El futuro de la religión en el siglo XXI está… ¿fuera del cristianismo?
Por: Miguel Pastorino
Una confusión cada vez más extendida
Las recientes investigaciones sobre la práctica religiosa en el mundo, que lleva adelante Pew Research Center, revelan que la tendencia de mayor crecimiento en el mundo son los que "no pertenecen a ninguna religión" o "no afiliados". Lamentablemente se confunde el análisis cada vez que se interpreta esta categoría como "ateos " o "agnósticos", cuando en realidad los que aumentan son los creyentes sin pertenencia institucional a una religión o iglesia particular.
Lo que crece en el mundo son personas que no se sienten parte de ninguna religión, pero tienen profundas búsquedas espirituales y creencias religiosas, en su mayoría vehiculadas a través de la ideología del New Age. Aunque no sepan qué es esta nebulosa místico-esotérica de la que hay incontables estudios, viven sumergidos en ella como algo natural y cotidiano. Desde hace más de veinte años muchos sociólogos de la religión advertían, que la avanzada secularización de algunos países suponía un abandono de las prácticas religiosas tradicionales, especialmente el catolicismo, pero no necesariamente un abandono de lo religioso.
Erróneamente se interpreta el descenso de práctica y compromiso con iglesias y religiones tradicionales, con un menor interés por lo religioso. Lo que sucede es exactamente lo contrario. La experiencia religiosa ha mutado notablemente y en esta metamorfosis de lo sagrado, nos encontramos con personas peregrinas que eligen en forma personal y subjetiva cómo vivir su vida espiritual, sin necesidad de mediaciones institucionales. Bastaría con observar el lugar que ocupan en las librerías los volúmenes de autoayuda, esoterismo, gnosticismo, gurúes, chamanes, espiritismo, espiritualidad oriental y autores cercanos al New Age y la religiosidad a la carta, para darse cuenta.
Habrá que repetirlo una y otra vez: no identificarse con una iglesia o religión no significa no ser religioso. Abandonar una iglesia o religión no es idéntico a dejar de creer en Dios o en realidades sobrenaturales.
Los ateos y agnósticos normalmente confiesan lo que son y no usan vagamente la expresión: "no tengo religión". Dicen sin problema: "soy ateo" o "soy agnóstico", "no creo en nada" y cosas por el estilo.
Lo que más crece: creyentes sin religión
Según los resultados del año 2010 de Research Center´s Religion and Public Life Project, los "creyentes sin religión" eran en Europa un 18%, en Asia, 21%, y en América Latina un 8%. Siendo esta categoría la que más crece en el mundo y parece transformarse en tendencia dominante para el futuro.
En el mundo los cristianos son el 31,4 %, los musulmanes el 23,2%, y los creyentes sin religión ascienden al 16,4 %. Estudios recientes en Estados Unidos, revelaron que los católicos en el 2007 representaban el 23,9 % de la población adulta y en el 2014 bajaron a 20,8 %. Al mismo tiempo los que "no se identifican con ninguna religión" pasaron del 16,1 % en el 2007 a un 22,8 % en 2014. Esta categoría es el grupo más numeroso dentro de los norteamericanos.
La única excepción son los evangélicos pentecostales, que por su religiosidad más acorde a la sensibilidad postmoderna, descienden menos en Estados Unidos y crecen mucho más en América Latina.
¿Qué es lo que ha sucedido con la religión?
Especialmente en los países occidentales y de manera particular en los más secularizados, las iglesias históricas se han amalgamado con la modernidad, volviendo su discurso más ético y social, abandonando expresiones y temáticas que remitan a lo sobrenatural o a la experiencia mística, dejando un evidente vacío espiritual. Muchos creyentes sienten que "les falta algo", cuando las iglesias históricas reducen la vida religiosa a prácticas sacramentales y a discursos racionales vaciados de misterio. La nueva religiosidad en cambio, a su modo y en forma reductiva, ofrece vivencias subjetivas y experiencias sensibles para un neopagano sediento de mística y misterio. Los que se van de las Iglesias, no necesariamente se van al ateísmo, sino a una indiferente, intimista y vaga religiosidad neopagana.