. Ser yerno de Saúl puede significar mucho peligro. No le permitamos al espiritual hacerse yerno de la carnalidad y a la salvación, del mundo. “Mical”, hablando espiritualmente, puede ser un “lazo” preparado para los ungidos de Dios.
- La astucia
“Y mandó Saúl a sus siervos: Hablad en secreto a David, diciéndole: He aquí el rey te ama, y todos sus siervos te quieren bien; sé, pues, yerno del rey” (18:22).
Note que el no ungido busca mensajeros para convencer al ungido. Saúl le encargó a sus siervos que le hablaran secretamente a David para influenciar en la decisión de que entrara a la familia real.
Sus palabras a sus siervos fueron: “Hablad en secreto a David, diciéndole: He aquí el rey te ama, y todos sus siervos te quieren bien; sé, pues, yerno del rey”.
Cualquier buen psicólogo o psicoanalista de la conducta humana puede darse cuenta de que Saúl estaba jugando con los sentimientos de David. En realidad lo que Saúl decía calladamente era: “Yo no amo a David, y todos los que son como yo no lo quieren tampoco”.
Los “carteros” de Saúl le llevaron el mensaje a David. Pero el ungido contestó con una pregunta: “¿Os parece a vosotros que es poco ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de ninguna estima?” (18:23).
Lo que David quería decir era: “Yo no estoy en una buena posición social, no tengo profesión, soy un pastor de ovejas. Tampoco tengo recursos económicos para pagar por la dote que el rey me pueda imponer por su hija. Y una princesa cuesta mucho”.
Si alguien nos quiere tomar pena, que lo haga. Pero no nos tomemos pena, ni tampoco busquemos la simpatía de otros por lamentarnos. Aprendamos siempre a hacer una correcta confesión y seremos bendecidos. Lo que confesamos bien puede llegar a ser una realidad en nuestra vida.
Los siervos de Saúl regresaron y le declararon la confesión negativa que hizo David. El rey aprovechó la oportunidad: “Y Saúl dijo: Decid así a David: El rey no desea la dote, sino cien prepucios de filisteos, para que sea tomada venganza de los enemigos del rey. Pero Saúl pensaba hacer caer a David en manos de los filisteos” (18:25).
La confesión negativa de David lo ató a Saúl, si su confesión hubiera sido positiva lo hubiera atado a Dios. Su confesión negativa le abrió la puerta a Saúl y con el pretexto de vengarse de los filisteos, le pidió cien prepucios de ellos.
“Pero Saúl pensaba hacer caer a David en manos de los filisteos” (18:25). Una vez más nos damos cuenta de que lo que Saúl hablaba de labios para fuera, no era lo que su corazón estaba diciendo.
Los no ungidos desean ver caer a los ungidos. Desean que los filisteos o el mundo acabe con ellos. Los ungidos tienen que andar con mucho cuidado.
- La osadía
“Cuando sus siervos declararon a David estas palabras, pareció bien la cosa a los ojos de David, para ser yerno del rey. Y antes que el plazo se cumpliese, se levantó David y se fue con su gente, y mató a doscientos hombres de los filisteos; y trajo David los prepucios de ellos y los entregó todos al rey, a fin de hacerse yerno del rey. Y Saúl le dio su hija Mical por mujer” (18:26–27).
David acompañado de un grupo de valientes se fue a los filisteos “y mató a doscientos hombres de los filisteos”. Saúl le pidió cien prepucios filisteos y él le trajo doscientos. Los ungidos siempre hacen el doble de lo que se les pide. Hacen de más, nunca de menos.
La petición de Saúl le había parecido bien al ungido. Los hombres y las mujeres llenos de fe les parecen bien todas las cosas que demanden fe. Su fe en Dios los hace ver todo, por más complicado y difícil que parezca, como algo fácil. El que tiene fe no tiene problema en creerle a Dios cualquier cosa. El ungido produjo al doscientos por ciento. Los ungidos no son gente de división, sino de multiplicación. Dios está interesado en personas que se dejen usar al doble de sus capacidades. ¡Multiplícate en lo que hagas para Dios!
- El resultado
“Pero Saúl, viendo y considerando que Jehová estaba con David, y que su hija Mical lo amaba, tuvo más temor de David; y fue Saúl enemigo de David todos los días” (18:28–29).
Ya con anterioridad habíamos leído: “Mas Saúl estaba temeroso de David, por cuanto Jehová estaba con él, y se había apartado de Saúl” (1 S. 18:12). “Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él” (1 S. 18:14).
Ahora se nos dice que Saúl vio y consideró “que Jehová estaba con David”. Saúl nunca supo que David era el ungido, aunque vio en él las señales de ungido. Murió sin saber todo el daño que por sus celos le había ocasionado al ungido. Muchos persiguen a los ungidos sin darse cuenta. Tengamos mucho cuidado de no ser tropiezo para los ungidos.
Aunque Saúl tuvo temor de David, no por esto cambió su actitud hacia él. Pero si hubiera tenido temor de Jehová, el corazón de Saúl lo habría discernido. El que conoce bien a Dios, conoce a los que son de Él.
El temor de Saúl era su inseguridad personal. Estaba luchando por el poder. Cuando se pierde la autoridad espiritual, se tiene que luchar por el poder. El que tiene autoridad espiritual no necesita reclamar el poder.
Al Saúl darse cuenta de “que su hija Mical lo amaba” (18:28), temió más a David (18:28). Él rechazaba a David, pero su hijo Jonatán y su hija Mical lo amaban. El ungido siempre es amado por muchos que están cerca del no ungido.
Leemos: “y fue Saúl enemigo de David todos los días” (18:29). Los Saúles difícilmente llegarán a hacer las paces con los Davides. Cuando un no ungido entra en guerra contra un ungido será un verdadero milagro si se hace su amigo.
En el versículo 30 dice: “Y salieron a campaña los príncipes de los filisteos; y cada vez que salían, David tenía más éxito que todos los siervos de Saúl, por lo cual se hizo de mucha estima su nombre”.
Los Saúles siempre tienen su gente, sus seguidores, los que los defienden, los que se mantienen a su lado, aunque sepan que están mal. Pero en toda incursión militar, David sobresalía sobre ellos. Los ungidos no necesitan competir, siempre Dios los hará sobresalir.
Se dice del ungido: “David tenía más éxito que todos los siervos de Saúl, por lo cual se hizo de mucha estima su nombre”. Dios hace los nombres. David no se hizo de un nombre, eso es política; Dios lo hizo de un nombre. El diablo hace de nombre a quien quiere, el mundo le da nombre a quien quiere y Dios da a conocer el nombre de quien Él quiere. Los ungidos oran a Dios y trabajan para Él, para que su nombre sea de mucha estima.
Conclusión
(1) Los no espirituales buscarán poner en problemas a los espirituales. (2) Mical representa la carne que ama lo carnal y no lo espiritual. (3) El diablo tiene sus carteros y los ungidos deben detectarlos. (4) Es mejor hacer de más y no de menos. (5) No dejemos que un Saúl carnal nos desanime, sigamos peleando contra los filisteos.
Kittim, S. (2002). David el ungido – sermones de grandes personajes bíblicos : Kittim, Silva (72). Grand Rapids, Michigan, EE. UU. de A.: Editorial Portavoz.